domingo, 5 de junio de 2022

DOMINGO 5-JUNIO-22, CORRIDA DE LA PRENSA: VICTORINOS COMO LOS DE ANTAÑO (O CASI)

Adiós, feria de San Isidro de 2022. Pasarás a la historia como una de las peores de todos los tiempos. Hasta más ver, llévate contigo las innumerables corridas de saldo que nos has dejado, a los del aplauso y moquero fácil, a los beodos del vivaespaña, al discotequeo del después y al resto de infamias que nos has dejado para la posteridad. Que vuelva San Isidro, pero que lo haga con una plaza de toros totalmente renovada y limpia, con público y aficionados que vengan de verdad a los toros y no a echar la tarde haciendo botellón y comportándose como salvajes. La Fiesta lo necesitaría. 

Adiós a la feria de San Isidro con la tradicional Corrida de la Prensa, y que por tal solo tuvo el nombre en el cartel. Y que también hubo que abonarla aparte, claro. Se fue San Isidro 2022, y lo hizo con seis cárdenos, herrados con una A y una corona y luciendo cintas azul y encarnada... Y tambien, interés. Nada de esos victorinos a los que parece ya nos tiene muy acostumbrados el hijo de Victorino en los últimos años, y que se caracterizaban por la bobería, su falta de poder, la excesiva nobleza y la falta del temperamento. Poco hubo hoy de eso, y sí casta, dificultades, incertidumbre, toros que vendían cara su piel y hasta algunas peleas buenas en el caballo. No fue el nivel de lo que se espera y desea de este hierro, pero a lo de Victorino le salió esta tarde, más que menos, el carácter de antaño. ¿Por accidente o porque así lo desea el ganadero verdaderamente? A veces da terror conocer qué hay en la cabeza de Victorino Martín García. 

Pero si de verdad hubo algo que les faltó esta tarde a los victorinos, eso fue una terna verdaderamente capaz de entenderlos y darles lo que solicitaban.  Sobre todo en lo referente a Antonio Ferrera y Román, porque Sergio Serrano, aunque muy despegado a la hora de ejecutar los muletazos, sí fue capaz de sacarle partido al 2° toro de la tarde; y en 5° lugar se las vio con un animal que no tenía ni uno y con el que consiguió andar aseado. Bien Sergio Serrano además lidiando a los toros con el capote y cuidando la pulcritud de la lidia. 

Antonio Ferrera y Román anduvieron los dos a por uvas toda la tarde y sin entender a ninguno de sus toros. Ninguno de los dos tuvo su tarde. Antonio Ferrera en realidad tuvo su tarde de siempre, esa puesta en escena amanerada que sacó en todo su esplendor ante el 4°, pegándole los traspasos luego de haber arrojado al suelo el palito y pasándolos a media altura, y con esas poses que sabrá Dios quien le habrá dicho que en eso consiste la torería. El de Victorino pedía dos cosas: sitio y sometimiento por abajo, y lo de Ferrera todas las tardes es el polo opuesto a esa lidia. Lo citó muy encima siempre, casi con el pitón rozándole la taleguilla, para luego rematar los muletazos arriba y consiguiendo con ello que el toro se quedará corto y le pegara el gañafón. Todo eso durante su largo trasteo en el que tuvo vítores y aclamaciones a partes iguales con las protestas y los pitos. Para colmo, mató de un estoconazo, que diría el gaznápiro de Emilio Muñoz. Es decir, de un sartenazo en la paletilla. No hubo, sin embargo, ni puesta en escena ni gaitas ante el toro que abrió plaza, muy pronto a la hora de arrancarse pero al que le faltó más temperamento para llegar al final. Ferrera no lo quiso ni ver.

Mala tarde para Román ante dos toros con la casta justa y necesaria para demostrar un buena capacidad lidiadoras y de poder. Sus dos quehaceres, tanto con el capote y con la muleta, se resumen en telonazos, telonazos y más telonazos. Ni temple, ni dominio, ni sometimiento, ni siquiera ese ingrediente tan importante para hacer frente a estos toros y que es la seguridad. Y con esas trazas, pasó lo que siempre pasa en estos casos con toros de esta procedencia: gañafones, arreones, coladas...

