viernes, 30 de septiembre de 2016

SEGUNDA DE OTOÑO: LA INVALIDEZ TORNA EN LANZAS LAS BUENAS INTENCIONES DE LOS FUENTE YMBRO

Falta de fuerzas, esa ha sido la tónica general que ha marcado a los toros de Fuente Ymbro lidiados en el segundo festejo de la feria de Otoño. Corrida de presencia desigual, con tres toros de imponente e irreprochable fachada, primero, cuarto y quinto; sumados a tres animales con buenas cabezas y terciados hechuras, los lidiados en segundo, tercero y sexto lugar, y a los que apenas ha hecho falta siquiera darles medio puyazo en regla. Todos, sin excepción, han perdido las manos en algún momento de su correspondiente lidia, echando a perder así las buenas intenciones que, a excepción del reservón y soso ejemplar lidiado en cuarto lugar, han dejado entrever los productos del señor Gallardo. Una pena, porque de haber estado dotados de más poder y pies, la corrida hubiera sido de nota. Pero como cuando se cae el Toro se cae la Fiesta, aquí paz y después gloria.

Con los Fuente Ymbros se las han visto una terna de pegapases con distintos grados de disposición a darlo todo, pero pegapases los tres, al fin y al cabo, que no han logrado sacar a la palestra nada reseñable, despojos y aplausos aparte.
Eugenio de Mora abrió plaza muy echado hacia delante, comenzando su quehacer de rodillas, y continuando con dos series con la diestra muy jaleadas, mas llevando al toro con el pico de la muleta para (mal)rematar los pases allá en la lejanía. Se echa Eugenio la franela a la zocata y la faena continúa con muchos mediotrallazos en los que tan pronto como iniciaba el muletazo, le quitaba la tela al animal a mitad del viaje. Y así siguió durante todo el rato que duró una faena de más a menos, la cual si no llega a rematar de pinchazo y estocada caída, posiblemente se hubiera llevado un despojo. El toro que abrió plaza mereció mucho más.
El cuarto fue un mulo. Un buey ideal para arar los barbechos de mi abuela, pero nulo para la lidia. Eugenio se contagió de la sosería del animal, y su trasteo no cogió la más mínima trascendencia en ningún momento.

Juan del Álamo, ese mismo que logra algo tan meritorio como cortar orejas y orejas en Madrid sin que nadie recuerde después el más mínimo mérito para ello, se las vio en su primer turno con un torete de baja presencia y flojete flojete flojete, hasta tal punto de señalarle dos picotacitos de nada, como quien pincha una aceituna y esta sale rebotada del plato. Por ello, el animal en cierto modo se vino arriba en el último tercio y tuvo algunas arrancadas que del Álamo desaprovechó con una importante colección de banderazos, la mayoría enganchados, sin orden ni concierto. Larguísima faena con la que del Álamo, lo único que consiguió, fue cabrear al personal y que este le reprochara lo desastrosamente mal que estuvo con el toro. 
El quinto quería ir, pero su tetraplejía se lo impedía. Del Álamo tuvo disposición de justificarse, pero lo único que consiguió fue un porrazo del trece. Y volver a mosquear a la concurrencia con su pegapasismo. 

A Román, otrora componente de la terna, por poco se lo llevan en hombros calle Alcalá arriba después de vérselas y desentendérselas con dos toretes que pedían el carné, y con los cuales demostró que está más verde que el botella y oro que calzaba. A ambos les quiso hacer el toreo moderno, como si los animales fueran esos carretones de Dios que se tragan todo con una tontuna que da gran gusto a los que a ponen delante. No, no fue este el caso. A merced de ambos animales en todo momento, echándoselos encima él solito a causa de su falta de mando y de poderío con los toros, llegando incluso hasta a llevarse dos fuertes golpes del sexto; pegando muchos banderazos a media altura, encimista y sin dejarlos apenas aire. En todo esto se resume su actuación, a la cual no le faltó en ningún momento el hambre de ser algo que caracteriza a todo torero en su situación. Pero nada más, y por todo ello le dieron un despojo de verbena en el tercero, tras una estocada trasera y sin petición mayoritaria ni nada; y a poco se la lleva en el sexto, si no llega a ser porque pinchó. Bastó solamente con la inestimable cooperación de los tíos que llevan las mulillas de arrastre, alentados estos a su vez por las suculentas propinas de las cuadrillas, faltaría más; y la suerte de caer en manos de nuestro ilustre presidente señor Cano Seijo, don Javier.



PRIMERA DE OTOÑO: SOLEMNE MASCLETÁ DE LOS DEL 8 Y EL 4

Ni siquiera las santas vacas que parieron hace tres añetes a semejantes mojones dirían lo contrario. ¡¡Qué cruz de tarde la primera de la feria de Otoño!! Casi dos horas y media de festejo marcada por una
novillada de La Reina (los del 4) y El Tajo (los del 8) completamente inválida y hueca, carente de emoción y del más mínimo interés, y en la que pasamos el tiempo como buenamente pudimos entre cabezada y cabezada, charlas con los amigotes habituales en el abono a quien hacía algunos meses a los que no veíamos, y aburrimiento. Mucho aburrimiento. Y mucho asqueamiento, para no dejar de ser fiel a la tradición. 

