lunes, 30 de abril de 2018

A VUELTAS CON EL NOVILLO DE MADRID

Esta historia cuenta cómo un ganadero que es requerido para lidiar una novillada con sello abrileño en Las Ventas acaba siendo blanco perfecto de los estómagos agradecidos del taurineo. Pasa que este ganadero conoce lo que es la seriedad y el sentido de la responsabilidad, cosa que supone una herejía en los tiempos de la Tauromaquia 2.0, y no se le ocurre otra cosa mejor que acudir a su cita con Madrid trayendo seis novillos bien puestos, fuertes, con cara, trapío, y que perfectamente hubieran pasado como corrida de toros en cualquier plaza de segunda categoría. Como debe ser, que para eso estamos Las Ventas, la (supuestamente) primera plaza del mundo. Qué menos que en este escenario las novilladas tengan ese aliciente de más con respecto a otros lugares. Pero pasa que este señor, por todo lo anterior, está siendo puesto de vuelta y media el día después de haberse lidiado sus productos. ¿Que cuál es el problema de que un ganadero se plante en Las Ventas de esta manera? Aparentemente, no debería de haberlo. Bueno, pues sí. Sí, por lo menos, para esa caterva ilustrada de rufianes que no han tardado ni doce horas en echar sapos y culebras a través de su pluma en contra del ganadero de Los Chospes, solo porque este señor ha venido a Madrid con una novillada ya cuajada y que honra la categoría de esta plaza. 

Vuelta a la misma canción de siempre. Se contratan novilleros poco o nada placeados y, en consecuencia, sin preparación para pasar el duro examen que supone Madrid (uno de los de ayer, Diego Fernández, al parecer se vistió de luces en tan solo en una ocasión la temporada pasada). Cada vez se dan menos novilladas y, por consiguiente, hay menos oportunidades para que los chavales cojan rodaje. Lo anterior, lleva a lo siguiente: en muchísimas ferias importantes ya no se programa ni una triste novillada (valga como ejemplo la próxima feria de Córdoba, plaza de primera categoría por cierto); y también el caso contrario: en muchas localidades pequeñas se programan carteles de figuras en lugar de novilladas, que sería lo suyo en realidad. Por no hablar de los festivales sin novillero, que son cada vez más habituales y, para colmo, su licitud es más que dudosa. 
Y una vez dicho esto, ¿quién tiene la culpa, a ojos de los taurinejos y sus voceros, de que los novilleros vayan a Madrid y se estampen contra una corrida de toros? Efectivamente, del novillo de Madrid, que es muy grande y no permite estar. ¿Se puede ser más fariseo? 

No, la novillada de Los Chospes lidiada en Madrid el domingo no fue "grande". Tenía trapío y el cuajo mínimo indispensable que una novillada debe tener para ser lidiada en Madrid. Que a algunos les parecerá lo mismo, seguro. Pero no lo es.

No, no es una salvajada que un novillero se las vea con un encierro así. En Madrid, por lo menos. Otra cosa sería si habláramos de... Valdecascote del Arroyo, sin ir más lejos. Lo que es una salvajada es hacer que un novillero venga a Madrid sin la preparación suficiente para vérselas con una novillada de Madrid.

No, el problema no es el novillo. El problema son los de siempre, los propios taurinejos. Los que permiten que no se den novilladas en ferias importantes. Los que quitan el sitio a los novilleros hasta en el lugar más recóndito de España solo para satisfacer su propio beneficio. Los que permiten que se den festivales sin novillero. Y con ellos, por supuesto, sus lacayos de la pseudoprensa taurina, que tapan todo ello. 

Y por supuesto que el ganadero de Los Chospes no ha cometido ningún crimen de lesa humanidad trayendo a Madrid tal novillada. Solamente ha cumplido con la exigencia de Madrid, ni más ni menos. Ni tampoco él tiene la culpa de que en Madrid hagan el paseo espadas que no están preparados para dar ese paso de gigante en el toreo. 

Dejen tranquilo al Toro, Rey de la Fiesta por antonomasia, y dedíquense a hacer autocrítica si de verdad quieren salvar nuestra malherida y querida Fiesta. 

viernes, 20 de abril de 2018

JUAN BELMONTE, ESTÓMAGO AGRADECIDO DE LOS TOROS

En el mundo del Toro el nombre de Juan Belmonte evoca infinidad de hitos del toreo: revolución, Edad de Oro del toreo, genialidad, rivalidad con Gallito... También puede evocar uno de los mejores libros de toros que se ha escrito nunca, ese con el que Chaves Nogales dejó plasmada, en 1935, la biografía del Pasmo de Triana hasta ese momento. Juan Belmonte, Matador de toros. Su vida y sus hazañas es el título de semejante joya.

A muchos nos dan ganas de emular a don Manuel Chaves Nogales casi un siglo después, y escribir otro libro acerca de un personaje del momento. Un título perfecto para tal libro podría ser Juan Belmonte, estómago agradecido de los toros. ¿Que quién es ese tal Juan Belmonte? No, no se trata del Pasmo de Triana, aunque pudiera parecerlo. Se trata precisamente de eso, de un estómago agradecido que se mueve y vive la mar de bien de esto de los toros. Un pseudoinformador, con título de periodista seguramente (no sabemos si expedido en el mismo sitio donde la señora Cifuentes cursó su famoso Máster, o en un lugar más serio). Un pagafantas de los taurinejos, algunos toreros y ciertos ganaderos. Un fulano que se arrastra igual que un gusano ante los mandamases de la Fiesta. Un lameingles de quien, dicen, torean mejor que nunca y crían el toro más bravo de la Historia. Un cualquiera que ni él mismo se cree lo que escribe, aunque ello le permita tener contento al amo o amos. Un buen elemento a fin de cuentas.

