jueves, 26 de junio de 2014
EL TORO: CASTA, PODER Y PIES
《Pero para un español de cepa, "toro" no significa cualquier macho bovino, sino precisa y exclusivamente el macho bovino que tiene cuatro o cinco años y del que se reclama que posea estas tres virtudes: casta, poder y pies. Si no tiene cuatro años, no es toro, es novillo o becerro. Si no posee, en una u otra dosis y en combinación, aquellas tres virtudes, podrá llamársele "toro", pero comprometiéndose a agregar "malo" -será un toro malo-, donde "malo" significa lo que, cuando había duros de plata, llevaba a decir: "¡Hombre, hoy me han dado un duro malo!", donde "malo", por haches o por erres, no era un duro. Eso le pasa a un toro que no posea ni casta, ni pies ni poder.》
José Ortega y Gasset
lunes, 23 de junio de 2014
AU REVOIR ISIDROS, HOLA DE NUEVO AUTOBUSEROS
Con el debido permiso de la novillada del pasado domingo, esta tarde volví a pisar Las Ventas por primera vez desde que finalizara San Isidro. Y lo hice contento y tranquilo sabiendo que la plaza ya está vacía de isidros y palmeros y, amén de saberme libre del calvario de aguantar sus cucamonas, por fin iba a poder estirar las piernas y sentarme cómodamente en la grada.
Salvo esa pequeña excepción de que en la plaza solo se ve cemento, nada ha cambiado en Las Ventas. Porque los isidros se han pirado y no vuelven hasta octubre, pero en su lugar entran los paisanos, amigos, primos, vecinos y conocidos del novillero de turno para hacerles los honores a esos aficionados tan buenos y tan sensibles que desaparecen del mapa tan pronto como finaliza el glamour en nuestra plaza (olé los aficionados de verdad).
La vida, pues, sigue igual que en la feria: los toros mansos y descastados pero colaboradores siguen siendo ovacionados en el arrastre, los toros inválidos son aceptados por la mayoría, prácticamente nadie recrimina a los picadores los puyazos paletilleros o traseros, ni se exigen lidias eficaces por parte de las cuadrillas, ni la colocación debida de los hombres de luces, sean matadores, subalternos o picadores. Y, por supuesto, no falta la joya de la corona: la fea y triste costumbre de regalar orejas como quien regala caramelos en una fiesta de cumpleaños (claro que la oreja de hoy, podría considerarse como eso, un regalo de cumpleaños). Madrid, ¿qué ha quedado de ti?
La novillada de María Cascón, de presentación correcta pero sin grandes alardes, fue mansa, descastada, noble y floja, todo un lujo para los tiempos modernos que corren, en los que la bravura y la casta son considerados una herejía.
Los novilleros, con cuatro, cero y cuatro actuaciones respectivamente en 2013, no podían dar posibilidad a los aficionados a albergar muchas esperanzas en que hicieran algo lucido, y desgraciadamente, los peores pronósticos se hicieron realidad.
Raúl Cámara fue sacado a saludar al finalizar su actuación ante el cuarto, por sus paisanos naturalmente. Sólo así se comprende tal despropósito. A este novillo, manso de libro, se encabezonó en irse a los medios a sacar faena, donde el animal no dio opciones, ya que como bien quedó demostrado en los primeros tercios y en los primeros compases de la faena, su sitio era el tercio. El toro que abrió plaza, picado poco y mal al igual que toda la novillada, venía con prontitud a los cites y se movió mucho, pero transmitió poco. Cámara, muy por debajo, hizo una faena larga basada en trallazos sin asentar las zapatillas y sin interés alguno.
Jorge Escudero volvió a Madrid después de aquella tarde de septiembre en la que quedo inédito por una cornada que le llegó al irse a recibir a portagayola al animal con el que se presentaba en Madrid. Poco dijo ante dos animales nobles que se duraron un suspiro.
Juan Miguel Benito hizo el paseíllo en Madrid en el día de su vigésimo octavo cumpleaños, y solo le faltaron a sus paisanos y al presidente sacarle la tarta al ruedo y cantarle el cumpleaños feliz. Regalo ya tuvo, un despojo de la tonta del bote lidiado en sexto lugar, y que le llegó tras una faena basada en muletazos con la muleta a la altura de la andanada, totalmente fuera de cacho y descargando la suerte con mucho descaro, y acompañando la nobilísima embestida del novillo (que no toreando). El pinchazo y la estocada trasera y contraria no fueron impedimento el despojo cayera. El novillo que hizo de tercero, al que Juan Miguel por poco se lo deja vivo, fue muy bien lidiado por Jesús Aguado, que cuajó una excelente tarde, y al que el tercero Alberto Zayas, también fenomenal en los quites, puso un gran par de banderillas después de unas cuantas pasadas en falso. Fue un novillo manso pero que tuvo un buen pitón izquierdo que el colmenareño, con su peculiar y ventajista estilo, no supo aprovechar.
Como ven, poco han cambiado las cosas en el 237 de la madrileña calle Alcalá, y si lo ha hecho ha sido para mal. Y aún nos seguimos quejando de que cada vez hay menos aficionados... ¡¡si lo raro es que todavía queden, viendo percales como los de esta tarde de junio!!
martes, 17 de junio de 2014
PROGRAMA DE "EL KIKIRIKÍ" SOBRE EL AFEITADO Y EL ANÁLISIS DE ASTAS
Os dejamos por aquí un resumen del interesante programa de "El Kikirikí" de Canal Plus Toros sobre el tema del afeitado y el análisis de astas.Únicamente está disponible en la web ver y compartir el resumen del programa; hay declaraciones de cierto interés. No hemos encontrado en la web el programa completo; cuando lo encontremos lo subiremos.
jueves, 12 de junio de 2014
VIDA, por Emilio Roldán
Dejo por aquí un cuento mío de temática taurina y, por ende, vital, que me gustaría compartir con vosotros, estimados lectores de nuestro blog, y escuchar vuestras opiniones con el fin de pulirlo y dialogar sobre lo que se dice o sobre lo que sea. Muchas gracias a todos y un cordial saludo.