Anduvo fino Sergio Serrano, y también muy entregado a la causa. Así lo certifican sus dos portagayolas, aunque bien debería saber dos cosas: que en Madrid no entusiasma ese gesto, y que ante estos toros no es buena idea irse a la puerta de toriles a recibirlos con largas cambiadas de rodillas. Le avisó el 2º revolviéndose sobre las patas de atrás, gesto típico de este encaste, y le acabó por arrollar aunque sin consecuencias por fortuna. A los dos toros, una vez repuesto de las portagayolas, los echó el capote abajo y se los sacó a los medios, y allí los dejó plantados a los dos. No escatimó en ese afán lidiador para llevarlos al caballo, siempre con suavidad y por abajo. Un gusto es ver a un matador cuidando de esa forma la lidia. Ya, con la muleta, cada toro salió a su padre y a su madre. El 2º tuvo mucha nobleza y clase, pero le faltó mayor fiereza. Sergio Serrano le sacó muletazos muy despaciosos y poderosos, sobre todo por el lado izquierdo, tirando del toro y tomándose la licencia de llevarlo atrás; pero siempre muy despegado, y eso acaba siendo pecado mortal, sobre todo si se está en Madrid. Una pena esa colocación durante toda la faena, la cual había sido más que aseada y en la que el matador había conseguido poder con el toro. Pero el fajarse a los toros es también importante, y si no se hace... Mató mal Sergio Serrano, y eso le impidió, seguramente, tocar pelo. El 5º fue el más vacío de toda la corrida por pastueño, soso y de embestidas muy cortas. Sergio Serrano porfió ante él dignamente, pero todo lo que pudo hacer quedó en la nada.

Acabó San Isidro con una victorinada con interés y con la antología banderillera, una vez más, de Fernando Sánchez, que dejó un grandioso par al 1º y dos todavía mejores al 4º. Ha sido una buena feria para muchos peones, pero como los pares de Fernando Sánchez a lo largo de muchas tardes, y también como los de Ángel Otero al toro de José Escolar, ninguno. Tiempo es de grandiosos banderilleros. Acabó San Isidro, sí; y con ello se espera que se le ponga coto a muchos malos vicios que se han instaurado en esta plaza, sobre todo más allá del ruedo.

 

SÁBADO 4-JUNIO-22, VIGÉSIMO SÉPTIMA DE FERIA: ADOLFADA NUESTRA DE CADA FERIA

Los cárdenos de Adolfo Martín llegaron y cumplieron. Cumplieron con los pronósticos, quiere decirse. Y los pronósticos eran los que se lleva labrando el señor ganadero don Adolfo Martín desde hace algunos años a esta parte: falta de casta, de poder y de bravura, y exceso de tontuna. O lo que es lo mismo, de albaserradas, solamente el pelaje gris y la leyenda. Se vino Adolfo Martín a Madrid con lo puesto: desde algunos toretes de los que mejor no mencionar su presentación, hasta un señor toro con unas señoras hechuras que fue el 4°, pasando por otros correctitos sin más. Y de juego, menos casta, más que menos casi de todo: un par de ellos toreables aunque flojo, 1° y 3°; un buey muy apropiado para tirar del arado que fue el 2°, un par de alimañitas las que salieron en 4° y 5° lugar; y el cojo, que fue condenado a muerte de un puntillazo y en su lugar salió un ejemplar de Garcigrande (garcichico es más apropiado decir, viendo lo que salió de chiqueros) que no fue tampoco la alegría de la huerta. ¿Dónde quedaron aquellos ejemplares con los que a principio de siglo el señor Adolfo Martín nos hacía disfrutar? Parece ya casi una frase hecha, de las veces que se ha repetido en los últimos años. Pero es tal cual, y la de Adolfo Martín pide a gritos desde hace temporadas un largo periodo de descanso en esta plaza. 


