jueves, 30 de mayo de 2019

29 DE MAYO DE 2019, DECIMOSEXTA DE FERIA: VICTORININES, QUE NO VICTORINOS

Qué días más felices eran aquellos en que los victorinos eran victorinos de verdad. No los trozos de carne y cuernos que conforman los bichejos de ahora, y que de victorinos tienen el hierro y el pelaje cárdeno, como mucho. No, estos no son victorinos. Aquellos victorinos no llevaban sangre en las venas, sino fuego. Fuego que se exteriorizaba en forma de un temperamento y una fiereza desde que asomaban por la oscuridad de toriles hasta que caían rodados tras la estocada. Fuego, temperamento, fiereza, poder, dureza... ¡¡Casta!! Aquello sí era casta de verdad, y seleccionada con mucho esmero y dedicación por quien fue uno de los mejores ganaderos de todas las épocas. Se comían los capotes y las muletas, empujaban al caballo con presteza y grandes alardes de poder, buscaban los tobillos por detrás de los engaños, no admitían fallos por parte de los de luces y no consentían la más mínima duda. ¡¡Esos, esos eran los victorinos verdaderos, y no los de ahora!! 

Ahora, ¿qué diablos queda de todo aquello? Poco. Muy poco a decir verdad. ¿A qué diantres se ha dedicado el señor Victorino Martín (García) desde que se encarga de llevar este hierro en solitario? ¿A qué aspira usted, señor Victorino? ¿Acaso a que sus toros acaben matándolos los figurines esos de todo y a la vez de nada? Pues si es así, "congratulations" que se dice en idioma oficial de la Mundo. "Congratulations", porque está muy cerca de ello. Y la corrida lidiada en la tarde de hoy en Madrid, como tantísimas otras de los últimos años, así lo certifica. Lo de hoy, y lo del pasado Domingo de Ramos, y del pasado San Isidro, y del Domingo de Ramos del pasado año, y de ahí hasta unos cuantos años más atrás, si se les quitara el hierro de la A coronada y se les diera un brochazo en negro o en castaño, pasarían perfectamente como cualquier producto de esas ganaderías de Dios con sangre Domecq por los cuales las figuritas de porcelana suspiran.

¡¡Qué birria más grande lo de esta tarde!! Si con solo con verlos la pinta que gastaban cuando saltaban al ruedo, uno ya se barruntaba que la cosa no iba a ir bien. Seis victorinines seis chicos, escurridos, sin culata ni remate, y con caritas de adolescentes. Un aunténtico saldo ganadero que, como ya digo, su sola presencia en el ruedo despertaban las protestas y el mosqueo del personal. Y eso que la corrida no empezó del todo mal, pues la estrenó un ejemplar que recordó, y mucho, a esas alimañas que le salían antes a esta ganadería con cierta frecuencia. Pero solo fue un mero espejismo, porque lo que vino después, se caracterizó por una cosa que se resume en una simple frase: falta de casta. Tal cual, así como suena. Que no quiere decir esto que la corrida fuera una bueyada de órdago ante la cual cualquier opción de triunfo hubiera sido remota, no. Al contrario, hubo toros para hacer el toreo y con mucho que torear. O como se dice hoy en día, para expresarse, disfrutar una barbaridad, y tal... Para ser exactos, tres toros: uno por cada matador, y que fueron lidiados en 4°, 5° y 6° lugar. Pero, dentro de esa vertiente, hay toros y toros: los que se dejan con bondad, sin hacer extraños y con dulzura empalagosa; y los que son más exigentes, tienen nobleza pero también temperamento, no son la tonta del bote y no admiten errores. Victorinines vs victorinos. Nobleza dulzona y toreabilidad, toda la del mundo. Casta y fiereza, cero. Haciendo referencia a la pelea en varas, los victorinines fueron, metieron la cara abajo y pelearon, pero no con verdadera bravura, ni mucho menos poder. Cumplieron, sin más.
Y en la muleta, toreables y para soñar el toreo. Magníficas personas. Pero de ahí a encastados, hay un universo entre medias. Y esto es lo que siempre ha caracterizado a los victorinos: la casta. No la nobleza boba, no. La casta. Ce, a, ese, te, a. Mientras esta no aparezca, ya pueden salir como quieran los victorinines, que decepcionarán a buen seguro.

La primera parte de la corrida fue protagonizada por esa alimaña ya mencionada, y a la que le siguió un pobrecito desgraciado que tuvo la malísima suerte de toparse con un señor llamado Juan de Dios que, montado a caballo, se lo ventiló de mala manera con dos marronazos. El animal dejó entrever nobleza y afán por acudir a cada muletazo, pero se quedaba corto, se paraba y embestía a media altura. Y el tercero, un tetrapléjico que debió haber hecho a los bueyes de Florencio Fernández mover el trasero, pero estos se quedaron en sus aposentos y el torete, en el ruedo para inri de los parroquianos.

Pero el asunto cambió durante la segunda parte de la corrida, pues salieron tres toros que se prestaron al toreo y ofrecieron posibilidades de triunfo, que fueron aprovechadas o desaprovechadas según los casos. Octavio Chacón no se acopló nunca a las buenas embestidas del cuarto, basando la faena en una vulgar colección de trapazos sin parar quieto en ningún momento. Confianza y mando para conseguir tirar del toro fue lo que en verdad le hizo falta para conseguir aprovecharse del animal. Antes, con la alimaña, tampoco dio la sensación de tener claras las ideas. Bien es verdad que no era un toro para florituras, sino para una lidia de aliño sobre las piernas, como antaño. Pero, lejos de esto, hizo gala de un quiero hacer el toreo moderno, pero no puedo porque mi toro es a contraestilo. ¿Dónde quedaron en esta tarde sus buenas maneras como lidiador poderoso? No, no fue la tarde de Octavio Chacón.

Daniel Luque, don nosecuantostorosparaserfigura, estuvo muy centrado y hasta bien con el segundo. Sí, ese al que su picador destrozó. El toro no tenía mucho recorrido, pero Luque consiguió tirar de él y llevarlo largo en algunos derechazos muy mandones sobre la diestra, sin obligarlo mucho por bajo, pero llevándolo muy metido en la muleta. Si hasta causó una grata impresión y todo... Pero hete aquí que salió el 5°, y a hacer puñetas todo, porque salió en todo su esplendor el verdadero Daniel Luque al que estamos acostumbrados, el pegapases vulgar que si sabe agarrar la muleta es porque los milagros existen. Qué toro para reventar Madrid, por nobilísimo, colaborador y dulce. Luque, pues eso: Luque. Pases. Muchísimos pases. Tantos pases, y ni uno, ¡¡ni uno bueno!! Hacia fuera y desde fuera todos.

