La familia Lozano se ha equivocado. De nuevo, se ha equivocado. Querrían, se conoce, mandar a la romería de El Rocío un lote de seis de esos animales que crían en la provincia de Toledo- Para tirar de las carretas, se entiende. No sirve para otra cosa eso que cría la familia Lozano, por mucho que se empeñen en llamarlo "toro". Pero eso que querían mandar de romería (se supone que la historia era así, que esos animales estaban preparados para tirar de las carretas), ha acabado siendo lidiado como corrida de toros en plena feria de San Isidro. La familia Lozano se ha equivocado otra vez, han confundido al buey de carreta con el toro de lidia. Y en esa equivocación tan desafortunada, también entran un francés y un vendedor de viajes.
En estos últimos días de bueyadas en serie, no podía faltar Alcurrucén. Ni podía, ni debía. ¡¡Faltaría más!! Es como la guinda a un pastel infumable cocinado a base de bueyes y más bueyes. La guinda de siempre, la de la familia Lozano. Dos corridas en feria, dos petardazos como para mandar al matadero a media ganadería, y empezar desde cero. O mejor aún, no empezar. Quedarse en el manso, y dejar el bravo para manos más expertas y ambiciosas. O cogerse de la mano con el de las agencias de viajes, e irse todos a vender paquetes para recién casados y jubilados.
La corrida de Alcurrucén fue muy bajita, sin grandes excesos de carne pero bien hecha, enmorrillados y poca arboladura. Lo que viene siendo el tipo núñez de toda la vida, por mucho que hayan aflorado las protestas a la presentación en la tarde de hoy. ¿Pues que se espera de este encaste, mastodontes? La corrida anduvo, por lo tanto, muy bien presentada y con buen trapío atendiendo a su procedencia. Pero es lo único a lo que no se le puede reprochar nada, la presentación de la corrida: núñez por fuera, moruchos por dentro. Moruchos que, solo con ver al caballo, ya huían y era muy costoso meterlos (¿desechos de tienta que ya sabían lo que es el caballo de picar?). Y cuando por fin se les conseguía meter bajo el peto, todo eran cabezazos, repucharse y salir escopetados. Moruchos parados en la muleta, de condición reservona y poca duración, huidizos, y no hablemos de casta, que salen sarpullidos. Una lozana moruchada que volvió a encender los ánimos de los sufridos aficionados de Madrid, hastiados ya de mansos, bueyes, mojones e inválidos que son, sin ánimo de exagerar, el anti-toro de lidia.
Se sabía a lo que se iba en esta tarde prácticamente desde que salió a la palestra el cartel anunciador, allá por el mes dé enero. La ruina estaba cantada, pero a ultima hora cayó del cartel el guapísimo y portentoso José María Manzanares, para dar paso, sustitución mediante, a uno de los poquísimos que de verdad han toreado en estos días. Como si a uno le cambian un Seat Toledo del año 2000 y más kilometraje que las camareras de una sauna (tuneado y bien cuidadito, eso sí); y en su lugar, se encuentra con un Serie 3, no tan tuneado, pero muy nuevo y sin apenas rodaje. Y ganamos con el cambio, claro. Cayó como agua de mayo la entrada de David Galván en la corrida pero, aun dejando un fuerte aroma a torería eterna, su actuación no terminó de ser rotunda, y tuvo muchos claros y sombras. Ante el 3º dejó muletazos con la mano izquierda de mucho gusto y rematados atrás, pero le faltó más ajuste. Dejó también cantidad de detalles finísimos, como dos trincherazos y un pase del desdén como para inspirar una docena de carteles de toros; así como otros remates, pases de pecho y un epílogo de faena de gran belleza, toreando en redondo con doblones por el pitón derecho. Mató de una estocada casi entera y algo atravesada que fue suficiente por sí sola, y dio una vuelta al ruedo. El 5º fue un manso de embestida bronca y correosa, con el que Galván sudó. Muy firme, quiso sacarle los muletazos de uno en uno pero le faltó temple a su faena, y también un comienzo más poderoso. Muchos nos acordamos de su actuación hace días con aquel toro de El Torero, marrajo también, con el que se afanó en poderlo por abajo desde el primer momento. Solo al final, cuando el toro ya está más parado, logra robar una serie de naturales mucho más asentada, despaciosa y con finura. Con luces y sombras, pero ha sido David Galván la verdadera revelación de este mes de mayo.
Quien no parece terminar de cogerle el aire a esta plaza es el tan cacareado Daniel Luque, ese torero al que ponen por las nubes fuera de Madrid, pero que es llegar a esta plaza y ser todo un dechado de vulgaridad. De nuevo, su gran punto débil fue lo que el sorteo le deparó. ¿Sorteo? ¿Quién dijo sorteo? Esta tarde, y hace días con la otra corrida que lidió, o el año pasado, o hace dos, ya podían haber existido las archiconocidas bolas calientes (papelillos calientes, en este caso), que Daniel Luque se hubiera llevado un mojón como premio. Quizás, y ya de cara al año que viene, lo que mejor le podría venir a Daniel Luque es variar un poco a la hora de seleccionar el ganado cuando le toque negociar sus tardes. Dicho de otro modo, menos alcurrucenes, menos lisardianos, menos juampedros, menos montalvos, menos valdefresnos, y más mirar por otro lado. Que lo de José Escolar, La Quinta, Fuente Ymbro o Santiago Domecq también embiste. Y muy bien, por cierto. Sobre su tarde de hoy, poco que comentar: anduvo Daniel Luque por encima del mojón que salió en 2º lugar y al que robó algunos muletazos por el lado izquierdo muy meritorios; pero acabó excediéndose con el dichoso encimismo. Con el 4º, de puntillas y ya sin gana alguna de continuar luchando contra la infamia borreguil. Lo dicho: Escolar, Fuente Ymbro o Santiago Domecq también embisten, torero.
Confirmó la alternativa Víctor Hernández, y lo hizo con un sobrero de Juan Manuel Criado que cumplió sobradamente en varas, derribando en el primer encuentro y metiendo la cara abajo en el segundo. No duró mucho en la muleta, pero sí regaló unas pocas embestidas con las que su matador podría haberse entendido mejor. Pero no, todo fueron cites muy encima, tirones, falta de ajuste, trapazos... Se estrelló el confirmante con el 6º, pero a base de tesón, firmeza y eso de valor seco, fue capaz de construir una faena de la que pueden hacerse dos lecturas: una, la del aguante, la firmeza, el encimismo, los uys y el valor; y dos, la de los trapazos y los enganchones. No sirvió para gran cosa el toro, muy parado y a la defensiva, por lo que puede considerarse una labor muy meritoria la del nuevo doctor en tauromaquia. Pero tampoco es de recibo que, ante un toro como tal, se citara con la muleta tan retrasada, se iniciara el trasteo con pendulazos, y se rematara los muletazos a media altura. Habrá que seguir su progreso.
Alcurrucén, factoría de bueyes, merece un largo descanso en esta plaza. Y quien sabe si una buena purga. No es de recibo que tras años y años de escándalos, todavía la sigan repitiendo por partida doble. Es reventar al que paga, reventar al que quiere torear y triunfar, reventar la dignidad de la plaza de Madrid, y hasta reventar la tauromaquia.