Eso hubo por parte de los cuadrúpedos, pero ¿y por parte de los de las medias rosas? Dos expertos en este tipo de lides, Rafaelillo y Manuel Escribano; y la figura que tenía apetencia por hacer el "gesto" de anunciarse con grises, y cuya tarde ha sido el más exacto reflejo de cómo ha transcurrido su feria. Nueve toros, nueve han sido los estoqueados por Alejandro Talavante en Madrid los últimos veintitrés días, y durante su primera tarde, la de los Jandilla, ya se le empezó a observar con la cabeza, el cuerpo y el alma en cualquier lado que no fuera el ruedo de Las Ventas. Llegó el día de la corrida de Garcigrande, unos días después y, aunque dejó algunas pinceladas ante su 2º toro, la sensación del primer día se había convertido en una evidencia: Alejandro Talavante estaba ausente, como si la cosa no fuera con él y totalmente fuera de la profesión. Como un fantasma. Y como un fantasma siguió estando hace exactamente una semana ante la moruchada del señor Gallardo. Total, que con todo ello se plantó esta tarde en Madrid, su última tarde de esa gran apuesta consistente en cuatro tardes en San Isidro, con la corrida de Adolfo Martín, albaserradas nada menos, y Alejandro Talavante terminó de tocar fondo. La de su primer turno era una buena oportunidad para salir a flote después de las tres tardes anteriores en las que pasó con mucha pena y poca gloria, ya que ese 3º fue un ejemplar más que apto para realizar el toreo. La faena ideal para ese toro se trataba de un trasteo corto, de reventarlo a torear con unos pocos muletazos bien dados de verdad en series cortas. Suficiente para armar un alboroto en Madrid, y lo cierto es que se vio a Talavante ante ese toro con aires renovados de querer parecerse a lo que él ha sido, citando muy bien colocado, dando el pecho y cargando la suerte; pero otra cosa fue el correr la mano, el temple, el mandar y todas esas cuestiones. Los naturales y derechazos comenzaron a sucederse y, aunque efectivamente se vio al matador con intenciones muy claras de querer hacer el toreo de verdad, sin trampa ni cartón, no le cogía el aire al toro de ninguna manera. Muchos muletazos sin templar ni mandar, muchos enganchones y el toro, sabiéndose enseguida el amo del cotarro, comenzó a acortar las embestidas y a ponerse cada vez más complicado. Y con ello, a Talavante cada vez más inseguro y desganado. Y, como guinda al pastel, un antológico sartenazo en la paletilla. ¿Podían empeorar las cosas? Podían, podían... Y quien diga lo contrario, fue porque se levantó de la poltrona o apagó el televisor cuando los mansos de Florencio Fernández Castillo retiraron al 6º al corral, y no se quedó a ver la lidia del sobrero de Garcichico. Si ante el 3° Alejandro Talavante fue la impotencia y el quiero y no puedo, ante ese sobrero, de condición meramente pastueña y soso como él solo, fue el no quiero y tampoco estoy por la labor de saber si puedo. La apatía personificada. La desgana por estar simplemente digno. Y, para colmo, completó la obra con un hermoso mitin con la espada y el descabello que no hizo sino arreciar la bronca hacia él. La bronca, que vino no solamente por su desastroso hacer ante ese sobrero, sino también como dictamen del Tribunal a sus cuatro tardes y ocho toros estoqueados en estos veintitrés días.

 

Rafaelillo se llevó la oreja del 1º tras dejar, así a lo tonto, la estocada de la feria. Una estocada bien ejecutada y perfecta de colocación que hizo rodar al toro en pocos segundos, y esas estocadas en Madrid siempre han valido por una oreja. Buen por él.  Lástima que no terminara Rafaelillo de estar a la altura de ese descafeinado albaserrada que abrió plaza, un toro que tuvo que torear pero tan falto de fuerzas que resultaba, efectivamente, descafeinado. Da dos series Rafaelillo con la derecha despegadito y a media altura, sin molestarlo mucho y dándole su sitio y su aire al toro; posteriormente, con la zurda, deja la serie más limpia de toda la faena, llevando al toro largo y con temple pero rematando los muletazos fuera. A esos naturales les sigue otra serie por el mismo pitón que resulta muy intermitente, necesita el torero recomponerse y rectificar en muchos muletazos y la vulgaridad se hace notar. Cierra la faena con medios muletazos por el lado derecho, que preceden a esa gran estocada por la que le fue concedida la oreja. Salió muy espoleado ante el 4º y dejó una buena carta de presentación sacándoselo a los medios con el capote andándole hacia atrás y consiguiendo fijarlo con buen hacer. Luego, según transcurrió la lidia, quedó patente que el toro era una prenda, con poquito poder eso sí, que se quedaba muy corto y le costaba una barbaridad pasar. Rafaelillo anduvo digno aunque demasiado empeñado en hacerle el toreo moderno a un toro que no era para ello. Y se pasó de faena, y parte del kiosko acabó por pedirle la hora.

