martes, 31 de mayo de 2016

VIGESIMOSEXTA DE FERIA: PARA MANDAR A MUCHOS A PLANTAR CEBOLLAS

La degeneración de la Fiesta pasa por muchos órdenes, pero hay uno que nunca falla: salir de la plaza esbozando una sonrisa después de ser testigos de una mansada de órdago que ha derrochado mala baba y han hecho pasar a los de luces un aunténtico quinario. En estos tiempos que corren de babosas tontorronas, toretes colaboradores, animalejos lastimosos y tardes aburridas, es un soplo de aire fresco el hecho de presenciar una corrida de toros en la que el ay está presente en todo momento y los problemas para los lidiadores se llevan por bandera. Por eso, y aunque la corrida haya sido un tremendo petardo de Joaquín Moreno Silva, hoy ha sido imposible ser víctima del aburrimiento. Muy triste llegar a estos extremos, pero a ello nos han llevado los mismos que lo de hoy lo calificaban de "salvajada" y para "coger al ganadero y no pagarle un duro" (sic Emilio Muñoz y Maxipedia, en la línea 5 del metro, cuando se creen que nadie los escucha. Ellos, precisamente...).

Los de Moreno Silva ya empezaron mal siendo anunciados como Saltillo y llevar el hierro de Moreno Silva, y siguió peor cuando el primero saltó al ruedo haciendo gala de un cuerpecito recogidito, terciadito y asardinadito. El pobre animal tampoco hizo nada del otro mundo para que le armasen la que le armaron el el caballo: puyazo paletillero SIN RECTIFICAR y DANDO FUERTE, al que respondió pegando arreones y saliendo suelto para acabar en el que guardaba la puerta, y recibir más leña en la paletilla. Sánchez Vara se empeñó en ponerlo una tercera vez en contraquerencia, con el animal diciendo nanai, hasta que lo meten a la fuerza para propinarle otro puyazo fuerte del que se repuchó. La lidia a este toro fue caótica, vergonzosa, propia de una capea en la Alcarria. El toro va adonde le da la gana y nadie le consigue meter en vereda. Sánchez Vara ya con la muleta se lo sacó a la segunda raya, y ahí el toro es donde demostró cierta bondad, yendo y viniendo sin maldad alguna y dando posibilidades. Sánchez Vara, desde Manuel Becerra casi, pegó trapazos sin más y dejó la faena en una vulgarísima actuación vacía de contenido. 

El segundo fue un toro mejor presentado, más larguito y con más remate, y al que volvieron a picarle de una forma que, en otra época, hubiera conllevado noche entre rejas. Francisco Javier Sánchez, el autor de la masacre, pega un picotazo en el primer encuentro antes de que el marrajo saliera de najas, pero esto fue el prolegómeno a un escándalo: cuando el toro entra en jurisdicción del piquero en el segundo encuentro, el pedazo de golfo e inútil (no tiene otro calificativo) empieza a pinchar en todas las partes del cuerpo del pobre animal, dejándole más boquetes que una bodega. A estas horas confiamos en que se le haya propuesto para sanción y recaiga una buena multa para este sujeto que, si hubiera seriedad, no volvería a tocarse el castoreño en su puñetera vida. El toro protestó de lo lindo ante esta masacre y volvió a salir de najas, pero en la muleta desarrolló casta y cierto poder, el que le faltó a Alberto Aguilar para someterlo y poner o plaza bocabajo. El toro repetía, acudía con prontitud a cada muletazo  y cuando Aguilar le bajaba la mano incluso metía la cara. Hasta que echó la persiana después de los veintipico mil trallazos que le dieron y no dio para más. 

El tercero fue uno de esos toros que, por presencia, nunca debería salir en Madrid. Le arrearon de lo lindo en el caballo, y por el derecho solo buscaba al pobre Venegas que, descompuesto, pasó un quinario y, de paso, se pasó de faena intentando ponerse bonito donde no correspondía. El bicho de lo único merecedor que era de ser sometido a un lustroso macheteo seguido de la estocada final, pero Venegas se empeñó y se empeñó, y cuando se quiso dar cuenta ya era más que hora de irse a matar. Suena el primer aviso y se las está viendo y deseando aún para meter la mano; suena el segundo aviso y se las sigue viendo canutas con el verduguillo. El toro, más duro que una piedra, no lo ponía nada fácil, y ya después de sonar el segundo aviso el matador se dio cuenta de que había que entrar a matar otra vez. Cobra otro pinchazo y una estocada entera, pero el animal se empeña en lo doblar, y su desesperado matador intenta, en vano, descabellar. Suena el tercer aviso y los cabestros de Florito recogen al toro que, después de todo lo que le han hecho, aún tiene la gallardía de irse del ruedo trotando, con la cabeza alta y con la boca cerrada. 

Lo del cuarto es difícil. Un toro que en el primer capotazo se va derecho a lo que hay detrás del capote sin pensárselo ni frenarse... Son cosas que dan que pensar. Y así sigue durante la lidia, los subalternos le presentan el percal, y si no huye se lanza como un rayo por el hombre. Va al caballo, y nada. Vuelve a ir, y menos. Le meten, no quiere. Le vuelven a meter, sigue sin querer. Hasta que el presidente, con buen criterio, hace asomar el pañuelo rojo que anuncia las banderillas negras.  El toro es una prenda, va de un lado a otro como si fuera su casa, se arranca contra todo lo que se intenta acercársele y hace hilo, y los banderilleros de Sánchez Vara, Javier Ortiz y Raúl Ramírez, dejan claro que ellos hicieron novillos el día que en la escuela explicaron lo de los pares a la media vuelta y al sesgo. Javier Ortiz consigue poner uno haciendo el lanzamiento de jabalina, y Raúl Ruiz consigue poner un par con mucha dignidad de sobaquillo, para dejar posteriormente otra casi como si estuviera rejoneando. El matador, obviamente, macheteó sin darse coba y se lo quitó del medio rapidito. 

Sale el quinto, también de buena presencia y, después de darse una vuelta al redondel enterándose de todo, se planta en lo medios y parece decir "aquí estoy yo, que venga a por mí quien los tenga bien puestos". Y fue César del Puerto, elegantemente vestido de azul marino y plata, y le pone el capote en la cara, le alarga el viaje, lo temple y lo lleva por bajo, y se lleva la ovación de la tarde sólo por echarle dos pelotas y un palo parando a semejante animal. Bravo por César del Puerto. También fue aplaudido en este turno el único picador que hizo bien la suerte y picó en lo alto, Juan Carlos Sánchez. El toro se defendió al recibir la puya y arreó como buen manso que fue. Llegó al último tercio con carbón y mucho que torear. Tuvo su castita el toro y también sus malas ideas, y Aguilar, aunque muy firme con él y con buena disposición, no fue capaz de someterlo y de llevarlo toreado, ni tampoco ni siquiera fue capaz de probarlo con la zocata. En resumidas cuentas, que también se le fue sin torear. Y van unos cuantos ya en esta feria que ya ha terminado para él. 

El sexto y último fue un toro que también lució una correcta presencia y, para seguir en la misma tónica, se defendió de lo lindo mientras le picaron fuerte y trasero. Llegó a la muleta pastueño y con cierta dosis de nobleza que Venegas, muy verde, no supo entender. Este torero demostró con este toro que tiene un buen concepto del toreo y puede ser un torero a tener en cuenta por los aficionados, pero el hombre está muy poco rodado y esta tarde lo acusó con creces.

Los de Moreno Silva pegaron un petardo gordo y dejaron en evidencia a gran parte de los que hoy se vistieron de luces. Cuatro picadores para multarlos, otro más para multarlo e inhabilitarlo de por vida, un subalterno que lidió al quinto toro con mucha sobriedad y un David Adalid que plantó un gran par al segundo. El resto pueden irse a plantar cebollas muy tranquilamente, porque tela. Si los toros tuvieron mala baba, la inmensa parte de las cuadrillas de hoy los hicieron peores con las nefastas lidiar a los que les sometieron. Y don Joaquín Moreno Silva, si quiere llevar su vacada por buen camino, que empiece mañana mismo haciéndose una deliciosa barbacoa con algunos de sus sementales y vacas de vientre. 

lunes, 30 de mayo de 2016

VIGESIMOCUARTA DE FERIA:"IBÁN" DE LUJO, PERO LA MALA SUERTE SE INTERPUSO EN SU CAMINO

Se plantaron en Madrid como hay que venir, ofreciendo una elegante imagen y con ganas de hacer honor a su nombre. Vinieron a por todas en el día de hoy. Quisieron, aun con sus defectos, que los tenían, agradar al personal. Pero se estrellaron con un material infumable y hueco. Mala suerte, y lo peor es que ellos sí que no tendrán otra oportunidad ante otra terna que les ayude más a sacar lo mejor de sí.
Me refiero, como no podía ser menos, a los seis galanes de la afamada ganadería de Baltasar Ibán que hoy han sido lidiados en esta vigesimocuarta de San Isidro. Seis toros de impecable estampa y exquisita presentación, y aunque a muchos nos han jugado una mala pasada esta mañana las fotos del sorteo, lo cierto es que en la plaza eran otra cosa los de Baltasar Ibán. Un gusto para los ojos de los aficionados, y un pavoroso trago para aquellos que vestían el chispeante. Una corrida con esa fachada debe de ser un quinario ponerse delante de ella, pero más aún cuando las dificultades, fruto de la casta que hace grande al Toro de lidia, se hace presente en el ruedo. Y claro, los toros de Ibán hoy vinieron con ganas de hacer honor al buen nombre que tiene la vacada desde hace muchos años, pero la incompetencia y la desgana de sus matadores por hacer las cosas bien y que la corrida desarrollase mejor sus buenas intenciones, lo dejaron en mucho menos de lo que pareció. Muy mal Iván Vicente, lamentable Alberto Aguilar, y pésimo Víctor Barrio. Y de sus correspondientes picadores, no hablamos.

En primer lugar salió un bonito colorado en línea Guateles, y que solo por ver el nombre en la tablilla ya había interés sí o sí. Bastonito fue un animal al que se puso en suerte a distancia en la primera vara, marrando Héctor Vicente clamorosamente, picando en la paletilla, para posteriormente rectificar y dejar un picotazo trasero mientras el toro solo empujó con un pitón. Se desentiende del capote de su matador  y se va al picador que guarda la puerta, pero el eficaz tercero Jesús Robledo "Tito" no lo permite. Se lo llevan a contraquerencia y de nuevo le dejan de lejos, pero en animal tarda en arrancarse, y cuando lo hace le pegan un puyazo fuerte y trasero a la par que no se emplea. Tampoco se empleó apenas en la muleta de Iván Vicente, que puesto a hacer las cosas mal, no le dio sitio, ni lo llevó con suavidad, y para colmo se excedió sobremanera con la faena.

Camarín, número 37 y nacido en octubre del 2011, fue un toro bravo. Así, sin más. Tal como suena. Hasta el momento, el toro de la feria con muchísima diferencia. Ya desde el recibo capotero de Alberto Aguilar dejó patente que lo suyo iba a dar mucho de que hablar, y fue algo que ratificó las dos veces que peleó en el jaco, la primera al relance y la segunda bien puesto en suerte por el matador. Bravo, empujando con fijeza y metiendo riñones como no lo habíamos visto en toda la feria, mientras desde lo alto se le asestaron dos puyazos fuertes y traseros. Lo suyo hubiera sido verlo en un tercer encuentro para terminar de sacar conclusiones, pero el amigo Alberto Aguilar no tuvo tal amabilidad. La brega del subalterno César del Puerto fue caótica, y Aguilar, una vez tomó la franela, se sacó al animal a los medios con unos doblones cargados de torería y mando, en los que llevó al toro embarcado en la muleta y tirando de él. De cómo embistió en la muleta, tampoco hay precedentes en este San Isidro 2016. Su encastadísima nobleza y el bravo tranco del toro llegaba con fuerza a los emocionados tendidos, mientras Aguilar aguantaba tipo como podía, desbordado y sin terminar de hacerse con el bravo Camarín. Muletazos con la derecha, muchos enganchados, otros trallazos, y algunos pocos corriendo la mano con suavidad y llevando al toro detrás, fue la tónica de la faena, hasta que se echó la muleta a la zocata y el animal terminó de hacerse el amo y señor de la situación. Aguilar estuvo firme y decidido con el toro, pero le faltó poder de verdad con él y domeñarlo. En otras palabras, Camarín, número 37, toro de San Isidro 2016 (hasta el momento) se fue sin torear. Aguilar remató con una buena estocada y se le premió con una orejita muy pero que muy baratita, teniendo en cuenta al bravo que había por allí.
¿Fue, pues, Camarín toro de vuelta al ruedo? Clara y rotundamente, NO. No, no, no y mil veces no. La vuelta al ruedo en Madrid hoy en día se les da a los mansos que no cumplen en el caballo ni se les castiga, para que colaboren con el matador al objeto de que este pueda crear arte y estar cunvre. Y el bravo Camarín no hizo tales (de)méritos, por lo cual y subsiguiente no estuvo a la altura de los mansos Malagueño y Jarabito. A cambio, se llevó algo más gratificante: el reconocimiento UNÁNIME de Madrid. Y el señor Polo Ramos, don Justo, el mismo que hace pocos días regaló una vuelta ruedo de verbena a un manso, no llega hoy y se la deniega al bravo, cubriéndose de gloria una vez más. Un aplauso para él, por favor.

