domingo, 3 de octubre de 2021

3 DE OCTUBRE DE 2021, SEXTA DE LA FERIA DE OTOÑO: SIETE TOROS, UNA OREJA Y GRACIAS

Cayó el 6° toro a la arena a golpe de descabello y tras varias entradas del matador, cuarteando por cierto. Hasta ese preciso instante, no había pasado nada desde que irrumpiera en el ruedo Antonio Ferrera liado en el mismo capote de paseo que la última vez que se encerró con seis toros en esta plaza, e impecablemente vestido de purísima y oro. Ni un toro fijado de salida, ni un quite, ni una verónica, ni un muletazo medianamente aceptable, ni muchísimo menos una estocada aseada. Lo único llegó por parte de algunos subalternos: un buen puyazo e impecable ejecución de la suerte por parte del picador Antonio Prieto al 2°, un buen par de banderillas de Fernando Sánchez al 5° y con el que José Manuel Montoliú se picó, dejando a continuación un par cuadrando en la misma cara del toro y siendo dramáticamente arrollado (sin consecuencias graves aparentes); dos quites providenciales del tercero Manuel Izquierdo que han evitado otras tantas cornadas que estaban aseguradas y, sobre todo, un antológico y acertadísimo par de banderillas por parte de Joao Diego Ferreira al sesgo y ejecutado ante el manso 6°. El resto se resume muy pero que muy simple: otra infumable corrida de Adolfo Martín y una actitud ciertamente reprochable de Antonio Ferrera durante la lidia de esos seis toros de Adolfo Martín. Hubo dos toros, 2° y 4°, que se dejaron con mayor presteza que sus hermanos, pero el bueno de Antonio nunca se puso en el sitio, ni metió de veras a los toros en la muleta para alargarles la embestida más allá de los medios muletazos que ejecutaba. Esos dos toros tampoco eran los famosos Madroñito y Mulillero, en verdad, pero se podía haber estado ante ellos mucho mejor de lo que Antonio Ferrera estuvo. Cierto es que a los seis toros Antonio Ferrera los cuidó, los intentó lucir en el caballo, dirigió bien a las cuadrillas evitando que dieran más capotazos que los justos y medidos; y hasta permitió que los sobresalientes, Álvaro de la Calle y Jeremy Banty, entraran en quites en 1°, 3° y 5°, y 2°, 4° y 6°, respectivamente. Pero ni siquiera un conato de desplegar su amplio abanico capotero ante ellos. ¡¡Qué aburrida resultó ser la encerrona con los de Adolfo Martín!! Ni toros, ni torero...

Y, cuando nadie lo esperaba y sin que aún hubiera entrado a matar al 6°, Antonio Ferrera hizo un gesto que todo el mundo entendió a la primera: quería regalar el sobrero. De Pallarés fue y gastó bonitas hechuras el mozo. Seguramente consciente de que no había dado todo lo que tenía que dar en los toros anteriores, Ferrera salió a vérselas ante el sobrero arrebatado y con la actitud arrolladora que siempre ha dispuesto. Intentó por primera vez en toda la corrida el toreo a la verónica, y lo cierto es que algún lance despacioso sacó, rematado todo ello con una media verónica que sí fue verdaderamente buena. Intentó también un galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo que quedó en eso, en el intento; pero el quite fue calcado a los seis anteriores: ejecutado por el propio matador sacando al toro andando hacia atrás y con suavidad, cuidando mucho su embestida. Pero ¿dónde quedó la variedad y el gusto por sorprender? En el capote de Antonio Ferrera esta tarde no, pero sí quiso protagonizar el tercio de banderillas a este sobrero de una manera diferente. Tomó cuatro pares de banderillas y uno a uno fue llamando a tres banderilleros que saben lo que se hace con los palos en la mano: José Chacón, Fernando Sánchez y Joao Diego Ferreira. El cuarto par de banderillas, tras solicitar el preceptivo permiso a la Presidencia, se lo quedó el propio matador, que entró el primero ejecutando a toro pasado y muy aliviado. Por este orden, entraron Fernando Sánchez, que ejecutó con el gran estilo que le caracteriza y clavó en la misma cara; José Chacón, que expuso e intentó ejecutar con pureza pero no consiguió lucirse con grandes alardes; y Joao Diego Ferreira, que dejó el mejor de toda la corrida. Sin duda, este tercio de banderillas fue el momento culmen de la tarde.