 

Algo parecido que esto último le pasó a Manuel Escribano con el 5º, una alimaña con el sello albaserrada como las que hace tiempo que el señor Adolfo Martín no nos muestra, mucho menos su señor primo. Se le agradece a Manuel Escribano, y a cualquiera que tenga a bien realizar este tipo de gestos, el andar con esa firmeza ante semejante prenda, pero es lo mismo que lo del 4º: no se puede pretender pegar derechazos y naturales a una alimaña como si fuera el Toro artista para hacer el toreo bonito, menos aún sin hacerle una lidia de poder por abajo. Manuel Escribano se quiso poner, aguantó estoico los derrotes y las coladas del toro y sudó sangre ante él. Y también estuvo porfiando mucho más tiempo del que la alimaña merecía. Como también porfió más de la cuenta ante el mulo 2º. Con esa embestida tontorrona, pasando a cámara lenta y haciendo gala de una sosería tan grande, parecía tratarse más de un Juampedro cárdeno que de un señor albaserrada. 

Se cumplió el expediente, y no nos quedamos sin paladear la adolfada nuestra de cada feria. ¿Llegará el momento en que algún empresario la deje sin venir a Madrid durante una larguísima temporada? No nos engañemos, ni quieran engañarnos los empresarios y sus voceros interesados: esta ganadería, aun siendo de un encaste muy venerado en Madrid, no cuela ya como "ganadería del gusto de Madrid". Dejó de colar hace muchos años.  

viernes, 3 de junio de 2022

VIERNES 3-JUNIO-22, VIGÉSIMO SEXTA DE ABONO: MIAU

"Miiiiiauuuu", se escuchó en Puerto de la Calderilla hace días, mientras se embarcaba la corrida que tenía por destino Madrid. Y ese lamento se volvió a barruntar durante el desembarque en los corrales de Las Ventas, durante el enchiqueramiento y no cesó hasta que, uno a uno, los seis gatos fueron arrastrados por las mulillas. 


"Miiiiiauuuu", que vienen figuras y no es recomendable ocasionarles un susto como lo es echarles un toro de verdad, y no esa gatada infame que hemos visto lidiar en la tarde de hoy con el hierro del Puerto de San Lorenzo. "Miiiiiauuuu", que vienen figuras; o al menos una figura, un conato de ello (buen camino lleva) y uno que se supone aspira a ello, pero que le queda todavía camino por recorrer, sobre todo si no machaca el carretón a partir de mañana. Con este plantel y, sobre todo, con el guapísimo y portentoso José María Manzanares anunciado, no podíamos pedirle peras al olmo, o lo que es lo mismo no podíamos pedirle al ganadero, sea el que sea, que presentara una corrida de toros bien hecha, encastadas y brava. Cabía la esperanza, como mucho, de que el ganadero errara; pero esa esperanza se fue diluyendo a velocidad del rayo según la gatada del Puerto de San Lorenzo iba apareciendo, de uno en uno, por la puerta de chiqueros, e iban mostrándonos su vergonzosa presentación y su invalidez. Al menos tres, y eso como mínimo, debieron haber regresado al lugar de donde habían salido, silla de ruedas mediante, y acabar sus horas de un puntillazo en la penumbra del mueco, pero la inoperancia de la Presidencia echó el resto y hubo que comerse con patatas a los tetrapléjicos. 

Y con estas preciosas trazas, el figurón y guapetón José María Manzanares; un toricantano, Alejandro Marcos; y Tomás Rufo, a quien ya empiezan a encumbrar (o encunvrar, que dicen los adalides de la cultura taurina) por muy poquita cosa. Malo es esto, pero que muy malo.

 

José María Manzanares dejó tres cambiados de manos enormes ante el 4º minino, un tetrapléjico que a duras penas se tenía en pie y al que pasó en todo momento a media altura y en línea para no molestarlo; realizando lo que buenamente suele denominarse como "toreo de enfermería". También dejó por ahí la estocada con la que se quitó de encima al 2º, una de las mejores que hayamos visto en toda la feria. Ese 2º, dentro de la poca fuerza que también derrochó, tuvo otro aire. Flojito, pero reponiendo en cada muletazo y echándole ganas al embestir; y José María Manzanares, que no está para muchos trotes cuando las dificultades de los toros aparecen, lo muleteó tomando muchísimas precauciones, y también llevándose muchos enganchones. Lo dicho: tres cambiados de mano y una buena estocada. Y hasta el año que bien, Chemari.