Su última tesis en cierto panfletucho de desinformación antitaurina así lo certifica. Y como en ella ha sido tan directo y ha dedicado esta nueva hazaña suya a esos "pseudoaficionados que creen que los toros lidiados por las figuras son poco menos que burras con cuernos", no va a ser menos un servidor, quien precisamente reconozco pensar eso mismo, que las figuras vienen a matar algo así como burras con cuernos. Bueno, tanto así tampoco hombre... Jamás se me hubiera ocurrido tan perfecta metáfora. Soy más de "toros descastados, nobilísimos, bobalicones y flojos", "ganaderías que crían el toro ideal para pegar mil pases pero no aguantan medio puyazo y no se emplean en el caballo", o directamente "bichejos semovivientes y no aptos para la lidia en los tres tercios". Pasa que somos muchos los aficionados que defendemos a capa y espada a los del "Tío Picardías", como aquí el juntaletras se refiere al toro encastado, fiero, bravo en los tres tercios y que aguantan dos y hasta tres puyazos, cuatro incluso alguno aunque lo son menos; que evidentemente no le pone las cosas fáciles al que tiene delante vestido de luces (¡¡que estamos hablando de un toro oiga, no de una oveja!!), que vende cara su vida, que no es apto para esa neotauromaquia de los mil mantazos pegados de cualquier forma... Vamos, el Toro. Sin importar su encaste. Cosa que al abrazafarolas de desinformador ese sí parece importarle para saber si embisten o no, a juzgar por lo leído. "Las figuras solo matan lo de Domecq porque embiste y deja expresarse, lo demás no", parece que viene a querer decir el paisano. Es decir, que lo de Domecq no sale con las dificultades propias de la casta, es nobilísimo y dulzón, los toreros lo codician porque van a poder pegarles pases a gusto... Y a mí que me da que este no ha debido de ver una corrida de Pedraza de Yeltes en su puñetera vida. O igual sí, quién sabe, pero en ese día tan marcado se conoce que una rubia con generoso escote pululaba a su alrededor y ello le hizo despreocuparse del ruedo. Tampoco debe de haberse percatado de que al otro lado del charco sus queridísimas figuras del destoreo se hinchan a matar toros de encaste Saltillo, al tiempo que Barralva es repudiada, siendo de la misma vía que ganaderías españolas tipo Puerto de San Lorenzo, codiciada por aquí por figurines. Un día se enterará de que la palabra selección existe y es algo utilizado por los ganaderos bien para formar, independientemente del encaste, una ganadería de toros que sean bravos y encastados, o bien para criar el mojón artista ese que hace las veces de comparsa para que el maestro esté a gusto; y ese día se le quedará la misma cara que se le quedó cuando de pequeño le dijeron que los Reyes Magos no existen. O igual aún cree que sí existen, cualquiera sabe. O a lo mejor escucha hablar de selección y se le vienen a la cabeza Julen Lopetegui, dos Eurocopas y un Mundial. ¿Qué se puede esperar de una persona que, ante tal escenario de tardes historicas con Domecq y tal, "seguirá aceptando que las figuras lleven sus toros debajo del brazo"? Sí, así tal cual. Puede aceptarlo él, que vive y se lucra de esto. El que viva y trabaje para esto, o sea, para dejarse anualmente en torno a cien mil de las antiguas por ir a los toros, puede que no le haga tanta gracia. Ese, que le cuelen a la fuerza lo que viene siendo un animalico terciadito, escaso de cuernos (para colmo retocados por la mano del hombre en muchos casos), y de comportamiento noble y dulce solo para expresarse, arma la Revolución Francesa, y con razón. Porque a fin de cuentas el toro no es un material utilizado para crear arte o para expresarse, como si fuera un bote de acuarelas o un instrumento de música. El toro es eso, el toro. El que sale al ruedo mostrar su condición durante una lidia dividida en tres tercios. Y para ello tendrá delante uno que sepa imponerse a tal condición y sacarle partido. Y, llegado el momento, darle muerte. Que también está ahí, como "momento supremo". Aunque parezca molestarle a unos pocos, que no son del PACMA precisamente (¿o sí?).
También  se atreve el juntaletras con nombre de viejo coloso del toreo a sacar a relucir eso de que
"de toda la vida las figuras han matado lo que han querido". Naturalmente, todos han tenido sus predilecciones: Antonio Ordóñez, Núñez y Pablo Romero; Paco Camino, la procedencia de Buendía; Manolete sentía gran debilidad por Villamarta... Y así todos, sin excepción. Eso es tan verdad como que ninguno obviaba matar corridas de Miura de vez en cuando, o del tronco graciliano o murubeño. O cobaledas. Eso, al señor este con tan bonito nombre, se le olvida mentarlo, que mataban lo que querían, pero al mismo tiempo mataban de todo. Y lo mejor de todo, estaban capacitados para ello y sabían dar una gran dimensión.
Que hoy en día matan lo que embiste... Qué leches, ¿acaso no embiste hoy en día Miura, con sus altibajos propios de toda ganadería? ¿Juan Luis Fraile, Palha o José Escolar, por poner ejemplos, no han echado recientemente grandes toros? O ¿qué me dicen de Baltasar Ibán, considerada por muchos una de las más bravas del momento? ¡¡Claro que embisten!! Pero ojo, ocurre que no embisten como a los importantes del escalafón y a su prole de palmeros les interesa para su Tauromaquia 2.0. Esos toros embisten con exigencia y no perdonan una, no se tragan los miles de muletazos que componen las interminlables faenas de ahora, hacen sudar y hasta miran, porque no son bobalicones. Para unos, corridas del Tío Picardías. Para otros, los "pseudoaficiondos", el Toro, sin más.