Sandonguero se apodaba el impresionante galán que salió en tercer lugar. Dos veces fue al caballo y sendas peleas de manso realizó, atizando arreones y pegando cornadas al peto mientras se le picaba fuerte y trasero. Importante fue su condición encastada, comiéndose en cada embestida la muleta de Víctor Barrio, quien las pasó canutas ahí delante. La mayoría de los trapazos fueron enganchados, no consiguió dar uno templado, ni asentarse, ni estar a la altura de las circunstancias. Sandonguero fue, a fin de cuentas, un manso encastado y fiero, con muchísimo torear, que le vino enorme a quien el año pasado sólo se vistió de luces en diez ocasiones.

El cuarto, Teguso, tampoco hizo una pelea brava en el caballo. Al relance en el primer encuentro se dejó pegar un puyazo muy fuerte, mientras que en el segundo encuentro, colocado de lejos, se lo pensó muchísimo lo de ir, y acabó yendo protestó y dio arreones mientras le volvieron a dar otro puyazo muy fuerte. Se dolió en toro en banderillas, y en la muleta derrochó nobleza y también tuvo qué torear, pero se encontró con un Iván Vicente que le hizo todo al revés. No le dio sitio, siempre encima asfixiando al animal, mucho muletazo trapacero sin ponerse en el sitio y sin llevar toreado al aninal, quien en alguna ocasión hasta le puso en apuros. También se fue al desolladero este cuarto con muchas cosas dentro que no fueron aporovechadas por su matador. Además, el sainete que pegó con el descabello fue de escándalo.

Salió el quinto, Clavillero de nombre, y a quien Alberto Aguilar, con la complicidad de su picador Francisco Javier Sánchez, armó una censurable carnicería en varas. En otros tiempos, ambos hubieran dormido en la Dirección General de Seguridad está noche. El toro quedó amorcillado y enculado en tablas durante el tercio de banderillas, pero cuando Rafael González le presentaba el capote y se metía mucho con él, el animal arreaba con temperamento y haciendo las cosas por abajo. En la muleta el animal también tuvo sus cosas, hasta que en la segunda tanda de echó a los lomos al matador, y el animal dijo "hasta aquí", se rajó, se cerró él solo en tablas y no quiso más. Qué vamos a esperar de un animal al que asesinaron en el primer tercio...

Cerró plaza otro clásico de la casa, Camarito, otro pobre infeliz que salió comiéndose el capote del matador y que, una vez dejado al relance en ambos encuentros, le bajó bien los humos el matarife del castoreño Óscar Bernal. En banderillas se le apreció bien tranco al toro, pero Víctor Barrio, entre la masacre que ordenó en varas y lo encimista y asfixiante que estuvo con la muleta, hizo que el pobre bicho no durara un suspiro y se parara pronto.

Fue, a fin de cuentas, esta de Baltasar Ibán una corrida con mucho interés y muy buenas intenciones, pero a la vez con muy mala suerte de encontrarse tan pésimos lidiadores que, además, no quisieron ni verlos. Recibió esta corrida en varas todo lo que no recibieron los juampedros, cuvillos, alcurrucenes, parladés y cía en días anteriores, y muchos de ellos acusaron con creces las carnicerías que se les realizó. ¿Y quién del escalafón mayor está hoy en día capacitado para lidiar y poder con toros así? Puede que alguno haya, pero seguro no estaba en la terna del día de hoy.
Y de todos ellos, un toro para el recuerdo: Camarín, n° 37, de octubre de 2011, negro listón, chorreado, bragado, meano y axiblanco. Un toro bravo, ni mas ni menos.

viernes, 27 de mayo de 2016

VIGESIMOPRIMERA DE FERIA: CALDERETA PARLADEÑA PARA CHUPARSE LOS DEDOS

Qué hermosura de toros los mozos de Parladé, uno a uno desfilando por el albero de Las Ventas esta tarde. Se pone a los de esta tarde al lado de cualquiera de los seis de El Vellosino de ayer, y perfectamente podrían pasar por David el Gnomo sus enemigos los trolls. Y qué chuletones más buenos se iba a sacar de ahí, y qué cecina y qué carne magra más apetitosa para una caldereta... Para cualquier cosita los de Parladé, ya ven, menos para darle emoción a una tarde de toros. ¡¡Qué aburrimiento, por Dios santo!!
Los tres primeros toros casi parecían pelotas de playa, tan recogiditos y tan regordetes. Y hasta habrá quien piense que eso era trapío, pero en fin, Madrid, su público, su tablilla de peso y sus cosas...
Los tres últimos ya parecieron más toro, luciendo unas hechuras más hondas y proporcionadas, larguitos, bien cuajados, rematados y con buenas cabezas. Tres toros con presencia, en definitiva, y que junto con el resto de sus hermanos, adolecieron de casta, poder, bravura, fiereza y todas esas cosas que se le presumen, o se le deberían de presumir, a un toro de lidia. Anunciados para darlos pasaporte a la cazuela y guisar con ellos una extraordinaria caldereta estaban Juan José Padilla, Iván Fandiño y José Garrido.

Padilla vino a Madrid muy motivado y con ganas de llevarse al público de calle, seguramente espoleado por su reciente triunfo en Sevilla. Pero pasa, ya se ha dicho miles de veces por aquí, que Madrid no es Sevilla, y tan pronto como los sevillanos se rompen la camisa a tirones por una portagayola o un par de banderillas al violín, a los madrileños nos cuesta más entrar por esa vereda. De rodillas a chiqueros se fue Padilla a recibir al primero, portagayola seguida por un ramillete de verónicas pegadas al aire y dando el pasito hacia atrás. Por hacer lo que nunca ha hecho, cuadrar en la cara un par de banderillas, el toro se lo llevó por delante y le propinó un fuerte porrazo, afortunadamente sin consecuencias graves. Levantose maltrecho y dolorido, y después de recuperarse, dejó otro par arriba y de nuevo cuadrando en la cara, para rematar el tercio con un par de esos al violín que un servidor, bendita ignorancia, no entiende. Insólito también fue ver a Padilla agarrar la muleta con la zocata y ponerse en el sitio, citar echando la muleta delante y querer tirar del toro llevándolo detrás, pero este, ante una manifiesta falta de... De... De todo, se quedaba a mitad del viaje y no puso de su parte porque la cosa rompiera. Con el cuarto las aguas volvieron a su cauce natural y aquí se vio al verdadero Padilla, el de los pares a banderillas a penca pasada, el que muletea de rodillas, el que no se pone en el sitio ni por todo el oro del mundo, el que pega pases y pases y pase, y más pases, y después de esto vuelve a pegar más pases... Y parte del público, con gran agrado, pidió el despojo. Suerte que hoy en el palco presidencial estaba la cordura hecha persona, que si no...

Fandiño... Pues eso, Fandiño. Haciendo mucho peor de lo que parecía al segundo, un animal correoso y con cierta dosis de genio, al que no sometió y lo único que se dedicó a hacer fue pegarle banderazos con la mano alzada como si quisiera parar un taxi. Y como además pegó el mitin con la espada y con el descabello, la bronca fue importante.
El quinto fue una perita en dulce. Lo más parecido que pueda haber a un perrito faldero, pero de 600 kg y con cuernos. Flojito, sin echar una mirada fuera de lugar, iba y venía a antojo del torero... Y Fandiño, con cierta disposición de intentar salvar a última hora su calamitosa feria, no dio una a derechas. Al hilo, retorcido, sin mandar sobre el animal... Un Pestiño, a fin a cuentas. Otro más.

José Garrido también ha pasado en sus dos tardes en este abono con más pena que gloria. "¿Qué queda de aquel novillero que nos hizo aflorar tantas esperanzas?" se preguntaban una y otra vez los que le siguieron en su época en el escalafón menor. Nulas opciones en el tercero, con el que alargó demasiado la faena e hizo cabrear al personal por ello, y con la suerte de cara al sortear al único de Parladé que medio se salva de la quema: el sexto. Un animal noble y con un tranco de cierta emoción, que repetía y se prestaba al lucimiento sin rechistar. Garrido no se acopló con él en ningún momento, sólo pegó trapazos allí en la lejanía, y tomando muchas precauciones. Hasta que se acabó el toro y empezó con el santo arrimón de cada día y de cada faena, y hasta cerró la faena por bernardinas, porque como nadie lo hace, para que viéramos algo nuevo. O eso pensaría él, supongo. En fin, que se le fue sin torear el sexto, hablando en plata.

Y al finalizar la corrida, y después del tostón que nos metimos al cuerpo, otro más, por la mente de algunos solo se nos pasaba un delicioso guiso de carne de toro de Parladé con patatas. Y es que para poco más sirvieron los mojones primos-hermanos de los que el pasado día 15 de mayo no valieron ni para eso, ser merendados.

jueves, 26 de mayo de 2016

VIGÉSIMA DE FERIA: NO HAY NOMBRE PARA CALIFICARLO

Llego a casa hundido, derrotado, asqueado, hastiado, cabreado... Me siento estafado, apaleado, engañado, robado, pisoteado, insultado, mofado; me siento, y como yo algunos aficionados más, hecho trizas. Apenas tengo ganas de escribir sobre lo de esta tarde, pero intento sacar fuerzas de la nada para hacerlo, porque deseo hacerme oír y dejar constancia de este esperpento.
Lo de hoy en Madrid no ha sido un petardo más, ni una tarde de figuras del montón, ni nada. No, lo de esta tarde ha sido la gota definitiva que ha colmado el vaso de despropósitos que la Tauromafia (toreros, ganaderos, apoderados, veedores, veterinarios y hasta la autoridad incluida) ha ido coleccionando con tanto esmero en los últimos años. Comencemos.

Corrida de Jandilla programada y que fue desembarcada el pasado lunes. Desde ese día llegaban de los corrales rumores (solo vivimos de rumores, dada la enorme transparencia de la que se hace gala por aquí) de que habían sido rechazados siete de ocho. Se cuenta que fueron reconocidos unos cuantos más de Jandilla, pero que no sirvieron (no sabemos si a los veterinarios o a los toreros).
En la tarde de ayer, a la salida del festejo, los rumores de que sería la de El Vellosino la encargada de suplir la de Jandilla cogen cada vez más fuerza. Y así fue, esta mañana, antes incluso del sorteo, ya sabíamos que se lidiaba la de El Vellosino , y que habría sido El Juli quien habría impuesto tal cosa, mientras que Miguel Ángel Perera se negaba en redondo. Pero, siguiendo la tónica del rumor, al final alguien medió y Perera acabó aceptando a regañadientes, y los de Vellosino se enlotaron y enchiqueraron a la hora reglamentada. Pero aquí no acaba la cosa, y esto ya es 100% verídico porque lo hemos visto todos con nuestros propios ojos, pero es que al ir mirando uno por uno los seis productos a lidiarse por la tarde, nos damos cuenta de que faltan dos toros que sí se llegaron a enlotar el pasado 10 de mayo, aquel día que finalmente la corrida fue suspendida por la lluvia. E indagando e indagando, observamos que fueron los toros n° 107 y n° 236, curiosamente los dos toros mejor hechos y más descarados de cuerna, entrando en su lugar los números 162 y 128, los dos primeros de hoy, y que eran dos aunténticos mojones, feos como ellos solos, mal hechos y muy pero que muy lavaditos de cara. Una nueva maniobra, parece ser, del Gallito del siglo XXI, el torero más ladrón y más golfo de toda la historia de la Tauromaquia, y del que son cómplices silenciosos tanto Miguel Ángel Perera como Alberto López Simón, por mucho que no quisieran en un primero momento los espantajos de El Vellosino.

El resto, ya se sabe. Empezaron a desfilar una por una las seis babosas de El Vellosino haciendo gala de una tontorronería desesperante. El Juli, a lo suyo. No da para más. Que se largue a los pueblos o que se cruce el charco, pero que nos deje aquí tranquilos porque no nos hacen falta ni él ni los que le comen el tasero. Ni a él tampoco creo que le haga falta Madrid. Aur revoir, Julián.
Perera, también a lo suyo, que es aburrir hasta a las ovejas con su desesperante vulgaridad y sus intermibles faenas de trapazos. Tampoco da para más, el hombre. Le quitan la alcachofa del morro y deja de dar juego.
López Simón se hinchó a pegarle muchos pases a la tercera babosa, y hasta le aplaudieron y le exclamaron biiiieeeeennnjjjj con mucho ahínco. Pero de casquería, nasti de nasti. ¿Porque pinchó o porque no hubo cogida? Conociendo cómo está la plaza de Madrid, no me aventuro a sacar conclusiones. El sexto, con medio palmo entre pitón y pitón y más feo que unos calzoncillos blancos usados seguidamente durante una semana entera, fue sustituido por un sobrero de Domingo Hernández (los Garcipequeños de toda la vida, vaya). Tuvo su aquel el toro con la muleta, y ante él, Alberto López Simón pasó un quinario. Latigazos al hilo del pitón, perdiendo pasos mientras el animal pasaba, falta de acople... Y las vergüenzas de tan pésimo torero, al descubierto. La sensación en el tendido fue que el temible garcipequeño se iba sin torear, y que si hubiera habido cornada, entrada al hule, y salida triunfal de él por medio del ruedo y con ese misticismo tan teatrero del que hace gala a la perfección este jovencito, a estas horas se estaría hablando de dos orejas, un rabo, y tres o cuatro patas cortadas.