 

Alejandro Marcos vino a confirmar la alternativa pero no tuvo su tarde de ninguna de las maneras. En él se entrevé un concepto del toreo especial, de realizar el toreo gustándose y dejando muletazos con un aroma a mucha torería, pero todo quedó en la nada ante la condición inválida de sus "oponentes", por llamarlos de alguna forma. Además, dio el mitin con la espada en sus dos turnos. Una lástima.

 

Tomás Rufo, ese chico recién doctorado que arrasa allá donde va, volvió catorce días después de esa puerta chica obtenida el día de su confirmación. Una orejita del 6º se llevó, un despojo en toda regla que de no haber sido por el saber estar de la Presidencia, se hubiera convertido en una de los triunfos más baratos que se recuerdan en esta plaza (y mire que los ha habido a puñados en los últimos tiempos). Ese 6º, dentro de que tampoco anduvo sobrado de poder, derribó en varas, galopó con alegría y tuvo algunas embestidas más que provechosas para torear de verdad. Fernando Sánchez le dejó un grandioso par de banderillas por el que fue muy aclamado, y Tomás Rufo comenzó la faena en los terrenos de sol con los ya habituales, casi tanto como las bernardinas, doblones por el lado derecho. No consiguió mucho eco el comienzo, y a continuación llegaron tres series por el lado derecho siempre citando perfilero y abusando del pico para llevarse al toro fuera. Algunos muletazos sí fueron largos y mandones, bajando mucho la mano además, pero no terminaron de convencer al no hallarse el torero cargando la suerte en el momento de su ejecución. Cambia a la zurda y en el primer muletazo se le cuela; vuelve a ponerse y aunque mejor colocado, no consigue limpieza en los muletazos ni mucho menos correr la mano. Desiste rápidamente y vuelve a la diestra, ya mucho más encima del toro y pegando trapazos sin que ninguno valga la pena. Para finalizar la faena agarra la muleta con la zocata de nuevo, pero lo que pasó no hizo que la faena dejara de caer en picado. Y con todo ello y una estocada trasera y algo caída, de efecto fulminante eso sí, se le concedió la oreja y se le pidió la segunda con fuerza, manteniéndose en su sitio el Presidente ante la grosera golfería que los mulilleros, una vez más, protagonizaron durante el arrastre; alargándolo más de lo necesario dándose una buena vuelta desde que salieron del túnel de arrastre, acercándose luego al toro a pasito lento, dejando de enganchar al toro adrede y recorriendo medio ruedo al galope, y volviendo a dar otra gran vuelta y a paso muy lento para volver donde estaba el toro y llevárselo. El aguinaldo de las cuadrillas debe de ser verdaderamente suculento, ¿ningún Presidente o Delegado Gubernativo en la sala capaz de ponerle fin a esa corrupción? Con el mojón que hizo de 3°, Tomás Rufo quedó prácticamente inédito: el animal no se tenía en pie y apenas se le podía sacar el más mínimo partido, estando el torero demasiado rato, mucho más del necesario, ante él pegándole pases y consiguiendo únicamente que el animal se desmoronase cada vez que se le exigiera.

Lo que no parece tener fin en esta feria es la magra lista de saldos ganaderos que han tenido lugar. Ni aunque a lo largo del fin de semana salieran al ruedo seis reencarnaciones del célebre Madroñito de 2005 y otros tantos del inolvidable Murciano, esta feria iba a dejar de ser el gran mojón que, con mucho esfuerzo eso sí, Plaza 1 ha programado para finalizar su era en Las Ventas.