Y el bueno de Emilio de Justo, que quedó inédito ante la babosilla inválida que se lidió como 3°, se desquitó de este contratiempo cortándole una oreja al también buen sexto. Buenas en verdad fueron las verónicas de recibo y la enorme media verónica abelmontada con la que abrochó tan buen toreo de capote. No fue una faena completa ni rotunda la que consiguió hilvanar, más aún teniendo en cuenta que había toro de sobra para ello, pero sí cargada de muchos detalles de toreo caro. Comenzó, sin antes doblarse por abajo ni tantearlo, sobre la mano izquierda dando distancia al toro y dejándoselo venir, para darle una serie de naturales algo acelerado, pero siempre cargando la suerte y con intención de rematar la embestida atrás, cerrando la serie con un pase de pecho a pies juntos y llevado a la hombrera contraria que fue de aunténtico cartel de toros. Fueron algunas series más de naturales en las que hubo buena colocación, mucha plasticidad y hasta por momentos logró mandar y llevar al toro atrás, aunque bien es verdad que en otros momentos se le vio un tanto acelerado y no consiguió correr la mano del todo, quedando en muchos medios pases. Siguieron a estas series de naturales otras tantas de derechazos las cuales mantuvieron la misma línea de las anteriores: mucho clasicismo y alardes de toreo caro, colocación y algunos muletazos despaciosos y mandones, entremezclados con otros en los que le quitaba rápido la muleta del hocico al toro y no terminaba de rematarlos. La faena no fue larga. Suficiente para dejar buenas impresiones, pero sin terminar de aprovecharse al máximo del bonacible animal ni de alcanzar gran rotundidad. Cerró la faena, tras cambiar de espada, con intención de torear por naturales completamente de frente, aunque fue más la intención que el resultado, y cerrados eso sí con otro pase de pecho eterno, a pies juntos y rematado en la hombrera contraria. De locura. Mató de un bajonazo que no fue impedimento para que cayera un despojo, baratito baratito si se tiene en cuenta la mala estocada. Por algo es la "suerte suprema".

Otra unánime ovación se la llevó la cuadrilla de Emilio de Justo cubriendo el tercio de banderillas del 6°. Morenito de Arles y Manuel Pérez Valcárcel anduvieron bien con las banderillas, pero quien realmente hizo que se avivaran los aplausos fue Ángel Gómez moviendo el capote. Tan absorto estaba en su gran quehacer, que al llevarlo hacia el burladero del tendido 6 a punta de capote, pegó un traspié que le hizo quedar a merced del toro, el cual no le perdonó y le infirió una fuerte paliza. Por suerte, sin aparentes consecuencias graves, pues se levantó enrabietado tras salir del trance y terminó lo que empezó, para dejar al toro en el burladero del 6 plantado. Plata con quilates.

miércoles, 29 de mayo de 2019

28 DE MAYO DE 2019, DECIMOQUINTA DE FERIA: BUENA CORRIDA DE ESCOLAR GIL, CON LA CUÁL TRIUNFÓ EOLO/CAURUS

En una situación normal, al hablar de la corrida que hoy se ha lidiado con el hierro de don José Escolar Gil, se empezaría haciendo referencia a esas cositas que tan feliz le hacen a cualquier aficionado que se preste. Ya saben, lo de la casta, la dureza de patas, las dificultades, la emoción y tal. Pero ocurre una cosa, que la tarde de hoy no ha discurrido del todo por los senderos de la normalidad, pues ha tenido como protagonista a un señor al que todos los toreros temen casi tanto como a los pitones que miran hacia delante, los toros con los cuartos traseros muy desarrollados, el hierro de la A con asas o que la montera caiga boca arriba. Su nombre, en griego, Eolo. O Caurus, en la antigua Roma. El caso es que este indeseado no ha querido perderse la tarde de los escolares, seguramente porque presumirá de aficionado al toro-toro, o porque no tenía nada mejor que hacer en casa y le apetecía venir a dar por saco; pero sea por lo que fuere, ha deslucido sobremanera la tarde y los toreros, más que menos, se han visto muy dificultados, cuando no imposibilitados, con su afán de ser protagonista esta tarde.

Eolo, o Caurus (desconozco qué nombre le gustará más al colega) dio mucho, muchísimo por saco esta tarde a los de la taleguilla bordada en oro, o plata en el caso de Gómez del Pilar, pero no así a los de cuatro patas y pelaje cárdeno. Esos embisten, se paran, se comen los caballos, mansean o se caen, según los casos, haga frío, calor, lluvia, granizo, nieve, sol, viento o que el arcoiris luzca radiante. Y en esta tarde ventosa, embistieron. ¡¡Y cómo embistieron!! A pesar de que la presentación de la corrida dejó mucho que desear por desigual, con ejemplares correctos y otros verdaderamente sin remate y mal hechos, pero embistió. Unos más que otros. Unos con más claridad que otros. Tampoco llegaron a emplearse con bravura y codicia en varas, sin que tampoco rehuyeran de la pelea. Pero salió la bendita casta. ¡¡Milagro!!

No comenzó la corrida con el mejor ejemplar, pues fue este primero el típico albaserrada tobillero y probón que acortaba mucho el viaje y buscaba al bulto que había detrás de la muleta. Intentó Robleño ponerse a torear según los cánones modernos, o al menos a intentarlo, pero no estaba la cosa para andar pegando pases, ni por la condición del toro ni por la necedad del señor Eolo/Caurus. Por fin desistió, lo macheteó con dignidad y lo mandó al otro barrio no sin pinchar en hasta cinco ocasiones.

El segundo no mejoró la cosa, pues también tenía poco recorrido y aún menos ambición de embestir, y cuando lo hacía era con la cara a media altura. Gómez del Pilar no salió de la segunda raya, y bien que hizo. Basó la faena sobre el lado derecho, intentando tirar del toro y llevarlo largo, llegando a conseguirlo por momentos en algunos derechazos sueltos de mucho mérito. Fue larga la faena, tanto que le sonó un aviso cuando cambiaba el estoque simulado por el de verdad, pero ahí quedaron esos derechazos que le hicieron rayar a buen nivel al torero.

El tercero fue, esta vez sí, uno de los toros de la tarde por encastado, fiero, con pies y mucho que torear. Y todo eso, a pesar de la infame carnicería que le organizó el picador Luis Miguel Leiro, con el beneplácito de su matador, mediante dos varas asesinas. Porque en efecto, a pesar de la tentativa de homicidio que se llevó a cabo en el primer tercio, el toro llegó a la muleta haciendo gala de todas sus facultades. Ángel Sánchez, el hombre, entre el viento y, seguramente, por lo que no es el viento también, anduvo ahí delante haciendo lo que buenamente pudo. Gran toro, Combativo de nombre y con el número 15 en el costillar.

El cuarto completó el lote mas áspero de la tarde. Acudía con prontitud a los cites, pero se quedaba a medio viaje y probaba mucho al matador. Robleño tardó en acoplarse a la situación, pero poco a poco se fue cerrando más a tablas, y también reposándose, para, en esos terrenos del tendido 4, acabar sacando su oficio y tirar del burel en muletazos muy mandones por el pitón derecho y alargando la embestida. No fueron muchos, pero sí los suficientes para dejar un trasteo más que digno. La espada cayó, nunca mejor dicho, en mal sitio, y quizás por ello perdió una oreja.