Y entre medias de todo esto, el público aplaudiendo todo tan feliz de la vida y mosqueándose cuando a algunos no nos da la real gana de tragar con tanto despropósito. Y eso que en el día de hoy aquí ha sido estafado todo quisqui, hasta el Emérito, quien un día más nos honró con su presencia en la meseta de toriles. Y los de la tele y los portales, ganándose el jornal la mar de bien tapando todo y echando la culpa a los que nos jode que nos pisoteen de esta forma. Un día más, DE LOS ANIMALISTAS ME RÍO YO...

miércoles, 25 de mayo de 2016

DECIMONOVENA DE FERIA: CULMEN DEL TRIUNFALISMO MÁS APOTEÓSICO

Si hay algo que tengo muy comprobado en mi parca experiencia como aficionado a los toros, eso es que para ser ganadero de bravo hace falta ser un genio y desprender arte a raudales. Que se lo pregunten si no a los Lozano, propietarios de la ganadería de Alcurrucén, que si bien hace cuatro días escasos nos colaron una borregada en tarde de glamour, en la tarde de hoy, con un cartel más modesto, han echado seis toros que han sido la antítesis de aquellos seis zopencos con cuernos. ¡¡Pues cualquiera les echa a los del mejor toreo de la historia una corrida como la de hoy!! Cada ganadero sabe perfectamente lo que tiene en casa, y los Lozano, con tres hierros en propiedad, más de un millar de cabezas de ganado en su haber y variedad para todos los gustos, saben perfectamente en qué momento tienen que mandar esto de aquí y en qué otro momento ofrecer eso de allá. Lo dicho, qué genialidad. 
La de hoy, ya digo, la antítesis total de lo del otro día: escalera a corrida, con algunos toros más armónicos y poca caja, como manda el prototipo Núñez; y otros más grandotes, destartalados y descarados de pitones. Interesantísima fue la condición que estos desarrollaron, los tres primeros fueron unos animales encastados y con muchísimo que torear; bajó el asunto considerablemente con el marrajo cuarto y el soso quinto, para acabar la corrida con un sexto toro que también sacó sus cosas y tuvo muy buenas maneras de embestir. 

Urdiales ha echado una feria lamentable. Apático, desganado, pasota total y sin apenas ganas de complicarse. El encastado primero tuvo muchísimo que torear y desbordó por todos sitios a su matador, que las pasó canutas ahí delante, sin confianza ni arrojo, sin colocación, sin mando, sin ideas... Pena de toro, en resumidas cuentas.
Se inhibió Urdiales de la lidia del manso que salió en cuarto lugar, al que nadie consiguió fijar en los engaños con una pizca de inteligencia lidiadora. Cinco veces lo metieron al caballo y cinco veces salió de najas nada más sentir el palo. Y con la muleta, el animal ya solo quería la puerta de toriles, pero Urdiales no estaba para esos trotes de quitarle la querencia al toro e intentar meterlo en el canasto. Vamos, que no lo quiso ni ver, y después de quitarle las moscas a base de banderazos, terminó pronto con él. ¿Qué ha pasado con Diego Urdiales esta feria? ¿El hecho de verse en la FIT le ha hecho acomodarse en exceso? 

David Mora volvió a la plaza donde casi pierde la vida una tarde de hace dos años, y Madrid, que tiene memoria, le quiso recibir con el cariño oportuno al romperse el paseíllo. Pero después de eso, había que ponerse y torear, y claro, aquí llega el lío. 
Recibió al primero con verónicas llenas de voluntad, de manos bajas y relajadas. Se picó con Roca Rey en quites: el primero dejó algunos banderazos que, supongo, intentaban ser saltilleras (qué raro, Roca Rey toreando por la espalda), y Mora contestó también con el capote a la espalda, pero pegando latigazos que, me imagino, querrían ser gaoneras. 
El toro se arrancó pronto y con alegría en la segunda vara, e Israel de Pedro le propinó un puyazo de bandera, pero el animal, más que empujar, pegó arreones y cornadas al peto en ambas entradas; y para colmo, del primer encuentro salió pegando una coz. Muy lejos queda una pelea así de la bravura. Ángel Otero lo bregó con mucha solvencia, y el animal quedó para la muleta con una embestida de lujo. Mora se empeñó en recibirlo con el pendulazo en las rayas de picar, pero el viento le jugó una mala pasada y el animal le propinó un golpe feísimo. Una vez repuesto del porrazo, toreó por estatuarios, y remató con dos trincherazos y otros tantos pases del desprecio de cartel. A ello le siguieron tres series despaciosas con la derecha que pusieron la plaza bocabajo, con el animal embistiendo con mucha nobleza y su punto de casta y emoción. Pero un servidor, que no se deja llevar una pizca por las emociones del momento y solo se fija en el cómo, vio en David Mora el mismo torero ventajista que ha sido siempre, citando al hilo con el pico de su descomunal muleta y descargando la suerte con mucho descaro. Después de esto, se echó la muleta a la mano zocata, y dejó algunos naturales que también fueron muy jaleados, pero donde faltó la verdad, la verdad de echar la pata adelante y llevarse al toro toreado hacia detrás de la cadera, y no pases lineales siguiendo el recorrido que le marcaba el toro, lejos de marcarle al toro el recorrido que tenía que hacer. Después de esto, se fue por la espada y, antes de la estocada, dejó otra serie de naturales con la mismas carencias antes descritas. Y claro, la espada entró a la primera (no importó dónde, como es costumbre) y dos orejas muy benévolas cayeron. Y me pregunto yo, si en vez de llamarse David Mora, eso mismo lo hace uno llamado Pepito Pérez. ¿Hubiera sido todo igual? 
Pero lo más delirante de todo fue la surrealista vuelta al ruedo concedida al toro. Sí, fue un gran toro en la muleta, pero ni siquiera llegó a cumplir en las dos varas que tomó. Y eso del caballo, llámenme anticuado, para una vuelta al ruedo en Madrid es sagrado. Y una vez más, un presidente se lo vuelve a pasar por el arco del triunfo. Pues nada...
El quinto fue un animal soso e insustancial como él solo. Mora lo intentó por ambos pitones, pero con dos orejas ya en el esportón, pensaría que se complicara la vida otro, y se lo quitó del medio prontito.

Y Roca Rey, gran exponente de la excelsa torería moderna y la chabacanería vestida de luces, demostró en esta tarde sus múltiples carencias ante dos animales que no eran el carretón de turno que tanto gusta hoy en día. El tercero, un toro con su casta y su mucho que torear, al que el bueno de Andrés pegó trallazos de mil colores con sus clásicas maneras 2.0 y sus arrimones, y hasta algún pase de esos por la espalda para no perder la costumbre. Pero de torear y de poder al animal, pues como que no. El sexto se repuso de un calambre que le pegó en el primer capotazo, y acabó siendo un animal complicado al que había que dar distancia, tiempo y mucho mando. Roca Rey empezó, raro en él, con el cambiado por la espalda, y realizó una faena laaaaaaaaargaaaaaaaaa ahogando la embestida del toro, pegando trallazos hacia fuera y terminando con el arrimón de siempre. ¿Y alguien se extraña de que a este hombre se le vayan dos toros complicados con mucho que torear? Pues... ¡¡No!! 

Al final de la tarde, a David Mora se lo llevaron en hombros en dirección la calle Alcalá, y a él, después de lo mucho que habrá pasado, le tuvo que saber a gloria. Pero a quien tiene la firme convicción de que torear es algo radicalmente diferente a lo hecho ayer por Mora, le dejó bastante indiferente.
Y Malagueño,  n° 1, que ahora mismo estará hecho filetes en alguna galería comercial de Madrid, recibió unos honores que no mereció. Cuanto menos, la tarde de ayer fue el culmen del triunfalismo más apoteósico. 

lunes, 23 de mayo de 2016

DECIMOCTAVA DE FERIA: LOS BOMBONES DE LA VENTANA SE ESTRELLAN CON TRES NOVILLEROS DE SALDO

Estamos hartos, pero que muy hartos, de oír hablar a los mandamases de los toros y a los que de esto saben no sé qué de que hay que evolucionar en el comportamiento de los toros, de que hay que apostar por la nobleza, la toreabilidad, la colaboración con el del chispeante, la docilidad, etc.; y dejar de lado las complicaciones, la casta, la dureza de patas, el picante, la fiereza y todas esas cosas que imposibilitan eso que llaman mejor toreo de la historia, porque hoy en día los toreros se visten de luces para disfrutar, para crear arte y para todas esas mamadurrias que nos están llevando a la mismísima mierda, hablando en plata, y que solo se les puede ocurrir decir a una insufrible banda de subvencionados con el carné de periodista.
¿Que a santo de qué viene ahora, en este preciso instante, semejante chapa? Pues miren ustedes, viene a santo de que no hace ni dos horas que hemos salido de la tercera y última novillada de San Isidro 2016, festejo en el que se ha lidiado (por decir algo) una novillada de La Ventana del Puerto muy cómoda de hechuras y caras, y que ha desarrollado un comportamiento que se ajustó a la perfección a todas esas cualidades que los mandamases de la Tauromaquia 2.0, a través de sus lacayos de la tele, los papeles, la radio y los portales, demandan con tanto ahínco. Nobilisimos los seis aldeanuevas de La Ventana del Puerto, dulces como la miel y dejándose hacer de todo y, salvo la excepción del primero, no han pegado bocados ni han sido alimañas. En definitiva, una novillada para hartarse a torear.
Ni Alejandro Marcos, ni Joaquín Galdós ni Juan de Castilla (sustituto del lesionado Luis David Adame) han conseguido dar una a derechas, solo han hecho gala de un pegapasismo insufrible y una enorme capacidad para aburrir al personal que da gusto. ¡¡Qué más queréis para triunfar, niños!! ¡¡Qué más queréis!! Si salen encastados y con carbón, malo porque no vale para el toreo del siglo XXI; y si salen dejándose hacer mil y una virguerías y colaborando extremadamente con sus matadores, peor porque lo único que hacen son faenas interminables llenas de trapazos y exentas de colocación, mando y, en definitiva, de verdad.

A Alejandro Marcos le tocó bregar con un novillito que hizo de primero con las dificultades propias que sacan los toros cuando se les brega de pena. El animal tenía motor, y cuanto más se alargaba la faena, más patente quedaba que la nefasta brega a la que fue sometido le enseñó lo que había detrás del trapo. Y así fue como en el epílogo de una faena sin acople, ni temple ni dominio, se llevó por delante al chaval y le pegó una feísima voltereta que le dejó medio grogui. Consiguió matar al novillo con cierta dignidad, pero la vuelta al ruedo que dio fue sonrojante. Bochornosa. De vergüenza ajena. Se le va un novillo son torear y la gente le vitorea, le pide el despojo y, además, le tolera que dé una vuelta al redondel. ¿Hubiera sido tanto si la voltereta no hubiera existido? No, no hace falta que me contesten, era solamente una pregunta retórica.
Con el cuarto bombón volvió a moverse por los mismos derroteros de destoreo, aburrimiento y de pegapases, pero eso sí, un pegapases que se pone bonito. Con musho jarte el chaval, sí señor.

Joaquín Galdós ha llegado a la cunvre de la novillería, o que nos lo han colado bien colado, o como ustedes prefieran llamarlo. Y, después de verlo unas cuenta veces ya, todavía me sigo preguntando el porqué. Este chico seguro que tendrá  otras cualidades fabulosas por ahí, pero desde luego lo suyo no es lo de ser torero. Si ante dos animalicos más bondadosos que toda la congregación franciscana a nuestra con carencias, qué no será si por esas cosas de la vida le sale un animal con ciertas dificultades... Y además, horripilantemente horrible su manejo de la tizona: estocada desprendida al segundo y sartenazo en el número al quinto. Sin comentarios. Que después de lo de hoy medite las cosas, porque tiene mucho por delante.

A Juan de Castilla, vaya por delante que en la tarde de hoy ha sido la primera vez que le he visto torear, y de sus anteriores comparecencias muy poco puedo hablar. Entró ocupando la vacante de Luis David Adams, y la verdad es que no se le puede negar ese merecimiento después de hacerse cargo de cuatro novillos hace tan solo una semana en esta misma plaza, derrochando un pundonor y un coraje propio de quien quiere llegar a ser alguien. Pero, si nos circunscribimos únicamente a la tarde de hoy, hay que hablar de un Juan de Castilla que se ha dejado sin torear a un novillo de ensueño, el tercero. De esos novillos soñados en el momento soñado y en el sitio soñado. Cómo repetía el animal, sin hacer ningún mal gesto, todo dulzura y toreabilidad. Ideal para poner el cotarro bocabajo. El colombiano no lo llevó ni una sola vez toreado, dejaba un hueco entre sus muslos y el novillo que bien podía haber un autobús atravesado, todo pases en línea recta y sin cargar la suerte. Una ruina.
Cerró plaza un novillo colaborador que iba y venía, con el que el joven se embarulló en una faena larguísima en la que no dijo absolutamente nada.