 


jueves, 2 de junio de 2022

JUEVES 2-JUNIO-22, VIGÉSIMO QUINTA DE FERIA: QUE LA PEOR HUBIERA SIDO ESTA

Que la peor corrida que hubiéramos visto en toda esta infumable feria hubiera sido esta de Fuente Ymbro. Cuántos cabreos, cuántas tardes de hastío y, sobre todo, cuánto aburrimiento nos hubiéramos ahorrado. Que la peor hubiera sido esta, y entonces el nivel ganadero no hubiera sido tan paupérrimo como el que se ha visto. No fue un corridón de toros el que se trajo Ricardo Gallardo, pues el castigo que se le dio en varas fue más bien aliviado y tampoco se emplearon ni pelearon como bravos. Pero los seis tuvieron que torear. Los seis ofrecieron embestidas como para reventar Madrid toreando y hasta hubo casta. ¡¡Brillante esto último, la presencia de la casta!!


Casta, qué bonita palabra. Los de Fuente Ymbro de hoy la tuvieron. No fue un encierro grandioso como el que lidió de novillos hace días, pero ni muchísimo menos fueron el petardo de cuarenta y ocho horas después de esa novillada. Tuvieron casta y que torear, pero bien es cierto que a costa de dejarlos crudos y, por ende, hacer de la suerte de varas un trámite. Pero al menos en la muleta sí sacaron una más que potable condición. Es cosa de ver el vaso medio lleno o medio vacío. 


La corrida de Fuente Ymbro, esa que de haber sido la peor de esta feria nos hubiera ahorrado muchas paparruchas, tuvo también muy mala suerte. Y la tuvo desde el momento en que se cerró la terna encargada de estoquearla, sobre todo en lo referente a sus dos cabezas de cartel. A Rafael González, investido matador de toros en esta tarde, sí le abordó también la mala suerte en un día tan señalado para él, y es que se tuvo que ir a la enfermería con un cornalón que le infirió el toro de la alternativa casi en el epílogo de la faena de muleta, no pudiendo ni siquiera estoquear a ese toro. Se le retiró a la enfermería, no sin antes intentar estoquear al animal, pero tuvo que desistir ante la evidencia de que no estaba para estar ante el toro, con lo que tenía. Pronta recuperación para él y el deseo de que vuelva para rematar su día especial.


Mala suerte la de los cinco toros restantes de Ricardo Gallardo. Peor suerte, muy difícil. Juan Leal y Joaquín Galdós, Joaquín Galdós y Juan Leal: crimen y castigo para ambos el dejarse ir sin torear a esos toros, y de lidiarlos de la manera que los han lidiado. Orejas, ovaciones y aclamaciones aparte, claro. Joaquín Galdós ratificó, una vez más, que no está para esto de ninguna de las maneras. Un perfecto resumen de su actuación sería que la preciosa taleguilla de color blanco y plata que llevaba calzada, finalizó la tarde completamente pulcra, sin hallarse en ella ni un solo restregón de sangre proveniente de sus dos toros. Pulcra su taleguilla y todo lo contrario sus faenas, aceleradas y con muchos enganchones, y a todo eso se le añade esa falta de ajuste. ¡¡Cuándo se verá en otra igual, el mozo!!

A diferencia de Galdós, sí terminó con el vestido muy manchado Juan Leal, y eso es buena señal siempre porque suele significar que el torero que termina con el vestido lleno de sangre, de albero y hasta con algún jirón que otro, es porque se entregó toda la tarde y quiso ponerse de verdad. Nadie le puede discutir eso a Juan Leal, ni la entrega ni el valor del que siempre hace gala, esta tarde y otras ocasiones. Pero más allá del valor, de la entrega y de la gran voluntad por agradar, hay mucho más. Está por ejemplo darle la lidia adecuada a cada toro. Está el engancharlos con la muleta adelantada y correr la mano llevándolos en redondo. Está el cargar la suerte. Y están muchas mas cosas que Juan Leal, ni en esta tarde ni en otras ocasiones, ha demostrado. Tres toros estoqueó Juan Leal esta tarde (uno de ellos, el 6º, en lugar del corneado Rafael González), y a los tres les hizo exactamente la misma faena: cites muy encima de los toros, sin darles sitio ni dejarles que se vinieran con alegría ni que con ello se luciera su condición. Trallazos acortándoles el viaje a los toros. Trapazos vulgares espantándoles las moscas. El encimismo. El pegar el trapazo por la espalda para pasárselos por detrás. Los circulares. Los pendulazos. Las bernardinas dichosas. El toreo de rodillas y demás gestos populistas más propios del toreo cómico que de una lidia seria... Solamente consiguió darle algunos muletazos por el pitón izquierdo, al 2º, que verdaderamente llevaron un sello especial, bajando mucho la mano y llevándolos largos. Y fue a ese 2º precisamente al que le cortó la oreja. Con todo ello, además de dejárselos ir sin torear, tapó las buenas condiciones de los animales, ahogando las embestidas con esos cites tan encima. Una forma de lidiar toros de buena condición que siempre se recrimina desde diversos sectores de la plaza, y esta tarde no fue menos. Con menos arrojo se puede apañar uno si luego se lidia y se torea de verdad. Así lo han demostrado algunos toreros esta feria, y han conseguido con ello la unanimidad de la plaza.