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-VIDA-
Por Emilio Roldán Hdez.
A Jaime Solís, natural de La Toba, le entraron una tarde muchas ganas de hacer camino y, sin olvidarse de su hatillo, inició su primer viaje, pasando por cientos de llanuras cargadas de espesos pastos. La luz de los rayos de sol hacía duro su camino, pero supo plantar cara a las adversidades con el paso de los años.
Él sabía muy bien por qué hacía su viaje, buscando la gloria, traje dorado que nunca su padre llegó a conseguir ponerse. Su padre falleció en el intento, dejando una casa desolada y una esposa con cinco hijos que contaba aceitunas para huir del agobio y la miseria.
“Contra la muerte se vive muy bien, si esta no te saluda todas las mañanas”, decía Jaime cada tarde a los amigos que iban a verle a las habitaciones sin puertas donde estuvo sitiado entre las fronteras del miedo y la desesperación. El espanto que mamaron los niños de su época, allá por los años cuarenta, había dejado tísicas sus piernas, pero su altiva frente siempre miró hacia adelante con paso firme mientras pudo.
De pronto, un oscuro farol de años pasados comenzó a varar su propósito. Ese sol embestía por derecho, aunque se quedaba corto en sus oleadas. Comenzó a meditar su retirada, hastiado, al comprender la sordidez que esos rayos asesinos producen en los hombres cuya mayor pretensión es haber crecido junto a un padre que les enseñase a coger los trastos y marcharse. Cuando se ha vivido mucho, se deja de distinguir el resplandor de la oscuridad.
Jaime había visto a su padre morir en los brazos de su madre y sabía que la vida estaba siempre alumbrada por un foco distorsionado que no distingue entre la carne y la herida.
Pero ya era tarde para vivir. Su corazón se fundió como una bombilla recién puesta, uniendo el alba con el ocaso en la única sinfonía posible. Siempre es tarde para dejar de ser el que eres. Él ya había conseguido triunfar, acariciar el cielo ayudándose con las dos manos y sentir la admiración de las gentes sin haber aforado todavía el tributo que todos pagamos con el paso del tiempo.
El sol quemaba, aumentando su poder a cada instante. La luz de la camilla ardía en sus ojos y rasgaba sus heridas, secuelas del camino donde el bisturí no podía remendar más que la superficie. Entonces, un soplo de aire inundó de silencio la enfermería. “Soy más muerte que la vida”, dijo Jaime al ser sorprendido por las astas del toro que cruzó galopando los caminos de sus días.
Él sabía muy bien por qué hacía su viaje, buscando la gloria, traje dorado que nunca su padre llegó a conseguir ponerse. Su padre falleció en el intento, dejando una casa desolada y una esposa con cinco hijos que contaba aceitunas para huir del agobio y la miseria.
“Contra la muerte se vive muy bien, si esta no te saluda todas las mañanas”, decía Jaime cada tarde a los amigos que iban a verle a las habitaciones sin puertas donde estuvo sitiado entre las fronteras del miedo y la desesperación. El espanto que mamaron los niños de su época, allá por los años cuarenta, había dejado tísicas sus piernas, pero su altiva frente siempre miró hacia adelante con paso firme mientras pudo.
De pronto, un oscuro farol de años pasados comenzó a varar su propósito. Ese sol embestía por derecho, aunque se quedaba corto en sus oleadas. Comenzó a meditar su retirada, hastiado, al comprender la sordidez que esos rayos asesinos producen en los hombres cuya mayor pretensión es haber crecido junto a un padre que les enseñase a coger los trastos y marcharse. Cuando se ha vivido mucho, se deja de distinguir el resplandor de la oscuridad.
Jaime había visto a su padre morir en los brazos de su madre y sabía que la vida estaba siempre alumbrada por un foco distorsionado que no distingue entre la carne y la herida.
Pero ya era tarde para vivir. Su corazón se fundió como una bombilla recién puesta, uniendo el alba con el ocaso en la única sinfonía posible. Siempre es tarde para dejar de ser el que eres. Él ya había conseguido triunfar, acariciar el cielo ayudándose con las dos manos y sentir la admiración de las gentes sin haber aforado todavía el tributo que todos pagamos con el paso del tiempo.
El sol quemaba, aumentando su poder a cada instante. La luz de la camilla ardía en sus ojos y rasgaba sus heridas, secuelas del camino donde el bisturí no podía remendar más que la superficie. Entonces, un soplo de aire inundó de silencio la enfermería. “Soy más muerte que la vida”, dijo Jaime al ser sorprendido por las astas del toro que cruzó galopando los caminos de sus días.
miércoles, 11 de junio de 2014
EL PÚBLICO DE MADRID
Ya ha acabado San Isidro 2014, una feria que los superpoderosos y sus publicistas disfrazados de periodistas tachan de feria "histórica" y "la mejor en muchos años". No sé si habrá sido histórica en cuanto a número de triunfos, de orejas cortadas, número de toros buenos lidiados o de afluencia de público, pero por lo que sí será tristemente histórica y recordada es como la feria en la que Las Ventas se consolidó definitivamente como una plaza de pueblo.
La afición de Madrid un día fue grande, entendida, caprichosa tal vez, pero justa y sabiendo valorar las cosas en su adecuada manera. ¿Qué ha quedado de aquello? Salvo alguna rarísima excepción, absolutamente nada. La plaza de Madrid ha sido tomada en su amplia mayoría por un público festivalero y sin criterio, muchos que van de aficionados entran al tendido ya ebrios y allí siguen bebiendo cubalibres o ging - tónics, y no dudan en mandar callar de manera amenazante al que proteste un toro inválido, un pitón escobillado, recriminen al coleta de turno el abuso del pico o protesten una oreja o una puerta grande barata. A cambio, aplauden de salida torillos diminutos solo porque la tablilla les asignó 650 kg., aplauden en el arrastre toretes flojitos y descaradamente mansos que se dejaron con bondad pasmosa en el tercio de muleta, callan mientras los toros se derrumban por el ruedo a causa de la invalidez, apremian con el famoso "biennnjjjjjj" muletazos enganchados o trallazos rematados en línea recta, conceden orejas después de uno o dos pinchazos o por una estocada defectuosa...