Sobre el quinto decir que siempre nos quedaremos con la duda, aunque la embestida del animal durante los primeros tercios de la lidia apuntaba alto. Fue también un toro que acudió con alegría y prontitud al caballo, aunque no terminó de emplearse. Gómez del Pilar fue más allá de la segunda raya con él, pero Eolo/Caurus quiso ser aún mas protagonista, y no permitió que el matador estuviera confiado para colocarse, echar la muleta alante y correr la mano con poderío. Y ante tanta duda y telonazo, el toro acabó a la defensiva y pegando tornillazos. Siempre nos quedará la duda de si en otras condiciones...

Y el sexto y último también tuvo intenciones de embestir con fiereza, pero en este caso fue una lástima que anduviera corto de fuerzas en los remos. Lo de Ángel Sánchez ante él fue un calco de su actuación ante el tercero: muchas dudas y falta de confianza provocadas, otra vez, por Eolo/Caurus. No terminó de dar el paso hacia delante el matador, quien lo pasó de muleta tomando muchas precauciones, componiendo una faena larga y hueca. Lo suyo, de momento, tendrá que esperar.

Los de oro, y el de plata, sufrieron la mala baba del señor Eolo/Caurus, pero no así algunos hombres de plata y azabache. Y muy en especial, la cuadrilla de Ángel Sánchez, que ofreció un antológico tercio de banderillas ante el tercero de la tarde. Raúl Ruiz puso dos pares exponiendo mucho, y el par de Fernando Sánchez fue uno de los mejores que se ha visto en toda la feria. Todo ello acompañado por la magnífica brega de Iván García, quien además se llevó al toro casi de punta a punta de la plaza a una sola mano. También expuso mucho la cuadrilla de Gomez del Pilar banderilleando al quinto, destacando un par de Pedro Cebadera.


martes, 28 de mayo de 2019

27 DE MAYO DE 2019, DÉCIMOCUARTA DE FERIA: Y OTRA QUE SE FUE SIN TOREAR

No habrá sido este el encierro más encastado y con más emoción que hayamos visto lidiarse con el hierro de La Quinta. Pero si se dijera de esta novillada que ha sido imposible para el triunfo, y se la calificara como una moruchada infame, tampoco se andaría muy acertado. Evitaré por todos los medios, o al menos se intentará, acudir a la ya clásica frase de muchas novilladas, y que dice algo así como "qué más necesitan estos muchachos para triunfar", pero es harto difícil. Sí, muy difícil, porque esto es el cuento de nunca acabar. La misma historia de casi siempre, novillos bonacibles, suavones, no muy sobrados de poder ni de malas ideas, que no hacen grsn cosa en el caballo, alguno que sale pidiendo los papeles pero sin complicar en demasía al que está delante, que por cierto va indocumentado; pero en general muy dulzones y con falta de sal y pimienta. Que quizás, ese punto de emoción que en ocasiones podría faltarles, les hubiera correspondido ponérselo a los novilleros. La emoción llega por sí sola cuando el coleta de turno se pone en el sitio, carga la suerte y tira de los toros hacia atrás, y ahí están los ejemplos, sin necesidad de salirse de esta feria, dictados por Pablo Aguado o Paco Ureña ante ejemplares que no transmitían más que los de esta tarde. Pero esta tarde los novilleros han estado muy lejos de ello, y han optado por el estar aseadito, la facilidad, la falta de apreturas, el aliviarse, y todas esas cosas que no llegan muy lejos.

Ángel Jiménez, si ya de por sí dispuso del lote más soso, él tampoco hizo por transmitirle al personal maneras lo que se dicen agradables de ver. El primero de la tarde fue un mulo que se movía porque sí, como quien anda por la calle sin rumbo y al final acaba estampado contra una farola por empanado. Mal empezó el novillero descuidando sus tareas lidiadoras, lanceándolo de recibo por puro trámite y sin gracia, y dejándolos irse solos al caballo sin hacer siquiera amago de ponerlos en suerte. Con la muleta lo pasó por la mano derecha en dos series de muletazos, y otras tantas series con la izquierda. Se caracterizó este trasteo por un pegapasismo sin apreturas, a media altura y acompañando la tontorrona embestida del novillo, centrándose más en poner posturitas jartísticas que en otra cosa. Y gracias a los cielos, se fue a por la espada tras esto y el trasteo no fue más allá. Con el cuarto novillo volvió otra vez a descuidar flagrantemente su quehacer lidiador y dejarlos estamparse en el caballo sin sobresaltarse. Y de nuevo, ante un novillo que pareció apuntar en los primeros compases de la lidia pero que acabó aburrido demasiado rápido, volvió a dejar pinceladas de su toreo aliviado, despegado y frío.

El Galo vino a San Isidro avalado por una actuación bullidora, tremendista y que rozó lo puramente circense el pasado agosto. Pareció incluso que quería hacer las cosas bien ante su primero, parándolo de salida y dejándolo en la misma boca de riego, y esmerándose en dejar a sus dos novillos en suerte para acudir a la montura. Hasta quiso dejar de banderillear a este novillo y dejar paso a su cuadrilla. Parecía que el muchachete había asentado la cabeza y se había decantado por darle seriedad a todo lo que rodea a la lidia, pero... Mero espejismo. Fue coger la muleta, y comenzó a rayar la vulgaridad, la chabacanería, el destoreo y las malas maneras. Un novillo como este, por nobilísimo y empalagoso, no salen todos los días y menos en Madrid. Casta, inexistente; toreabilidad, para parar un tren. Lo que se sueña hoy día para eso de torear mejor que nunca, o como quiera que se diga esa mamarrachada moderna. Trallazos hacia fuera, enganchones, más trallazos hacia fuera, más enganchones, después muchos más trallazos y muchos mas enganchones... Y así hasta que le dio por irse a por la espada, para dejar patente que lo suyo tampoco es lo de matar. Y en el quinto sí que sí, sacó toda su artillería. Verónicas muy aceleradas con las cuales no fijó al novillo, un quite por telonazos que aparentaban ser delantales, o algo así; entre medias volvió a poner a los toros en suerte y, esta vez sí, agarró los palos para dejar un irrisorio tercio de banderillas. Comenzó con un par de poder a poder a cabeza más pasada que una paella de chiringuito, le siguió el violín, y finalizó con un tercer par en el que se embarulló recortando y quebrando para acabar tomando el olivo, saliendo de nuevo para dejar un par en el que el toro le comió mucho terreno. Mucho que torear tuvo este 5°, con el cual apareció la bendita casta en el ruedo. No grandes alardes, pero sí lo suficiente para mantener el interés. El pobre chaval, perdido y sin recursos ni ideas para meterle mano, demasiado hizo con salir del trance y acabar matando al novillo. El infierno le espera a quien engaña de esta manera a los chavalines para que sean toreros sin tener la más mínima facultad pars ello.

