jueves, 23 de mayo de 2024

23 DE MAYO DE 2024, DUODÉCIMA DE FERIA: EL PUERTO DE SAN LORENZO A LA PARRILLA

    Llegaron a Madrid un año más los ¿toros?, qué digo toros, los bueyes del Puerto de San Lorenzo. Llegaron con figuras de por medio, para colmo de males. Y cumplieron con las expectativas, claro. ¿Cuáles son esas expectativas? Mayormente, las expectativas que suele haber siempre que lidia esta insufrible vacada, más si hay figuras anunciadas: mansedumbre, falta de casta, falta de fuerzas, aburrimiento, irritación en el kiosko... Pues pleno al 15, y premio para el caballero o caballeros que, a la hora de echar la quiniela, hayan marcado todas esas casillas. Corriducha infumable del Puerto de San Lorenzo. Rebosó la mansedumbre, la bobaliconería, la falta de fuerzas, la falta de poder y de pies. Y por supuesto, el pilar fundamental del toro de lidia: la casta. También el trapío y las buenas hechuras. Seis de seis. Pleno al 15. Enhorabuena a los afortunados, que no serán pocos.

    Para una parrillada igual hubieran servido los seis adefesios de procedencia lisardiana, pero lo que es para una corrida de toros, pues no. No sirvió para nada en lo estrictamente taurómaco. Así que lo del Puerto de San Lorenzo, para la parrilla. Como Lorenzo, diácono de Roma y célebre por su martirio en una parrilla, allá por el siglo II d.C. Ironías de la vida: San Lorenzo, torturado en las ascuas de una hoguera; y la ganadería del Puerto de San Lorenzo, apta exclusivamente para una buena parrillada. Y los mártires, además de San Lorenzo, la sufrida afición de Madrid cada vez que el Puerto de San Lorenzo lidia esta plaza. Y esto suele ser dos, y hasta tres veces al año. Lo dicho: mártires y santos, como San Lorenzo, diácono de Roma. 

    La corriducha del Puerto de San Lorenzo colmó la paciencia de los santos mártires aposentados en el duro granito de Las Ventas. Algunos, unos cuántos a decir verdad, ahogaban las penas con ginebra de garrafón y berreando el Vivaspaña de rigor. Otros, menos de los deseados, protestaban y clamaban contra lo que estaban presenciando. Y entre unos y otros vivieron una tarde para olvidar. Y mañana será otro día. Claro que, hablando de mañana, los de la protesta cuentan con una ventaja sobre los del Vivaspaña y los biiiiiennnnnnnjjjjjjj con aroma al aguarrás que se beben con tónica: mañana no tendrán resaca y estarán frescos como lechugas. Bien por ellos. 

    Chamuscados, como San Lorenzo, acabaron tras dos horas exactas de sufrimiento los unos y los otros. Dos horas de ruina ganadera, en la que tampoco pasó nada relevante por parte de los tres figurones que se las vieron en el ruedo con los seis adefesios lidiados. No pasó nada. O casi... Y es que Alejandro Talavante fue capaz de cortarle una orejita al primero. Un torito de embestida chochona que embestía al ralentí, sin fuelle alguno y con una tontuna digna de cualquier pelagatos al mando del ministerio de (In)Cultura. Talavante realizó una faena de más a menos y muy medida, en la que predominó el buen gusto y la pinturería. Pero solo eso: gusto y pinturería. Acompañaba el matador la embestida, sin más, con relajo y cadencia. Algunos remates sueltos para completar las series tuvieron un buen corte, pero a la faena le faltó en su conjunto precisamente la emoción que otorga un toro encastado y con poder que verdaderamente ha sido sometido. Y también, le faltó una estocada buena de verdad y no la media estocada defectuosa con la que culminó. Con el cuarto moribundo, inválido y vergonzosamente mantenido en el ruedo, Talavante no tuvo opción alguna y se lo quitó pronto de encima. 

    Otra orejita se podría haber llevado Juan Ortega del 5º si la espada le llega a entrar a la primera, fuera en el sitio que fuera (el garrafón, que hace milagros como San Lorenzo y otros santos). Pero no es que lo de Juan Ortega fuera sublime, ni extraordinario, ni anduviera sobrado de buen toreo, ni nada por el estilo. Fue ese 5º otro animalejo chochón que embestía al ralentí. En realidad, embestía de la única manera que le daban sus escasas fuerzas y su inexistente casta. En el inicio de faena se llevó por delante a su matador cuando este lo pasaba con relajo. La voltereta fue fortísima, pero por suerte no fue impedimento para que volviera a la cara del toro. Acompañó Juan Ortega, sobre la mano derecha, la embestida del animalejo con gusto y ese sentimiento que caracteriza a este torero, dibujando algunos muletazos que fueron muy jaleadas y aplaudidas por parte de la concurrencia. Pero de nuevo a la faena le faltaba la emoción propia que rezuma el tener enfrente un verdadero toro, y no un espantajo con cuernos y medio moribundo. Tampoco existió el toro en segundo turno de la tarde, y Juan Ortega optó por abreviar en este acto. Muy acertado.

   Tomás Rufo no abrevió con el cadavérico tercero y claro, la parroquia se cabreó con razón. No tuvo sentido alargarse. El 6º pareció tener más alegría durante los primeros compases de la lidia, y de ello se percató Tomás Rufo mientras presenciaba el tercio de banderillas y el buen hacer de su peón, Daniel Duarte, con el capote. Comenzó Tomás Rufo la faena de manera vibrante: de rodillas y toreando en redondo sobre la derecha. Efectivamente, pareció por un momento que el toro tenía otro aire a los cinco que le precedieron, pero solamente fue un espejismo. Una vez de pie el matador y con la muleta en la mano derecha, se sale a los medios pero el toro se raja al segundo muletazo. Porfía Tomás Rufo, cada vez más cerrado y hasta acabar el toro al abrigo de las tablas. Pero ni en ese terreno el toro quiere saber nada, y Tomás Rufo acaba pegándose más de media vuelta al ruedo pegando pases y sin ser capaz de someter al marrajo. Y en este punto exacto de la tarde, muchos nos acordábamos de David Galván y su faena del día anterior. Mató al manso ya en los terrenos de chiqueros, de un bajonazo. Y ni por esas se dejó de pedir la oreja, petición afortunadamente desatendida por la Presidencia. 

    La corrida del Puerto de San Lorenzo fue motivo de escándalo mayúsculo, otro más a su ya extensa colección de petardos y tardes insufribles. No importa, en la feria de Otoño los tendremos otra vez anunciados. Y el año que viene, otras dos corridas reseñadas. Y el siguiente, y el siguiente... Pero para lo único apto que está esta vacada es para ser asada a la parrilla. Como el santo que lleva en el nombre. 

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