Este es Juan Belmonte. El de la actualidad, claro. El que trabaja en los medios de comunicación (anti)taurinos y cuya tarea es justificar y ensalzar cualquier cosa, por indefendible que sea, de los taurinejos más antitaurinos que manejan este cotarro. Este es quien se atreve a poner en duda la afición de aquellos que van los toros día tras día, domingo tras domingo, temporada tras temporada y feria tras feria, por supuesto pagando, sentándose en la dura piedra y teniendo que tragar con toros flojos y descastados, así como toreros repetitivos, vulgares y ventajistas. Y siempre manteniendo viva la esperanza de que algún día salga al contrario y se puede disfrutar de la verdadera esencia del toreo. Pedir casta, integridad y verdad en el toreo, entre otras, ya se sabe que está mal visto y es de no ser aficionado y de ser un reventados y un talibán. Claro, los güenos afisionaos siempre aplauden, no protestan aun habiendo motivos para ello, piden orejas e indultos a cualquier cosa y siempre tragan. Una pena que no todos traguemos, cuántos dolores de cabeza no se ahorraría toda esta banda de pesebreros con carné de periodista cuando les llega la hora de escribir para justificarles y taparles todo a los taurinejos.

miércoles, 18 de abril de 2018

SI BEBE, NO VAYA A LOS TOROS

"Si bebes, no conduzcas", rezan los anuncios televisivos y paneles informativos patrocinados por la DGT. Las consecuencias podrían ser terribles.

"Si bebes, no vayas a los toros", debería rezar en los carteles taurinos y en el reverso de las entradas de los toros. Las consecuencias son devastadoras. A los fabricantes y proveedores de alcohol no les haría demasiada gracia en verdad, sobre todo a los de ginebra. A los de tónica, seguramente que tampoco. Pero han de hacerse cargo de la situación. Que la Fiesta se va a la mierda, oigan.
Tampoco estaría de más, aprovechando la parafernalia que les ha entrado con la modernización de la Fiesta con cubrir las plazas de toros, poner butacas en el tendido, proveer a los porteros de lectores electrónicos para leer las entradas, y demás, poner en cada puerta, ahí al lado de los porteros, a los del Betis con un etiolímetro. Lo veo:

"Sople aquí... Muy bien, 0.0, individuo sin riesgo de pedir indulto y aplaudir hasta a los monosabios cuando ponen en pie al penco. Puede entrar caballero".

"A ver, usted, sople. Un poco más, un poc... ¡¡Hasta que yo le diga hombre!! A ver otra vez, no pare hasta que no se lo indique yo... Muy bien. Vaya, 1.03, le ha dado fuerte al gin-tónic, eh caballero. Así no puede entrar a los toros...". // "¡¡Cómo que no, oiga!! Valiente suflón es usté. Yo soy güen afisionao, ¿entiende? Y para que a uno se le catalogue como tar, no puede venir a los toros zobrio y zin haberze shutao un par de lingotazos de ginebra... ¿Cómo quiere usté que me den entonces el carné de güen afisionao?" // "¿Cómo es posible que siendo usted de la Castilla profunda, tenga cierto deje del Sur?" // "Pué hombre, porque ezo zale en er manuar de güen afisionao...". // "Vaya cogorza lleva... Pues así no puede entrar a los toros, señor mío".
Delicioso...

Lo sentirían también, y mucho, los taurinejos. Casi tanto como los proveedores y fabricantes de bebidas alcohólicas. Ya no solo porque sacarían menos perras procedentes de los vendedores de bebidas que pululan, antirreglamentariamente por cierto, por el tendido mientras el toro está en el ruedo. También porque, aunque suene a broma salida de fakes de Twitter, "No gin, no fiesta". O lo que es lo mismo,  sin gin no hay triunfalismo, y sin triunfalismo a ver cómo se vende que "la Fiesta vive un gran momento, se torea mejor que nunca, estamos ante el toro más bravo de la historia", etc.
Pero hay que ponerse en serio con este tema, porque los toros en verdad es algo muy serio, no puede convertirse la plaza de toros, sea cual sea, en un botellódromo en el que quien no viene de fuera con una chispa muy grande, se la coge dentro, ya sea porque la bebida la ha adquirido en el interior o porque en el chino de la esquina se ha comprado la litrona de Mahou o la botella de Brugal. No recuerdo yo en ir al cine o al teatro, y que gran parte de la sala esté bien azufrada, y aplauda entre acto y acto hasta al que sube el telón, porque "ha derrochao musho jarte en ello", o gritando a los actores biiiiiieeeeeeeeennnnnnnnjjjjjjjjjjj o jandaaaaaaaaa, hasta el punto de que el de la butaca de detrás, que ha entrado más fresco que una lechuga, sale también de grana y oro con sólo inspirar el aliento del chuzo de turno. Caso diferente el fútbol o el baloncesto, claro. Pero igual que no podemos poner a la misma altura a un torero que a un futbolista, ya que el primero sigue en su faena con el muslo rajado mientras el otro sólo con el roce de la bota contraria se retuerce de dolor, no pongamos a la misma altura la afición de los toros a la del fútbol.

