lunes, 23 de mayo de 2016

DECIMOCTAVA DE FERIA: LOS BOMBONES DE LA VENTANA SE ESTRELLAN CON TRES NOVILLEROS DE SALDO

Estamos hartos, pero que muy hartos, de oír hablar a los mandamases de los toros y a los que de esto saben no sé qué de que hay que evolucionar en el comportamiento de los toros, de que hay que apostar por la nobleza, la toreabilidad, la colaboración con el del chispeante, la docilidad, etc.; y dejar de lado las complicaciones, la casta, la dureza de patas, el picante, la fiereza y todas esas cosas que imposibilitan eso que llaman mejor toreo de la historia, porque hoy en día los toreros se visten de luces para disfrutar, para crear arte y para todas esas mamadurrias que nos están llevando a la mismísima mierda, hablando en plata, y que solo se les puede ocurrir decir a una insufrible banda de subvencionados con el carné de periodista.
¿Que a santo de qué viene ahora, en este preciso instante, semejante chapa? Pues miren ustedes, viene a santo de que no hace ni dos horas que hemos salido de la tercera y última novillada de San Isidro 2016, festejo en el que se ha lidiado (por decir algo) una novillada de La Ventana del Puerto muy cómoda de hechuras y caras, y que ha desarrollado un comportamiento que se ajustó a la perfección a todas esas cualidades que los mandamases de la Tauromaquia 2.0, a través de sus lacayos de la tele, los papeles, la radio y los portales, demandan con tanto ahínco. Nobilisimos los seis aldeanuevas de La Ventana del Puerto, dulces como la miel y dejándose hacer de todo y, salvo la excepción del primero, no han pegado bocados ni han sido alimañas. En definitiva, una novillada para hartarse a torear.
Ni Alejandro Marcos, ni Joaquín Galdós ni Juan de Castilla (sustituto del lesionado Luis David Adame) han conseguido dar una a derechas, solo han hecho gala de un pegapasismo insufrible y una enorme capacidad para aburrir al personal que da gusto. ¡¡Qué más queréis para triunfar, niños!! ¡¡Qué más queréis!! Si salen encastados y con carbón, malo porque no vale para el toreo del siglo XXI; y si salen dejándose hacer mil y una virguerías y colaborando extremadamente con sus matadores, peor porque lo único que hacen son faenas interminables llenas de trapazos y exentas de colocación, mando y, en definitiva, de verdad.

A Alejandro Marcos le tocó bregar con un novillito que hizo de primero con las dificultades propias que sacan los toros cuando se les brega de pena. El animal tenía motor, y cuanto más se alargaba la faena, más patente quedaba que la nefasta brega a la que fue sometido le enseñó lo que había detrás del trapo. Y así fue como en el epílogo de una faena sin acople, ni temple ni dominio, se llevó por delante al chaval y le pegó una feísima voltereta que le dejó medio grogui. Consiguió matar al novillo con cierta dignidad, pero la vuelta al ruedo que dio fue sonrojante. Bochornosa. De vergüenza ajena. Se le va un novillo son torear y la gente le vitorea, le pide el despojo y, además, le tolera que dé una vuelta al redondel. ¿Hubiera sido tanto si la voltereta no hubiera existido? No, no hace falta que me contesten, era solamente una pregunta retórica.
Con el cuarto bombón volvió a moverse por los mismos derroteros de destoreo, aburrimiento y de pegapases, pero eso sí, un pegapases que se pone bonito. Con musho jarte el chaval, sí señor.

Joaquín Galdós ha llegado a la cunvre de la novillería, o que nos lo han colado bien colado, o como ustedes prefieran llamarlo. Y, después de verlo unas cuenta veces ya, todavía me sigo preguntando el porqué. Este chico seguro que tendrá  otras cualidades fabulosas por ahí, pero desde luego lo suyo no es lo de ser torero. Si ante dos animalicos más bondadosos que toda la congregación franciscana a nuestra con carencias, qué no será si por esas cosas de la vida le sale un animal con ciertas dificultades... Y además, horripilantemente horrible su manejo de la tizona: estocada desprendida al segundo y sartenazo en el número al quinto. Sin comentarios. Que después de lo de hoy medite las cosas, porque tiene mucho por delante.

A Juan de Castilla, vaya por delante que en la tarde de hoy ha sido la primera vez que le he visto torear, y de sus anteriores comparecencias muy poco puedo hablar. Entró ocupando la vacante de Luis David Adams, y la verdad es que no se le puede negar ese merecimiento después de hacerse cargo de cuatro novillos hace tan solo una semana en esta misma plaza, derrochando un pundonor y un coraje propio de quien quiere llegar a ser alguien. Pero, si nos circunscribimos únicamente a la tarde de hoy, hay que hablar de un Juan de Castilla que se ha dejado sin torear a un novillo de ensueño, el tercero. De esos novillos soñados en el momento soñado y en el sitio soñado. Cómo repetía el animal, sin hacer ningún mal gesto, todo dulzura y toreabilidad. Ideal para poner el cotarro bocabajo. El colombiano no lo llevó ni una sola vez toreado, dejaba un hueco entre sus muslos y el novillo que bien podía haber un autobús atravesado, todo pases en línea recta y sin cargar la suerte. Una ruina.
Cerró plaza un novillo colaborador que iba y venía, con el que el joven se embarulló en una faena larguísima en la que no dijo absolutamente nada.

El futuro de la Tauromaquia pasa, en parte, por las manos que han estoqueado esta tarde la nobilísima novillada de La Ventana del Puerto y, después de dar cuenta de todo ello, digo dos cosas:
La primera, para los novilleros: ¿Qué más queréis para triunfar?
Y la segunda, lo de casi siempre: un halagüeño futuro tenemos por delante, sí señor.

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