El futuro de la Tauromaquia pasa, en parte, por las manos que han estoqueado esta tarde la nobilísima novillada de La Ventana del Puerto y, después de dar cuenta de todo ello, digo dos cosas:
La primera, para los novilleros: ¿Qué más queréis para triunfar?
Y la segunda, lo de casi siempre: un halagüeño futuro tenemos por delante, sí señor.

DECIMOSÉPTIMA DE FERIA: DE NUEVO PACO UREÑA

En su última comparecencia en esta feria de San Isidro, Paco Ureña ratificó de nuevo que lo suyo es de otra latitud diferente a la que se estila en el neotoreo de hoy en día.
Francisco José Ureña Valero, natural de Lorca (Murcia), es un torero que muchas cosas de las que hace gustan en Madrid: se pone en el sitio, da el pecho, ofrece la muleta plana, carga la suerte, se pasa a los toros a milímetros de los muslos, hace las cosas con gusto y, además, remata los muletazos atrás. En resumidas cuentas, Paco Ureña tiene predilección por el toreo de verdad, el de toda la vida, el que huye de esos retorcimientos horrendos, de torear escondiendo la patita, de llevar al toro en línea recta, de ofrecer solo el piquito de la muleta, de los cites al hilo y de todas esas chabacanas excentricidades de las que hace gala el toreo 2.0. Ureña llegó en esta tarde a Madrid con los puntos aún frescos de la cornada sufrida en el glúteo hace una semana, y esos ogros talibanes que todo lo protestan y no dejan de dar por saco se lo quisieron agradecer al finalizar el paseíllo con una ovación, algo que no fue secundado por esos güenos afisionaos que todo saben en esto de los toros y tan buen paladar tienen para todo. Claro, no había figuras ni torerines guapos en el cartel, ¿qué iban a aplaudir entonces? Por lo cual y consiguiente, solo quedó en tímidas palmas.
A su primero, Paco, muy echado para delante, lo recibió con algunas verónicas en las que primaron las buenas intenciones sobre el acierto. Fue este toro una babosa de Las Ramblas, a la cual no se le picó, que acudía al cite por ir, no miraba raro, ni metía la cara con convicción, ni nada propio de un animal de casta. El matador, pues, hizo las cosas casi a placer, dejó algunos muletazos de bisutería fina con la mano izquierda, un pase del desprecio de aunténtico cartel de toros, y sobre todo, el detalle de hacer las cosas siempre colocado en el sitio y de verdad. ¡¡Qué gustazo en estos tiempos en los que se jalean y se  premian los trapazos citando en la oreja!!
En un arranque de tremendismo del que también dispone este murciano, y que a veces afea sobremanera su buen concepto del toreo, se fue a recibir al quinto de rodillas a la puerta de chiqueros. El toro salió regateando y haciendo extraños, por lo que el matador se quitó de ahí sin pensarlo dos veces tirando el capote.  Acto seguido y una vez repuesto, dejó algunas verónicas a pies juntos despaciosas y de manos bajas. Este de Las Ramblas no fue como el otro de su lote, pues embestía rebrincado, con poco recorrido y llevaba malas intenciones. Ureña se volvió a poner de verdad a intentar sacarle lo mínimo a tan infame material. Y sacar, lo que se dice sacar, sacó un porrazo y un par de naturales arrancados a granel. Poco más.
La oreja le fue concedida, quiero pensar, premiando el conjunto de su buena tarde pero, a ser justos, se antoja muy generosa dado el pinchazo y la estocada caída con la que pasaportó al torito al otro mundo.

La corrida de las Ramblas fue una moruchada más que, además, pecó de una pésima presentación. Con el primero, que recibió una lidia caótica pero no se comió a nadie y era todo bondad, el Cid fue todo corazón por agradar a quienes un día tanto dio y tanto le dieron, pero su desordenada azotea le impidió sacar una mínima pizca de confianza para intentar llevar a la babosa por bajo y sacar algo estimable.
El cuarto fue un piojo de Buenavista que remendaba la moruchada de Las Ramblas, y el torito ofreció una clara colaboración por el pitón derecho que el Cid, de nuevo contagiado del baile de San Vito y sin saber por dónde meter mano, dejó escapar. Alargó además la faena en exceso y sin sentido ninguno. En fin, que siempre nos quedará el agradable recuerdo de aquellos años en los que el gran Manuel Jesús Cid Salas y su prodigiosa mano izquierda nos hicieron llorar de emoción.

La terna fue completada por Jiménez Fortes, que dispuso en su primer turno de un sobrero de Julio de la Puerta para enfrentarse a él con una lupa, y con el que poco pudo hacer dado el escaso potencial del animalico. El sexto tampoco fue material, y Fortes poco más pudo hacer que mostrar voluntad por el vulgo (des)toreo 2.0, ese con el que hoy en día se es figura, y que una vez más alguien ha dejado en evidencia, esta vez un torero que tiene que decir mucho en esto: son Francisco José Ureña Valero, Paco Ureña en los carteles.

sábado, 21 de mayo de 2016

DECIMOQUINTA DE FERIA: BUUUUUUUUM, PETARDO

Petardo de tarde, por todos lados y se mire por donde a mire. Petardo, y de los gordos, de los Lozano, que ha colado en la exprimera Plaza del mundo una insufrible bueyada. De reconocer es la correcta presentación de la corrida, y más en concreto de los cuatro primeros: sin grandes excesos de caja y caritas con poca arboladura, como manda el prototipo Núñez, pero con hechuras bonitas. Y más, teniendo en cuenta quién estaba hoy acartelado. Pero en cuanto a comportamiento, peor imposible. Seis borregos que no se han empleado ni una pizca, ni han hecho aparecer por un momento casta, ni malas intenciones, ni fiereza, ni nada de nada. ¿Habrán pegado los Lozano una manita de pintura negra a seis cabestros que deambulaban por su finca? No sería la primera vez, cuentan las malas lenguas...
Los muermos de Alcurrucén no fueron los únicos en darnos la tarde. Por ahí anduvo el Todopoderoso don Julián, figurón del antitoreo y el antitaurinismo radical ensalzado como la mismísima resurrección de Gallito por su prole de voceros, plañideras, palmeros, pesebreros, pagafantas, subvencionados, lameculos, juntaletras y grandes afisionaos. El Juli vino a Madrid en la tarde de hoy a hacer lo único que sabe: pasar el trámite sin complicarse la vida y poner el cazo para recoger las perras, y a otra cosa mariposa. En el resto de lugares donde pisa, lo de hoy hubiera sido calificado como algo cunvre, y hubiera cortado orejas, rabos y hasta alguna pata, y nadie le hubiera dicho ni mú. Pero Madrid, aunque cada vez es menos Madrid, ciertas cosas no las pasa por alto (aún). Y a Julián, el mayor exponente de la antitauromaquia más antitaurina de cuantas haya, tampoco se le pasan sus vicios.

Petardo también, y de forma literal, fue el de Castella, otro excelso pegapases al servicio de lo burdo y del antitoreo. Al tercero de la tarde, uno de los animales más bobos de cuantos hemos visto en toda la feria, se empeñó en pegarle trapazos e imponer su monofaena, aun no habiendo sentido alguno. Vale que se justifique, pero una cosa es eso y otra que el señorito se chotee de los aficionados de esa manera. Y eso es lo que fue, un choteo y una mofa. Y cuanto más le recriminaba la gente su actitud, más aposta lo hacía, hasta el punto de que le sonó un aviso y, sin inmutarse, siguió dando trapazos al pobre animal. Ahora, que el quinto fue un toro que se movió y tuvo sus quince embestidas por abajo, pero Castella, en vez de tener un poco de amor propio y tapar bocas, se plantó en la oreja del animal a dar trallazos, la mayoría enganchados,  y hasta sufriendo algún desarme. Y por todo ello, escuchó su segundo buuuuuuuum petardo de la feria, ese grito jocoso que se dedica a quien hace méritos para ello. Hay que ser fuertes, aún le queda otras dos tardes en feria.

José Garrido, toricantano en esta tarde, es otro más de esos chavales de los que tantas maravillas se hablan cuando son novilleros y a los que tratan con tantísimo entusiasmo mucho antes de tiempo. Y ante un lote infumable de Alcurrucén, demostró que a él lo que le va es el antitoreo que hacen sus maestros, ese de citar el hilo, descargar la suerte, dar mantazos fuera de cacho, llevarse el toro para fuera, y no para dentro, embarcando con el pico; ponerse pesado, hacer de don Tancredo, y todas esas cualidades tan chabacanas que gasta la Tauromaquia 2.0. "¿Y este es otro de los que iban a tomar el relevo generacional y el que iba a mandar en los toros?", pensábamos, horrorizados, algunos. Tiene otra tarde en la feria, esperamos que lo de hoy haya sido un accidente y ese día demuestre que sabe hacer otras cosas.

Esta decimoquinta de feria fue, a fin de cuentas, el fiel reflejo de lo que es el toreo hoy en día y lo que va a predominar, cada vez con más fuerza, en el futuro. Así de bien nos va, básicamente tenemos lo que nos merecemos.

viernes, 20 de mayo de 2016

DECIMOCUARTA DE FERIA: CÓMO COJEAN, CÓMO COJEAN LOS DEL PUERTO PARA QUE LES VEAN

Hermoso ha sido el desfile de inválidos, cojos, lisiados y tetrapléjicos que nos ha colado como corrida de toros esta tarde Taurodelta, una más, a través de una de sus ganaderías de cámara predilectas: El Puerto de San Lorenzo. Hablar de El Puerto de San Lorenzo es hablar de una importante colección de tostones acumulados y tardes tediosas, de borreguez, de bueyes de carreta, de toretes lisiados, etcétera etcétera etcétera. Y esta tarde, faltaría más, no ha sido menos, y dicha colección se ha engrosado aún más. Toros bien presentados y parejos de hechuras que, desde el primer momento que los toreros les presentaban el capote, empezaban a declarar sus blandengues intenciones. Y claro, eso del caballo y de picar, vaya novedad más novedosa, ha sido mero trámite.
Y es que en una tarde como la de hoy tampoco hubiera sido pertinente traer ganado con una pizca de poder y de casta, no fuera que al maestro de maestros se le fuera por otro lado y sudara más de la cuenta. Tampoco lo hubiera sido para el de los nosecuántos toros para ser figura, a quien parece encantarle disponer de babosas para justificar sus nulos quehaceres. Sí hubiera sido una jodienda mayor para Román, que venía a confirmar la alternativa y a jugarse gran parte de su futuro; y digo hubiera porque, a pesar de quedar inédito con el toro de la confirmación, para él ha sido el toro más potable del encierro, el sexto, y con el que no se ha entendido. 

Enrique Ponce ha sido tratado hoy en Madrid con un respeto y una predisposición de la que muy pocas veces, por no decir ninguna, ha dispuesto en este fuero. Ha recibido al segundo de la tarde con verónicas templadas dando el pasito para atrás siempre, lo que no ha sido impedimento para llevarse una gran ovación. Entendió Ponce a la perfección a este inválido, llevándolo muy elegantemente con una suavidad y un mimo del que ya podrían aprender en las escuelas (pero a ser posible con TOROS, por favor). Empezó doblándose con él para sacarlo a los medios, y de ahí sacó tres doblones muy toreros que enardecieron al personal. Siguió con la derecha, muy despacio todo, dando tiempo entre muletazo y muletazo al animal a recuperarse, y dando pases sin obligar mucho.. ¡¡Qué gran enfermero, sí señor!! Y cuando se hizo con el toro, llegó la fiesta: muletazos con la derecha de esos que, como dicen los que entienden, paran los relojes, y pases de pecho largos, y remates con la mano izquierda de categoría; todo ello con una elegancia y una torería que para qué más. Oigan, que lo de que citara al hilo, con el pico, que no se colocara ni una sola vez en el sitio y que descargara la suerte constantemente, ya si eso lo dejamos para otro momento... Se presume que, tratándose de Ponce, cosas así iban de serie. El fallo a espadas privó al maestro de un triunfo sonoro. 
Para ver al maestro en cuarto lugar, tuvieron que salir tres toros. Tanto el titular como el primer sobrero, también de El Puerto de San Lorenzo, salieron cojos, por lo que dieron trabajo a los cabestros del célebre Florito. Salió el segundo sobrero, una ratita de Valdefresno que, para no desentonar, tuvo de toro de lidia lo que Belén Esteban de intelectual. Salió arrebañando mucho terreno al matador y poniéndolo en aprietos, por lo que recibió en el caballo más que los cinco restantes juntos. Llegó a la muleta pegando topetazos, que no embistiendo, sin recorrido y con la cara mirando hacia las andanadas. Ponce porfió con él, pero siempre en su línea del fuera de cacho y el archiconocido pico de su muleta. Ante tan nefasto material, lo más decoroso hubiera sido no perder mucho tiempo y acabar con el mismo macheteo que usó después de este quehacer. En definitiva, Ponce solventó su actuación en Madrid con un trasteo que derrochó tanta elegancia y temple como ventajismo. La oreja no es el sitio para torear ni el pico de la muleta el mejor instrumento para embarcar al toro. Ni descargar la suerte la mejor declaración de intenciones para torear con pureza. De Ponce, evidentemente, no podemos esperar otra cosa a estas alturas.