Muchos, los taurinejos sobe todo, ven la solución de los males de la Fiesta en el triunfalismo, sea cual sea el precio. ¿De verdad le hace bien a la Fiesta indultar a un animalico que simplemente ha sido nobilísimo y dulce? ¿A un animalico que en el tercio de varas no ha hecho NADA? ¿Ese es el toro que se quiere, un toro bobalicón y que sólo se valorará positivamente si se ha dejado torear con mucha nobleza y clase? Porque si se indulta eso, es porque se quiere que sus futuros hijos tengan la misma cualidad. ¿Ese es el futuro de una ganadería y, en general, de la Fiesta?
¿Le hace bien a la Fiesta que la sola presencia de la nobleza y la carencia de casta y fiereza sea igual a la bravura?
¿Le hace bien a la Fiesta que el pegapasismo tramposo y aliviado a un animalico similar al antes descrito sea considerado "torear"?
¿Le hace bien a la Fiesta que se premien faenas como la anteriormente descrita, rematada además con una estocada que cae en mal sitio?
Para algunos, rotundamente, sí. Allá cada uno. En lo que a muchos respecta, eso es la degeneración de la Tauromaquia. El "todo vale" de toda la vida. "La gente ha sido feliz y se ha divertido, que es lo que cuenta". Pues nada, adiós a los viejos conceptos de la Tauromaquia. Adiós a importancia de los tres tercios de la lidia para determinar la verdadera dimensión del toro. Adiós al toro bravo, fiero y encastado. Adiós a cargar la suerte. Adiós a torear con la muleta plana. Adiós al toreo en redondo. Adiós a la suerte de varas, que ya no sirve porque la bravura moderna prescinde de ella. Adiós casi casi al toreo con el capote. Adiós a la importancia de la suerte suprema como colofón de una faena, qué digo, ¡¡adiós a la suerte suprema, que los antitaurinos dicen que si tal o que si cual y deja una imagen grotesca del toreo!! Al garete todo, que ya no hace falta. Ahora la gente que va a los toros es feliz con el prototipo de toro más tonto que Abundio que se traga una faena de dosmil pases sin rechistar. Es feliz con el toro justito de fuerzas y de poder. Es feliz con que no se piquen a los toros. Es feliz sin haber visto torear con el capote. Es feliz con el pegapasismo mentiroso de llevar al toro en línea recta y escondiendo la pierna. Es feliz con una estocada que ha entrado entera a la primera, aunque haya ido casi al costillar. La gente que va a los toros es feliz con todo eso. Pues muy bien por ellos. Pero ¿es que acaso hay gente que todavía va a los toros? En muchísimas ferias de España, desde luego, ya no se llena la plaza aunque toreen los que, supuestamente, tanto tirón tienen. Por mucho que los charlatanes y vendehumos quieran hacernos creer de que esto no es así. El aficionado de toda la vida se va. Se va cansado de tanto engaño, triste y renegando de algo que un día conoció totalmente diferente a lo que es hoy. Ese aficionado conoció verdaderos colosos del toreo que mataban y podían con todo tipo de ganaderías. Conoció la época en que un toro bravo se le consideraba tal porque resistía un tercio de varas en que se exigía un mínimo de tres entradas en las que se empleaba, porque tenía casta, porque solo se le podían pegar de 25 a 30 muletazos ya que no era tontorrón... Y ahora, pues eso. Abandona porque la antítesis a todo eso es lo normal y lo bueno. O lo cunvre, como se dice en el argot. Se aburre de los toreros que están como fabricados en serie, todos iguales y con el mismo repertorio. Se aburre de que los nuevos valores que salen de las escuelas solamente sepan copiar los malos vicios de las figuras. Se aburre de las torifactorías de nobleza empalagosa, tontuna bóvida y falta de poder para molestar lo menos posible al espada de turno. El aficionado de toda la vida abandona, hastiado de tanta mentira. Que, por otro lado, es lo que a los taurinejos las gustaría, que ese aficionado, por ende crítico y exigente, abandone y no moleste. Pero se van a ver solos en esta. Y se verán solos cuando llegue el día de defender esto de los ataques de los animalistas, y muchos digan tururú, que yo vuestro circo no lo defiendo ni por un sueldo de Nescafé.

