martes, 28 de mayo de 2024

28 DE MAYO DE 2024, DECIMOSEXTA DE FERIA: OCHO NOVILLOS, DOS HORAS Y MEDIA... Y ALEJANDRO CHICHARRO

    La novillada duró dos horas y media. Concretamente, ciento cincuenta y tres minutos desde que sonó el clarín hasta que fue arrastrado el último novillejo. Ciento cincuenta y tres interminables minutos de sopor, de novillejos con hechuras de erales y comportamiento borreguil, de inválidos, de sobreros, de perfomance floritiana... Y entre medias, un novillero al que hay que empezar a tomar muy en serio.

    Lo de Guadaira tuvo el honor, ya es meritorio, de hacer que los berrendos de Florito se tuvieran que emplear tanto como en toda la feria. Y también, a los veterinarios a lo largo de la mañana, con el reconocimiento de varios novillos para que, finalmente, la novillada fuera remendada con otro ejemplar de Torrehandilla. Ya es meritorio lo de esta divisa, ¿le investirán con algún azulejo? Por lo demás, semejante sexteto no consiguió llegar más allá en cuanto a lo realizado por otras divisas durante los últimos días: sosería, falta de fuerzas, suerte de varas inexistente, falta de casta y de emoción, sopor... Ni los tres de Guadaira, ni los tres de Torrehandilla que fueron el remiendo y los dos sobreros. Otra ruina ganadera más pa la saca, que diría aquel. 

    El encierro, un mojoncete. Lo que no es óbice para que una terna de novilleros con todo por hacer en esta profesión, y en pleno San Isidro, saliera a morder y a vender cara la pesca. Pero la pesca la vendió de verdad, y bien cara, solamente uno. Y los otros dos, por vender, no llegaron ni a regalar los desperdicios para los gatos. Premio para Alejandro Chicharro, y tirón de orejas a Lalo de María y a Pepe Luis Cirugeda. Salgan los novillos que salgan, no se puede pasar por Madrid con la actitud tan desangelada con que ellos dos lo han hecho.

    Alejandro Chicharro se personó esta tarde en Madrid veintiocho días después de abrir una puerta grande que despertó fuerte división de opiniones. No siendo aquella actuación todo lo redonda que tiene que ser para un premio de tal magnitud, ni tampoco alcanzó la unanimidad de los aficionados, esta tarde disipó las dudas surgidas entonces y, esta vez, sí, convenció con rotundidad. Magnífica tarde la de Alejandro Chicharro, que si en esta ocasión no salió por la puerta grande con todas las de la ley fue por un uso deficiente de la espada. Una oreja pudo cortar del 3º, novillo de Guadaira que se movió con sosería y muy a menos. La faena, también de más a menos, tuvo la virtud de saber cortarla a tiempo y de exprimirlo por el lado izquierdo desde el primer momento, con tres series en la que destacaron algunos muletazos dando el pecho y rematando atrás. Pero la serie más rotunda llegó a continuación y con la derecha, muy mandona y de mano baja. Anduvo muy por encima del novillo Alejandro Chicharro durante todo el trasteo, aunque al mismo le faltó lo que le faltó: toro. Aun así, muy buena dimensión dio el novillero, y solamente el pinchazo previo a una estocada fulminante le dejaron sin la oreja. El Presidente, acertado y en su sitio. Las sensaciones las reafirmó en el 6º, también de Guadaira. Un novillo flojo de remos que llegó al último tercio reservón y sin regalar las embestidas. Esta vez y al contrario que el anterior, la faena de Alejandro Chicharro fue de menos a más. A base de firmeza, de tragarle las medias arrancadas al novillo y de una buena colocación, consiguió el joven aspirante esculpir unas cuanta series de muletazos por ambos pitones, muletazos de mucho mérito, mandones y figura erguida. Bien de verdad, hasta la hora de ejecutar la suerte suprema: varios pinchazos lo tiraron todo por la borda. A Alejandro Chicharro le hubiera sabido a gloria una segunda puerta grande en veintiocho días, pero a estas horas eso es ya lo de menos. Esta vez se iría de Madrid a pie, pero con el reconocimiento unánime. Así sí, torero. Enhorabuena.

    La tarde de Alejandro Chicharro, un gran par de banderillas de Juan Carlos Rey y un puyazo señalado arriba por parte de Adrián Majadas al 2º, fueron motivos más que sobrados para justificar esos ciento cincuenta y tres minutos sentados en la dura piedra, aguantando el chaparrón de un nuevo esperpento ganadero y a otros dos novilleros, Lalo de María y Pepe Luis Cirugeda, que por el momento no dan lugar a las esperanzas entre los aficionados. 

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