viernes, 6 de octubre de 2023
6 DE OCTUBRE DE 2023, 4ª DE OTOÑO: MANSEDUMBRE, BANDERILLAS NEGRAS, LIDIADORES... Y EMOCIÓN
jueves, 5 de octubre de 2023
5 DE OCTUBRE DE 2023, 3ª DE OTOÑO: LA VULGARIDAD POR BANDERA
Vulgaridad. Palabra definida por la RAE como "especie, dicho o hecho que carece de novedad e importancia, o de verdad y fundamento". Como sinónimos, acepta "común", "corriente", "basto", "chabacano", "ramplón" o "chocarrero", entre otros muchos. Quizás, la RAE no tendría reparo en aceptar como sinónimo de vulgar "festejo celebrado en Madrid el 5 octubre de 2023", pero primero tendrían que ver (o haber visto) lo acontecido. Y eso ya es demasiado suplicio.
Vulgar, común, corriente, basta, chabacana, ramplona, chocarrera... Palabras perfectas para definir la novillada de Fuente Ymbro y todo (o casi) lo que se hizo ante ella por parte de los tres señores que calzaban vestidos con bordado en oro. No fue vulgar la presentación de la novillada: seis señores novillos muy bien comidos, serios y de imponente fachada que, todo lo que tuvieron de bonitos por fuera, lo tuvieron de vulgares, comunes, corrientes, bastos, chabacanos, ramplones y chocarreros por dentro. O, como bien se suele decir en términos taurómacos, deslucidos, sosos, descastados, mansos y pastueños. El paradigma de la emoción, a fin de cuentas. Estaría bien, así como sugerencia de cara a la temporada que viene, darles a los fuenteymbros un merecido descanso; o qué menos que administrar de una forma más congruente los encierros de esta vacada. Más que nada para evitar, con ello, los gallardos atracones que hemos padecido en los últimos tiempos a costa de esta vacada. Atracones que, en su mayoría y muy al pesar de los aficionados, han tenido como denominador común encierros, entre corridas de toros y novilladas, el mal juego de los toros y novillos lidiados.
Los seis novillos de Fuente Ymbro fueron vulgares, comunes, corrientes, bastos, chabacanos, ramplones y chocarreros, qué duda cabe. Pero la terna novilleril, tan bien seleccionada y escogida para la ocasión (guiño, guiño), tampoco fue la alegría de la huerta. Y muy especialmente, los encargados de abrir y cerrar cartel. Exonerado en gran parte (no del todo, que también tuvo sus lagunas), queda de tal honor Guillermo García Pulido, quien si haber estado lo que se dice "tremendo", ni "espectacular", ni "cunvre" (que dirían ciertos paladines de la intelectualidad taurómaca imperante), lo cierto que es la tarde que ha ofrecido este novillero sí ha dejado sobre el ruedo la impronta de una actuación seria, donde se ha mostrado por encima de un lote que, para no desentonar, fue vulgar, común, corriente, basto, chabacano, ramplón y chocarrero. Las lagunas fueron, por ejemplo, esos pequeños detalles sin importancia que son el poner los novillos en suerte al caballo, no pasarse de faena cuando no hay más que rascar y hasta el punto de hacer sonar el aviso sin quiera haber entrado a matar. O algo que no tiene la más mínima importancia y que es la buena ejecución de la suerte suprema. Pero hubo virtudes, y fueron principalmente que se vio durante toda la tarde a un novillero ya muy hecho y preparado para dar el gran salto en su carrera. Hubo buenos momentos durante su faena al 2º, condensados mayormente en algunos muletazos de muy buen corte con la mano zurda, y en algunos pases de pecho y de trinchera. De "valor seco" y con mucha disposición puede catalogarse su quehacer ante el novillo quinto, pero poco más. Un novillo que se movió, pero con la cara a media altura y sin claridad alguna en su embestida. Desplegó todo su arsenal encimista García Pulido: toreo de rodillas, aguante estoico ante las paradas y miradas que le echó su oponente (una acabó en voltereta), y hasta las ya habituales bernardinas de cierre de faena. En definitiva, serio y sobrado; pero si hubiera que elegir, yo me quedo con el Guillermo García Pulido de su primer novillo, aquel de los buenos muletazos sobre el pitón izquierdo.
Jorge Molina y Cristiano Torres fueron, respectivamente, primero y tercero en discordia. Jorge Molina, ante dos novillos de condición vulgar, común, corriente, basta, chabacana, ramplona y chocarrera, anduvo... Pues de aquella manera. Pases. Pases con la derecha y con la zurda. Y nada más, aparte de un bajonazo y una estocada desprendida para quitarse de encima, respectivamente, a primero y cuarto. Y aún peor cuando salió a saludar tras ser arrastrado ese novillo primero, espoleado por las pocas palmas que le tributó a saber quién, y provocando así una fuerte pitada por parte de los que allí se aposentan todos los días, haga frío, calor, llueva, truene o caigan chuzos de punta.