Con Daniel Luque seré breve: los mismos trasteos de siempre cargados de su clásica vulgaridad ante dos babosas lisiadas, y un bonito bajonazo para mandar al quinto a manos de los carniceros. Dos toros menos para ser figura.

Y Román, confirmante de alternativa en el día de hoy, que tuvo la suerte de espaldas en el primero al partírsele la pezuña nada más empezar la faena.
Si la mala suerte se cebó con él de esta manera, la diosa Fortuna fue justa al propiciarle en su lote esta mañana un animal, el sexto, con un pitón izquierdo que tenía tres cortijos. Román fue todo voluntad, pero nada más. Ni colocación, ni temple, ni mando, ni acierto, ni nada. Una pena para un chaval que viene a confirmar a Madrid jugándose todo, pero el toreo es así.

Raúl Martí, en dos pares de banderillas al sexto, hizo resurgir en Las Ventas la enorme torería y pureza que gastaba el gran Montoliú para banderillear los toros. Enorme ese torero, fijando al toro sujetando el par con una sola mano, y andándole despacito despacito para clavar cuadrado en la cara. Andar a los toros también es torear.

Una borregada más de El Puerto de San Lorenzo, cuyo representante, me imagino, ya habrá cerrado a estas horas una corrida para la feria del año que viene, y quién sabe si alguna otra o una novillada para el transcurso de este año. ¿Por qué? Son ganas de importunar.

jueves, 19 de mayo de 2016

DECIMOTERCERA DE FERIA: SIN RASTRO DEL FANTASMA DE AGITADOR

Cuando hojeamos por primera vez, hace algunos meses, los carteles de esta feria y vimos la ganadería de Fuente Ymbro anunciada, no pudimos dejar de acordarnos de aquel bravo Agitador. Pues bien, el día de Fuente Ymbro llegó y los aficionados acudimos a la plaza con la esperanza de que la sangre brava de aquel toro corriera por dentro de alguno de sus hermanos lidiados hoy. Pero claro, como no es oro todo lo que reluce, la esperanza depositada en Fuente Ymbro fue directamente proporcional al batacazo que nos hemos llevado al final del festejo, después de dar cuenta de una corrida blandengue, descastada, pastueña y mansa. Terriblemente mansa. No sabemos si porque se les ha indigestado el maíz otra vez, o porque era tarde de figurines y obviamente el ganadero, gran conocedor de lo que tiene, no iba a mandar nada que les complicara la existencia; o por cosas del azar, o vaya usted a saber por qué, pero el caso que la corrida de Fuente Ymbro ha sido, hablando claro, un asco de enormes magnitudes. Sin incluir el quinto, ninguno ha cumplido en el caballo, ni ha hecho falta que se les pegara medio puyazo. Ese quinto no fue como el resto, fue un toro al que su matador le dejó ahí a la buena de Dios para que se estampara contra el muro infranqueable de la montura, y derribó en el primer encuentro romaneando, mientras en la segunda puya cumplió. Algo ya es algo, aunque el animal luego se rajara.

A Urdiales también se le atragantó la tarde de hoy. El de Fuente Ymbro que abrió plaza fue evacuado del ruedo por la parada de cabestros de Florito, y en su lugar salió un sobrero de Buenavista que también flojeó lo suyo en los primeros compases de la lidia y apenas fue picado, por lo que a raíz de esos cuidados más propios de Hospital Central que de la Plaza de Madrid, se vino arriba en el último tercio y sacó buena condición. Vamos, que tuvo para torear en animalito. Y Urdiales apuntó cositas sueltas, pero estuvo muy por debajo. Pases con la derecha sin confiarse y tomando las debidas precauciones, luego a echa la mano a la zurda y deja tres naturales estimables, sigue con la izquierda y la cosa no rompe, vuelve a la derecha y vuelve a apuntar algún redondo bastante bueno... Y hasta ahí el toro, que se quedaba cada vez más corto y Urdiales seguía ahí dando trapazos. Y hasta le sonó un aviso sin haber entrado a matar. En definitiva, mediocre actuación ante un toro que tenía mucho dentro.
La cosa empeoró con creces en el cuarto, un animal pastueño, descastado, que iba y venía sin poner en aprietos a nadie... Y al que el de Arnedo trató con muchas precauciones, sin confiarse jamás con él ni dar el menor atisbo de ganas de triunfar. Pases desangelados, como el que se abanica para quitarse las moscas de la cara. Ni siquiera fue capaz de intentarlo por la izquierda. Mal día para él y los que le esperamos.

Miguel Ángel Perera, ese excelso pegapases de lengua aún más excelsa, estuvo tan inspirado como acostumbra, con esos pases desde la lejanía y con la suerte descargada, sin enmendarse con el toro ni ser capaz de llevarsele hacia dentro. Nada nuevo en él, vaya. Y si no triunfó en el día de hoy no fue porque no estuviera inspirado ni estuviera cunvre. Ni mucho menos, faltaría más. Los que hoy no estaban inspirados fueron sus palmeros y voceros; que no consiguieron hacer efectivo eso de que falta triunfalismo y sobran puristas. Qué petardo, ni Rafael el Gallo en sus tardes más aciagas (los del triunfalismo me refiero, no el maeztro Perera, que estuvo cunvre).
Y no merece la pena seguir.

Talavante se las vio en tercer lugar con un mulo que embestía a media altura con una tontuna y una falta de todo tremenda. Es verdad que ante este toro quiso hacer el toreo, citando siempre dando el pecho y queriendo llevarse al toro atrás bajando la mano, con la figura erguida y gustándose.
Con el sexto cambió la cosa, pero hasta que Talavante se dio cuenta de que a este toro en tablas se le podía torear, pasaron siete u ocho bloques de anuncios de Antena 3. Toro manso donde los haya, de esos que si se le abre la puerta se van escopetados al campo sin pensárselo. Pero Talavante, erre que erre en los medios pegando trapazos fuera de cacho. Si me cuentan que el toro le susurró al oído "te voy a llevar a las tablas por mis santos coj(...) ya que tú no me llevas", hasta me lo creo y todo. Y allí, en la mismísima puerta de toriles, Talavante consiguió sacar algunas series de muletazos en las que intercaló un toreo lineal y hacia las afueras, con otros muletazos mucho más mandones y llevando al toro toreado hacia dentro. Toreando, al fin y al cabo. A ratos, pero toreó. Si hubiera matado en todo lo alto, poco que objetar, pero como la estocada cayó en un lado y además fue contraria, el despojo se antoja, a humilde vista de este aficionado, como un regalito más. Peores hemos visto y peores veremos.

Al final no vimos ningún Agitador ni ningún fuenteymbro de esos que salían hasta no hace muchos años con carbón y mala leche. Mansada muy Gallarda que decepcionó y quedará para los anales del olvido.

miércoles, 18 de mayo de 2016

DUODÉCIMA DE FERIA: SALDO GANADERO Y MEDIOCRIDAD VESTIDA DE LUCES

Decepcionante, tanto por fuera como por dentro. Así fue la esperadísima corrida de Pedraza de Yeltes, que saldó su comparecencia en San Isidro, valga la redundancia, con un importante saldo ganadero.
Toros feos, sin remate, escurridos, haciendo gala de culatas de pollo, grandullones y, a fin de cuentas, mal hechos y de mala presentación. 
"¿No tendría el ganadero otra cosa mejor para venir a la primera Plaza del mundo?", comentaba alguien. "Seguro, pero están reseñados para Pamplona y para Francia", contestaba otro más. 
"Se la llevan adonde se la pagan bien, y punto", apostilla un humilde servidor. La primera Plaza del mundo... ¡¡Pues no queda eso lejos ni nada!! 
Las hechuras de los toros hablaron por sí solas, y todo lo malos que eran para los ojos, también lo fueron para el paladar de los aficionados, que tan amantes del picante y el sabor fuerte, fueron sorprendidos por una dulzura bastante amarga. Y es que la casta, el empuje, el poder, la bravura y todas esas cosas que en esta tarde se esperaba, se la dejaron los seis toritos en casa. Ni se emplearon en varas, ni pusieron en grandes apuros a los lidiadores, ni hicieron que la emoción llegara a los tendidos, ni ná de ná. Más al contrario, el sopor se adueñaba de la plaza a medida que los toros iban siendo evacuados del ruedo por el tiro de mulillas. Pero de esto no tienen culpa solo los toros, pues los seis, sin excepción, tuvieron faena y se podría haber estado con ellos muchisimo mejor de lo que estuvieron Manuel Escribano, Juan del Álamo y el confirmarte Juan Leal. Porque todo lo que tuvieron de descastados y de feos, lo tuvieron los seis aldeanuevas de tontorrones y de animalitos dóciles. ¿Qué más querrá esta gente?

Manuel Escribano volvió a ratificar que lo suyo no es pegar pases bonitos al carretón de turno, que necesita de un toro que venda cara su piel y, a base de pundonor, poder con ellos. A los dos bombones que le cupieron en suerte esta mañana, además de banderillearlos de la forma más ventajista y vulgar que pueda haber, los aburrió con dos faenas en las que no se puso en su sitio ni de casualidad, no remató un solo muletazo donde hay que rematarlo, ni dejó el pico de la muleta quieto por un momento. Muy mala tarde la de Escribano, en resumidas cuentas. 

Juan del Álamo es un genio de esto. El líder de la fiebre orejil que hay en Madrid. Todo un experto en cortar orejas y orejas y orejas la inmensa mayoría de tardes que pisa esta plaza. Y hoy no ha sido menos, faltaría más. Cortó una del inválido tercero, al cual los cuidados paliativos que recibió en varas y en banderillas le hicieron que se quedara ideal para hartarse a torearlo con la muleta sin sudar la gota gorda. Y Jonathan lo hizo, a su manera, pero lo hizo. Sin colocación, sin cargar la suerte, sin rematar los pases atrás, sin llevar al animal toreado... Vamos, lo que suele llamarse una faena al uso moderno. Y claro, como remató la faena por bernardinas, y hasta dio algunos cambiados de esos que tanto gustan a la concurrencia de sombra, la gente se volvió tan loca que se olvidó reparar en que la estocada fue un hermoso sartenazo caído y contrario. No importa, el toro rodó sin puntilla y un nuevo despojo cayó en manos de Juan del Álamo. Y vaaaaannnn....
El quinto fue ideal para terminar de calentar al personal con ese toreo tan característico de Juan del Álamo a lo 2.0, y abrirse de par en par la puerta (chica) grande. Pero no se hizo en ningún momento con el toro. Se le citaba y acudía al punto, se le dejaba el trapo rojo puesto y volvía, y así en unos veinte muletazos que Juan podría haber aprovechado mucho mejor. Trapazos desde la lejanía, falta de convicción, de mando, de temple... ¿Se vería con vértigo de tener la puerta (chica) grande medio abierta? ¿O es que no da para más? Quién sabe...

Confirmó alternativa el gabacho Juan Leal, y lo hizo con un toro complicado, de esos "con muchas teclas que tocar". Toro muy manso y rajado, que salía de cada muletazo mirando a los de las andanadas. Pero tuvo dos cosas: la primera, no se hizo el remolón ni una sola vez que se le citaba, siempre acudía con prontitud al cite y queriendo tomarlo por abajo; y segunda, en una de esas que el matador le dejó la muleta puesta, por puro azar eso sí, el animal repitió humillando, sin pensárselo ni por un instante y sin echar la cara arriba ni quedarse ensimismado mirando el tendido. Curioso, cuando se la dejaron puesta... No así en el resto de la faena, que fue una maraña de medio trapazos, tan pronto como embarcaba al toro en la muleta, pegaba el tirón y se la quitaba sin haber rematado el muletazo y sin llevarlo fijo en el engaño, algo así como "¿la ves? Ya no la ves...". Pero el animalito era llamado e iba sin pensárselo, y cuando se la dejaban puesta, volvía. ¿Quizás es que lo hicieron peor a lo que realmente era? 
Cerró plaza otro animalito que no se lo pensaba dos veces cuando su matador le llamaba. Y repetía. Y si se le pegaba el trallazo a media altura, pegaba el tornillazo y se quedaba corto; y si se le corría la mano y hacía por alargar más el brazo, el animal iba más allá siguiendo la tela humillando. Qué cosas...
Leal, muy bisoño y ante un un lote harto complicado, lo único que acertó a hacer fue a dejar voluntad y pegarse el arrimón. Qué más se le podrá pedir...

