Hablar de Cuadri es hablar de casta, poder y fiereza. Hablar de Cuadri es hablar de toros duros e imponentes, lejos nobleza chochona y colaboradora. Es oír hablar de la ganadería de los herederos de don Celestino Cuadri Vides y, automáticamente, recordar nombres como Poleo, Clavellino, Ribete (el toro castaño de 2010), Frijonero, Pesador, Muñeco, Aviador, Camarote o Podador, entre otros. Pues bien, a estos señores que tanta gloria dieron a esta divisa, ninguno de sus hermanos de esta tarde les han hecho honores. En Ribete, Salero, Diseñador, Comandante, Tejedor y Macetero ha habido de todo, desde torazos que imponían pavor de solo verlos salir por la oscuridad de chiqueros, hasta alguno impresentable para una plaza como Madrid; uno, primero, al que se le pegó en el caballo más que al resto juntos y que aún así tuvo unas diez o doce arrancadas de lujo; otro, segundo, nobilísimo y bondadoso cuan domecq; un marrajo que hizo de tercero y al que, bendita inteligencia de su matador, se lo llevaron a los medios a espantarle las moscas de la cara; un cuarto manejable y exento de picante que se fue sin torear; u otro, quinto, borregazo descastado que salía mirando las musarañas entre muletazo y muletazo.
Sólo el sexto sacó fiereza para dar emoción a los tendidos, pero en forma de genio y, en gran parte y por obra y (des)gracia del esperpéntico piquero, por las caricias que recibió bajo el peto.
En conjunto, la corrida ha tenido tres cosas: falta de casta y picante, falta de poder en el caballo y, sobre todo, mansedumbre y querencia del tercio para adentro. Quizás pueda hablarse de un petardo por parte de los toros, pero si hablamos de los toreros, se hablaría de un castillo de fuegos artificiales de esos con los que el Real Madrid celebra sus copas de Europa.
Javier Castaño, tan castaña como como siempre, ha contado con el lote más propicio para triunfar, como siempre, y ha demostrado, como hace siempre, que si está en las ferias es por causas ya de sobra conocidas y que huelga decir. Por cierto que esas "causas" hoy se han llevado grandes ovaciones pero, en mi modesta opinión, no han estado tan acertados como otras tardes: Adalid clavando a toro pasado, Fernando Sánchez cuadrado y con su torería de siempre pero algún par se le ha ido al costado, y Tito Sandoval toreando muy bien a caballo pero con poquito trabajo que hacer hoy. El único que sí ha sido digno de saludar una gran ovación no lo ha hecho, y ha sido Marco Galán por sus extraordinarios capotazos.
A Iván García lo único bueno que le he visto esta tarde es que ha dejado de banderillear. Su lote fue el peor, pero podría haberse estado de otra manera. Nadie sabe el empeño en sacarse a los medios a un marrajo con sentido al cual no cabía otra cosa que no fuera un macheteo en tablas y una estocada en lo alto, rubricado así lo que hubiera sido una digna actuación. Tampoco comprendemos la cabezonería de estar media hora delante del buey de carreta lidiado en quinto lugar. Todo, para dar constancia de que es el mismo pegapases de antaño.
A Venegas, con seis actuaciones el pasado año, poca cosa se le puede echar en cara. A pesar de mandar una carnicería en varas a su primero, éste acabó ofreciendo diez o doce arrancadas que no fueron aprovechadas, y todo lo que le sobró de castigo a ese primero, le faltó al sexto, que acabó haciéndose el dueño de la situación y con el que el pobre Venegas sudó tinta. Mis respetos para él, que le echó coraje y corazón y encima se llevó un tremendo porrazo, con cornada incluida. Pero ahí, frente a esa fiera apodada Macetero, que más quisiera yo ver a uno de esos toreros poderosos y llenos de temple que nos venden como figuras, que llevara una cuadrilla más digna que hiciera las cosas bien, y que supiera someter al toro, templarlo y luego, torearlo con verdad, como intentó hacer Venegas, que a pesar de carecer de temple y mando, se puso en el sitio, bajaba la mano y quería hacer como si torrara en redondo. Cuestión de oficio.
Por cierto que, el tercero de su cuadrilla, a pesar de no estar dotado de una gran forma física, expuso muchísimo en sus dos pares y los clavó cuadrando y asomándose al balcón. Digno de mención.
En resumen, corrida decepcionante pero con algunos toros para triunfar. Lejos quedan estos toros de sus antecesores más ilustres.
Y los matadores, por unas u otras razones, pésimos. Y todo esto cabrea y jode más que cualquier otra cosa ajena al espectáculo y a la voluntad de cualquier aficionado, torero o ganadero. Pero como aquí no se le da propaganda a ningún salvaballenas, me despido hasta mañana.
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