Francisco de Manuel vino a cerrar la terna, y también a reafirmarle las ilusiones al aficionado. Pero eso, de momento, tendrá que esperar. Pareció prometer su tarde cuando, al recibir a su primer novillo, se lo llevó a la boca de riego con algunas verónicas de cante grande, una bonita media verónica y una larga muy torera que le dejó ahí plantado. Gusta este chico de cubrir el segundo tercio por sí solo, pero nunca han convencido sus maneras de banderillear. Esta tarde, por fin, lo hicieron. ¿Por qué? Porque no puso banderillas, y le relegó tal honor a la magnífica cuadrilla que le acompaña. Y fue una suerte, porque ante ese 3° se lució Iván García. Un buen novillo fue este, pues también tuvo mucho que torear y, aunque moviéndose con nobleza y suavidad, no era la tonta del bote. Ya en los pases de tanteo con los que comenzó la faena sufrió el novillero un arreón que pudo haberle supuesto un disgusto, justo por quedarse con la ventana abierta y al descubierto. Cambió de mano después para torearlo con la zurda, intentando siempre hacer las cosas con despaciosidad pero sin conseguir limpieza ni acople. Ni tampoco colocación, y fue por eso por lo que el novillo volvió a prevenirle con otro arreón que casi le cuesta otro disgusto. A partir de aquí no volvio a confiarse el novillero, le acortó mucho las distancias para asfixiar al novillo, le espantó las moscas pasándolo con vulgaridad sobre la mano derecha, y hasta aquí el trasteo. Eso sí, la estocada que dejó después de pinchar una vez fue magnífica. Con el 6° en el ruedo volvió Francisco de Manuel a intentar torear a la verónica de la misma manera que en su primero y, aunque consiguió volver a ganarle terreno y llevarlo de nuevo hasta los medios, esta vez no salieron con tanta enjundia. Bien poniendo a sus dos novillos en suerte, y tras una magnífica lidia de Iván García, la única buena en toda la tarde, se llevó el novillo al tercio del tendido 5 para comenzar sobre la mano derecha muy despegadito y pegando tirones hacia fuera. El novillo mostró cualidades excepcionales para el toreo, pero estaba claro que no era la tarde de Francisco de Manuel, quien se volvió a embarullar en una faena larga y de corte moderno que destacó por alternar muletazos de nulo acople sobre ambos pitones, y en los que apenas estuvo ni asentado ni confiado. Trasteo vulgar y tedioso ante un animal que se prestó al triunfo y que acabó aburrido de tanto pegapasismo.

Pena de novillos, que se fueron sin torear en la mayoría de los casos; y de orejas, pues se fueron puestas, con la falta que les hacen a los chicos cuando las agarran después de cortadas. Pero ciertamente, si ante una novillada como esta no hay un triunfo rotundo, ¿en el futuro y ante novillos que pidan el carné, qué pasará?
Y no estamos hablando de novilleros poco experimentados ni que estan muy nuevos, sino de chavales que ya llevan algunas temporadas en esto, son de los que mas torean y, además, tienen la alternativa cerrada (caso de Ángel Jiménez) o a punto de caramelo.

domingo, 26 de mayo de 2019

25 DE MAYO DE 2019, DUODÉCIMA DE FERIA: EL VASO MEDIO LLENO O MEDIO VACÍO, SEGÚN SE MIRE

Una más que añadir a la colección. O una menos para acabar. Como con el vaso, dependiendo de si se ve medio lleno o medio vacío. Así podría analizarse también la corrida que ha echado Pedraza de Yeltes en esta tarde. Un señor que vea el vaso medio lleno diría que la corrida ha empujado en varas, unos más y otros menos, pero que por lo general se ha empleado. Seguiría diciendo que ha habido algunos toros que se han prestado al toreo, y que otros, como por ejemplo el lote de Octavio Chacón, tenían buenas intenciones de embestir pero que la falta de fuerzas de la que han hecho gala les ha deslucido bastante. En cambio, quien vea el vaso medio vacío diría que a la corrida le ha faltado básicamente casta, poder y pies, y que efectivamente ha habido toros que se han prestado al triunfo pero les faltaba más picante.

Por otro lado, es miy posible que ambos coincidirán en varias cosas: primera, lo mal presentada que estaba la corrida, con ejemplares escurridos y feos. Segundo, que sí, que efectivamente la corrida ha sido interesante en el primer tercio, y que además esta tarde los picadores, por lo general, han señalado los puyazos en buen sitio y no han cusado los estragos de otras tantas tardes. Coincidiría también en lo bien que han estado los banderilleros de Juan Leal con los palos. Marco Leal, hermano del matador, le sopló al 3° un espectacular par por el cual tuvo que saludar una ovación; y en el 6° Agustín de Espartinas y Manuel de los Reyes hicieron lo propio tras cubrir un buen tercio de banderillas. Y por supuesto, y sin que quepa duda de ello, la coincidencia más exacta entre la opinión de unos y de otros llegaría al hablar de la terna de esta tarde y de lo mal que han andado con ella, despojos aparte. ¡¡Vaya tardecita la que han dado entre los tres!! La corrida de Pedraza no habrá sido un derroche de poder y de casta, pero de ahí a que haya sido imposible para conseguir el mínimo lucimiento, hay un mundo. O dos. Y tres, y cuatro, y cinco, y... No solo que no haya sido imposible, es que ha habido toros de triunfo. Y la terna, lejos de valerse de ello y dar una bonita tarde de toros, ha aburrido más que un cura dando el sermón. Cierto es que Juan Leal, espada con menos antigüedad del cartel, ha sido el único en conseguir despertar pasiones varias en los tendidos, aunque sin convencer a la totalidad de la parroquia. Juan Leal, lo ha demostrado muchas veces ya y hoy no ha vuelto a ser menos, es un torero tan dotado valor como carente de técnica y del más mínimo estilo artístico, rebasando incluso en muchas ocasiones la línea que separa lo serio de lo tremendista. Solo pudo lidiar el primero de su lote (tercero de la tarde), animal  que hizo buena pelea en varas aunque salió suelto de la segunda vara. Se le vio al animal mucha clase y recorrido durante la lidia, y más aún cuando el matador se fue a los medios para comenzar la faena de rodillas. El toro acudió con alegría y repitió como una locomotora mientras que Juan Leal lo pasaba de muleta una y otra vez y sin hacer amago de levantarse cuando se veía apurado. Meritorio mucho, ortodoxo ya menos. Una vez en pie y cogida la muleta con la mano derecha, vuelve a darle sitio en la primera serie de derechazos y el toro sigue embistiendo con un buen tranco, pero el matador se embarulla en una serie de derechazos en los que el animal le desborda y no consigue someterlo. Y a partir de aquí, nos quedamos sin ver más toro, porque empezó el matador a acortar cada vez más y más las distancias hasta meterse, literalmente, entre medias de los pitones, y basar el trasteo en el encimismo, los telonazos y la vulgaridad. Y el toro, asfixiado, comenzó a defenderse aunque no dejó de acudir a cada muletazo al que el matador le citaba. Aun así el matador se vio superado en todo momento por el encastadito ejemplar, y en una de esas le llegó a echar mano y pegarle una cornada en la zona anal. Visiblemente dolorido, volvió a la cara del toro para seguir por la misma tónica del encimismo, pero sin que en ningun momento apareciera el menor atisbo de toreo. Y para culminar, estocada que enterró a la primera y que volvió loca a parte de la concurrencia (quien en su mayoría no calibra en su colocación, como fue el caso que cayó trasera), petición mayoritaria y despojo. Le fue entregado por el alguacilillo y sin pasearla siquiera se metió a la enfermería para ser atendido de la grave cornada, no volviendo a salir para estoquear al último. Pronta recuperación para él.