De los novilleros que vinieron a dar cuenta de los del 4 y el 8, tampoco puede decirse gran cosa. 
Manolo Vanegas estuvo un rato, más de la cuenta, delante del primer lisiado, del 4, sin sacar nada en claro. Si acaso, que es un abonado más a la Tauromaquia 2.0. El cuarto de la tarde, también del 4, tuvo otro aire. El único del Maestro que sacó ciertas dificultades, por genuino y embestidas a la defensiva, que no por casta ni muchísimo menos bravura, dónde va a parar. Otro aire a fin de cuentas, aunque no fuera el animal una maravilla, ni mucho menos. Un animal de lidia, que no para ponerse bonito ni darle pases de los de por delante, por detrás, por arriba, por abajo, y cambiados. Pero como los chavales de hoy solo aprenden a lo segundo, y no se molestan en aprender a lo primero (ni nadie se molesta en inculcárselo) la cosa quedó en otro trasteo sin pena ni gloria. 

Pablo Aguado dejó el pasado mes de abril una sensación muy grata a raíz de un concepto del toreo de alto grado de pureza. Pero en el día de hoy, qué cosas, ha mostrado ser otro abonado más a eso del toreo moderno. Uno de esos pegapases al uso, que se pone bonito y es muy elegante, sí, pero un pegapases al fin y al cabo que tan pronto como puede echa la pierna atrás y cita al hilo, por no hablar de los latigazos a los que somete las embestidas de los novillos. El segundo se lo devolvieron pronto y sin muchos miramientos (cómo sería para que el señor Polo Ramos, de nombre Justo, no se lo pensara), y se corrió turno para dar salida a otro del 8 que en nada cambió la tónica borrega e inválida. Aguado estuvo dispuesto a torear bien de verdad con el capote, quedando simplemente en eso: disposición, y ya. Llevó al novillo siempre a media altura, aliviándolo y acompañando la embestida con trallazos en línea recta y sin meterse mucho con él. Muy elegante el muchacho, a medida que pasaba la faena hacía ademán de querer enroscarse al novillo y obligarle a descolgar, pero la disposición quedó, una vez más, en el intento. Lo mejor de su tarde, sin duda, un finísimo epílogo de faena con ayudados por algo y pase de la firma de cartel. 
La gente le aplaudió mucho y ello le espoleó para en el quinto irse, digamos, a "portagayola", aunque un poco más y se coloca de rodillas en la explanada exterior de la plaza, junto a las vendedoras de "agua fría, agua helada". En un traspiés al intentar levantarse, el novillo, sobrero por cierto de Ave María (divisa y hierro antiguo de Javier Molina), hizo por él y le propinó el batacazo padre, por suerte sin consecuencias graves. El de Ave María tuvo otro aire diferente a los tetrapléjicos del 4 y el 8. También manso, reservón y a la defensiva. Un animal para poderlo y lucirse con él en una faena corta más de poder y lidia que de bisutería fina. Obviamente, a Aguado, como a tantos de sus compañeros, no les han enseñado nada de esto, y entre eso y que el golpe que recibió le dejó mermado, la cosa quedó en otro trasteo sin trascendencia. 

Rafael Serna volvió a Madrid después de llevarse un tabaco bien gordo hace algunos meses, lo que supone una gran alegría verlo de nuevo por aquí. Ante dos mojones que a duras penas a mantenían en pie, poco pudo hacer más que demostrar voluntad y dejar entrever que a él, puestos ya a hablar de abonos, le gusta estar abonado al toreo a verdad, el toreo caro, tanto como a un servidor estar abonado al Canal Cocina o a Barça TV. 

Protagonista de la tarde, ya languindeciendo esta, durante el último novillo, fue también uno de los monosabios por encararse con los aficionados cuando estos le recriminaban algo que se prohíbe expresamente en el Reglamento: colear al toro mientras estaba este encelado en el caballo. Y además, de forma alevosa y casi sin venir a cuento, pues para algo están los peones, los capotes, los quites y el director a lidia. Sí, han leído bien, un monosabio se encara con el público porque se le recrimina que colee al toro, algo prohibidísimo. Lo que faltaba. ¿Qué será lo próximo, que el empresario dedique cortes de mangas a aquellos que protestan la concesión de despojos? Camino de ello estamos. 

Lo mejor de la tarde de hoy, primera de la feria de Otoño, fue que ya se terminó.

jueves, 1 de septiembre de 2016

LOS CARTELES DE OTOÑO ME PRODUCEN... INDIGESTIÓN

¡¡Qué novedad!! La afición de Madrid está que trina, no le gusta los carteles de la feria de Otoño. Vaya por Dios, ya están los de siempre quejándose, nunca contentos con nada.