Pero sin duda, lo más descollante se vivió el día de la Corrida de Beneficencia, con la oreja concedida a El Juli. Reproduzco fielmente lo que una conocida mía abonada en los tendidos de sombra me comentó sobre aquella oreja: "A mí nunca me ha gustado El Juli, y nunca me gustará. Tampoco me gustó la faena que hizo, pero pedí la oreja solo por joder a los le pitaban". Ese mismo día se vivió otra situación muy triste con Fandiño. Y es que, como ya quedó dicho en la crónica de aquel día, la actuación del vasco no distó mucho de la de El Juli. A éste, se le recriminó todo cuanto hizo, y la protesta que se generó por la concesión de su oreja se escuchó desde la otra punta de Madrid. En cambio, y es cuanto menos justo reconocerlo aun no sintiendo la más mínima simpatía por el toreo julianesco, a Fandiño se le respetó más de la cuenta por una oreja tan barata y tan pueblerina como la de El Juli. Y aquí no me refiero precisamente a los de la sombra.
El Tendido 7, y con él sus "aficionados" que van de íntegros por la vida, también ha sufrido una triste degeneración. ¿Qué oscuros intereses pueden suscitarles a algunos a darlo todo contra Julián y callarse y aplaudir hasta la extenuación a Fandiño, cuando en realidad sus faenas fueron muy similares? Supongo que los mismos intereses que con los ganaderos, a algunos no se les perdona el mínimo tropiezo y, en cambio, con otros se es muy pero que muy severo, más de la cuenta.
No hay afición a los toros, lo que hay es afición a las merendolas en finca, y quien diga lo contrario miente. Pues no se les ve el plumero ni nada a algunos. El día 29 de mayo, con Castella, Manzanares y Talavante estoqueando ejemplares de El Pilar, también se vivieron momentos bochornosos. Decir que los becerros de Moisés Fraile de aquella tarde estaban afeitados es de ser muy generoso. Y al público festivalero de la sombra tan entendido y tan amante del buen toreo, eso se la repampimpló, a juzgar por su actitud silencio. Hasta se aplaudió de salida al quinto, solo porque su supuesto peso era 640 kg. ¡¡Esperpéntico!! Esos "afisionaos" tan sensibles con quienes se ponen delante y que no dudan en gritar "baja tú", protagonizaron otro bochorno el día de los victorinos abroncando injustamente a la terna que dio cuenta de la corrida de Victorino Martín. Más concretamente, a Antonio Ferrera y a Alberto Aguilar, solo por doblarse y lidiar sobre los pies a dos aunténticas alimañas y no darse coba con ellos. ¿Qué querían, que les pegaran 60 o 70 muletazos? Tampoco dudaron en recriminar al bueno de Ferrera que cogiera la puntilla y él mismo cacheteara al quinto después de que su tercero fuera aparatosamente cogido. Es algo que antiguamente los matadores hacían, pero claro ellos como solo quieren ser partícipes del toreo del siglo XXI, en el cual se torea mejor que nunca y se lidia el toro más corpulento y bravo de la historia. Éste es el perfil de la nueva afición de Madrid. Suerte que, hasta dentro cuatro meses no volvemos a verlos las caras. Ahora se avecinan unos meses de soledad en Las Ventas, en las que se darán cita los que sí tienen afición de verdad para aguantar el calor y observar con esperanza si no habrá algún novillero que tanga algo que ilusione. Como se suele decir, mejor solo que mal acompañado.
La afición de Madrid un día fue grande, entendida, caprichosa tal vez, pero justa y sabiendo valorar las cosas en su adecuada manera. ¿Qué ha quedado de aquello? Salvo alguna rarísima excepción, absolutamente nada. La plaza de Madrid ha sido tomada en su amplia mayoría por un público festivalero y sin criterio, muchos que van de aficionados entran al tendido ya ebrios y allí siguen bebiendo cubalibres o ging - tónics, y no dudan en mandar callar de manera amenazante al que proteste un toro inválido, un pitón escobillado, recriminen al coleta de turno el abuso del pico o protesten una oreja o una puerta grande barata. A cambio, aplauden de salida torillos diminutos solo porque la tablilla les asignó 650 kg., aplauden en el arrastre toretes flojitos y descaradamente mansos que se dejaron con bondad pasmosa en el tercio de muleta, callan mientras los toros se derrumban por el ruedo a causa de la invalidez, apremian con el famoso "biennnjjjjjj" muletazos enganchados o trallazos rematados en línea recta, conceden orejas después de uno o dos pinchazos o por una estocada defectuosa...
Pero sin duda, lo más descollante se vivió el día de la Corrida de Beneficencia, con la oreja concedida a El Juli. Reproduzco fielmente lo que una conocida mía abonada en los tendidos de sombra me comentó sobre aquella oreja: "A mí nunca me ha gustado El Juli, y nunca me gustará. Tampoco me gustó la faena que hizo, pero pedí la oreja solo por joder a los le pitaban". Ese mismo día se vivió otra situación muy triste con Fandiño. Y es que, como ya quedó dicho en la crónica de aquel día, la actuación del vasco no distó mucho de la de El Juli. A éste, se le recriminó todo cuanto hizo, y la protesta que se generó por la concesión de su oreja se escuchó desde la otra punta de Madrid. En cambio, y es cuanto menos justo reconocerlo aun no sintiendo la más mínima simpatía por el toreo julianesco, a Fandiño se le respetó más de la cuenta por una oreja tan barata y tan pueblerina como la de El Juli. Y aquí no me refiero precisamente a los de la sombra.
El Tendido 7, y con él sus "aficionados" que van de íntegros por la vida, también ha sufrido una triste degeneración. ¿Qué oscuros intereses pueden suscitarles a algunos a darlo todo contra Julián y callarse y aplaudir hasta la extenuación a Fandiño, cuando en realidad sus faenas fueron muy similares? Supongo que los mismos intereses que con los ganaderos, a algunos no se les perdona el mínimo tropiezo y, en cambio, con otros se es muy pero que muy severo, más de la cuenta.