Octavio Chacón era esperado con ilusión esta tarde por la afición de Madrid, que acabó con el gozo en un pozo. Es este un torero que necesita Toro-Toro para ser capaz de relucir sus cualidades lidiadoras y poderosas, justo lo que esta tarde se le volvió de espaldas. Tanto los dos de su lote como el que mató por Juan Leal sacaron nobleza y afán por embestir bien, pero la evidente falta de fuerzas que arrastraban les hizo quedar en prácticamente nada. Octavio estuvo toda la tarde desempeñando con corrección sus tareas como director de lidia, preocupado de parar a sus toros y de dejarlos en suerte en varas, pero ante tres toros como se han descrito realizó la misma faena: pases siempre a media altura y sin obligar al toro en exceso, despegadito siempre y, lo que es peor, alargando las tres faenas hasta el limite, lo que hizo que la gente acabara cansada, hastiada de tanto pase vulgar y pidiéndole la hora al matador. No ha sido esta la mejor tarde de Octavio Chacón, desde luego.

Tampoco fue la tarde, ni tampoco la feria de Javier Cortés. Si ya en la corrida de La Quinta en la que tomó parte hace algunos días se le vio perdido y por debajo de la situación, en esta tarde ha vuelto a dejar las mismas sensaciones de no estar. Y ante el lote más claro de la tarde. El segundo fue un toro noblote que acudía presto a cada muletazo aunque con el defecto de salir del muletazo con la cara alta. No era fácil, pero Javier Cortés consiguió con muy buena técnica tirar de él y conseguir meterlo en el canasto. Aunque tuvo su mérito, una cosa fue eso y otra muy distinta que los muletazos fueran de mano baja, mandones de verdad y rematados atrás, cosa que nunca sucedió, y la faena acabó sumergida en un mar de trallazos con la figura muy retorcida, metiendo mucho el pico y descargando la suerte. Más de lo mismo ante el quinto toro, quizás el animal que mejor embistió de toda la tarde y el que tuvo más claridad. Cortés, de nuevo, volvió a embarullarse entre mil y un trapazos olvidándose por completo del parar-templar-mandar-cargar. El animal se fue sin torear y así cerró este torero su decepcionante feria.

No habrá sido esto lo que todos esperábamos de Pedraza de Yeltes, pero tampoco ha sido ni mucho menos lo peor con lo que ha venido a Madrid. Nos quedamos con que de momenton ha sido lo que mejor ha embestido al caballo en toda la feria. De largo, vamos.


sábado, 25 de mayo de 2019

24 DE MAYO DE 2019, UNDÉCIMA DE FERIA: TARDE DE EMOCIONES FUERTES

La de historias que se han contado en esta tarde del 24 de mayo del año 2019, undécimo festejo de San Isidro. Historias tristes, historias irritantes, e historias bonitas, emocionantes y entrañables. Asi que manos a la obra y a hablar de toros, que hoy hay motivos para hacerlo con alegría.

La historia triste de esta tarde comienza, en realidad, un 14 de mayo de 2018. Se celebraba entonces la séptima de feria y los toros a lidiar pertenecían al hierro de Las Ramblas. El cuarto toro salió de chiqueros abueyado, huyendo despavorido cada vez que se le presentaba un capote y sin la menor intención de embestir. Vamos, un marrajo de toda la vida, y el cual no merecía otra cosa que no fueran banderillas negras. Lo que ocurrió, todos lo sabemos: al marrajo le sacaron pañuelo verde, sin siquiera hacer amago de sacar la montura e intentar picarlo, como se ha hecho toda la vida. Devuelto por manso, lo nunca visto. Y con esa frase nos quedamos en esa tarde, "lo nunca visto". 24 de mayo de 2019, un año y diez días después, aquello parece haber quedado en mera anécdota que se comenta entre los amigos de los toros con una sonrisa socarrona, por no echar lágrimas. Pero en este día, ocurre otro hecho que bien podría titularse, y de hecho así se hace, "Lo nunca visto, segunda parte". Resulta que el cuarto toro, con el hierro de Juan Pedro Domecq, sale al ruedo y la lidia parece ir con la normalidad propia de una tarde como esta: mansedumbre, flojera, nulidad en varas y picotacitos de nada. El tercio de banderillas ocurre con normalidad y rapidez, sin sobresaltos, y cuando se cambia el tercio y El Juli se dirige al toro, este parece estar lesionado de una mano. Efectivamente, cuando el matador le da los pases de tanteo el toro se resiente y las protestas afloran. El Juli, sin escrúpulos, intenta hacerle la faena al pobre animal, y todos creíamos que esto iba a ser colmo de los colmos... Hasta que la Presidencia sacó el pañuelo verde. Sí, el pañuelo verde, el que indica que hay que devolver el toro al corral y sustituirlo por el sobrero... ¡¡Con la faena de muleta comenzada!! Gran bronca, gritos de "fuera del palco", e incredulidad en la plaza. Otra vez una chacota magna que le da una buena patada al reglamento taurino y deja la seriedad de la Plaza de Madrid hecha unos arapos.

Después viene la historia irritante, y es protagonizada, como no podía ser menos, por el más golfo y sinvergüenza matador de toros de toda la historia. No hace falta extenderse mucho: el llamdo don Julián vino en esta tarde a pasearse por Madrid con una actitud deplorable. "Vengo a Madrid a mesa puesta y sin someterme al bombo, hago un poco el indio sin complicarme la vida, y lo más importante lo del final: pongo el cazo y me llevo todo el parné. Y a los que pagan, que les den morcillas", es el mejor resumen de lo que ha sido su tarde. No vuelvas Julián, hazte ese favor y haznos el favor. Gracias

Y por fin, vienen las notas alegres y bonitas de la tarde, protagonizadas por dos grandes hombres: Paco Ureña y David de Miranda. No solamente fue el hecho de tener en Madrid a dos toreros que en los últimos meses lo han pasado mal a causa de dos graves percances, es que esos dos toreros han venido a Madrid demostrando que todo aquello ha sido superado, y lo han hecho TOREANDO. Sí sí, como suena: TOREANDO. ¡¡Qué alegría más grande!!