lunes, 16 de abril de 2018

DOMINGO VENTEÑO: LOS AUTOBUSEROS VOLVIERON A HACER ESTRAGOS

El honor, la seriedad y el rigor de la Plaza de Madrid, aquella que antaño fue Primera del mundo precisamente por ser líder en todas esas cualidades, ha vuelto a ser mancillados por esos grupúsculos distribuídos por toda la plaza que solo hacen acto de presencia a entrada, autobús y bocata pagado por el chavalín del pueblo, ese que es hijo de la Trini y de Juanito el albañil, sobrino de Eusebio el Carnicero, nieto de Eulalia la de los Moscosos, o de la Josefina la del bar de la plaza, o simplemente el niño conocido de toda la vida. Porque como es torero y actúa esta tarde en Las Ventas, ha fletado dos o tres autobuses desde el pueblo y ha puesto a disposición de sus paisanos 200 o 300 invitaciones para ir a los toros. Y como el niño era tan salao cuando era pequeño, y porque es muy reguapo en la actualidad y además se le rifan las mozas en el pueblo, había que hacer acto de presencia en la plaza de toros, da igual en cual, para apoyarle, aplaudirle hasta los desarmes y las estocadas en mal sitio, sacar el pañuelo blanco para que le den las orejas y hasta pedir que sonara la música mientras toreaba. ¿Qué más da si la plaza de toros en cuestión es la mismísima plaza de Las Ventas, lugar en el cual siempre se han castigado las malas estocadas, se han abroncado a los toreroso que están mal o intentan engañar al respetable, no se aplauden toros mansos en el arrastre y en donde desde hace décadas no se toca la música durante la faena de muleta? Pues sí, este es el nivel que domingo tras domingo soportan los habituales, los pocos habituales, de esta plaza, y que ahí siguen siendo testigos de la agravada degradación sufrida por la Tauromaquia, sin recibir nada a cambio. Y cómo domingo tras domingo se mancilla esta plaza concediendo orejas y ovaciones que ni por asomo vienen a cuento. ¿Es esta la primera vez que se habla de algo así? Noooooo. Es más, raro es el día en que no se hace. Pero hay dos opciones: una, callarse y tragar; y dos, no mostrar conformidad, aun a riesgo de cabrear a los güenos afisionaos quienes, sin soltar el gin-tónic (no fuera a ser que hubiera una cámara cerca y se les pillara de imprevisto para salir en la foto y demostrar así que ellos son mu güenos afisionaos) nunca pasarán por alto la más mínima crítica hacia cualquier torero, por eso de es una falta de respeto opinar o no se qué paparrucha.

En fin, que ante este percal, el mismo de todos los domingos pero con caras y autobuses diferentes, los pocos aficionados habituales que quedan por aquí tomaron asiento con la esperanza de que la novillada de José Luis Pereda, uno de esos hierros que tantos dolores de cabeza ha provocado a lo largo de la inmensa mayoría de tardes que ha lidiado en Madrid, tuviera un desafortunado accidente genético y saliera más o menos decente. Y bien es verdad que la novillada, buena lo que se dice buena, no salió. Pero una de tantas borregadas inválidas que habitualmente lidia este ganadero, tampoco fue. Mansa fue como la que más, ninguno llegó a emplearse en el caballo, salieron todos cantando la gallina y hasta más de uno pegando una coz. Tampoco llegaron a doblar la pezuña ni a dar síntomas de invalidez, aunque bien es verdad que alguno de quedó sin picar. Y lo más importante, que para torear, más que menos, sí hubo ejemplaresYa es algo, aun estando esto a años luz de la verdadera esencia del toro de lidia.

Ángel Jiménez, inhibido durante toda la tarde con el capote, sorteó en primer lugar un ejemplar bondadoso y carente de malas ideas; así como otro con más picante y que de tonto no tenía un pelo en cuarto lugar. Ante ninguno de los dos llegó a acoplarse. Sus dos faenas fueron calcadas y se caracterizaron por la falta de apreturas y de temple, los medio trallazos marcando las afueras a los novillos y, en definitiva, una total y manifiesta vulgaridad que aburrió hasta al más bondadoso espectador.

Como segundo espada del cartel se anunció un novillero al que apetecía verle después de su revelación en 2017 y en esta misma plaza. Pablo Atienza, desde luego, en la tarde de hoy no recordó ni por un momento a aquel novillero que el verano pasado causó tan grata impresión ante la parroquia de Las Ventas. El segundo de la tarde, muy poco sangrado en el primer tercio, noblote, soso y con la casta justa, iba y venía en la muleta sin transmitir la más mínima emoción; y Atienza, con semejante material, se embarulló en una larguísima y hueca faena de muleta. Muletazos por ambas manos, atropellados muchos, otros limpios pero pegando un feo tirón hacia fuera, cites quedándose en la oreja, abuso del pico... Vamos, la monofaena de todos.
El quinto también recibió poca cera en varas, llegando a la muleta con el gas suficiente para aguantar 20 arrancadas que bien podrían haber sido aprovechadas en otros tantos muletazos partiéndose el cuerpo y el alma toreando. Y para poco más. Si con el segundo novillo este novillero se pasó de faena, ante este quinto se sobrepasó. No sólo no aprovechó esas 20 arrancadas, sino que también estuvo muchísimo tiempo delante de un ejemplar que, aburrido ya de su matador, al igual que el respetable, acabó muy agarrado al piso y a la defensiva. Con la espada, mal.

Rafael González se las vio ante un bomboncito, el tercero, ideal para emborracharse toreando y hacer mil y una virguerías. ¿Lo hizo? Pues va a ser que no. Muchos pases, sí. El pendulazo de rigor para iniciar la faena, pues también. Las manoletinas con las que se cierran todas las faenas, tampoco faltaron. Y hasta la voltereta que terminó de calentar al personal y le hace entrar en la faena. Pero toreo, el toreo puro, el de verdad, el de adelantar la pierna y tirar del toro llevándolo detrás de la cadera, pues como que el día que explicaron eso en la Escuela él debía de andar o bien mirando a las musarañas, o leyendo un tebeo de Mortadelo y Filemón. Bueno, él y toda la clase, y en todas las escuelas de tauromaquia y de todas las promociones, a decir verdad. Faena que sirvió de homenaje a la tramposa y chabacana Tauromaquia 2.0, y que sólo cogió cierto vuelo, ante parte de la concurrencia eso sí, cuando el novillo se llevó por delante al chaval. Y como guinda al pastel, estocada tendida y trasera  Y aunque fue surrealista, cayó la oreja. "La peor oreja que he visto concederse en Madrid en años", me escribe mi buen amigo Jorge por WhatsApp. Tal cual. Y no pasa nada. En Madrid se dan orejas por destorear y matar mal, y no pasa nada. Y encima hay que cerrar el pico. Callarse vaya, porque otro pico sí puede utilizarse sin que pase nada ni nadie pueda rechistar.
No hizo nada diferente Rafael González ante el novillo que cerró plaza, ejemplar también noble y con oreja que cortar. Trallazos hacia fuera, pico, pierna atrás, destoreo... Y estocada trasera después de pinchazo, que no fueron impedimento para que el paisanaje sacara el moquero y que los fulanos de las mulillas realizaran su bochornoso show de siempre para cazar media perra de parte de la cuadrilla. Don Trinidad, hoy en el palco, dijo que naranjas de la China, y Rafael González se quedó con las ganas de pasear otra oreja que hubiera supuesto una puerta grande, otra más, que calificarla de sonrojante hubiera sido quedarse corto. Salió a saludar una ovación tributada por el paisanaje, y cuando todo el mundo quedó callado y sin que nadie, a excepción de sus tres banderilleros, se lo reclamara, se pegó una vuelta al ruedo por toda la jeta, ya casi a plaza vacía.