No hay afición a los toros, lo que hay es afición a las merendolas en finca, y quien diga lo contrario miente. Pues no se les ve el plumero ni nada a algunos. El día 29 de mayo, con Castella, Manzanares y Talavante estoqueando ejemplares de El Pilar, también se vivieron momentos bochornosos. Decir que los becerros de Moisés Fraile de aquella tarde estaban afeitados es de ser muy generoso. Y al público festivalero de la sombra tan entendido y tan amante del buen toreo, eso se la repampimpló, a juzgar por su actitud silencio. Hasta se aplaudió de salida al quinto, solo porque su supuesto peso era 640 kg. ¡¡Esperpéntico!! Esos "afisionaos" tan sensibles con quienes se ponen delante y que no dudan en gritar "baja tú", protagonizaron otro bochorno el día de los victorinos abroncando injustamente a la terna que dio cuenta de la corrida de Victorino Martín. Más concretamente, a Antonio Ferrera y a Alberto Aguilar, solo por doblarse y lidiar sobre los pies a dos aunténticas alimañas y no darse coba con ellos. ¿Qué querían, que les pegaran 60 o 70 muletazos? Tampoco dudaron en recriminar al bueno de Ferrera que cogiera la puntilla y él mismo cacheteara al quinto después de que su tercero fuera aparatosamente cogido. Es algo que antiguamente los matadores hacían, pero claro ellos como solo quieren ser partícipes del toreo del siglo XXI, en el cual se torea mejor que nunca y se lidia el toro más corpulento y bravo de la historia. Éste es el perfil de la nueva afición de Madrid. Suerte que, hasta dentro cuatro meses no volvemos a verlos las caras. Ahora se avecinan unos meses de soledad en Las Ventas, en las que se darán cita los que sí tienen afición de verdad para aguantar el calor y observar con esperanza si no habrá algún novillero que tanga algo que ilusione. Como se suele decir, mejor solo que mal acompañado.
lunes, 9 de junio de 2014
¡¡MIURAS!!
Miura regresó a Las Ventas nueve años después y no dejó indiferente a nadie. Con ese gran Zahonero y un tercer toro nobilísimo y encastado y un cuarto que también tuvo lo suyo, el legendario hierro de la A con asas reivindica en Las Ventas el culto por el Toro que ningunean la mayoría de los hierros lidiados en esta desastrosa feria de San Isidro 2014.
Trajeron los hermanos Antonio y Eduardo una corrida de toros de las que quitan el hipo, con preciosa estampa y desarrolladas cornamentas. Una corrida de toros para Madrid, ni más ni menos, que según salía de chiqueros uno por uno hacía las delicias de los aficionados, que por cierto llenaron Las Ventas. Los toreros, solo por ponerse delante de un hierro como Miura, tienen el respeto ganado. Otra cosa es que estuvieran bien, que no lo estuvieron. Por lo menos los de oro, porque sí hubo hombres de plata con quilates.
Rafaelillo ordenó sin escrúpulos a su picador una carnicería al toro que abrió plaza, el cual recibió más castigo que los seis inválidos juntos que el año que viene tendrán su azulejo en el patio de arrastre. El toro quedó hecho una birria, se quedaba corto y muy protestón.
El segundo fue el famoso Zahonero, el toro más completo y bravo de la feria, aunque el premio se lo haya llevado un manso de dulce. Gracias a Javier Castaño, que quiso lucirlo en varas y con la muleta. Gracias a Marco Galán, cuya brega fue perfecta. Y gracias también a Fernando Sánchez, que lo picó muy bien e hizo la suerte como hay que hacerla. Recibió tres varas a las que acudió desde lejos con un trote cochinero y cansino, y en las que empujó, aunque le faltó demostrar más poder debajo del peto. El toro acudió de largo y con prontitud cuando Castaño le dio distancia, y fue una máquina de embestir por ambos pitones. Le ganó la partida, y de que manera, Zahonero a Castaño, carente de temple y mando para domeñar al bravo ejemplar miureño.
El tercero también fue un buen toro que tuvo la mala suerte de encontrarse con Serafín Marín, que le compuso una faena exenta de calidad y llena de mantazos vulgares y fuera de sitio. Siempre perfilero el torero catalán y metiendo el pico con mucho descaro, pasó con mucha más pena que gloria ante el buen miureño.
El cuarto fue un toro muy complicado aunque con mucho que torear. La cuadrilla de Rafaelillo estuvo soberbia ante él. Picó bien Esquivel y la brega de Joselito Rus nos mostró las virtudes del toro, y extraordinarios fueron los pares de José Mora y Pascual Mellinas. Rafaelillo no se entendió con el toro, y es una pena en un torero que tantas tardes buenas ha dado con este hierro, y con otros también en esta plaza.
Hasta aquí, si la corrida hubiera seguido en este tono, muy posiblemente hubiera sido la corrida de la feria, pero la devolución del quinto, una preciosidad de animal con estampa de toro antiguo, hizo que la corrida se viniera abajo. El sobrero de Fidel San Román dijo poco, y aún menos con él un Javier Castaño que no creo que pueda vivir mucho tiempo más de la renta de tener una cuadrilla tan buena.
Cerró la miurada y también la feria un ejemplar manso y con genio que lo único que tenía era un macheteo decoroso por bajo y estocada. Con él se lució en la brega Curro Robles. Luego, el catalán quiso ponerse bonito con él y por poco lo levanta del suelo en varias ocasiones. Poco más.