Paco Ureña perdió un ojo el pasado mes de septiembre en la feria de Albacete, y durante algún tiempo todo lo relativo al discurrir su carrera fue una incógnita. Por fin se anunció que sí, que efectivamente iba a poder seguir toreando y que empezaría por la feria de Valencia, lo cual fue una alegría porque significaba que estaba en condiciones más que aptas para volver a torear. Ha ido transcurriendo la temporada y las sensaciones eran que Ureña seguía siendo el mismo, pero esas sensaciones había que ratificarlas en Madrid, en su Madrid, la plaza donde tan buenas tardes de toros ha dado. La afición de Madrid le hizo saludar al finalizar el paseíllo en señal de afecto, y ese acto fue correspondido por el torero en su primer turno, tercer toro de la tarde: comienza la faena con algunos doblones que empalma con algunos derechazos imponentes. El de Juan Pedro iba y venía sin ser gran cosa, simplemente se dejaba, y el matador puso todo lo que al toro le faltaba. Siguió Ureña sobre la mano derecha acoplandose poco a poco y cada vez asentándose mejor, hasta que surgió una serie más limpia y mandona que despertó el entusiasmo del personal. Cambió a la zurda y los tres naturales que dejó fueron simplemente colosales. ¡¡El toreo al natural, una vez más!! Siguió la faena con altibajos sobre la mano izquierda, sin lograr tirar del toro con limpieza pero sin dejar de pisar los terrenos comprometidos, ni de cargar la suerte ni de hacer por llevar al toro detrás de la cadera. Queriendo hacer el toreo, en una palabra. La última serie fue con la derecha, buena y bonita, y tras esto cerró al toro con unos ayudados por bajo muy toreros. Tenía la oreja ganada, pero el pinchazo previo y la posterior estocada que cayó  ligeramente desprendida, le impidieron ese honor. Dio una vuelta al ruedo clamorosa. Si sosote fue este toro, el quinto no mejoró nada. Peor aún, se movió con brusquedad, pegaba tornillazos y se quedaba corto. Ureña no escatimó nada en volver a ponerse en el sitio, ofrecer siempre la muleta planchadita y sin ninguna arruga e intentar tirar para detrás. Solo pudo dejar detalles de toreo caro pero sin redondear ante este toro, y con una estocada de magnífica ejecución y colocación, sumada al conjunto de la tarde, hubieran sido suficientes para que se hubiera premiado con una justa oreja. Falló una cosa, muy importante por cierto: la estocada, que cayó baja. Aun asi, paseó una oreja que, debido a la espada, se antoja prescindible. Fue lo de menos en una tarde feliz para el torero y para la afición de Madrid, que tiene de vuelta a uno de sus ojitos derechos.

Y también está la preciosa historia de David de Miranda, quien en la tarde de hoy vino a confirmar la alternativa que tomó hace tres temporadas de la mano de uno que no fue nadie ni nada, José Tomás. David de Miranda llegó a tocar con la yema de los dedos la tragedia, cuando en agosto de 2017 sufrió una fuerte voltereta en la plaza de Toro (Zamora) que le causó graves daños en las cervicales. Nadie tenía claro si volvería a vestir de luces después de tan grave cogida, pero haciendo gala de una gran fuerza de voluntad por salir adelante y recuperarse, volvió a vestirse de luces un año después en su tierra, para torear hasta en siete ocasiones más ese mismo año. Y a la temporada siguiente, la actual, le esperaba Madrid para confirmar alternativa, y en un cartel de campanillas. Y lo hecho por él esta tarde es la mejor recompensa que puede tener un torero que tan mal lo ha pasado. La verdad es que hay que tener una suerte pésima para que el toro con el que uno confirme la alternativa sea un completo mulo que no vaya para delante ni para detrás, y aunque no había nada que hacer ante él, el toricantano ya dio muestras de su valioso concepto del toreo y de sus ganas en esta tarde. Pero tal y como se dijo en la crónica de ayer, la vida es dura pero a veces sabe hacer justicia, y eso se hizo realidad en el sexto toro, el mejor de la corrida con mucha diferencia. Mejor dicho, el mejor y el único bueno. El torero, desde luego, no dejó pasar la oportunidad: comenzó de manera poco ortodoxa con el típico pendulazo desde los medios, y con ello se metió gran parte del público en el bolsillo. Faltaba la otra parte, la afición que se emociona más por una simple tanda de naturales de verdad que por los mil pendulazos y trapazos de rodillas que existan, y no tardó el joven en llevárselos también de calle. Da distancia al toro y en la primera tanda, sobre la mano diestra, no se acopla y pega latigazos hacia fuera. Viene una segunda mucho más despaciosa y mandona, para acabar con una tercera que es buena de verdad, con el torero puesto en el sitio, sin esconcer la pierna y llevando al toro detrás haciendo gala de un portentoso mando. ¡¡El toreo otra vez!! Por fin, coge la mano izquierda, la mano que manda en el toreo, y deja una serie que baja en cierta parte el listón, pero no sin dejar un gran natural. Vuelve a intentar el toreo al natural y esta vez salen buenos de verdad, llevando al toro con mucho poder atrás y con un estilo muy clásico y puro. Una última tanda con la derecha, que sigue por la senda del clasicismo, y hecha la faena. Tocaba matar, pero no sin abrochar la faena de una forma elegante. ¿Unos ayudados por alto? No... ¿Por bajo tal vez? Tampoco... ¿Quizás unos naturales de frente? Quita quita...
Entonces, ¿no sería por...? Correcto, bernardinas. ¿Cómo es posible que un torero que gasta un concepto tan clásico y cargado de pureza, le dé también por los pendulazos, las bernardinas, y todas esas cosas? Pues así es. La faena apuntaba a premio gordo, solo faltaba que la estocada cayera donde tienen que caer si se quiere triunfar en Madrid sin ningún pero. ¿Lo hizo? Más bien no, se fue a un lado. Y eso empañó la concesión de la segunda oreja. Un torero que torea en Madrid, por muy bien que esté no se le puede conceder una segunda oreja si no ha matado en el sitio, y eso ha sido así toda la vida. Orejas aparte, fue una alegría encontrarse con este torero triunfando con tanta fuerza y tanta verdad después de todo lo que ha pasado. Una historia entrañable que, junto a la de Paco Ureña, dio la nota emocionante de la tarde en el marco de otra juampedrada que pecó de lo mismo de siempre: nula presencia, falta de fuerzas, descaste, mansedumbre y sosería. Ni siquiera ese buen sexto tapa las vergüenzas de semejante corrida. El año que viene más, por desgracia. 

¡¡Viva el toreo eterno y vivan los buenos toreros!!

viernes, 24 de mayo de 2019

23 DE MAYO DE 2019, DÉCIMA DE FERIA: TOROS SOSOS, TOREROS VULGARES

Ser ganadero de bravo es tarea arduo complicada. Ser figura del toreo aún más, casi un milagro. Y lo de escribir acerca de una tarde de toros como la vivida hoy, eso ya es otro nivel. Casi el mismo nivel que aguantar una hermosa colección de toretes mal presentados, flojos, mansos y con una bobería irritante, ante los cuales se las vieron tres vulgares pegapases que no han dado una derechas en toda la bendita tarde. "Y qué demonios escribo yo de esta bazofia que nos acabamos de merendar...", me preguntaba saliendo de la plaza. Pues hombre, parece estar todo dicho: corriducha del montón, que no se empleó ni se picó, que fueron mansos hasta decir basta, que de casta mejor no hablar porque parece una batalla perdida, y que una vez en el tercio de muleta se caracterizaron mayormente por bobos, tontorrones, tontainas, simples, lelos, tarugos, paparotes, bodoques, memos, bolonios, tarugos y cualquier otro tipo de sinónimo afín a cualquiera de estos adjetivos que pueda aceptar la RAE. Y puestos a sacar la artillería de adjetivos calificativos para hacer lo propio sobre los toretes de Jandilla (5° con el hierro de Vegahermosa), también se podría sacar para hablar de la actuación de los tres espadas. Una pena que la RAE no acepte el término"pegapases", pues en este momento hubiera hecho un gran servicio. Pero en el diccionario del aficionado a los toros, existe y se acepta, de manera que se puede decir que los señores Sebastián Castella, Emilio de Justo y Ángel Téllez han dado una completísima cátedra de pegapasismo vulgar, chabacano, chocarrero, pedestre, tosco, basto, anódino, fútil, soso, insustancial, insulso, nimio, mediocre, y así hasta acabar existencias.