Pedraza de Yeltes decepcionó esta tarde en la exprimera Plaza del mundo con un saldo carente de casta, poder, fiereza y bravura; a la par que pastueño, noble y con materia prima para estar bien a poco que se hicieran las cosas. Que no se hicieran, ya es otro cantar. La única ovación de verdad sentida y unánime fue para Marco Leal tras soplarle al primer toro de la tarde un soberbio par a banderillas. 

lunes, 16 de mayo de 2016

DÉCIMA DE FERIA: JOLGORIO, VERBENA Y JUAMPEDRADA EN EL DÍA DEL SANTO PATRÓN

Día de San Isidro, día grande en la capital del Reino. Madrid está en fiestas, con sus chulapos y chulapas luciendo sus mejores galas, las verbenas, los claveles, los mantones de manila, los chotis, la Pradera... Y cómo no, los toros. También en Las Ventas es día grande, el día grande de la feria, y qué mejor manera de festejarlo que con un cartel compuesto por el tronco del que se ramifican los hierros donde se crían esos toros más bravos y con mayor trapío de la historia, y tres toreros que, presumiblemente, son de los que hacen el mejor toreo de la historia. Y hasta con el deseado cartel de "No hay billetes para hoy" hemos festejado este día tan especial, y por supuesto la ocasión era perfecta para darle bien en los hocicos a los de la Capital Animal, con la señora alcaldesa de Madrid y su ilustre Gobierno municipal a la cabeza... Hasta que salió el de cuatro patas y descompuso la tarde, el día del Santo Patrón, a los Santísimo aficionados y hasta al mismísimo patrón que, por muy santo que sea, le habrá hecho mucha gracia festejar su día con el bodrio de esta tarde.

Pongámonos en situación: Seis toros (artistas, debe de ser) de la afamadísima vacada de Juan Pedro Domecq; los dos primeros, sin grandes alardes, correctos de presencia y de bonitas hechuras; el resto, cuatro tulliditos bichejos con hechuras de becerro, impropios para cualquier plaza de primera (y aunque Madrid en muchas ocasiones no lo parezca, lo es). Inválidos, descastados, bobalicones, ninguno ha tomado un puyazo en toda regla... En definitiva, un mojón de corrida. ¡¡Chhhhsssssss!! Pero oigan, con muzha claze. Que se caigan, que huyan del caballo, que no les hagan falta mas que dos picotazos,  que no se empleen, que no tengan poder ni casta, pero sobre todo que tengan muzha claze. Que sean jartistas los toretes, no vaya a ser que a los toreros no les entren las ganas de desplegar a ellos también su maravilloso jarte. Y las babosas de Juan Pedro tenían todo ello, no les ha servido absolutamente para casi nada, pero lo tenían, que es lo importante. ¿Y casta? No, gracias, vuelva usted otro día.
Cartel de toreros de relumbrón, de esos que saben hacer el mejor toreo de la historia al toro más bravo y con mayor trapío de la historia: el ya consolidado Alejandro Talavante, el recién llegado a tan selecto grupo, Roca Rey; y uno que aspira a llegar (aunque ya veremos), Posada de Maravillas, que confirmó la alternativa.
La corrida fue soporífera. Tediosa. Mortalmente aburrida. El primero de la tarde fue pastueño y manejable, iba y venía sin lanzar malas miradas, que es lo que importa, y con flojera en los remos. Posada de Maravillas se embarulló en una faena carente del más mínimo interés, hecha toda ella a base de una hermosa colección de trapazos y enganchones sin conseguir dar un pase a derechas. Cinco pinchazos, los cinco tirándole la muleta al toro en la cara, más una estocada, también tiŕándole la muleta en la cara, fueron la rúbrica.
Talavante pasó sin pena ni gloria ante el segundo, lo más destacable que hizo fue no excederse en demasía ante el toro, cosa de agradecer.
Salió Roca Rey ante el becerro que hizo de tercero dispuesto a armar una de las suyas, y con el público predispuesto a encunvrar al nuevo "pasmo" del toreo. El peruano, ya se dijo el otro día y se vuelve a recalcar, usa el capote para muchísimas cosas, pero no para lidiar ni torear con verdad. Muchos banderazos de esos para cambiarse el capote a la espalda, luego toma trallazo para imitar una gaonera, otro banderazo más por arriba y vuelta coger el capote de nuevo de frente... Pero cero torear y cero lidiar. Con la muleta nos dio otro recital marca de la casa de pegapasismo del bueno, arrimones, enganchones, unos cuantos cambiados de esos por la espalda... Y por supuesto el biiiiieeeeeeennnnjjjjjjjj no faltó acompañando los medio trapazos, aunque en realidad fuera maaaaaaaaaaaal. Como falló con la espada, la cosa quedó en palmas por un lado, y pitos y protestas por el otro.
Talavante volvió a pasar sin pena ni gloria ante el pobrecito cuarto, que apenas sí se tenía en pie. Lo bueno, de nuevo, es que volvió a no excederse.
La corrida estaba siendo un sopor y la gente quería marcha a toda costa. La verdad es que les vino de perlas que tanto al quinto como al abecerrado sobrero, también de Juan Pedro, les sacaran pañuelo verde para poder disfrutar de uno de los espectáculos favoritos de los isidros: los cabestros de Florito. Y entre medias, la banda de música tocando Los nardos. Y como a la gente le encanta la jarana, bailo en los tendidos y acompañó la música con palmas. ¡¡Las peñas de Pamplona en la mismísima plaza de Madrid!! ¡¡Qué gran honor!! ¿Se tirarían el ginc-tónic entre ellos?
El segundo sobrero, de José Luis Marca, un tío, dejó aún más en evidencia la mala presentación juampedrera. Roca Rey volvió a sacar todo su vulgarísimo arsenal de cites al hilo, trallazos hacia fuera, cambiados por la espalda y todas esas cosas que afean el toreo verdadero. La faena no terminó de coger vuelo, y la cunvre se quedó en las ganas.
El sexto y último becerro también se fue para dentro, y los guapos isidros volvieron a rentabilizar la entrada aplaudiendo a Florito y sus berrendos colorados. Salió un sobrero del Conde de Mayalde con hechuras más de gorrinico de San Antón que de toro de lidia, y al que pegaron más cera en el caballo que a todos los anteriores juntos, titulares, devueltos y sobreros. El animal quedó muy aplomado, a la defensiva y topón. Posada de Maravillas le quitó las moscas la mar de bien con banderazos de mil colores y formas en una nueva muestra de que su carrera no va a dar mucho más de sí. Si se novillero ya intuíamos un excelso pegapases carente de gracia torera e inexistente capacidad lidiadora, qué no será de matador. Esta vez mató a la primera, pero volvió a tirar la muleta y salir corriendo de allí como una vieja.

El día grande de San Isidro acabó entre el cabreo del aficionado con la nueva tomadura de pelo de Juan Pedro y lo chabacana que es la tauromaquia 2.0; y la alegría y jarana de los isidros, que bailaron, jalearon a la banda de música, comieron, bebieron, aplaudieron todo lo inaplaudible y hasta vieron por tres veces salir a los cabestros. Vamos, que la plaza de toros de Madrid, amén de ser el botellódromo de todos los días, ayer también estaba convertida en la Pradera. Pero ¿y los toros? ¿Y los toreros? ¿Y la seriedad? Mejor no preguntamos...

domingo, 15 de mayo de 2016

NOVENA DE FERIA: SOPORÍFERA Y MALA CORRIDA DE FLOR DE JARA

Descastada, falta de poder y picante, pastueña, sosa y, a fin de cuentas, decepcionante, tediosa y aburrida. Así ha sido la esperada corrida de Flor de Jara, remendada con dos de San Martín, en la tarde de hoy. Cuatro toros de Flor de Jara, los cuatro primeros, con hechuras y caritas de Santa Coloma, muy en tipo la corrida, bonita y correcta de presencia, y más teniendo en cuenta el encaste al que pertenece. Dos toros de San Martín, quinto y sexto, también de más que correcta presentación y de bella lámina, sobre todo el quinto de la tarde. Y el que quiera ver kilos y moles mastodónticas, que se vaya al zoo de la Casa de Campo a ver hipopótamos y elefantes.
De Santa Coloma solo tuvieron las hechuras los animales, porque en comportamiento fue una hermosísima borregada que no se empleó en absoluto en varas, no sacó ese picante que tanto caracteriza a este encaste, ni malas ideas, ni casta en definitiva, que es lo que le da emoción a esto de los toros. Para lidiar con tan penoso material vinieron un veterano de guerra, Fernando Robleño; un joven que necesitaba como agua de mayo un toque de atención, Miguel Ángel Delgado; y un dinástico del otro lado del charco, Diego Silveti.

Fernando Robleño se las vio en primer lugar con un toro al que le pegaron en varas dos puyazos en regla, lo mínimamente indispensable que se le debe picar a un toro. Lo justo y necesario. Fue un toro de embestida muy suavona, como las de esos cárdenos que tanto gustan en el otro lado del charco a las grandes figuras del neotoreo. Ni una mala idea, ni una sola mala mirada al matador en las muchas paradas que hizo el toro a mitad de los muletazos. Nada de nada, casi parecía un Domecq de capa cárdena. Sin pena ni gloria Robleño con tan poco material.

El segundo flojeó en el primer tercio, y ello llevó a que se le simulara el castigo desde lo alto del jaco. Surtieron efecto los cuidados paliativos, tanto en varas como en banderillas (donde Fernando Sánchez dejó un par enorme), y el animal se vino arriba en el último tercio, ofreciendo veinte arrancadas francas y humillando. Delgado puso tanta voluntad como poco acierto a poderlo y llevarlo toreado por abajo. Hasta que el toro se aburrió, y acabó Delgado pegándose el arrimón y hasta dando las feas bernardinas a la desesperada, cosa inútil cuando los tendidos están despoblados de grandes afisionaos que solamente pasan por aquí en tarde de glamour.

Al tercero también le pegaron dos puyazos en regla, el segundo arrancándose a distancia pero sin emplearse. Fue este otro torete calcado a esos cárdenos tan solicitados por México, suave como el terciopelo y más bondadoso que una monjita de la caridad. Ni Santa Coloma ni leches, un borrego en toda regla al que Silveti le pegó pases desde la lejanía tan cargados de sosería como el animalito que tenía delante. También Silveti se dio el arrimón, y "toreó" por bernardinas, y empezó en los medios con los dichosos pendulazos... Pero claro, ante la ausencia de los grandes afisionaos en el día de hoy, todo pasó desapercibido.

Con el cuarto toro en el ruedo, el tedio y el sopor ya habían campado a sus anchas por los tendidos, y la tarde estaba bendita. Poco se picó a este toro, que lo único que tuvo fue un macheteo por abajo y, acto seguido, quitárselo del medio lo más dignamente posible. Robleño porfió con él, pero lo único que se llevó fueron achuchones, gañafones, malos tragos, un animal cada vez desarrollando más sentido y la indiferencia del público y afición.

Aquí acabó el turno de Flor de Jara, y llegaron los dos remiendos de San Martín. El precioso quinto recibió un fuerte castigo en el que poco se empleó, y llegó a la muleta reservón, incierto, muy mirón, arrancándose de imprevisto y haciendo pasar un trago importante a un apático Miguel Ángel Delgado, que no supo ni qué hacer con él, más que andar por ahí pegando trapazos sin ser capaz de domeñar al bicho.

Y el sexto y último del festejo, también de San Martín, se movió a sus anchas por el redondel sin que nadie fuera capaz de echarle un capote abajo y fijarlo.  La lidia fue caótica y no tuvo orden alguno, nadie se hacía con él. Pero llegó el manso cuando Silveti le presentó la muleta y... ¡¡Sorpresa!! Repitió con nobleza y humillando. Mucho que torear tuvo este sexto, cosa que, para no perderla costumbre, Silveti desaprovechó. Y desaprovechó con una faena trapacera, cargada de trallazos fuera de sitio y sin someter la noble y franca embestida del toro. Hasta que el animal se aburrió de tanta incompetencia y le soltó un "ahí te quedas, aburre a quien yo te diga", y se largó de allí. Pena de animal...

Una pena la corrida de Flor de Jara, esperada por la afición madrileña que tanto tiempo lleva solicitándola con una corrida de toros, vistas las magníficas sensaciones que dejaba en este ruedo hasta no hace mucho lidiando novilladas fuertes y muy encastadas. Todo se tradució en una enorme decepción entre los aficionados, que con tantas ganas la esperaban en esta plaza. Y también mucho aburrimiento y mucho sopor, el mismo que padecemos muchas tardes de la mano de esas ganaderías que venden como "bravas" y nunca han demostrado serlo.
Lo mejor (y único) del festejo, el par a banderillas marca de la casa que Fernando Sánchez le sopló al segundo. Por algo así mereció la pena soportar tanto sopor.

sábado, 14 de mayo de 2016

OCTAVA DE FERIA: PUERTA GRANDE A LA TAUROMAQUIA MÁS BURDA

¡¡Ya desembarcaron las figuritas del neotoreo en la exprimera Plaza del mundo!! Ya han pisado el ruedo de Las Ventas tres de los que hacen el mejor toreo de la historia. Ya vinieron, con sus gatadas debajo del brazo tan cariñosamente preparadas por sus sirvientes ganaduros; y con sus palmerines amantes del ginc-tónic y las faenas trapaceras.
Ya vinieron las figuras, a hacer de Madrid su cortijo y a dejar por los suelos la verdad de la Tauromaquia. 
Lamentable la parcheada becerrada de Cuvillo, que echó tres becerras inválidas, los tres primeros, que seguían el trapito como si fueran corderos, sin lanzar una mala mirada ni poner en apuro alguno a los de luces; y un regordete y más serio jabonero sucio por cuyo comportamiento, que distó a años luz de la bravura, ya podía hablarse más de un "toro de lidia".  Los dos remiendos del Conde de Mayalde, cebones y con leña, se movieron con otro tranco. Una mierda pinchada en un palo, como se dice en el argot de la calle, el primero de los festejos en los que hacen aparición en Madrid los grandes figurones de la Tauromaquia 2.0. 

