viernes, 1 de octubre de 2021

1 DE OCTUBRE DE 2021, CUARTA DE LA FERIA DE OTOÑO: ALEJANDRO ADAME SÍ ILUSIONA

La novillada, al momento en que las mulillas se llevaban al 2°, iba lanzada a toda velocidad a convertirse en otra pantomima en la que toman parte novillos insulsos y novilleros pegapases que se traen de casa la lección del destoreo 2.0 muy bien aprendida. El primero quería ir pero, por poder, no podía ni con la divisa. La Presidencia pegó el petardo al guardarse el moquero verde y hubo que cargar con el inválido por los restos. Alejandro Fermín se pasó, nunca mejor dicho, muchísimo rato ahí delante soltando todo lo que tenía que soltar, como el opositor que suelta todo el ladrillazo de Mercantil o de Laboral en la fase oral del proceso al que se somete, y lo único que consiguió fue aburrir, el opositor al Tribunal y el novillero de marras a la parroquia. Ni el segundo ni Ignacio Olmos mejoraron la cuestión, si bien esta vez el novillero se percató con mayor diligencia de que no merecía la pena dar pases, y pases, y pases, y más pases sin escuchar otra cosa que no fuera "mátalo ya, pesado". 

 Se le dio puerta al tercero, y con su lidia se consiguieron rentabilizar los 5 euros de la entrada. ¿Qué más da que, en realidad, fuéramos a ver seis novillos y tres novilleros? Si con un novillo bueno de principio a fin y un novillero que sabe torear, tenemos bastante. Ni que eso lo viéramos todos los días. El nombre del novillo, "Unelabios"; Alejandro Adame el del novillero en cuestión. Salió con pies aquel y lo recogio a la verónica este toreando con gusto. Dos capotazos le bastaron al chaval para dejarlo en suerte, ¿para qué más? El novillo empujó con fijeza y metiendo los riñones en los dos encuentros, siéndole medido el castigo en la segunda vara. En banderillas ya se presentía que ahí había toro, e Ignacio Olmos se llevó una gran ovación tras un quite providencial a Curro Robles cuando cayó ante la cara del animal y este se disponía a cornearlo. Alejandro Adame le pegó el pendulazo de rigor desde los medios para comenzar la faena, ¡¡qué feos resultan esos alardes tan populistas en un novillero cuyo concepto apunta pureza y mucha finura!! Tras ello y en los mismos medios, Alejandro Adame dibuja dos series por la derecha que resultan aceleradas pero muy pulcras en cuanto a colocación, bajando la mano y con intención de hacer el toreo en redondo. Pero lo que realmente desata cierto runrún en el tendido son los remates para adornar esos derechazos: un pase de pecho largo y llevándose la muleta al hombro contrario, y un trincherazo de cartel de toros. Le sigue una serie con la zurda en la que sigue faltando más reposo por parte del chico, pero sus intenciones no engañan: Alejandro Adame está preocupado de citar en el sitio en todo momento, de bajar la mano, cargar siempre la suerte y torear en redondo. Vamos, lo que llega siendo hacer el toreo. La faena no dura mucho más, tan solo una serie más con la derecha y otra de naturales en la que destacaron algunos sueltos verdaderamente bellos. No fue una faena redonda ni tampoco terminó de estar a la altura de un buen novillo, pero la actuación de Alejandro Adame tuvo una cosa buena y otra muy buena: la buena, los detalles y el aroma de buen toreo que desprendió; la muy buena, que aquí huele a torero. Por cierto que las comparaciones siempre han sido odiosas, y por eso mejor no comentar nada sobre que es Alejandro Adame torero de dinastía. 

 Con "Unelabios" y Alejandro Adame empezó y terminó la novillada, porque muy poco contenido más tuvo. ¿Qué decir del cuarto y del otro Alejandro del cartel, Fermín de apellido? Mayormente que no se entendieron. O, mejor dicho, que el chico no entendió al manso. No sabemos dónde estaría mirando durante el tercio de banderillas, cuando ese buen capotero que es José Manuel Mas lo bregaba y conseguía llevarlo largo en los terrenos del tercio; pero desde luego al novillo y a su peón no miraba en ese momento Alejandro Fermín. De haberlo hecho, no se habría empeñado en basar su faena en los medios, donde el novillo se defendía. Seguramente no hubiera pasado de la segunda raya en toda la faena y le hubiera dado sitio al animal en lugar de echarse encima, pero así las cosas. Para colmo, acabó con el manso de un sartenazo. Ignacio Olmos, al que por cierto hay que cantarle lo bien colocado que estuvo toda la tarde en la plaza y algunos quites providenciales que realizó, dijo lo mismo ante el quinto que lo que dijo ante el segundo. O sea, nada de nada. Y Alejandro Adame dispuso para cerrar la tarde de otro inválido que echó por tierra su esfuerzo y las ganas del personal. 

La novillada de López Gibaja vino bien presentada y gastaron buenas hechuras pero, dejando de lado al buen tercero, ni para carne sirvió. Ese tercero puede ser el ejemplo a seguir para que el ganadero guíe su vacada; y Alejandro Adame, uno de los novilleros a seguir en el futuro. ¡¡Qué gusto da encontrarse con novilleros así, aunque sean cosas que pasen de uvas a brevas!!

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