Las Ventas, una vez más, mancillada por la concesión de otro despojo de pueblo y ovaciones y aplausos a cualquier cosa por muy chabacana y anti taurómaca que esta fuera. El aficionado de toda la vida mosqueado, y los del pueblo, tan contentos y felices poque su paisano "triunfó". Adaptando esta plaza a las cualidades de cualquiera que se viste de luces, en lugar del que se viste de luces de adapte a las exigencias y a las cualidades de esta plaza. Qué ruina. El próximo domingo, más autobuses, más paisanos, y más de lo mismo. Y así, hasta que en mayo los autobuseros echen el vuelo para dejar paso a los isidros. A ver quién son peores.

lunes, 9 de abril de 2018

DOMINGO VENTEÑO: SEIS GOLOSINAS DE RICARDO GALLARDO Y TRES PEGAPASES

Acudían esta tarde a Las Ventas los aficionados, los pocos que quedan, con la cosa aún presente de la notable novillada que lidió Fuente Ymbro en 2017 para abrir la temporada, hace ya un año. Cosas de la casta y la importancia del Toro, que suelen ser un buen reclamo. Y así es como fueron aposentándose estos locos, que aún creen en la regeneración del toreo, en el duro granito de la exprimera plaza del mundo, mezclándose un domingo más con los guiris, japos, yanquis... Y, por supuesto, con los güenos afisionaos (ya fueran estos venidos en alguno de los autobuses fletados por los novilleros, o bien porque les regalaron la entrada o el pase al callejón, consumición de gin-tónic incluida). En lo que respecta a los guiris, japos y yanquis, lo mismo de cada domingo: no duraron más de dos toros. Para los güenos afisionaos, tanto los de los autobuses como los del pase al callejón o al tendido por la gorra, seguramente cojonudo todo: aplausos a los mansos en el arrastre, berridos de bieeeeeeeeeeennnnnnnjjjjjjjjjjj y jaaaaaandaaaaaaaaaaa ante el más mínimo trallazo hacia afuera con el espinazo doblado, peticiones de oreja aun después de pinchar y cobrar acto seguido una estocada que ha caído en mal sitio y ha sido peor de ejecución, aplausos y más aplausos mientras el jeta de turno que, vestido de luces, pasa por debajo dando una vuelta al ruedo sin merecimiento alguno... ¡¡No podrán decir que se lo pasaron mal!! Lo malo es que quizás mañana se levantan con sequedad de boca, voz de cazallero, descomposición de tripa, dolor de cabeza, sed a todas horas del día... En solo una palabra, resaca. Al fin y al cabo, es el tributo a pagar por ser un güen afisionao.
Y para el aficionado, que al fin y al cabo es quien pasa por taquilla religiosamente sin importar la ganadería y la terna, si hace frío o calor; si llueve, truena o hace sol; el encierro de Fuente Ymbro se resume en un mojón la mar de hermoso, por descastado, por falto de poder, por manso, y por exceso, demasiado exceso a decir verdad, de nobleza y dulzura. Que como hoy en día solamente importa que los animalillos se dejen en la muleta de manera boyante y sin poner en apuros a los que visten de luces, igual la novillada ha sido hasta buena. Pero si hubiera que medirla por como se medían antaño las corridas, o sea por su comportamiento en el primer tercio, por su bravura y por la emoción que desprende la casta indómita de un toro de lidia, entre otras muchas cosas, la novillada de Fuente Ymbro ha sido vulgar, aburrida y caracterizada por la enorme falta de emoción. Que nadie dice que no se hubiera podido triunfar ante ella y haber estado bien, pero el Toro de lidia es otra cosa, la cual por supuesto se ha podido ver en esta ganadería. 
En cuanto a los señores Isiegas, Ochoa y Téllez, los tres coletas de esta tarde, podría hacerse una observación parecida: si el toreo de hoy en día, eso de torear mejor que no se qué más, es pegar pases sin importar de qué manera, la valoración de sus actuaciones es más que positiva. O como diría un güen afisionao, "lohhh zavalehhh jan eztáo cunvre". Pero si el toreo se entiende por la compenetración de parar-templar-mandar, más cargar la suerte, los tres chiquetes de esta tarde han estado peor que mal. 