Cristiano Torres vino a Madrid esta tarde a por todas, al menos de palabra. Tanto que, en un arranque, soltó alcachofa mediante y a modo de brindis, "que apuntáramos su nombre porque hoy venía a Madrid a hacerse rico". Sería verdad, aunque no se tiene constancia de si el hombre se refería a que por la mañana anduvo de compras en Doña Manolita, o a saber por qué. Pero a hacerse rico toreando y demostrando que va a ser figura del toreo... Pues eso de momento tendrá que esperar. Si eso, para la próxima ocasión. Con seis meses a sus espaldas como novillero con picadores y no muchas más novilladas toreadas desde entonces, lo que se vio de él fue lo evidente: un novillero con mucha falta de oficio. Ante dos novillos que tampoco le metieron en un brete, anduvo a merced y muy limitado de técnica, y ni tan siquiera la disposición del pegar mantazos de rodillas o del "toreo" encimista, empañan la situación. Le queda mucho camino por recorrer a Cristiano Torres, y seguramente este no era el momento más oportuno de venir a Madrid, y menos en feria. Al menos, al novillo sexto lo mató de una buena estocada.
Vulgar, común, corriente, basta, chabacana, ramplona, chocarrera y otros adjetivos de similar corte fue la tarde de los fuenteymbros. Las cuadrillas anduvieron correctas y aseadas, cumpliendo con profesionalidad pero sin grandes alardes. Las de a pie, se entiende. Porque lo de los seis picadores fue, de nuevo, de noche en el calabozo e inhabilitación para ejercer su profesión en los próximos quinientos años. Y, con ellos, los fuenteymbros durante algún tiempecito. Ya hastían.
domingo, 1 de octubre de 2023
1 DE OCTUBRE DE 2023, 2ª DE OTOÑO: MUCHO ARROZ Y POCO POLLO (O NADA)
Mucho arroz y muy poco pollo. Más bien nada pollo, y todo arroz. O lo que lo mismo, le vino grande la novillada de Guadaira a una terna de novilleros que, por unas cosas u otras, se la dejaron ir sin torear. Y es que los novillos de Guadaira, con sus cosas y sus cualidades (las buenas y las que no lo fueron tanto), mantuvo el interés toda la tarde e hizo que nadie se aburriera. Y hasta podría haber más que servido para que los tres "aspirantes a" (lo de "a", cualquiera sabe cómo sigue viendo el percal) hubieran salido de la plaza dejando una grata impresión. Pero no, más bien puede decirse que a la terna en cuestión, compuesta por Álvaro Burdiel, Alejandro Peñaranda e Ismael Martín (este último nuevo en esta plaza), le vino grande el compromiso.
No fueron gran cosa en el caballo. Ni mucho menos, pues todos llevaron como denominador común la mansedumbre y la falta de entrega bajo el peto. A algunos incluso se les alivió el castigo y pasaron al segundo tercio con tan solo dos picotacitos de nada. Pero se vinieron arriba en la muleta y, con sus complicaciones, hicieron el conjunto de una novillada de lo más interesante. Complicaciones, sí. ¡¡Bendita palabra!! Es lo que debe ser el toro bravo, novillo en este caso: un animal que venda cara su piel.
La oportunidad pasó en vano, como el tren que pasa y no se coge, y hay que esperar al próximo (si lo hubiera, que a veces ni eso). A Álvaro Burdiel, por ejemplo, se le pasó mientras se entretenía en eso de "componer la figura". Mucho gusto y mucha esencia, sí. Pero también los hay pegapases con gusto, y en esta tarde Burdiel demostró ser uno de esos. Tuvo al primer novillo, que se dejó torear; y al cuarto, que tuvo un pitón derecho de ensueño. Pero ahí no pasó nada del otro jueves. Aseo, pulcritud, mucho alivio, aún más "ponerse bonito"... Pero ante todo, una actuación de auténtico pegapases. Con mucho gusto, eso sí. Pero, al fin y al cabo, pegapases. Y pegar pases, no es torear, por muy bonito que se ponga uno. Fin de la cita.
Alejandro Peñaranda venía a esta cita avalado por sus actuaciones veraniegas en esta plaza, durante las cuales parece ser que quedó muy bien. Será verdad, pero en esta tarde lo que se vio fue a un novillero pegapasista, otro más, y excesivamente vulgar. Le cayó en gracia un lote con algo más que "algunas posibilidades de triunfo", y muy especialmente el importante novillo quinto. Y ahí quedó eso... ¿Un novillero con proyección? Pues seguramente, pero no fue lo que demostró esta tarde a través de dos faenas tan vulgares y despegadas como largas.
Ismael Martín, nuevo en esta plaza, puso más fibra en su actuación. Pero eso no quita para que al hombre aún se le vea muy verde y con mucha falta de rodaje. Ese novillo tercero tuvo mucha casta y le puso en apuros durante toda la lidia. Tras banderillearlo él mismo, con tres pares a penca muy pasada y que cayeron en muy mal sitio (lo de banderillear está claro que no es su fuerte), se fue sin probaturas a los medios para dejárselo venir y comenzar a darle trallazos sin mando ni concierto. El novillo iba a más, se colaba si se le dejaba el más mínimo resquicio y levantó los pies del suelo en varias ocasiones a su matador. Cosas de la casta. Demasiado para un chaval que solamente ha actuado en ocho novilladas. Al descabellar a este mismo novillo, sufrió un fuerte golpe en el brazo derecho que le hizo pasar a la enfermería para no volver a salir. Al sexto, el más parado de toda la novillada, se lo quitó de encima Burdiel prontamente.
Mereció otro trato la novillada de Guadaira, y no solamente por parte de los de a pie. La actuación de los picadores fue, una vez más, de cárcel. Ni uno picó en el sitio, y eso tampoco ayudó al buen desarrollo de la novillada. Los tres chavales se la dejaron ir, pero lo más preocupante fue el lamentable uso de la espada por parte de los tres. Y es que unos pocos bajonazos llegaron a contabilizarse. Si se desea llegar arriba, más vale mejorar.