domingo, 16 de diciembre de 2018

CUADERNO DE CAMPO: GANADERÍA DE HERMANOS QUINTAS

Qué difícil se le hace a uno escribir de toros en pleno mes de diciembre, cuando apenas hay festejos en España y Francia, la temporada venidera apenas ha empezado a moverse, y uno tiene la sana costumbre de ignorar los acontecimientos del otro lado del charco (como si no hubiéramos vivido ya demasiados despropósitos a lo largo del año en esta parte). Pero cuando uno menos se lo espera, salta la liebre y le sale una buena tajada que llevarse a la boca. La liebre saltó durante esta semana pasada cuando Juanje, el jefe del portal torosdelidia.es (para el cual este humilde blog lleva algún tiempo colaborando) descuelga el teléfono.

"Oye, ¿tienes algo que hacer el viernes?"


"Ando de vacaciones estos días, así que dime".

"A ver si puedes acercarte a Colmenar del Arroyo para echar un rato con la familia Quintas".

No hace falta que me lo diga dos veces. Esta familia conserva en su haber, casi por completo, lo poco que queda de la antiquísima estirpe de Vicente Martínez, el mítico ganadero de Colmenar Viejo. Como para contestar que no. De manera que llegó el viernes y, a primera hora de la mañana, Marta, fotógrafa de ToroDeLidia, y un servidor pusimos rumbo a Colmenar del Arroyo con la intención de pasar una excelente mañana de campo. Gregorio y José Manuel Quintas nos recibieron a ambos en la misma plaza de Colmenar del Arroyo y, después del pertinente café, empezamos la jornada. "Lo primero vamos a ir adonde tenemos el ganado manso, nos han avisado de que una de nuestras vacas mansas ha tenido un parto complicado y no puede levantarse", nos indica Gregorio. Por el camino les pregunto para entrar en materia sobre los tres hierros de casa. "Tenemos lo antiguo de Martínez, que lo compró mi abuelo, Alfredo Quintas, en los años 40. Y luego está lo del Estoque, que procede del Marqués de Domecq; y una tercera línea, de Santa Coloma, que le compré hace algunos años a Carlos Aragón Cancela. Las tres están herradas con hierro diferente". 
Llegamos al cercado del ganado manso, y no tardamos en encontrar a la vaca que hay que atender. Su becerro yace muerto a pocos metros, y la vaca parece tener la cadera rota. Intentamos entre todos levantarla tirando de una cuerda atada a su testuz, pero el animal no hace amago de intentarlo. Gregorio comenta con ironía "Anda, que si nos vieran los animalistas ahora mismo...". Esos, que no sabrían distinguir una vaca brava de una mansa, ni una perdiz de una tórtola, y que el campo no lo pisan ni por accidente, igual hubieran exigido proveer a la vaca de una garrota para que se levantara solita. En fin, animalistas. José Manuel le pincha a la vaca relajantes musculares y se le deja un puñado de pienso a su vera. Poco más se puede hacer. 