Jorge Isiegas ha abierto plaza con un marrajo que no ha recibido mucho castigo en varas y ha destapado las vergüenzas de los de luces, fueran de oro o plata, cuando ha hecho hilo a los banderilleros Jesús Montes y José Antonio Prestel y nadie estaba presto al quite. El primero ha tenido que ser evacuado a la enfermería con una cornada, y el segundo ha recibido un varetazo que le ha mantenido fuera de juego durante su turno en este primer novillo, pudiendo volver a sus quehaceres en sucesivos turnos. Isiegas basó la primera parte de la faena a este ejemplar en la primera raya, donde el novillo tuvo algunas arrancadas boyantes y carentes de maldad que se fueron apagando. Se lo abrió más tarde a los medios, y el novillo dejó más patente aún su mansedumbre, a la par que Isiegas mostraba su vulgaridad y su pegapasismo en una faena que resultó ser tan larga que sonó el aviso cuando el chico cambiaba la ayuda por la espada de verdad. Mató de un feo sartenazo. En cuarto lugar salió el novillo con más pies de la novillada, que ofreció veinte arrancadas para estar mucho mejor de lo que estuvo, otra vez, Jorge Isiegas, que lo desaprovechó con una faena de destoreo basto y carente del más mínimo respeto por la torería eterna. 

A Carlos Ochoa le llevan pregonando desde hace meses los voceros del sistema como futuro figurón del toreo y ese en quien gran parte del peso de la tauromaquia, en el día de mañana, recaerá. Y muy mal, pero que muy muy muy requetemal tiene que estar esto de los toros para que semejante conato de pegapases sea considerado el futuro. Y es que aquí el futuro se dedicó durante toda la tarde a pegar una ostentosa colección de trallazos embarcando al animal con los hilos que sobresalen del pico de su muleta y tirando al toro hacia fuera, sin colocarse en el sitio ni una sola vez (tan fue así que el vestido acabó limpito) y doblando el espinazo que hasta cualquiera de los presentes sentía dolor con tan solo contemplar tan esperpéntica escena de Tauromaquia 2.0. Y todo esto, ante dos animalejos que, por si hace falta decirlo, no se emplearon en varas ni una pizca y derrocharon una condición tan bobalicona y dulce como para haber triunfado rotundamente. Pero no dio para más Ochoa, que hasta haciendo un uso deficiente de la espada, se le pidió un despojo al doblar el segundo de la tarde que el debutante en el palco, el señor don José Magán Alonso, negó sin ningún género de dudas. Dio Ochoa una vuelta al ruedo bajo las protestas de parte de la parroquia. 

Ángel Téllez debutó en Madrid embarullándose en una faena larga que no mostró ninguna característica diferente a la del toreo moderno ante el inválido y pastueño tercero. No menos larga y vulgar resultó ser la faena al novillo que cerró plaza, otro ejemplar con dulzura y manejabilidad más que suficiente para triunfar con rotundidad en Madrid, y con el que Téllez pasó demasiado rato delante pegando trallazos y aburriendo al personal. Nada, absolutamente nada que mereciera la pena en su actuación.

Tampoco lo mereció el conjunto de la tarde, la cual se caracterizó por la falta de casta y de poder que los aficionados esperaban de los novillos de Fuente Ymbro. Un puyazo en lo alto por parte de Marcial Rodríguez al segundo mientras tapabala salida fue quizás lo más destacable de tan aburrido festejo, en el que volvió a quedarse al descubierto, una vez más, lo rapidísimo que avanza la degeneración en la Fiesta. Con este futuro aguardando en la fragua de la novillería, no se puede esperar otra cosa. 

lunes, 2 de abril de 2018

DOMINGO DE RESURRECCIÓN EN MADRID: ¡¡QUÉ BARATO ESTÁ ESTO!!

Decir que el rigor y la seriedad de la plaza de Madrid lleva en caída libre desde hace algunos años, no es nada nuevo. Tampoco lo sería decir que cada año que pasa este hecho se acentúa aún más, y que Madrid está mucho más cerca de una vulgar plaza de talanqueras que de la plaza seria, entendida, justa y rigurosa que antaño fue. Pero a algunos aficionados, lejos de resignarse por esta triste realidad, aún les sigue doliendo que en Madrid se aplaudan toros en el arrastre que han sido inválidos, que las trampas de los toreros sean censuradas por una mínima parte de presentes que encima tienen que callar a requerimiento de voces amenazantes, que se regalen orejas por faenas ventajistas rematadas por estocadas defectuosas, que se aplauda el no picar, que se le dé a un toro una vuelta al ruedo que simplemente ha sido bueno, que se protesten toros por mansos pero esos mismos callen cuando se derrumban por su flojera manifiesta, que...

La afición y seriedad de la plaza de Madrid están en estado terminal, y en el festejo correspondiente al Domingo de Resurrección, paradojas de la vida, ha vuelto a quedar de manifiesto. Seis toros en la tarde de marras de una ganadería con buen historial en los últimos años en Madrid, la de El Torero, de los cuales, salvando al escuálido torito que hizo de tercero y el recogidito y regordete mansurrón que salió en cuarto lugar, han lucido buenas hechuras y aparatosas cornamentas. Una pena la flojera de remos de los dos primeros, que apuntaron nobleza y buenas intenciones en sus correspondientes embestidas, pero que apenas podían mantenerse en pie cuando aquel que tenían delante vestido de luces le sometía por abajo. Dos picotacitos de nada recibió el tercero, flojo de salida pero que se vino arriba en el último tercio y resultó ser un ejemplar que se dejó torear con una nobleza y eso que llaman calidad exquisitas. Mucho más complejo fue el cuarto, manso de libro al que ninguno de los hombres de luces fue capaz de fijar en las telas. Tres entradas al caballo las de este toro, saliendo de la primera dando una coz al punto de notar el palo en el lomo, dejándose pegar en la segunda un lujazo fuerte, y recibiendo una tercera vara en el caballo que guardaba puerta y en la que también le apretaron fuerte. Los corridos en quinto y sexto lugar fueron los mejores del encierro, dos toros que recibieron cada uno dos puyazos en regla y no flojearon de remos en ningún momento, y que además tuvieron mucha nobleza dentro y hasta cierto punto de casta.