Mala suerte la de los Fuente Ymbros con estos lidiadores, pero ni aun así se consiguió tapar del todo la buena condición que llevaron consigo estos toros. ¿Dónde hay que firmar para que, en la feria del año que viene, la peor fuera así?



miércoles, 1 de junio de 2022

MIÉRCOLES 1-JUNIO-22, CORRIDA DE LA BENEFICENCIA: VIVA ESPAÑA, VIVA EL REY, VIVA EL ORDEN Y LA LEY

Hay cierto chascarrillo popular que asegura que "quién al grito de Viva España no responde, no es español; y si es español, no es hombre". La frase es cuanto menos entrañable, pero cogea. Está incompleta. A eso de "quién al grito de Viva España no responde, no es español; y si es español, no es hombre" le falta como remate "o simplemente está en los toros y no es tiempo para andar haciendo el mamarracho". Viva España. Viva el Rey. Viva la Policía Nacional y viva la Guardia Civil. Viva Ayuso también, por supuesto. Viva er Betis manque pierda, y también Hala Madrid, Forza Atleti y todo lo que se guste. Pero no es momento de andar bramando, cual ciervo mascando el celo de las hembras, en una plaza de toros. 


Esto es lo que pasa cuando a una plaza de toros entra gente que no sabe estar ni sabe cómo se anda. Vocear impertinencias ajenas a la lidia mientras esta se desarrolla, o mientras el torero de turno anda ante el toro, se está banderilleando o se está el matador perfilando para entrar a matar, es lo que se dice "no saber estar", ni más ni menos. Y si a eso se le suma el gusto que tienen algunos por el azufrarse a cubalibres, y también el tedio  que provocan los bodrios como el visto en esta tarde, la mezcla es perfecta para pasar más vergüenza ajena que en toda nuestra vida. ¡¡Qué plaza, señora!! ¡¡Qué plaza!!


Gente que no sabe comportarse, alcohol y aburrimiento, mala mezcla. Ayer sin ir más lejos, nadie rebuznaba vivaespañas. No había tiempo para ello, la casta del verdadero Toro mantenía todo el interés y fue un mal día para los vendedores de las pipas y del matarratas ese que sirven en botellitas bonitas de las mejores marcas de alcohol. Hoy, como no hubo ni casta, ni Toro ni ninguna cosa de esas, había que matar el tiempo de cualquier manera. ¿Matando moscas, por ejemplo? No, rebuznando en el momento menos oportuno. Al rebuznar de esos impertinentes bien podrían haberse unido los seis novillos presentados por los señores Lozano esta tarde. Solo les faltó eso a los novillejos de Alcurrucén, porque por lo demás tuvieron las mismas condiciones de cualquier mula de esas con las que los antiguos arrieros hacían sus rutas. Volvió el anti-toro a Madrid tras cuarenta y ocho gloriosas horas de ausencia, con su descaste, su tontuna bóvida, su mansedumbre y todo el hastío que ello provoca. Y, por mucha figura del toreo que haya por ahí, si esto es lo que los cuadrúpedos ofrecen ¡¡como para no aburrirse!!

Por mucho que a Morante de la Puebla le hayan dado una orejita por dedicarse a pasar con la muleta, pasarlo así sin más, y matarlo de una estocada trasera y caída completada con dos golpes de descabello. Con mucha torería, mucho gusto y mucho de lo que se quiera, pero...

Por mucho que se le haya aclamado a don Julián su destoreo y vulgaridad ante el 2º. Por mucho que también se le haya aclamado a Ginés Marín su valerosa faena al mansazo 6º... Pero ¡¡como para no aburrirse!!