Acabó así el San Isidro más largo de la historia, el cual se recordará como el de la consolidación definitiva de Las Ventas como plaza de pueblo en fiestas. No hay más que echar un vistazo a los premios concedidos por la empresa para darse cuenta de ello. Triunfador de la feria el destoreo moderno puro y duro, mejor corrida una de seis toros de camilla y oxígeno, mejor toro un manso... No importa, Zahonero, Tomillero y Vengativo, junto con Diego Urdiales y Miguel Abellán, los ponen de vuelta y media a todos. De la nueva orla de "afisionaos" que tenemos que padecer, ya hablaremos más adelante.
sábado, 7 de junio de 2014
RECUPERANDO EMOCIONES PERDIDAS
Vamos a hacer un juego de sinceridad con nosotros mismos: la corrida de ayer de Victorino Martín, si en lugar de lidiarse un 6 de junio de 2014 hubiera sido lidiada un 6 de junio de... 1995, sin ir más lejos, no hubiera pasado de ser una más del montón. Incluso hubiera rozado la decepción, si nos atenemos a lo que lidiada el Paleto por aquel entonces. Pero estamos en 2014, año en el que de está viendo muy poca casta y aún menos bravura; año en el que, si Miura no lo remedia a última hora, se premiará con el famoso azulejo a una corrida que tuvo aguante porque no se picó o a otra mansa hasta la extrema unción pero que se dejó en la muleta sin más. Y después de todo eso, que llegue el Paleto en la penúltima de feria con una corrida de toros, sí, una CORRIDA DE TOROS, mejor o peor, pero una corrida de toros de impecable presencia y juego variado que ha hecho que nadie (nadie que no sea "afisionado" que gusta del toreo artista y el toro tonto, faltaría más) se aburriera y acabara pidiendo la hora, es cuanto menos reconfortante. No es, ni mucho menos, lo que se le pueda pedir a los albaserradas, pero por fin se ha vivido emoción verdadera y, hasta por momentos, nos ha devuelto el verdadero porqué de nuestra afición por esta Fiesta, después de unos días de confusión y dudas ante la borreguez y tontuna de toros y público.
Ayer, salvo en el cuarto toro, no hubo de la primera, pero sí de la segunda para ser fieles a la tradición, pero se tratará en su debido tiempo. Como se ha dicho, corrida de impecable trapío y preciosa lámina, como de las que hacía tiempo que no se le veía a Victorino; que manseó lo suyo y no se empleó nada en el caballo, y en donde la casta fue apareciendo poco a poco. Empezó muy tímidamente en el primero, sin ser un derroche se dejó torear sin comerse a nadie. El segundo derrochó un punto más de fiereza u picante, pero aún quedaba lejos de lo que se le espera a este hierro. Aún así, la cosa no iba mal encaminada y mantuvo el interés de los aficionados.
Por fin, la cosa explotó en el tercero, que respondía al nombre de "Vengativo", y que al igual que sus hermanos fue discreto en el caballo y manseó, pero sacó una casta y una fiereza que nos hizo recordar a aquellos victorinos que tantas tardes de gloria nos dieron. El bicho en cuestión repetía como un tren, siempre por abajo y demostrando ser un toro poderoso y al que su matador, que bastante tuvo con aguantar el tipo, no se impuso en ningún momento. ¿Dónde han quedado las lecciones de maestría y poderío ante estos toro impartidas por maestros de la talla de Andrés Vázquez, Ruiz Miguel, Esplá, Campuzano o El Cid? ¿El el ostracismo quizás? Una pena. El cuarto no transmitió nada, salía de cada muletazo mirando la andanada y no dijo nada interesante.
Uceda Leal estuvo toda la tarde como si delante tuviera la típica alimaña albaserrada que tantas pesadillas ha provocado. Para resumir la actuación del torero de Usera, se dirá que le pesó mucho más el nombre de lo que tenía delante que la condición en sí de ambos oponentes. Y así se pasó toda la tarde, desconfiado y tomando unas precauciones exageradas ante el lote más light de la tarde. Quinto y sexto sí fueron las típicas alimañas victorinas que también hacía tiempo que no veíamos. Con ellas solo cabía lidiar sobre las piernas, que es lo que acertadamente hicieron sus matadores; y matar lo más decorosamente posible, que es lo que dejaron de hacer. Aun así, la bronca que escucharon y la posterior ovación a las alimañas en el arrastre fue cuanto menos injusta, muy propia del público ignorante que no aprecia faenas de aliño como éstas pero luego aplaude faenas de destoreo puro y duro, alza en volandas toreros mediocres, aplaude en el arrastre toretes mansos que aguantaron la faena por el nulo castigo recibido en varas, y que regala orejas solo "por joder a los que faltan al respeto al torero de turno porque les causa envidia lo guapos y ricos que son".
Los tres toreros abandonaron el ruedo haciendo piña y bajo una fuerte pitada, pero ya solo por haber estado ahí delante, habiendo estado más acertados o menos, tienen más respeto ganado que cualquiera de los que han salido a hombros o cortado orejas a lo largo de esta mierda de feria que ya va tocando a su fin. El domingo, con el mítico hierro de la A con asas, deseamos que volvamos a palpar los mismos sentimientos perdidos a lo largo de esta feria y que recuperamos, en pequeñas gotas eso sí, con la corrida de Victorino Martín. Una CORRIDA DE TOROS, pero de TOROS DE LIDIA, de los de verdad, sean mejores o peores. Nuestros mayores deseos de recuperación a Manolo Rubio, que sufrió un aparatoso percance apuntillando al quinto. ¡¡ #FuerzaManoloRubio !!
Ayer, salvo en el cuarto toro, no hubo de la primera, pero sí de la segunda para ser fieles a la tradición, pero se tratará en su debido tiempo. Como se ha dicho, corrida de impecable trapío y preciosa lámina, como de las que hacía tiempo que no se le veía a Victorino; que manseó lo suyo y no se empleó nada en el caballo, y en donde la casta fue apareciendo poco a poco. Empezó muy tímidamente en el primero, sin ser un derroche se dejó torear sin comerse a nadie. El segundo derrochó un punto más de fiereza u picante, pero aún quedaba lejos de lo que se le espera a este hierro. Aún así, la cosa no iba mal encaminada y mantuvo el interés de los aficionados.