En los tres primeros "toros" apenas puede rescatarse el más mínimo detallito. Roca Rey en primer lugar tuvo un pobre tetrapléjco al que dio muchos pases embarullados, citando al hilo, escondiendo la piernecita y toreando hacia fuera. En definitiva, el toreo 2.0, con sus pendulazos, sus trapazos por la espalda, sus bernardinas de cierre de faena, sus pases por la espalda, su encimismo... Estarían bien contentos los elegantísimos y guapos afisionaos, que por ser la primera a la que vienen desde el pasado mes de mayo, no se les defraudó. No fuera que se les fuera la ginebra por otro lado y para qué queremos más.

Castella con el segundo se lió a pegar pases y pegar pases, y más pases y más pases, y cada vez más pases, y escuchó un aviso sin siquiera haberse ido por la espada. ¡¡Qué pegapases más bueno!!

Con la tercera borrega, Talavante podría haber abreviado y no hubiera pasado absolutamente nada. Todo lo contrario, nos hubiera ahorrado otro suplicio. Pero es Talavante otro pesado, y se embarulló en otra faena larga sin sacar nada de nada destacable. ¿Para qué tanta terquedad, si luego no hacen otra cosa que hastiar al personal?, me pregunto yo. ¿Lo harán aposta por joder?

Salió el 4°, remiendo del Conde de Mayalde, con más pies y poniendo en apuros a Castella en el saludo capotero. Obviamente, tal atrevimiento le condenó a un castigo en varas que los tres anteriores no recibieron ni juntos. Y el picador José Doblado, al que esperamos que le hayan puesto una buena multa por ello, al partírsele la vara mientras picaba, no se le ocurre otra cosa que meterle el palo astillado al toro por el boquete que anteriormente había hecho con la puya. ¿Se puede ser más... más... más...? Que mejor me callo. Llegó el toro a la muleta con movilidad, podría habérsele aprovechado en quince muletazos bien pegados y poner aquello patas arriba. Evidentemente Castella, con su faena ya pensada, la misma faena de hace uno, dos, tres, seis, diez y doce años, volvió a estar de pena, pegando trapazos sin convicción y cargados de apatía. Y hasta le sonó el "BUUUUM, PETARDO" que dedica el tendido 7 a quien hace méritos para ello. Y lo peor de todo esto no es la tarde que ayer nos dio Castella, sino que todavía nos quedan por aguantarle tres corridas más. Mejor sería que esos días el personal de la plaza, antes de entrar a la localidad, nos requise todo tipo de objetos cortantes, punzantes, cadenas de oro o plata, los cordones de las zapatillas, etc. Por precaución más que otra cosa.

El comportamiento del quinto toro, jabonero sucio de Cuvillo, fue otro cantar. Un toro de lidia, malo malísimo, pero al menos... Un Toro. Un marrajo con mucho genio, y también con mucho que torear. Dos puyazos fuertes le pegaron, de ambos salió de najas. Dolióse en banderillas con ímpetu, tercio en el que puso en algún apuro a los rehileteros. Al primer muletazo de Talavante le birló el trapo rojo de un gañafón. Se dobló con él el matador después esto, supongo que con ánimo de domeñar la violenta embestida del bicho, pero fue más que el toro domeñó a su matador. Siguió la faena, trallazos con la zocata a media altura que hacían que el bicho siguiera pegando tornillazos y poniéndose cada vez más violento. Cambia a la mano derecha, vuelta a los banderazos con la mano alta y los gañafones propios de un toro a la defensiva, más a la defensiva si se le hacen las cosas mal. Y así toda la faena, hasta que ya al final, muy pero que muy muy muy al final, llega Talavante y, milagrosamente, consigue tres naturales bajando la mano y dominando al marrajo. ¡¡Y el animal siguió la muleta, y humillando!! ¡¡La cosa era esa, bajar la mano!! Cuatro naturales más, de los que salió uno limpio y francamente bueno, más una estocada desprendida. Y cayó el despojo. El animalito se fue sin torear, solo cuatro muletazos con la zurda, y visto lo visto creo que hasta de casualidad; muy poco para lo que el complicado animal tenía dentro. Ahí está el figura Talavante, quien si de verdad hubiera tenido que hacerse figura como se hacían antaño, matando toros de verdad y no carretones, no se hubiera quedado ni llevándole el botijo al maestro. Ahí queda lo de ayer, por mucho despojo que cortara.

Y salió el sexto y último, un manejable y noble remiendo del Conde de Mayalde. Roca Rey será muy valiente, se quedará muy quieto, se lo pasará muy cerca, pero el capote no sabe ni por dónde se coge. Utiliza el percal rosa más como un instrumento de tortura a los toros, con esos trallazos intentando imitar las gaoneras, y esos banderazos al cielo como si quisiera torear por tafalleras; pero no como un instrumento de lidia y dominio al toro. Pero claro, como lo que cuenta aquí es que se haga el valiente y se queda quieto, ovaciones y alaridos como a quien hubiera inventado el toreo. Oigan, que también es valiente el de la grúa de Canal Plus, ahí subido todas las tardes, llueva, haga viento, diluvie, haga calor... Y nadie se acuerda del pobre hombre. Puestos a reconocer valientes, ya, ¿qué más da?
Cogió la muleta Roca Rey, y las cosas como son, fue todo muy meritorio. Mucho. De enorme mérito, sí. Como lo leen. Ah, pero ¿acaso no tiene mérito cortar dos orejas en la plaza de Madrid sin haber pegado un sólo muletazo en toda la santa tarde? Pero ni uno. Banderazos. Trallazos. Medios pases en línea. Con la pierna atrás. Metiendo el pico. Fuera de cacho. Destoreando chabacanamente. Haciendo gala de un tremendismo que ni el mismísimo Manuel Benítez Pérez, El Cordobés, hubiera conseguido calcar. Si solo le faltaron los molinetes de rodillas y el salto de la rana... En resumen, Andrés Roca Rey representó ayer en la exprimera plaza del mundo, más exprimera que nunca, una ideal muestra de la negación del toreo verdadero. Y como además sufrió varios arreones, y de la estocada recibiendo salió trompicado por tirarse al toro encima... ¡¡Histeria colectiva!! Que vive el tremendismo, que viva el destoreo, que viva la ginebra, que viva el whisky, que viva el Botellódromo de Toros de Las Ventas... Dos orejas de vergüenza a la Tauromaquia más burda que pueda haber, y el chavalín se hartará a torear y a ganar millones sin dar un muletazo a derechas. 

Y mientras tanto, torerazos como Morenito o Ureña, por poner los ejemplos más cercanos, jugándose la temporada y prácticamente su carrera de tarde en tarde. ¡¡Qué asco adonde hemos acabado!!

viernes, 13 de mayo de 2016

SÉPTIMA DE FERIA: LA CARA, LA CRUZ Y LA CHACOTA

En la séptima de la feria de San Isidro han pasado muchas cosas. Buenas y malas, de todo, y que pueden resumirse en tres palabras: cara, cruz y chacota. 
Empezando por lo malo, la cruz, que es el tabacazo que se llevó Gonzalo Caballero en su labor muletera al tercero de la tarde. Pena, muchísima pena es lo que se siente cuando un chaval que ha demostrado en su época de novillero que sabe torear, y que además se planta esta tarde sin tener un una triste migaja que llevarse a la boca, viene a Madrid en su primera corrida después de la alternativa, jugándose todo, y acabe en el hule sin apenas haberse justificado. Se le desean desde este humilde espacio los mejores deseos de recuperación y un pronto retorno a este ruedo para terminar lo que apenas pudo empezar. 

Siguiendo con lo que dio de sí la tarde, llega el turno de la chacota. Pero no una chacota así, sin máz. Lo que viene siendo una chacota monumental. Un atropello en toda regla. Una burla al aficionado. Una mofa más de Taurodelta (y ya van...). Una afrenta, un esperpento, una vejación, un cachondeo, una chufleta, una chirigota, una ofensa, una mortificación, un zaherimiento, un escarnio, un ultraje, un vejamen, un desmán, un agravio. Y podría seguir así, pero pueden darme las campanadas de fin de año. Los protagonistas de la chanza, Taurodelta con su jefe supremo José Antonio Martínez Uranga a la cabeza, y Pedro Gutiérrez Moya, a quien todos conocemos como "Niño de la Capea". Y es que la responsabilidad de estos señores ante lo ocurrido con su ahijado e hijo, respectivamente, es absoluta. Todos sabemos de la carencia del menor atisbo de facultades para ser torero que derrocha el ahijado e hijo, respectivamente, por lo que la sonora traca que ha habido esta tarde en la Plaza de Madrid no nos pilla a nadie de imprevisto. El niño de padrino y papá, respectivamente, no sabe ni coger un capote, y no queramos por tanto que sepa echar la tela abajo y fijar al toro mientras se anda hacia delante ganandole terreno. Más al contrario, pasó grandes apuros en el saludo de capa a los tres toros que tuvo que estoquear. La cosa sigue mal cuando se inhibe de la lidia y manda a los picadores que procedan a trocear a los pobres animales, al que cerraba plaza llegó incluso a meterlo tres veces bajo el peto, la última en la puerta de arrastre. Y llega el último tercio, y como el toro puede tener carbón y eso no interesa, se le espantan las moscas mientras se hace gala del baile de San Vito, y rápido a por la espada. Tal como en el primero de la tarde. Pero no termina lo malo aquí, ya que es con la espada donde se ve lo peor de lo peor. Varias entradas saliéndose de la suerte, pinchazos en cualquier sitio, si medio entra la espada nunca será en todo lo alto, el pertinente mitin con el descabello para que los antitaurinos tengan para rebuznar un rato, y como el tercero de la cuadrilla tiene envidia y quiere ser también partícipe del jolgorio, a base de diezmil cachetazos se acaba con el toro. Sale el cuarto toro, y El Capea, que en el tercero ha hecho el quite del perdón por algo que recordaban vagamente a chicuelinas, quiere ante todo demostrar que él está por aquí no solo por el padrino y el padre. O sea, quiere ante todo demostrar lo que no existe. Y oigan, que el tío hasta llegó a dar el pecho, echar la pierna delante y llevarse al toro atrás, y lo llegó a conseguir hasta en cuatro ocasiones. Que por otro lado digo otra cosa: si yo soy ganadero y un tío tan patán consigue hacerle eso a uno de mis toros, lo primero que hago nada más llegar a la finca es prepararme una barbacoa con la señora madre que parió a ese toro. Y vuele el mitin con la espada, y un poco más y se queda el bicho para que se lo lleven los berrendos de Florencio el mayoral. 
La tarde sigue, y como Gonzalo Caballero no puede salir a continuar la lidia, es El Capea quien tiene que liquidar al toro que cierra plaza. ¿No querían caldo? -dijo el karma- pues ¡¡tomen tres tazas!! Y otro toro más que salió con pies, y vuelta a la sangría en varas, y vuelta a no querer ni ver al animal en el tercio de muerte, y vuelta a darles para rebuznar a los antitaurinos nada más coger la espada y el descabello. 
En todo esto consistió la enésima oportunidad de uno de los peores toreros que se recuerdan de todos los tiempos, algo que puede calificarse de mil y una formas, pero me niego a llamarlo espantá. Calificarlo de tal forma sería mancillar el buen nombre de grandes colosos de antaño como Rafael "El Gallo", Cagancho, Curro Romero o Rafael de Paula. 
Pero no importa nada de todo lo expuesto, El Capea seguirá por ahí manchando el buen nombre que un día su señor padre sembró, y lo peor es que este lo seguirá permitiendo. Allá él.

Y como en las buenas ocasiones lo mejor queda para el final, hablemos de la cara de la tarde: Morenito de Aranda, que en su último cartucho de Madrid antes de entrar de lleno en la temporada y quedar a la buena de Dios, se llevó una oreja de ley del quinto. Ya en el segundo de la tarde se le vio predispuesto a hacer las cosas bien con un buey de carreta que no hacía otra cosa que pegar gañafones y topar. Morenito se puso en el sitio, no se amedrentó y quiso en todo momento torear por bajo y enroscarse al toro. No había material para culminar tan buenas intenciones. Sí lo hubo en el quinto, un mansurrón, como toda la corrida de El Ventorrillo, que sí sacó más nobleza y permitió al Moreno de Aranda de Duero pegar muletazos cargados de pureza por ambos pitones, siempre dando el pecho, llevando al toro toreado atrás y, además con mucho gusto. De media estocada en lo alto mandó a la industria cárnica al toro, y paseó tan merecida oreja con una sonrisa de oreja a oreja que se bien podría traducirse en un "con la falta que me hacía algo así".