 

A Morante de la Puebla, en su tercera y última comparecencia en Madrid, le tocó un marmolillo para abrir plaza con el que no se dio ninguna coba, y bien que hizo. Sí podría haber matado un poquito mejor. O un muchito, ya dependiendo de si se ve el vaso medio lleno o medio vacío... Se le iba a Morante de la Puebla esa apuesta de tres tardes en Madrid pero, a última hora, le salió el caramelito ideal desquitarse y desquitar a la parroquia. O no, porque a algunos nos dejó esa faena de Morante como si nada. Haciendo gala de esa torería y naturalidad que tanto le caracterizan y que le acompañaron durante toda la faena, comenzó esta con unos ayudados por alto que no son los mejores que se le han visto, pero los remató con un pase del desdén y un pase de pecho verdaderamente toreros. Solo le bastó eso para despertar al personal de la modorra (o interrumpirles el comienzo de la resaca, en algunos casos), y a continuación vinieron diversas series de muletazos por ambos pitones acompañando sin más, citando de perfil y con la pierna retrasada, y echando al toro fuera. Suaves, muy suaves los muletazos y con una naturalidad que daba gusto verla, pero torear es algo más; y acompañar dibujando líneas rectas, algunos entendemos que no, que no es torear ni mucho menos se le parece. Y entre medias, pases de pecho rematados en el hombro contrario, trincherazos y algún molinete muy torero que sí valían su peso en oro, pero nada más. Y para culminar, estocada trasera, caída y tendida a la que le hizo falta dos golpes de descabello. Y orejita...

 

A don Julián se le aclamó mucho esta tarde, y hasta se hubiera llevado también otra orejita del 2º si no llega a ser porque la espada le hizo la misma que en sus dos tardes anteriores. Muleta en mano, tampoco hizo nada diferente a lo que lleva acostumbrado en el último cuarto de siglo: cites en la oreja, pico y trallazo hacia fuera; y vuelta a empezar, no sin echar la pierna exageradamente atrás. Ese es don Julián, ese ha sido siempre y ese seguirá siendo hasta que él quiera. O sea, hasta que el hombre se vaya a casa para dedicarse a otras cosas. No terminó de estar a la altura del 2º, que se dejó hacer y con el que le faltó el temple oportuno para que el animal no le tocara tantas veces la muleta. Los únicos muletazos limpios que le sacó, fueron con la zurda y ayudándose del palito. El 5º no tuvo nada de nada, y con esto terminó el periplo de don Julián en Madrid por este año. Y también finalizaron las ganas exacerbadas de algunos por sacarle en hombros calle Alcalá arriba, pero cada día eso se parece más al Atleti tratando de ganar una Copa de Europa. Será porque a don Julián le van las rayas rojas y blancas...

 

Ginés Marín le pegó los mejores muletazos de la tarde, con diferencia, al 3º. Muy bien colocadito y llevando al animalejo atrás, sobre todo por el lado izquierdo; además de un comienzo de faena primoroso. Y la parroquia, seguramente en plena modorra a consecuencia del bendito juego de muñeca, ni se enteró ni le echó cuentas. También le faltó toro, y eso deslució mucho; pero ahí quedaron esos muletazos de Ginés con verdad y gusto. Una pena. En el 6º estuvo con muchísima voluntad ante el mansazo que tuvo delante, pero no terminó de pararlo, templarlo ni mandarlo. Le faltó una lidia de poderío, de esas por abajo con las que se encela al toro en la muleta desde el primer momento. Estuvo un largo rato ante el manso Ginés Marín e hizo un gran esfuerzo, sacándole muletazos limpios y algunos ligados; pero sin terminar de dominarlo de verdad.

Volvió el anti-toro a Madrid, y de ello fue testigo SM El Rey. Como manda la tradición en día tan señalado, día en que se celebró la Corrida de Beneficencia. Que de Beneficencia ya se da por hecho que no tendrá nada. La casta y la emoción se la llevaron ayer consigo los toros de don José Escolar Gil, y qué falta hacen corridas así para que esto deje de ser la Verbena de la Paloma. Casta, emoción... Y la aplicación en los toros de algunos artículos de la Ley del Deporte, esos que hablan de la prohibición de consumo y venta de alcohol en el interior del recinto, y de impedir el acceso a chuzos. El espectáculo y el orden ganarían con ello.