Por fin, la cosa explotó en el tercero, que respondía al nombre de "Vengativo", y que al igual que sus hermanos fue discreto en el caballo y manseó, pero sacó una casta y una fiereza que nos hizo recordar a aquellos victorinos que tantas tardes de gloria nos dieron. El bicho en cuestión repetía como un tren, siempre por abajo y demostrando ser un toro poderoso y al que su matador, que bastante tuvo con aguantar el tipo, no se impuso en ningún momento. ¿Dónde han quedado las lecciones de maestría y poderío ante estos toro impartidas por maestros de la talla de Andrés Vázquez, Ruiz Miguel, Esplá, Campuzano o El Cid? ¿El el ostracismo quizás? Una pena. El cuarto no transmitió nada, salía de cada muletazo mirando la andanada y no dijo nada interesante.
Uceda Leal estuvo toda la tarde como si delante tuviera la típica alimaña albaserrada que tantas pesadillas ha provocado. Para resumir la actuación del torero de Usera, se dirá que le pesó mucho más el nombre de lo que tenía delante que la condición en sí de ambos oponentes. Y así se pasó toda la tarde, desconfiado y tomando unas precauciones exageradas ante el lote más light de la tarde. Quinto y sexto sí fueron las típicas alimañas victorinas que también hacía tiempo que no veíamos. Con ellas solo cabía lidiar sobre las piernas, que es lo que acertadamente hicieron sus matadores; y matar lo más decorosamente posible, que es lo que dejaron de hacer. Aun así, la bronca que escucharon y la posterior ovación a las alimañas en el arrastre fue cuanto menos injusta, muy propia del público ignorante que no aprecia faenas de aliño como éstas pero luego aplaude faenas de destoreo puro y duro, alza en volandas toreros mediocres, aplaude en el arrastre toretes mansos que aguantaron la faena por el nulo castigo recibido en varas, y que regala orejas solo "por joder a los que faltan al respeto al torero de turno porque les causa envidia lo guapos y ricos que son".
Los tres toreros abandonaron el ruedo haciendo piña y bajo una fuerte pitada, pero ya solo por haber estado ahí delante, habiendo estado más acertados o menos, tienen más respeto ganado que cualquiera de los que han salido a hombros o cortado orejas a lo largo de esta mierda de feria que ya va tocando a su fin. El domingo, con el mítico hierro de la A con asas, deseamos que volvamos a palpar los mismos sentimientos perdidos a lo largo de esta feria y que recuperamos, en pequeñas gotas eso sí, con la corrida de Victorino Martín. Una CORRIDA DE TOROS, pero de TOROS DE LIDIA, de los de verdad, sean mejores o peores. Nuestros mayores deseos de recuperación a Manolo Rubio, que sufrió un aparatoso percance apuntillando al quinto. ¡¡ #FuerzaManoloRubio !!
jueves, 5 de junio de 2014
UN PSIQUIATRA POR FAVOR
Cuando me dirigía a la plaza, me encontré a la salida del metro con un buen amigo que dirigía sus pasos hacia el mismo destino que yo y que me contaba que en ese momento venía de visitar a su psicólogo. Gran elección la suya irse al psicólogo antes de una tarde de figurines en Las Ventas. Hoy es con el psicólogo, pero cualquier día de estos llegará y me dirá que viene del psiquiatra, y lo hará conmigo de acompañante, porque al paso que va todo esto, no creo que tarde mucho en necesitarlo.
Asumo mis errores y mi incapacidad para ejercer como aficionado en cualquier plaza de toros, mi estado de locura cada día va a más y no tiene solución. Veo vacas donde en realidad hay toros de bonitas hechuras para embestir y con caras muy bonitas, veo toreros mentirosos donde hay grandes figuras del toreo que hacen el mejor toreo de la historia, veo gente pitando y protestando las mismas ratonerías que le aplauden a otro torero, veo gente ebria y malencarada donde hay grandes aficionados de postín, veo antitaurinos vestidos de luces y queriendo imitar el toreo, veo borreguez y tontuna donde hay bravura... No se equivoquen, soy un hombre sano que no toma drogas, ni fuma, ni bebe. Mi enfermedad supongo que debe venir de que en un pasado remoto me enseñaron que un toro debe dar miedo con sólo mirarlo y debía ser encastado y fiero y que todo lo que sea nobleza y colaboración era una farsa. Esos mismos desalmados me enseñaron que torear consiste en dominar a esa fiera con un trapito rosa y otro rojo, manejarlos con despaciosidad y utilizarlos para pasarse al toro cerca y enroscárselo en la cintura. También que para matar un toro ese mismo trapo rojo se utiliza para desviar la acometida del toro, no para taparle la cara mientras se pega un saltito y de clava el estoque desde la lejanía.
Todo eso se ha aplaudido hoy, y hasta se ha premiado. El problema, pues, es mío y tendré que reformarme si quiero seguir disfrutando de este bonito espectáculo en el que un hombre vestido de luces da muchos trapazos a un pobre animal manipulado y sin maldad alguna. ¿Qué culpa tengo yo si cuatro o cinco impresentables me han tomado el pelo con que el toreo era un cuerpo a cuerpo entre una fiera y un hombre cuya función es dominarla?
Que no me intenten engañar más, que el Juli hoy ha toreado de miedo, ha pegado unos... doscientos cincuenta y siete pases a dos animales exentos de maldad, como debe ser. Y matar, ya ha sido la leche matando. Con esos saltitos y ese cañón que tiene y que tumba a los toros patas arriba. ¿Qué más dará donde caiga la espada? A quienes le protestan, ya les pasaré yo el número del psiquiatra, también les vendrá bien.
Luego ha venido Fandiño, que ha venido haciendo un poco más o menos las mismas tramp... perdón el mismo arte y la misma maestría que el Juli, y hasta componía la figura igual. Admirable, no sólo desprecian la cornada, sino que también el lumbago y las hernias discales. Y los pitan a los pobrecillos. ¡¡Ni puta idea!! Menos mal que todavía quedan aficionados cabales para premiar con una oreja la gran labor de este torero. Aun habiendo estado por debajo de un manso pero encastado toro de Alcurrucén (¿es así o la locura a me causa estragos?).