De uno en uno, el figurón del neotoreo moderno, véase Sebastián Castella, fue simplemente él. El mismo pegapases de siempre que le da igual ocho que ochenta, el que empieza pegando trapazos sobre la mano derecha fuera de cacho, descargando la suerte y en línea más recta imposible, y los cuales parecen que van haciendo entrar al público en vereda mientras los pocos aficionados exigentes que quedan reprochan las mil y una trampas al de luces. Y luego coge la zurda y prosigue con aquellas formas pero comienzan las dudas, la falta de limpieza de los trallazos y el público se queda a medias mientras el otro bando sigue a lo suyo. Y como todo se ha enfriado, comienzan a acortarse las distancias, el encimismo, el tirarse prácticamente encima del toro y todas esas cosillas de siempre... Lo único que diferenciaron sendas faenas una de las otra fueron los comienzos: la de su primero con unos elegantes doblones que resultaron ser lo más torero de la tarde por parte de los matadores, y los pendulazos clásicos de su particular tauromaquia ante el cuarto. Castella, y nada más...

Emilio de Justo... ¿Cómo decirlo? Bueno, pues que vino vestido de torero con una elegancia y un gusto que le son muy característicos... Y que, que, que... Que nada más. Que ni toreo de capote, ni lidia ordenada, ni colocación ante el toro, ni confianza para quedarse quieto, ni temple... Uy, temple, ¡¡temple!! La madre del cordero saltó a la palestra. Pregunta seria, ¿se le recuerda a Emilio de Justo alguna tanda de muletazos en que por lo menos dos o tres no hayan sido enganchados? No lo creo, porque ¡¡no existen!! Enganchones, y cuando no unos tirones con la muleta que dan que pensar que este torero no conoce el temple ni su significado. A otra cosa, mariposa.

Ángel Téllez vino a confirmar en esta tarde la alternativa que tomó hace no muchas semanas en Guadalajara. Y también a confirmar lo que ya dejó en su época de novillero: que si llega, no va a pasar de ser uno más. Imposible hacer cualquier intento de lucimiento ante el mulo con el que confirmó la alternativa, pero se empeñó en estar ahí dando pases, dando pases y dando pases. Aburriendo y haciendo que el personal pidiera la hora, que llegó a la última. Ya es mala suerte que un chico venga a tomar la alternativa y le caiga semejante mojón en suerte para abrir la tarde. La vida es dura, pero bien es verdad que a veces es justa y compensa. Y eso pasó con este chico cuando el sexto de Jandilla apareció en el ruedo. Si el destino le puso un garbanzo pocho en primer lugar, en el último le puso una perita en dulce para resarcirse y pegar algunos muletazos a gusto para seguir sumando en su carrera. Que no fue la panacea el toro, ni un torrente de casta ni mucho menos bravura, pero ahí estaba, presto a ofrecerse al toreo. Ángel Téllez estuvo animoso, quitando por saltilleras (que en realidad resultaron ser telonazos hacia arriba con más intención de pasarse al animal cerca que de torear de verdad), comenzando la faena de muleta citando de rodillas desde los medios, y mostrando actitud. Algo ya era, aunque luego, en lo fundamental, el asunto no prosperara. Que el torete se arrancó y galopó con alegría en ese comienzo de faena, saliendo trompicado el matador en el primer muletazo y teniéndose que poner en pie pronto para salir del trance como buenamente pudo. En los medios el toro pareció embestir con cierta alegría, pero el matador se lo cerró al tercio. Ahí comenzó con la derecha, trapazos usando pico, hacia fuera y mal colocado, y el toro empujando con dulzura. Después de algunas series, coge la mano izquierda y el toro comienza a quedarse más corto y a pararse. Pero solo fue por el lado izquierdo, porque cuando volvió a la derecha, el toro siguió empujando y yendo al trapo obedientemente. La faena fue larguísima, tanto así que sonó un aviso antes incluso de que el matador montara la espada, pero de tanto muletazo y tanto rato ante la cara del toro, no sacó el toricantano nada que no fuera vulgaridad y ganas de acabar con tan abominable tarde.

Y la tarde, precisamente tuvo en su fin lo mejor: que antes de las 21:15 horas ya nos disponíamos a abandonar la grada. Y entre medias de esto, un puyazo extraordiario por parte de Félix Majada al 5°, y dos buenos pares de banderillas de Morenito de Arles al 3°. Incluso cuando la tarde está abocada al mayor de los esperpentos, siempre queda el más mínimo detalle que compensa las más de dos horas sentado en la dura piedra.

jueves, 23 de mayo de 2019

22 DE MAYO DE 2019, NOVENA DE FERIA: TRIUNFÓ LA MODERNIDAD, TRIUNFÓ ROCA REY

Hoy, la mayoría de cronistas taurinos y aficionados que tienen a bien escribir de toros, empezarán por unanimidad hablando de Roca Rey y de su puerta grande. Supongo que será lo normal, ya que ha armado un lío gordo y la gente ha salido histérica de la plaza. Que no es por llevar la contraria, ni por tocar las narices, ni nada de eso. Dios me libre. Cada uno es libre y dueño de sus actos, por eso estas líneas de hoy empezarán hablando y estarán dedicadas a uno que lo ha sido todo en el toreo, y especialmente en Las Ventas. 

Sí, no puedo por menos que rendirle estas líneas a Manuel Jesús Cid Salas, en la última tarde de su carrera en Madrid. Tampoco hablaré de su tarde de hoy, si acaso de un buen recibo al primero, con verónicas a pies juntos rematadas con una bonita larga, y que no pasó de aseadito y sin complicarse demasiado ante dos toretes de Parladé noblotes y sosos. A Manuel Jesús, simplemente, darle las gracias por tanto. Que igual hay que retroceder en el tiempo un poco para revivir sus mejores tiempos, pero ahí quedó todo aquello y el aficionado, que tiene memoria, siempre lo recordará como momentos en que uno se aferra más a esta bendita afición. Manuel Jesús, MAESTRO, que la vida le vaya bonita.