El de Pallarés, manso y de poco poder en el caballo, llegó suave a la muleta, pastueño y toreable, pero le faltaba clase y más picante. Antonio Ferrera comenzó la faena con la mano derecha pasándolo a media altura y llevándolo hacia fuera, sin molestarlo mucho, y dejando un remate por el lado izquierdo de fina bisutería. Se echó la muleta a la zocata e intentó arrancar algunos naturales desde muy fuera, volviendo a la diestra  y dejando otros cuantos derechazos relajados y con el amaneramiento que le caracteriza, pero siguiendo sin ponerse y rematando los muletazos hacia fuera. La última serie fue con la zurda, cuyos muletazos siguieron la misma tónica de alivio que las anteriores, y rematando eso sí con dos ayudados por alto de cierta belleza. No fue una faena de altura ni mucho menos el toreo brilló por su ejecución, más bien por su ausencia; pero llegó su eco a los tendidos por el arrebato que gastó el matador y también por el gesto que tuvo de regalar un sobrero, metiéndose al personal en el bolsillo desde el primer momento. Por ello, ni siquiera la media estocada trasera y tendida que hizo tumbar al toro fue impedimento para que le fuera pedida y concedida una oreja que, no nos engañemos, no deja de ser discutible y cuanto menos benévola. 

Mientras se iba a las tablas, Antonio Ferrera prosiguió sus gestos: ¡¡quería echar también el 2° sobrero!! Si hasta el pizarrero salió a los medios cargado de su cartelito blanco anunciado la salida del toro... Hasta que la Presidencia se percató de que no era un hecho que el Reglamento permitiera, por lo que nos quedamos en los siete toros y en una oreja. Y también en un "gracias", porque si no hubiera sido por el empeño del matador en regalar un séptimo toro, la tarde se hubiera resumido en un "Ni Adolfo, ni Antonio". Y ni la oreja cortada a la última salva a la tarde de haber sido un verdadero fiasco.

Qué bueno sería que durante las tres o cuatro próximas temporadas, el señor Adolfo Martín Escudero se cogiera del brazo a su primo, el señor Victorino Martín García y, allá por mayo y octubre, se fueran ambos de vacaciones a las Bahamas, a las Maldivas, a la Polinesia Francesa o de safari a África. A cualquier lado menos a Madrid. Un tiempecito al "rincón de pensar" para estas dos señores no vendría mal.

sábado, 2 de octubre de 2021

2 DE OCTUBRE DE 2021, QUINTA DE LA FERIA DE OTOÑO: ASÍ SE TOREA

Así se torea. Pisando los terrenos del toro, dando el pecho, echándole al toro la muleta al hocico, con la pata pa'lante, y rematando abajo y atrás el muletazo. Y vuelta a empezar. No hace falta marcarse un "bajoyo", basta con poner como ejemplo a aquellos toreros que tienen a bien ejecutar con pureza el toreo, y en paz. Emilio de Justo y su faena de muleta al 5° (con el hierro de Domingo Hernández) es uno de esos que podrían servir de ejemplo para explicar qué es eso del toreo. Porque hoy Emilio de Justo ha TOREADO en Madrid. Torear en mayúsculas y letras bien grandes. 

 El de Domingo Hernández salió suelto de los caballos en las tres varas que tomó, dejando así de manifiesto que bravo, lo que se dice bravo, no era. Ya en banderillas y en el capote de Morenito de Arles, quien lo bregó con mucha solvencia, el toro dio síntomas de que podría ser un buen toro en la muleta. Y así fue, vaya si lo fue. Emilio de Justo se dobló con él con mucha torería y, a base de muletazos por abajo, lo sacó casi a los medios sin despeinarse. Fue en esos terrenos donde se desarrolló al completo la faena, que comenzó de regular para abajo, pues las tres primeras series de muletazos, por el lado derecho, derrocharon efectivamente buenas intenciones, pero el matador se encontraba muy acelerado y sin terminar de poder al toro. Eso sí, los pases de pecho y remates eran auténticos carteles de toros. Le faltaba acople a la faena, y este fue llegando conforme los naturales se iban sucediendo, y fue así como consiguió hacer aparecer, por fin, el milagroso parar-templar-mandar. Tras esos buenos naturales llegó la serie más redonda de todas, que fue por el lado derecho, y ¿para qué excederse más? Cambió la espada con una oreja de ley cortada, pero todavía estaba por llegar lo mejor: naturales de frente con la mano derecha, dados de uno en uno y enroscándose al toro en la cintura, toreando de verdad y acompañando con todo el cuerpo y la barbilla hundida en el pecho. ¡¡Puro sentimiento!! Y, para cerrar al toro, unos cuantos trincherazos que pararon el tiempo y pusieron al personal la piel de gallina. ¡¡Ay, cuando aparece el toreo de verdad!! Todo el mundo se pone de acuerdo y nadie rechista, ¿no será que, a lo mejor, esos "reventadores" de la plaza de Madrid pudieran tener algo de razón cuando se quejan? Emilio de Justo rubricó su faena con una gran estocada tirándose de verdad, y las dos orejas del toro cayeron sin dilación. 