A la afición de Madrid se le dan novedades, y lo más bonito con lo que te responde es que "vaya mierda de feria, metéosla por donde os quepa". Si serán reventadores...
Novedades son, en cuanto al plantel ganadero, los hierros del Puerto de San Lorenzo y Adolfo Martín, que como hace ya tantísimo tiempo que no vienen, todos estábamos deseosos de tenerlos por fin en Otoño, donde ni nunca han estado ni nunca han coincidido. ¡¡Que viva la variedad!!
Fuente Ymbro lidiará la corrida de toros que resta con un cartel, a diferencia de la isidrada (donde pegó un soberbio petardazo) ausente de figuras, por lo que uno piensa: "¿Y si así, sin figuritas, suena la flauta?" Que esto de los toros es así de caprichoso...
El Tajo y la Reina lidiará una novillada que será estoqueada por Manolo Vanegas (cortó una oreja este verano), Pablo Aguado (en abril ilusionó con un estilo muy de verdad)  y Rafael Serna (herido muy grave el pasado mes de junio). Ahí queda eso.

Fuente Ymbro será estoqueada el viernes 30 de septiembre por dos tíos que se ganaron en verano un hueco en Otoño, valiéndose eso sí de la benevolencia que derrocharon el poco público y el presidente de ese día, y que son Eugenio de Mora y Román. Tenían que estar sí o sí, que para eso dieron el toque de atención.
Completa esta terna Juan del Álamo, al que creo que si no se le llega a poner, nadie que no perteneciera a su peña le hubiera echado en falta. Creo que había por ahí alguno que otro con más interés.

Y llegamos al sábado 1 de octubre, donde hay bastante polémica. Y no por los toreros que lidiarán la del Puerto de San Lorenzo, sino por el planteamiento de la corrida. ¿Qué sentido tiene anunciar en un mano a mano a Curro Díaz y José Garrido? El primero es uno de los triunfadores del año en esta plaza, y tenía que estar si o sí en esta feria. Garrido, por su parte, es un jovencito al que todavía en Madrid se le espera teniendo la suerte de su lado y, por lo tanto, su presencia en esta feria para nada está de más, pero... ¿Qué competencia real hay entre ambos? ¿Qué sentido tiene? No, definitivamente no se entiende.

El último día, 2 de octubre, por la mañana se celebrará la final del Camino hacia Las Ventas, con la presencia además del novillero con picadores Daniel Menes, revelación a las novilladas de verano. Sí, está muy bien eso, pero ¿no se suponía que aquí iba a entrar el también novillero con picadores Carlos Ochoa? ¿Qué ha pasado?
La corrida vespertina del domingo será la de Adolfo Martín, que como ya digo es toda una novedad en Otoño, sí señor. Será estoqueada por dos señores a quien se les espera con ilusión, véase Rafaelillo y Morenito de Aranda (que vuelve después de cortar una oreja TOREANDO DE VERDAD a un sobrero del Ventorrillo en mayo); completando el cartel otro señor que, la verdad, también es una ilusionante novedad al que había muuuuuuuuuchas ganas de ver por aquí después de taaaaaaanto tiempo sin darnos la brasa: el fantasma de Manuel Jesús Cid Salas, del que ya está todo dicho.

Esta es la feria de Otoño que tantas indigestiones les está produciendo a unos cuantos, los que nunca se conforman con nada, claro. ¿Y qué querían, a Paco Ureña y a Javier Jiménez? Uy, vaya... Si el final van a llevar razón.
¿Qué ha pasado con el de Murcia? Según la versión del empresario, estaba cerrada hasta hace pocos días su presencia en la de Adolfo Martín, pero que como se ofreció a matar los 6 y no se vio conveniente, pues él tampoco vio conveniente venir a la feria.
La versión del propio Ureña va más allá: Sí, tenía cerrada la de Adolfo, pero quería otra tarde, la de la corrida del Puerto de San Lorenzo. No se le dio porque, parece ser, el mano a mano ya estaba cerrado.  Ofrecióse a matar en solitario los 6 de Adolfo, y también se le negó, contestándole además la empresa que "está sobrevalorado". ¡¡Toma ya, con un par!! No acaba aquí la cosa, el propio Ureña reconoce que, después de eso, hubiera matado la de Adolfo en una terna de "haber sido el primero al que hubieran llamado, no después de estar todos contratados".
Que cada cual saque sus propias conclusiones...

Por su parte, con Javier Jiménez se contaba desde un primer momento para estoquear la de Fuente Ymbro, pero pidió expresamente la del Puerto de San Lorenzo, y si no, adiós muy buenas. El resultado se condensa en otra ausencia que lamentar.
Pregunto: ¿tanto transtorno hubiera sido meterlo en esa corrida y dejar ese vis a vis sin sentido en una terna que, a todas luces, tenía muchísimo más interés y hacía un cartel rematado de verdad?

También pregunto: ¿No se podría haberle hecho un hueco a Gonzalo Caballero? ¿Y con David Mora, triunfador de San Isidro, se contó?

Por todo esto, los carteles de la feria de Otoño, una vez más, me resultan indigestos. Y no es quejarse de vicio, es quejarse de que se ríen en nuestra puñetera cara. Siempre nos quedará Antonio Lorca para echarle las culpas a él, ¿no?