De todo, como el la botica, en esta séptima de abono isidril, que tuvo una cara, una cruz, y una chacota. 

#FuerzaGonzaloCaballero


miércoles, 11 de mayo de 2016

SEXTA DE FERIA: CHABACANERÍA DE ESCRIBANO, PETARDO DE FANDIÑO, Y A RATOS PACO UREÑA

Agua para los melones. Agua para los tomates. Agua para las alcachofas, el maíz, la cosecha y el campo en general. Que llueva, que hace buena falta. San Isidro atiende nuestras plegarias y nos manda agua para todos. "Agua para los sufridos abonados de mi feria, que buena falta les hace", dice el santo patrón de Madrid, y al punto cae un aguacero que hace que se suspenda el enorme saldo de El Vellosino. A veces hay que creer en lo divino a la fuerza.
"Agua para los ricos", dice jocosamente alguien en la grada del 7, donde el agua no llega, mientras se lidia la de El Torero en la sexta de abono. 
La de El Torero, sí,  la misma que lleva tres días dando pie a chascarrillos y cuitas que provienen de los corrales de Las Ventas. Que si solo se aprueban tres en el primer reconocimiento; luego que no, que al final pasan cuatro; esta mañana alguien comentando que se habían reconocido de Torrealta, de Gavira, de Julio de la Puerta... Y el desenlace final, cinco de la ganadería titular y uno, el 5°, remiendo de Torrealta. Las entrañas de la Plaza de Madrid solo son comparables al plató de Sálvame, con la salvedad  de que en aquella, a veces, hay gente normal. Pero solo a veces. 
La de El Torero ha sido una corrida con leña, descarados de cuerna, pero ni por esas se tapaba lo alturrones, bastos y escurridos que eran los cinco. A la altura de cinco escarabajos peloteros los dejó la guapísima pintura que saltó al ruedo en quinto lugar, remiendo procedente de Torrealta. Bonito como él solo el jodío, bien hecho, ofensivo y luciendo trapío. Ni kilos, ni tamaño, ni carnes, no. Trapío, sin más. Tanto como para descomponer a su matador, hasta el punto de no querer ni olerlo. 
Si feos por fuera fueron los de El Torero, por dentro fueron todo buenas intenciones, nobleza, ausencia de la más mínima mala idea, afán por colaborar con sus matadores... Un toro moderno en definitiva, para estar a gusto y no pasar un mal trago ahí delante; aunque exceptuando al tercero, que puso en más de un apuro a su matador por el lado izquierdo. 
No creo que este sea el mejor material que le venga a Manuel  Escribano, acostumbrado a lidiar con zarpazos en lugar de con besitos, y que se llevó el lote de la tarde. Es Escribano un torero esperado en Madrid por lo bien que estuvo el pasado San Isidro y, obviamente, por el famoso indulto en Sevilla. Pero hete aquí que Madrid, aun estando a un nivel lastimoso, no es Sevilla. Mientras en Sevilla le tocan la música por poner banderillas a penca pasada, en Madrid le dan palmas de tango en señal de protesta. Si en Sevilla responden con un silencio sepulcral a la falta de colocación y al no dar ni uno cargando la suerte, en Madrid pronto afloran los pitos y los vozarrones indicando que "estás en Manuel Becerra", "no has dado ni uno", "ponte derecho" o "se te va sin torear", entre otras lindezas. Y sí, se le fue el lote de la tarde con las orejas puestas y sin dar ni uno en el sitio ni cargando la suerte. Chabacana, muy chabacana la tarde de Manuel Escribano hoy en Madrid. 
Peor aún es lo de Iván Fandiño. El segundo de la tarde respondió bien en el capote durante el tercio de banderillas, pero llegó a la muleta pirándose de allí al segundo muletazo. En otra época, Fandiño le hubiera pisado el terreno al toro, se la hubiera dejado puesta y habría acabado fijando al animal. Pero el ánimo del de Orduña no está para esos menesteres, ni mucho menos. Al hilo del pitón citando Fandiño, el toro iba por inercia al segundo muletazo buscando el olor de las tablas, y adiós. Adiós, porque me aburro de ti, de tu pocas ganas de hacer nada y de tu trapito rojo, que un poco más y me lo quitas del medio antes incluso de citar. 
Peor suerte tuvo la cosita preciosa herrada con la A propia de Torrealta. Ya en el recibo, Fandiño no hizo nada por evitar que el toro no tocara el percal, ni de llevarlo por bajo, ni de pararlo. El toro tenía carbón y, para colmo de males, apenas recibió medio puyazo. Total, que el toro sin sangrar, una lidia desastrosa, el ruedo hecho unos zorros por el chaparrón que estaba cayendo y la apatía del torero fue el detonante de una mezcla explosiva que terminó en ¡¡buuum, petardo!!. El de Torrealta tenía mucho que torear, acudía presto a cada cite; y Fandiño, que no era capaz de dar uno limpio y no sometió al toro, hizo que este pareciera mucho peor de lo que fue. Bronca monumental para un torero que tiene el norte perdido.
Paco Ureña es un torero que nos enamoró a todos en esta plaza el pasado mes de octubre toreando al natural. Y por supuesto, todos le esperamos con enormes ganas. El tercero tenía un pitón derecho potable, pero por el izquierdo era, en idioma de calle, un cabrón. No se amedentró Paco por ello, y fue por este pitón por donde le sacó los muletazos más sinceros de los que llevamos de feria. Siempre en el sitio y dando el pecho, cargando la suerte y llevando al toro toreado. Y esto, más tres derechazos a pies juntos que fueron enormes. El mal uso de la espada le privó de una oreja. Todo estaba predispuesto para el lío cuando el nobilísimo sexto salió de la oscuridad de toriles. Un bomboncito el toro, empalagoso como el solo, con mucho que torear. ¿Ureña lo toreó? Pues... Ahí va eso: comienzo de faena con tres muletazos por el derecho muy relajados, templados y descargando la suerte. Le siguen más muletazos por la derecha, algunos buenos, otros no tanto, abundantes trallazos, otros pocos atropellados por querer alargar las series con más de tres muletazos. Se echa la franela roja a la zocata, serie en la que falta acople, y otra más compuesta por tres banderazos a pies juntos fuera de cacho y tirándolo para afuera con descaro. Después de esto vuelta a la derecha para seguir con algún derechazo aceptable y otros pocos no tanto... Y para culminar, pinchazo, estocada en el Rincón, y oreja. Cada cual saque sus propias conclusiones, pero para lo que a este servidor respecta, el torito era de dos orejas y se fue sin que se le sacase todo el provecho que llevaba. Y es que después de ver a Ureña otras veces, estoy segurísimo de que lo sabe hacer mucho mejor. Le esperamos dentro de dos domingos. 

Y con una duda me quedo yo: ¿volverá a haber justicia divina mañana, y desde el cielo el santo patrón de los agricultores, de Madrid y de los sufridos abonados madrileños nos mandará otro chaparrón lo suficientemente fuerte como para librarnos de ese suplicio llamado El Capea? Como sea así, el nada fervoroso que esto escribe se compromete a ir a misa todos los domingos hasta el día del juicio final. Hasta mañana pues.

lunes, 9 de mayo de 2016

CUARTA DE SAN ISIDRO: LA FUTURA CUNVRE DEL TOREO

Y creíamos que nos lo íbamos a perder a lo largo de esta mañana, mientras llovía con fuerza en Madrid y nos llegaba la noticia de que, por segundo día consecutivo, la lona estaba aparcada en algún rincón de Las Ventas. Y de nuevo, gracias al buen drenaje del que hace gala el ruedo de Las Ventas, o lo que es lo mismo, gracias a la pendiente, se ha podido dejar el piso en condiciones más o menos aptas para que se diera el festejo. Y por segundo día consecutivo: Morante, vete a la mierda.

Hablar del festejo de hoy es hablar de las postinerías del escalafón novilleril. La crême de la crême de los festejos menores. El futuro de la Tauromaquia. Los próximos mandamases de la Fiesta. Los que dentro de no mucho comprarán cuatro o cinco fincas, siete ferraris, ocho descapotables, dos o tres yates y en torno a unaz diez mansiones por cada ciudad costera. Vamos, que hoy se ha hecho presente en la primera de las tres novilladas de San Isidro la cunvre novilleril. 
Y ahora hablando en serio, ¿estos tres galanes de hoy son los tan cacareados y famosísimos Álvaro Lorenzo, Ginés Marín y Varea? ¿A estos tres nos quieren colar como el paradigma del toreo? 
¿En serio son estos? ¿Estos tres vulgares pegapases, que ni siquiera saben dejar un toro en suerte, ni fijar un puñetero novillo con el capote, ni entrar a matar, pretenden que sean los que manden y sobre los que caiga todo el peso de la Fiesta? Ay la Virgen, en dónde nos estamos metiendo...

Para tal importante evento en la historia de la Tauromaquia 2.0 se ha adquirido a los señores propietarios de El Parralejo seis novillotes que, para variar, han adolecido de la arcaica combinación casta-poder-pies, no ha sido preciso que se les pique ni una pizca, y han derrochado por consiguiente carencia de malas ideas, flojera, docilidad y todas estas cosas que tanto gusta hoy en día a los amantes del toreo güeno. Los tres primeros, carne de matadero simple y llanamente. Los tres últimos, también carne de matadero, pero con más ánimo colaborador que sus otros tres hermanos. Tuvo esa segunda parte de la novillada algo más que torear, aunque para ello tenían que tener delante a alguien que les hiciera las cosas bien y no les pegara pases, trallazos, banderazos, mantazos, o como se quiera llamar. 

Álvaro Lorenzo es un futuro maestro que, con sus aires retorcidos, sus cites en la oreja y su nula intención de cargar la suerte, no recuerda absolutamente a nadie, la verdad. Y además, tiene una preciosa y hermosa jeta el niño. Nos la mostró mientras daba la vuelta al ruedo al término de su vulgarísimo quehacer ante el cuarto novillero, que remató además con una estocada defectuosa. ¡¡Viva la chabacanería y viva la humildad de los nuevos prodigios!! ¿Le pidió alguien que se paseara por el redondel? Sí, su banderillero, que bien podría procurar poner los pares en lo alto del morrillo en lugar de clavarle al pobre novillo los arpones en el anca. Y dejar de engañar de esa manera, primero, a su jefe; y en general, a los que pagamos. 

Ginés Marín también es un futuro maestro del pegapasismo. Pero eso sí, un pegapases que se pone bonito. Se pone en la periferia, pero se pone muy bonito el chaval, que conste. Pega medios pases y no temple ni uno, pero lo hace muy bonito, hay que reconocerlo. Tira trallazos y no hace el mínimo gesto de intentar enroscarse al toro, pero todo ello lo hace poniéndose bonito eh, quede claro. ¡¡Biiiiieeeeeennnjjjjjj, qué cunvre!!

Varea cerró esta terna de futuras figuras del toreo moderno pudiendo quedar inédito sin más ante el hermosísimo bodrio que salió de sobrero, herrado con el mítico 9 de Aleas (hoy José Vázquez). ¡¡Qué remoto parece quedar aquel famoso chascarrillo que decía "los de Aleas ni lo veas"!! No, será mejor no verlo por aquí nunca más. Y digo pudiendo quedar inédito porque al niño, lejos de abreviar con esa basura, se le antojó quedarse en la cara del paralítico intentando la nada, y el quedar simplemente inédito se convirtió en quedar con poca dignidad de intentar ponerse cañí con un pobre cadáver. Y hasta se enfadó, el hombre... Oiga Varea, ¿acaso le molesta que sus toros se le caigan y no sirvan para nada? Muy sencillo mire, el año que viene venga a confirmar su alternativa con la de Baltasar Ibán, con la de Pedraza de Yeltes o con la de Celestino Cuadri, que esos no suelen caerse...
Para desquitarse de ello se fue a recibir a portagayola al último, pero tan negado estaba el pobre que el novillo le hizo la trece catorce y pasó del tema. Su labor con la muleta distó muy poco de la de sus dos compañeros: vulgar y chabacana, alardeando de la costumbre tan en boga que es el citar escondiendo la pierna y al hilo del pitón, y... Y lo mismo de siempre, en resumidas cuentas, que uno ya se cansa de hablar todos los días de lo mismo. 

Los tres abandonaron el ruedo venteño camino de la alternativa en Nîmes este fin de semana, en carteles de glamour y al lado de los maestros que tanto les han hecho fijarse en los malos vicios de la mediocridad taurina. Se hartarán a torear seguramente, ganarán dinero como para limpiarse el culo con uno de los morados, presumirán de cochazos, fincas y hasta de orejas y triunfos por toda la geografía española y Latina. Pero me temo que, visto lo de hoy, ninguno llegará a emocionar al aficionado exigente. 
Qué tengan suerte en la cunvre del toreo.

La ovación de la tarde, unánime, fue para Iván García después de dos pares de banderillas enormes al sexto; y para Javier Ambel, que lo bordó bregando al segundo.