La siguiente visita tiene a la vacas de procedencia Martínez como protagonistas. Ambos ganaderos, desde un alto con vistas a la sierra de Madrid, utilizan sus potentes voces para llamar a los animales, que pastan en el valle. No tardan en aparecer. La estampa es inigualable: vacas de capas berrendas en negro y colorado, tostadas, ensabandas y hasta alguna de ese colorado encendido que tanto recuerda al origen Jijón de la ganadería de Vicente Martínez. Gregorio se queda mirando especialmente a una que se encuentra a pocos metros del coche, de capa tostada y que aparentaba tener ya unas cuantas hierbas. "¿Veis a esa de ahí? Es la Pelotera, a su hijo lo lidiamos en Madrid durante una novillada concurso, hace 5 años". Pelotera, con el número 38 en el costillar y berrendo en negro, se lidió efectivamente en septiembre de 2013 en Las Ventas. No es fácil olvidarse de aquel novillo, en verdad. Y le comento al ganadero la posibilidad de que hubiera sido otro si no llega a ser porque el picador de turno, con muy mala barba, le metió y apretó el palo durante más de un minuto. "Se hubiera llevado el premio, sin ninguna duda. Pero el picador, la cuadrilla y el novillero...". Nada nuevo bajo el sol, sale un novillo o un toro con pies, poder y casta, y a los de luces les entran los siete males. ¿Solución? Matarlo en el caballo, no interesa ya que salga un toro de esa calaña, no se le puede hacer el toreo que ahora se estila. Mientras se les echa el pienso y los animales acuden con nobleza a comer, Gregorio comenta que tiene unas 120 vacas de procedencia Martínez, y algunos sementales. "Intento cambiarlos cada poco tiempo para combatir la consanguinidad, es complicado porque no tengo de dónde refrescar ahí fuera". Le pregunto por Montalvo. "Algo quedará, sí. Pero muy poco. Alguna vez les sale algún berrendo o salpicado que recuerda bastante a la línea Martínez". En ese momento se me viene a la cabeza de manera instantánea un toro de Montalvo que se lidió en Madrid el 15 de mayo de 2017, por Curro Díaz. Gregorio también parece acordarse de él perfectamente. "Ah sí, en cuanto salió al ruedo yo dije con toda seguridad que eso era Martínez. Y no por la capa del toro. Lo que más me recordó de ese toro a la línea Martínez fueron sus hechuras y, sobre todo, su papada. Y curiosamente, fue el mejor de toda la corrida. El mejor, y el único que funcionó, a decir verdad. 

La siguiente parada fue el cercado de los toros, separados por edades pero no por encastes. Curioso el contraste de hechuras, pelajes y caras, cada encaste de su padre y de su madre. Los cárdenos y entrepelados con los berrendos, y todos a su vez con los colorados y negros. Por allí rondaba un curioso berrendo en jabonero. Estos cercados de machos se encontraban en otro paraje, a unos 6 kilómetros de las vacas de Martínez, y otros tantos de las vacas de Santa Coloma. Gregorio lo razona: " Imagínate que uno de estos del Estoque se salta la valla y se cuela con las de Martínez, o el de Martínez se mete con las de Santa Coloma...". 
Pregunto si han probado cruces: "Sí, claro que hemos hecho, pero solo para nosotros, para probar. Pero luego nos deshacemos. Los primeros cruces siempre salen bien, pero luego cuando haces el segundo y el tercero ya empieza a fallar la cosa". 
Observo que algunos animales, ya utreros, llevan fundas: "No nos gustan, pero tenemos que ponerlas. Si cuando no las poníamos causaban baja 8 toros, ahora cuando las ponemos solamente 2. Las ponemos de tal manera que la funda quede a ras del pitón, para que sigan conservando la misma distancia y el tacto cuando se las quitamos". Es entonces cuando recuerdo unas palabras del maestro Luis Francisco Esplá hablando de que se nota mucho, a la hora de lidiar, el toro que tuvo fundas y el que no, ya que el que las tuvo tiende más a soltar la cara y cabecear. Gregorio se encoje de hombros "No te sé decir, nunca he toreado un toro que llevó fundas". 
También habla Gregorio de su aventura con la línea de Santa Coloma: "Pues empecé comprando unas 45 vacas con el hierro de Flor de Jara, y ahora tengo más de 90. Y eso que empezó como un capricho. De momento solo los lidio como erales, en novilladas sin picadores. Para ir cogiendo el punto". 
¿Y lo de Martínez?: "Vendemos para lo que salga, pero no a cualquier precio. El que lo quiera, tiene que pagar lo que vale. Nos salen novilladas, a veces festejos de promoción para las Escuelas, sobre todo Colmenar Viejo y Navas del Rey... Pero también vendemos para las calles y hasta concursos de recortes". Mientras tanto seguimos viendo los toros en sus cercados mientras José Manuel, desde la parte trasera del coche, les va echando el rastro de pienso. "La semana que viene habría que venir a poner más fundas", comenta. Se me vienen a la cabeza entonces muchas cosas sobre el trabajo que da una ganadería: darlos de comer, los saneamientos, las vacunas, ahora las fundas, ponerlas y quitarlas; moverlos... "El fin de semana del 8 de septiembre hay fiesta en todos los pueblos, lidiamos en todo ese fin de semana unas 80 cabezas, o más. Apartarlos, embarcarlos... Vaya movimiento". Entonces pienso en fechas señaladas, como la Navidad. "En el día de Navidad le echamos ración doble de comida el día anterior, pero siempre vengo yo a dar una vuelta". 