Talavante, por culpa de los toros, los cuales no colaboraban ni se prestaban al toreo, no ha podido cortar orejas. O eso habrá sido, digo yo, que ya no se si es delirio o es la pura verdad. Por cierto, ¿y cuando veo lo festivalera y barata que está esta plaza, es verídico que solo me falte un cubalibre en la mano y estar ataviado con el polo de la peña, o también es cosa de las paranoias que padezco? No sé, pensaba que en Las Ventas había más seriedad. Pero como está demostrado que me han engañado, ya salgo de dudas.
miércoles, 4 de junio de 2014
PERERA, LAS OREJAS; URDIALES, EL TOREO
Para no enredarme, voy a ser directo: con la valentía y el temple de Miguel Ángel Perera y con la pureza y la verdad de Diego Urdiales, me hago yo un torero de época que ponía de vuelta y media a gran parte del escalafón. Pero mientras uno siga con las mentiras del toreo moderno y el otro no tenga el aguante suficiente para tirar de los toros y ligar muletazos, aquí paz y después gloria.
Todo esto, el día en el que los cárdenos de Adolfo Martín protagonizaron una vomitiva muestra de descastamiento, aburrimiento, monotonía y falta de emoción. Si ayer, para poder explicar el gran desencanto de Cuadri hacíamos mención a ilustres de Comeuñas como Ribete, Poleo o Frijonero, hoy hacemos lo propio con con Madroñito, Mulillero, Baraterillero o Marinero. ¿Dónde está la casta y la agresividad de los albaserradas? El único resquicio lo tuvimos en ese sexto al que Perera, con la ayuda de un público muy benévolo, desorejó. Los demás, totalmente huecos, mansos todos y sin hacer honor a su sangre.
Ese sexto sí tuvo la codicia y la casta propia de los buenos albaserradas. No era fácil poderle y Perera se plantó allí delante, templó las acometidas del animal y mandó sobre ellas. Pero claro, con las típicas ratonerías del toreo moderno a las que el torero extremeño, como buena figura del toreo que es, tanta fidelidad y cariño las guarda. Ya saben, que si pico por aquí y pico por allá, patita escondida, toreo perfilero, un muletazo lo remato detrás de la cadera y los veinte siguientes los tiro en línea recta, la figura retorcida, colocación perfilera... pero hay una cosa que nadie le podrá negar, y es que ha podido con la casta del cárdeno. La ha templado, la dominado, la ha... ¡¡Qué no, que no y que no!! Y mil veces diré no, ea. Acertadamente o no, pero aquí se sigue empecinado en que torear es dar el pecho, echar la pierna pa'alante y rematar el muletazo detrás de la cadera, sin retorcerse ni crisparse. Algo así... ¿Cómo decirles? Ah sí, algo así como lo que ha hecho Diego Urdiales con el quinto toro. Ha toreado, a cuentagotas, pero ha toreado. En el sentido más estricto de la palabra. Lástima que a Urdiales no le diera por dejarle la muleta puesta en la cara, dar el toque e incluso incitar al burel con la voz, si fuera necesario. Porque el toro iba, había que incitarle y buscarle las cosquillas, pero iba. Y eso no se terminó de aprovechar. Pero esos muletazos sueltos, tan verdaderos y llenos de pureza, dejan constancia de que el toreo eterno sigue presente en el corazón de algunos toreros, por mucho que hoy en día se premie otra cosa. Eso sí, alguien debería recomendar al torero de Arnedo que, con la rapidez y diligencia pertinente, cambie de cuadrilla, y empezando por los picadores. Porque vaya desastre...
Antonio Ferrera, el otro integrante del cartel, estuvo por ahí, entre medias. Sin acierto en sus costumbres lidiadoras, no tan atento como otros días en su bien adscrito rol de director de lidia, igual de pésimo que todos los días con los palos, y en la misma senda vulgar con la muleta. Lástima, porque ilusionaba verlo. Pero por suerte vuelve en tres días y, para entonces, esperamos poder tenerle más asentado.
De los toros, ya queda todo dicho: excepto el sexto, poca casta y codicia y, para colmo de males, algunos picadores y banderilleros haciéndolos peores.
martes, 3 de junio de 2014
¿CUADRIS?
Hablar de Cuadri es hablar de casta, poder y fiereza. Hablar de Cuadri es hablar de toros duros e imponentes, lejos nobleza chochona y colaboradora. Es oír hablar de la ganadería de los herederos de don Celestino Cuadri Vides y, automáticamente, recordar nombres como Poleo, Clavellino, Ribete (el toro castaño de 2010), Frijonero, Pesador, Muñeco, Aviador, Camarote o Podador, entre otros. Pues bien, a estos señores que tanta gloria dieron a esta divisa, ninguno de sus hermanos de esta tarde les han hecho honores. En Ribete, Salero, Diseñador, Comandante, Tejedor y Macetero ha habido de todo, desde torazos que imponían pavor de solo verlos salir por la oscuridad de chiqueros, hasta alguno impresentable para una plaza como Madrid; uno, primero, al que se le pegó en el caballo más que al resto juntos y que aún así tuvo unas diez o doce arrancadas de lujo; otro, segundo, nobilísimo y bondadoso cuan domecq; un marrajo que hizo de tercero y al que, bendita inteligencia de su matador, se lo llevaron a los medios a espantarle las moscas de la cara; un cuarto manejable y exento de picante que se fue sin torear; u otro, quinto, borregazo descastado que salía mirando las musarañas entre muletazo y muletazo.
Sólo el sexto sacó fiereza para dar emoción a los tendidos, pero en forma de genio y, en gran parte y por obra y (des)gracia del esperpéntico piquero, por las caricias que recibió bajo el peto. En conjunto, la corrida ha tenido tres cosas: falta de casta y picante, falta de poder en el caballo y, sobre todo, mansedumbre y querencia del tercio para adentro. Quizás pueda hablarse de un petardo por parte de los toros, pero si hablamos de los toreros, se hablaría de un castillo de fuegos artificiales de esos con los que el Real Madrid celebra sus copas de Europa.