 Juan Ortega también sabe mucho sobre eso del toreo ejecutado con pureza. Pero no solo eso, también sabe de arte, duende, naturalidad y gusto. Muchísimo gusto. No se le vio nada ante el tercero, un mansazo sin una gota de casta con el que el torero no estuvo nada a gusto y pegó el mitin con la espada. Pero salió el sexto, que se dejó hacer más sin ser la alegría de la huerta (en este punto se quedó gran parte de la fibra que le faltó a la faena), y aquí sí fue donde se vieron fogonazos de arte. No en demasía, pero sí los justos para dibujarse un puñado de carteles de toros. Tiene Juan Ortega ese halo de naturalidad y despaciosidad, como quien toma café ante la cara del toro, tan propia de la escuela sevillana. No solo fueron algunos derechazos sueltos, ni trincherazos, pases de pecho y molinetes que se hacen eternos... Es la forma que tiene este torero de moverse por la plaza y andar ante la cara del toro. 

"¡¡Aprende Julián!!", se escuchó decir en varias ocasiones desde varios puntos de la plaza durante la lidia de ese último toro. Y es que en esta tarde también (des)toreó don Julián. ¡¡Qué ruina!! Si en líneas anteriores se hablaba de ejemplos sobre lo que es TOREAR, a continuación viene el ejemplo sobre PEGAR PASES: la gran lección que dio el Maestro a costa del 1°, un bendito que iba y venía sin gota del maldad, y al que el Maestro cortó una orejita con el mismo peso que la pluma de un gorrión. Sí, el Maestro. Maestro del destoreo, del ventajismo, de las trampas y de la mentira. ¿Torear es tirar en todos y cada uno de los santos muletazos el toro hacia fuera metiendo el pico de esa forma tan descarada? ¿Torear es citar ofreciendo la cadera y medio glúteo? ¿Torear es retorcerse de esa manera tan burda y tan dolorosa hasta para los ojos de quienes son testigos de ello? Me niego a creer en ello, por muchos despojos que sirvan de premio a tales "conceptos del toreo". 

 La corrida que se trajo Justo Hernández esta tarde a Madrid fue grandota y basta, con buenas caras y rematados por detrás. No anduvieron flojos de fuerzas aunque tampoco derrocharon poder a raudales, y resultaron todos ellos mansos en los caballos y, a excepción del 5°, pastueños y con la casta justa. Bueno para la muleta fue la perita en dulce al que don Julián cortó el despojo; y superior también en la muleta el 5°, el único que de verdad tuvo casta. Por cierto que este 5° llevaba el hierro de Domingo Hernández. No falla...

Tras el alboroto, alzaron en volandas a Emilio de Justo y se lo llevaron hacia la Calle Alcalá; y a Juan Ortega le despidieron con una ovación que premiaba su aroma a inspiración. La otra gran ovación de la tarde se la llevó Iván García por dos grandes pares al 4°.


viernes, 1 de octubre de 2021

1 DE OCTUBRE DE 2021, CUARTA DE LA FERIA DE OTOÑO: ALEJANDRO ADAME SÍ ILUSIONA

La novillada, al momento en que las mulillas se llevaban al 2°, iba lanzada a toda velocidad a convertirse en otra pantomima en la que toman parte novillos insulsos y novilleros pegapases que se traen de casa la lección del destoreo 2.0 muy bien aprendida. El primero quería ir pero, por poder, no podía ni con la divisa. La Presidencia pegó el petardo al guardarse el moquero verde y hubo que cargar con el inválido por los restos. Alejandro Fermín se pasó, nunca mejor dicho, muchísimo rato ahí delante soltando todo lo que tenía que soltar, como el opositor que suelta todo el ladrillazo de Mercantil o de Laboral en la fase oral del proceso al que se somete, y lo único que consiguió fue aburrir, el opositor al Tribunal y el novillero de marras a la parroquia. Ni el segundo ni Ignacio Olmos mejoraron la cuestión, si bien esta vez el novillero se percató con mayor diligencia de que no merecía la pena dar pases, y pases, y pases, y más pases sin escuchar otra cosa que no fuera "mátalo ya, pesado". 