Tras echar un buen rato contemplando los machos y los distintos contrastes que ofrece el tener tres encastes diferentes en el mismo cercado, la siguiente parada fue en cercado de las vacas de Santa Coloma. Unas 90, en palabras del ganadero. Algunas herradas con el 6 coronado del antiguo Bucaré, hoy Flor de Jara. Y muchas de ellas, también, con sus correspondientes becerros a la vera. "Ese ha nacido esta noche", comentó Gregorio señalando a un becerrillo que apenas se tenía en pie. Seguimos circulando entre las santacolomeñas mientras José Manuel echaba el pienso desde la parte trasera del coche, cuando Gregorio pisó el freno y se quedó mirando un becerro que estaba tendido en el suelo. Era el mismo que había nacido por la noche. Ambos ganaderos se extrañaron de la posición del animal en el suelo, y decidieron acercarse con el coche para comprobar que todo se hallaba en orden. La madre, viendo el coche acercarse, se alejó algunos metros pero sin quitarnos ojo. Con el becerro ya a medio metro escaso, José Manuel se apeó del vehículo para realizar algún tipo de estímulo sobre el becerro, pero antes de que diera más de cuatro pasos hacia el animal, la madre se arrancó y el ganadero tuvo que volver al refugio del vehículo. El becerro se levantó al instante y volvió con su madre. Instinto de madre...