Ante este material, David Mora, Daniel Luque y Álvaro Lorenzo. El primero, acabó la tarde con el vestido tal y como se lo enfundó una hora antes de hacer el paseíllo: impoluto y sin la menor mancha de sangre. No se complicó demasiado la vida ante el inválido que abrió plaza, que con más poder hubiera sido de escándalo, estando el matador fuera de sitio durante su largo e intrascendental quehacer. Muletazos por ambas manos citando siempre al hilo, metiendo el pico con su habitual descaro y dando el pasito atrás. El cuarto, muy manso y abanto, no puso las cosas fáciles, pero no es menos cierto que el toro, aunque huidizo, disponía de tal nobleza que, con inteligencia, buena elección de terrenos y temple, bien se le podía haber sacado partido. Tampoco deja de ser cierto que David Mora le consiguiera ligar algunos muletazos meritorios con la mano derecha en el tercio del tendido 8 a base de dejarle la muleta bien puesta y haciendo un uso trascendental de los toques, pero si se dice que todo esto fue con su habitual descaro para meter el pico, citar al hilo y ofreciendo el culo, pasarse al animal lejísimos y dar una descomunal zancada hacia atrás, no se falta a la verdad. Mató de estocada desprendida y trasera y, aunque se le pidió la oreja, por suerte está vez sí, no se concedió.

El hecho de mayor calado que ocurrió en la actuación de Daniel Luque esta tarde es que le quedan otros dos toros menos para ser figura. Uno, el segundo, con un poco más de fuerza hubiera sido para cogerse un empacho toreando. Pero le faltaba precisamente eso, lo más importante: la fuerza. Una pena. La faena de Luque estuvo repleta de enganchones y trapazos marcando el camino hacia fuera siempre. Mató además de una preciosa estocada que hizo guardia, más pinchazo y estocada que degolla al animal. No fue el quinto el toro con el que Luque, de una vez por todas y después de tantos años, se hiciera la figura que tanto ansiaba. Y no porque el animal no valiera para ello. Más bien, porque el que no vale, ni para figura, ni para torero de culto, ni para absolutamente nada, es el propio Luque. Digamos que este quinto, que pidió los papeles y tenía muchísimo que torear, se fue precisamente sin eso: sin torear. Y nuevo mitin con la espada, para redondear la gran tarde de un torero al que cada día le viene más grande todo esto. Lo dicho, dos toros menos para ser figura.

A Álvaro Lorenzo, quien cerraba cartel, van a empezar a lloverle los contratos a partir de este día. Con tres orejas cortadas en Madrid, no es para menos. Pero tres orejas en el Madrid, o del Madrid mejor dicho, de ahora, del siglo XXI, del de los tiempos de hacer pasar por torear mejor que nunca la vulgaridad y las trampas, así como pasar por toro más bravo que jamás se ha lidiado un borrego escuálido e inválido dotado de una nobleza infinita y despojado de la mayor virtud del toro bravo: la casta. Una oreja del noble tercero, al cual empezó la faena de muleta doblándose de forma muy torera. Basa Lorenzo los primeros compases de la faena sobre la mano izquierda para dejar muletazos con mucho sabor y aroma. Sabor moderno, y aroma a Tauromaquia 2.0, pues eso de cargar la suerte y rematar los muletazos atrás no es algo que brillara a lo largo de su actuación, y si lo hicieron, fue por su ausencia. Coge la mano derecha para dejar muletazos que tampoco destacaron por el clasicismo del toreo eterno, y cierra Lorenzo con bernardinas que terminan de calentar al personal. Una estocada desprendida perdiendo la muleta culminó la obra, y ni eso fue impedimento para que el despojo le fuera concedido. Barato, barato...
El sexto cumplió y metió riñones las dos veces que entró al caballo, dejando una pelea aceptable. Lo fue también su comportamiento en la muleta, muy noble y con casta, lo cual Álvaro Lorenzo aprovechó. A su manera, claro. Los que esperaran que se cruzara, diera el pecho, embarcara al toro con la panza de la muleta y vaciara el muletazo atrás, esperaban un imposible. Más trapazos, por ambos pitones, hacia fuera mientras metía el pico con descaro y retrocedía la pierna sin pudor, fueron el principal componente de la faena misma faena de siempre, la que hacen la inmensa mayoría de los que se visten de luces, sean figurones, aspirantes, jóvenes o veteranos, y en cualquier plaza y feria, ya sea Madrid, Sevilla, Bilbao o Valdenueva de las Piedras. Y culminada de nuevo con una estocada defectuosa por trasera y desprendida. Y las dos orejas cayeron como si se hubiera toreado con verdad, clasicismo y pureza, y se hubiera matado de forma fenomenal. En Madrid, nada menos. Y el buen toro que fue este sexto fue tratado como el paradigma de la bravura al serle concedido la vuelta al ruedo en el arrastre.

Ya nada importa, sea lo que sea. Todo vale, incluso en Madrid. Para gloria de algunos, que se creen que los males de la Fiesta se solucionarán con exceso de triunfalismo; y para desgracia de la propia Fiesta, a la que la alarmante falta de autenticidad, en el toro y en el toreo, le está matando.