 Se le dio puerta al tercero, y con su lidia se consiguieron rentabilizar los 5 euros de la entrada. ¿Qué más da que, en realidad, fuéramos a ver seis novillos y tres novilleros? Si con un novillo bueno de principio a fin y un novillero que sabe torear, tenemos bastante. Ni que eso lo viéramos todos los días. El nombre del novillo, "Unelabios"; Alejandro Adame el del novillero en cuestión. Salió con pies aquel y lo recogio a la verónica este toreando con gusto. Dos capotazos le bastaron al chaval para dejarlo en suerte, ¿para qué más? El novillo empujó con fijeza y metiendo los riñones en los dos encuentros, siéndole medido el castigo en la segunda vara. En banderillas ya se presentía que ahí había toro, e Ignacio Olmos se llevó una gran ovación tras un quite providencial a Curro Robles cuando cayó ante la cara del animal y este se disponía a cornearlo. Alejandro Adame le pegó el pendulazo de rigor desde los medios para comenzar la faena, ¡¡qué feos resultan esos alardes tan populistas en un novillero cuyo concepto apunta pureza y mucha finura!! Tras ello y en los mismos medios, Alejandro Adame dibuja dos series por la derecha que resultan aceleradas pero muy pulcras en cuanto a colocación, bajando la mano y con intención de hacer el toreo en redondo. Pero lo que realmente desata cierto runrún en el tendido son los remates para adornar esos derechazos: un pase de pecho largo y llevándose la muleta al hombro contrario, y un trincherazo de cartel de toros. Le sigue una serie con la zurda en la que sigue faltando más reposo por parte del chico, pero sus intenciones no engañan: Alejandro Adame está preocupado de citar en el sitio en todo momento, de bajar la mano, cargar siempre la suerte y torear en redondo. Vamos, lo que llega siendo hacer el toreo. La faena no dura mucho más, tan solo una serie más con la derecha y otra de naturales en la que destacaron algunos sueltos verdaderamente bellos. No fue una faena redonda ni tampoco terminó de estar a la altura de un buen novillo, pero la actuación de Alejandro Adame tuvo una cosa buena y otra muy buena: la buena, los detalles y el aroma de buen toreo que desprendió; la muy buena, que aquí huele a torero. Por cierto que las comparaciones siempre han sido odiosas, y por eso mejor no comentar nada sobre que es Alejandro Adame torero de dinastía. 

 Con "Unelabios" y Alejandro Adame empezó y terminó la novillada, porque muy poco contenido más tuvo. ¿Qué decir del cuarto y del otro Alejandro del cartel, Fermín de apellido? Mayormente que no se entendieron. O, mejor dicho, que el chico no entendió al manso. No sabemos dónde estaría mirando durante el tercio de banderillas, cuando ese buen capotero que es José Manuel Mas lo bregaba y conseguía llevarlo largo en los terrenos del tercio; pero desde luego al novillo y a su peón no miraba en ese momento Alejandro Fermín. De haberlo hecho, no se habría empeñado en basar su faena en los medios, donde el novillo se defendía. Seguramente no hubiera pasado de la segunda raya en toda la faena y le hubiera dado sitio al animal en lugar de echarse encima, pero así las cosas. Para colmo, acabó con el manso de un sartenazo. Ignacio Olmos, al que por cierto hay que cantarle lo bien colocado que estuvo toda la tarde en la plaza y algunos quites providenciales que realizó, dijo lo mismo ante el quinto que lo que dijo ante el segundo. O sea, nada de nada. Y Alejandro Adame dispuso para cerrar la tarde de otro inválido que echó por tierra su esfuerzo y las ganas del personal. 

La novillada de López Gibaja vino bien presentada y gastaron buenas hechuras pero, dejando de lado al buen tercero, ni para carne sirvió. Ese tercero puede ser el ejemplo a seguir para que el ganadero guíe su vacada; y Alejandro Adame, uno de los novilleros a seguir en el futuro. ¡¡Qué gusto da encontrarse con novilleros así, aunque sean cosas que pasen de uvas a brevas!!