Eran alrededor de las dos de la tarde cuando llegamos a la plaza de tientas. Sorprendió su construcción, hecha íntegramente de piedra y de forma cuadrada, con una ligera pendiente ascendente hacia la contraquerencia. "La construyó mi abuelo", dijo Gregorio. El sabor añejo que desprendía delataba tal cosa. Y allí, con la plaza de tientas de fondo y con don Gregorio Quintas apoyado en la tapia, se grabó la entrevista que el jefe de torosdelidia.es nos encargó (próximamente se subirá al portal de Internet). Nos habló Gregorio de la historia de su ganadería, de cómo su abuelo, Alfredo Quintas, compró en 1942 a la ganadera Paulina Alcázar un lote de 40 vacas y un semental de nombre Lagarto, y otro lote de 20 vacas más un nuevo semental apodado Perezoso; todo de origen Martinez; de las vacas que llegaron a tener también en los años 40 de origen Escudero Calvo, del semental que compraron en 1993 a Montalvo para refrescar, de cómo inició hace pocos años su aventura santacolomeña adquiriendo a Flor de Jara una punta de vacas, de lo que tiene origen Marqués de Domecq herrado con el Estoque...
Gregorio habla con la sabiduría propia de una persona que ha vivido toda su vida en el campo bravo, respondiendo con un brillo en los ojos cuando habla de sus toros y de su familia, pero también con prudencia cuando las preguntas se relacionan con temas más espinosos, aunque no por ello sin decir lo que verdaderamente piensa como ganadero y aficionado. Vuelve también a hablar de Pelotera, y de la mala suerte que tuvieron con él. "Podía haber sido de premio ese toro...". 
Habla también de los toreros de su ganadería: "El Fundi ha venido aquí siempre. Bueno, El Fundi, El Bote, Joselito... Y también Yiyo, Julián Maestro, Sandín y todos esos".
Mientras habla, me llama la atención la pendiente ascendente que hay desde el centro del ruedo hacia la contraquerencia, y no puedo evitar preguntarle por ello: "A las vacas les cuesta más ir al caballo así, de manera que la mansa se raja pronto, al tercer puyazo... Y lo que hace es refugiarse allí abajo y difícilmente la sacas. Pero la brava no, la brava aunque cueste seguirá. Es muy exigente, pero es un termómetro muy bueno. La que es mansa tardas poco en verla". Seguimos hablando, el afeitado, las fundas, el Batán, el presente de la Fiesta, el futuro... "Mal futuro tiene esto...", comenta negando con la cabeza. Y es verdad, la Fiesta tiene un futuro negro. Los animalistas son cada día más mamarrachos e ignorantes, pero son solo mera anécdota cada vez que sueltan alguna de sus paparruchas. Lo malo está dentro del mismo sector, pues aquí dentro hay una gran división entre toreros, algunos ganaderos y aficionados; el fraude del afeitado deja una lamentable imagen y cada vez hay menos aficionados dispuestos a defender la Fiesta en este estado; apenas hay novedades en los carteles, siempre los mismos toreros con las mismas ganaderías, está todo ya muy visto; la casta del toro está bajo mínimos, y no digamos el toreo de verdad. "La cuestión está en atraer a la masa. Porque aficionados de verdad somos solamente cuatro, así que hay que darle incentivos a la gran masa para que acuda a ver toros. Y las figuras, quitando Roca Rey, ya apenas llevan gente a la plaza; pero en cambio los festejos populares cada día tienen mejor salud. Toda esa gente que acude en masa a los festejos en la calle o los encierros camperos, ¿luego por qué no van a la plaza?", reflexiona, no sin acierto, el veterano ganadero. "Y luego todo lo que cuesta montar un festejo taurino. Que si la cuadrillas, los toros, la plaza, las banderillas, el médico, la seguridad social de cada uno, la banda de música, seguros, permisos... Es todo muy caro". 
Le pregunto si podrían reducirse costes, y no escatima en hablar de ello: "Hombre claro, imagina que en lugar de pagar seis picadores solo tienes que pagar tres; y en lugar de nueve banderilleros, cinco o seis como mucho. Es algo que ya lleva algún tiempo hablándose, y no sería una mala solución. Pero claro, tú dile eso a los banderilleros y picadores, que verás". La cosa cambiaría bastante, muchos lugares que no pueden permitírselo, dadas las actuales circunstancias coyunturales, podrían plantearse empezar a programar alguna novillada sin picadores o incluso con picadores cuando solamente viven de los encierros y algún concurso de recortes. Pero el sector de picadores y banderilleros no quiere ni oír hablar de ello, y puede ser hasta entendible en parte. Pero si queremos salvar esto, todos tendríamos que apretarnos el cinturón. 

La jornada finaliza en los cercados donde se hallan, por un lado, los sementales; y por otro las vacas de procedencia Domecq. Allí, Gregorio me habla de que combatir el afeitado no es imposible: "Imagínate, una corrida en una plaza X da positivo. ¿Quién es el ganadero? Fulano de tal. Muy bien, y ahora ¿qué matadores la lidiaron? Esrai, Yanqui y Zuluc. Y ¿quiénes eran los nueve banderilleros? Pues estos nueve de aquí. Perfecto, ¿y los seis picadores, y los tres mozos de espadas, y los apoderados? Todos estos. Fantástico, pues miren todos ustedes que acabo de nombrar: van a estar un año entero, o dos, o el tiempo que sea, inhabilitados. Y ya ibas a ver tú cómo aquí no afeitaba ni Dios". 

Aquí finalizó nuestra magnífica jornada de campo, aunque antes de despedirnos caigo en la cuenta de que no le pregunté a Gregorio algo que se me antoja importante... "Pues a Madrid iremos cuando surja la ocasión, pero no tengo prisa por ello". Hace bien en no tener prisa, ya que es mala compañera de viaje. Pero si surgiera la oportunidad dentro se no mucho tiempo, sería fabuloso. Solo nos quedó agradecerles a Gregorio y José Manuel el excelente trato dispensado y sus atenciones, pues nos hicieron hacer pasar una jornada de lo más provechosa hablando y aprendiendo de toros. Que la suerte les acompañe siempre. 

GRACIAS GANADEROS