Javier Castaño, tan castaña como como siempre, ha contado con el lote más propicio para triunfar, como siempre, y ha demostrado, como hace siempre, que si está en las ferias es por causas ya de sobra conocidas y que huelga decir. Por cierto que esas "causas" hoy se han llevado grandes ovaciones pero, en mi modesta opinión, no han estado tan acertados como otras tardes: Adalid clavando a toro pasado, Fernando Sánchez cuadrado y con su torería de siempre pero algún par se le ha ido al costado, y Tito Sandoval toreando muy bien a caballo pero con poquito trabajo que hacer hoy. El único que sí ha sido digno de saludar una gran ovación no lo ha hecho, y ha sido Marco Galán por sus extraordinarios capotazos.
A Iván García lo único bueno que le he visto esta tarde es que ha dejado de banderillear. Su lote fue el peor, pero podría haberse estado de otra manera. Nadie sabe el empeño en sacarse a los medios a un marrajo con sentido al cual no cabía otra cosa que no fuera un macheteo en tablas y una estocada en lo alto, rubricado así lo que hubiera sido una digna actuación. Tampoco comprendemos la cabezonería de estar media hora delante del buey de carreta lidiado en quinto lugar. Todo, para dar constancia de que es el mismo pegapases de antaño.
A Venegas, con seis actuaciones el pasado año, poca cosa se le puede echar en cara. A pesar de mandar una carnicería en varas a su primero, éste acabó ofreciendo diez o doce arrancadas que no fueron aprovechadas, y todo lo que le sobró de castigo a ese primero, le faltó al sexto, que acabó haciéndose el dueño de la situación y con el que el pobre Venegas sudó tinta. Mis respetos para él, que le echó coraje y corazón y encima se llevó un tremendo porrazo, con cornada incluida. Pero ahí, frente a esa fiera apodada Macetero, que más quisiera yo ver a uno de esos toreros poderosos y llenos de temple que nos venden como figuras, que llevara una cuadrilla más digna que hiciera las cosas bien, y que supiera someter al toro, templarlo y luego, torearlo con verdad, como intentó hacer Venegas, que a pesar de carecer de temple y mando, se puso en el sitio, bajaba la mano y quería hacer como si torrara en redondo. Cuestión de oficio. Por cierto que, el tercero de su cuadrilla, a pesar de no estar dotado de una gran forma física, expuso muchísimo en sus dos pares y los clavó cuadrando y asomándose al balcón. Digno de mención.
En resumen, corrida decepcionante pero con algunos toros para triunfar. Lejos quedan estos toros de sus antecesores más ilustres. Y los matadores, por unas u otras razones, pésimos. Y todo esto cabrea y jode más que cualquier otra cosa ajena al espectáculo y a la voluntad de cualquier aficionado, torero o ganadero. Pero como aquí no se le da propaganda a ningún salvaballenas, me despido hasta mañana.
Sólo el sexto sacó fiereza para dar emoción a los tendidos, pero en forma de genio y, en gran parte y por obra y (des)gracia del esperpéntico piquero, por las caricias que recibió bajo el peto. En conjunto, la corrida ha tenido tres cosas: falta de casta y picante, falta de poder en el caballo y, sobre todo, mansedumbre y querencia del tercio para adentro. Quizás pueda hablarse de un petardo por parte de los toros, pero si hablamos de los toreros, se hablaría de un castillo de fuegos artificiales de esos con los que el Real Madrid celebra sus copas de Europa.
Javier Castaño, tan castaña como como siempre, ha contado con el lote más propicio para triunfar, como siempre, y ha demostrado, como hace siempre, que si está en las ferias es por causas ya de sobra conocidas y que huelga decir. Por cierto que esas "causas" hoy se han llevado grandes ovaciones pero, en mi modesta opinión, no han estado tan acertados como otras tardes: Adalid clavando a toro pasado, Fernando Sánchez cuadrado y con su torería de siempre pero algún par se le ha ido al costado, y Tito Sandoval toreando muy bien a caballo pero con poquito trabajo que hacer hoy. El único que sí ha sido digno de saludar una gran ovación no lo ha hecho, y ha sido Marco Galán por sus extraordinarios capotazos.
A Iván García lo único bueno que le he visto esta tarde es que ha dejado de banderillear. Su lote fue el peor, pero podría haberse estado de otra manera. Nadie sabe el empeño en sacarse a los medios a un marrajo con sentido al cual no cabía otra cosa que no fuera un macheteo en tablas y una estocada en lo alto, rubricado así lo que hubiera sido una digna actuación. Tampoco comprendemos la cabezonería de estar media hora delante del buey de carreta lidiado en quinto lugar. Todo, para dar constancia de que es el mismo pegapases de antaño.
A Venegas, con seis actuaciones el pasado año, poca cosa se le puede echar en cara. A pesar de mandar una carnicería en varas a su primero, éste acabó ofreciendo diez o doce arrancadas que no fueron aprovechadas, y todo lo que le sobró de castigo a ese primero, le faltó al sexto, que acabó haciéndose el dueño de la situación y con el que el pobre Venegas sudó tinta. Mis respetos para él, que le echó coraje y corazón y encima se llevó un tremendo porrazo, con cornada incluida. Pero ahí, frente a esa fiera apodada Macetero, que más quisiera yo ver a uno de esos toreros poderosos y llenos de temple que nos venden como figuras, que llevara una cuadrilla más digna que hiciera las cosas bien, y que supiera someter al toro, templarlo y luego, torearlo con verdad, como intentó hacer Venegas, que a pesar de carecer de temple y mando, se puso en el sitio, bajaba la mano y quería hacer como si torrara en redondo. Cuestión de oficio. Por cierto que, el tercero de su cuadrilla, a pesar de no estar dotado de una gran forma física, expuso muchísimo en sus dos pares y los clavó cuadrando y asomándose al balcón. Digno de mención.
En resumen, corrida decepcionante pero con algunos toros para triunfar. Lejos quedan estos toros de sus antecesores más ilustres. Y los matadores, por unas u otras razones, pésimos. Y todo esto cabrea y jode más que cualquier otra cosa ajena al espectáculo y a la voluntad de cualquier aficionado, torero o ganadero. Pero como aquí no se le da propaganda a ningún salvaballenas, me despido hasta mañana.
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