Y una vez pasado el momento nostálgico cidista recordando viejos tiempos, toca ponerse serio y hablar de lo que ha transcurrido en esta tarde, noveno festejo de San Isidro y que le correspondió a Parladé mandar un encierro de seis adefesios que, además de adefesios y mal presentados, hiceron el conjunto de una infame corrida de ¿toros? faltos de fuerza, faltos de poder, faltos de pies, faltos de casta, faltos de emoción y faltos de cualquier condición que ha de tener un toro de lidia. ¿La suerte de varas? Bien gracias. Desapareciendo a pasos agigantados, pero de lujo. Gracias. ¿Para qué suerte de varas, si el toreo moderno se basa en la muleta única y exclusivamente? O mejor dicho, en el "destoreo". Que lo de toreo, propiamente dicho, le viene demasiado grande al tema. Sobre El Cid, prácticamente todo dicho. No hay más vuelta de hoja. Solo una última cosa, por si no quedó claro antes: gracias maestro. Y así toda la vida podría tirarme. 

Y sobre Alberto López Simón, ¿qué decir? Ciertamente, que progresa adecuadamente. En esta tarde por lo menos así lo ha demostrado, al cortar una oreja (la del segundo de la tarde), sin que en ningún momento el toro le haya levantado los pies del suelo. ¿Alguien recuerda alguna oreja concedida a este chico saliendo ileso del trance? Pues yo tampoco, y eso que lleva unas cuantas. Que lo de torear, y poder a los toros, y demás, ya si eso en otro momento. Quizás cuando las ranas críen pelo. Que no le dio un solo muletazo mandón y en redondo al pastueño y empalagoso animal ni casualmente. Que la faena se basó casi en su totalidad sobre la mano derecha, y que la única vez que tomó la zurda fue para dejar una serie de naturales que resultó ser poco asentada y prácticamente enganchada en su totalidad. Finalizó su labor con lo mismo de siempre y de todos, es decir con bernardinas. Que mató de estocada trasera y caída. Y que le dieron el despojo por... ¡¡Nada!! No toreó. No se puso en el sitio. Ni templó. Ni mandó. Ni siquiera dio más de dos naturales sin que el toro le punteara el engaño. Y de matar bien no hablemos, porque esta todo dicho. Y se le conceció la oreja. Pero el chico progresa, porque ya es capaz de cortar despojos sin voltereta de por medio. Eso es un logro. Aunque todos hubiéramos apostado un riñón a que en su quehacer al quinto mojón, con un poco que el toro le achuchara, se lo llevaban en volandas camino a la calle Alcalá. Y por él tampoco quedó: se fue a portagayola, intentó torear con el capote (otra cosa es que lo lograra), y cuando se fue muleta en mano hacia el bicho, este estaba ya rajado y no quiso saber nada de nada, ni siquiera muy cerrado en tablas. Toros tan descastados como este quinto pocos se han visto últimamente por aquí, y mira si hemos visto descaste, pero con tan pocas ganas de embestir, parándose en mitad del muletazo y quedándose a mirar las musarañas como si la cosa no fuera con él... Fue verdaderamente espantoso. Que López Simón, como es perro viejo en esto y sabe perfectamente que a poco que haga y con una oreja ya en el esportón el público de Madrid (que no aficionado) le va a empujar lo que haga falta para sacarlo en hombros; viendo que el toro no pasaba más allá del cuarto de muletazo, se pegó el arrimón encerrado en tablas, hasta tal punto de dejarse lamer la taleguilla por el pobrecito animal, que lo único que buscaba era irse de allí, a hacer algo mejor que lamerle la taleguilla a un tío. Sin cogidas López Simón ya es capaz de cortar orejas, pero lo de la puerta grande queda en otro nivel. Quizás más adelante... Quizás. ¡¡Quizás!! Del quizás intentamos vivir, pero ni que fuera agus ni mucho menos aire.

Y ahora sí que sí, el fenómeno Roca Rey. El unico que es capaz de colocar el cartel de "No hay billetes para hoy" allá por donde pasa. El torero de moda que tantas pasiones despierta allí donde va. El futuro mandón de esto le auguran. Puede ser. Es más, ya manda mucho más que otros. Y esta tarde ha acrecentado aún más su leyenda, aunque bien es verdad que no ha contado con la unanimidad de la plaza. "Porque no es español", dicen algunos, y a quienes no se les puede por menos que mandarles al carajo, por no decir otra. Es que no merece la pena detenerse a debatir ni medio segundo con el tipejo que suelta tal memez. "La gente no tiene ni idea de toros", pues miren, tal vez. Será eso, porque otra explicación... "Porque se le recrimina que solo lo hace ante lo de Domecq, y no se enfrenta a nada más", la forma de torear no tiene nada que ver con el toro. Sobre esto, veremos a ver dentro de una semana exac... Bueeeeenoooooo, si los adolfos quisieran... Pero no, no es nada de eso. Roca Rey le ha cortado las dos orejas a ese sexto toro de Parladé, que al igual que toda la corrida se quedó crudo, no se empleó y la casta la llevo muy justa. Pero eso sí, toreabilidad, dulzura, nobleza, afán por colaborar y todos esos matices que definen a la perfección el Toro Artista, para aburrir. Y Roca se valió de ello a la perfección, y además entendiendo al toro muy bien, dejándole su tiempo entre serie y serie, y dándole las distancias que pedía. Comenzó la faena desde los medios con algunos pendulazos de rigor, para continuar la faena con algunas series sobre la mano derecha que ya empezaron a poner al público en ebullición. Estas series de derechazos se caracterizaron por una retahíla de trallazos metiendo mucho pico y tirando al toro para fuera, de mano muy baja eso sí, pero sin llegar a enroscárselo ni una sola vez y siempre con la pierna retrasada. Agarró Roca Rey la mano zurda después, y las series de naturales que se fueron sucediendo no cambiaron mucho la tónica, a decir verdad, pero el público se volvía más histérico cada segundo que pasaba y a pasos agigantados. Que cada uno puede jalear y aplaudir lo que le venga en gana, faltaría más, pero de la misma manera hay quienes no tragan, o mejor dicho tragamos, con un toreo tan lineal, tan pefilero y con tan poco mando. Que igual será que las entendederas no nos llegan, o que en verdad lo de que los no españoles "no nos caen bien" es cierto y no nos hemos dado cuenta, o que la parienta no nos quiere y descargamos la frustración yendo a los toros. Vayan ustedes a saber. Pero el toreo puro, el de verdad de toda la vida, no se hizo presente en ningún momento, y eso hace mella en el ánimo de algunos. Que Roca Rey estuvo cunvre, ¿quién lo niega? Nadie. Pero en su estilo, que es el estilo de la Tauromaquia 2.0 tan poco clásica y apegada al toreo eterno. Y después de todo aquello, bernardinas también de rigor para finalizar y, eso sí, gran estocada en la suerte de recibir que cayó en buen sitio. Dos orejas, la plaza loca, y algunos que qué mas quisiéramos tragar con todo. 

Antes de todo esto, en su anterior turno, le echaron el titular para atrás por inválido y en su lugar salió un sobrero del Conde de Mayalde, de hechuras bastas y bien cebado. Soso como el solo, descastado y que se dejó sin más. Roca Rey no empezó bien con él: tres lances a pies juntos, telonazo para cambiarse el capote a la espalda y, en una de esas, el toro le echa mano y le propina una fuerte paliza de la que resultó corneado y con el vestido de torear hecho girones. Cosas de no saber ni qué significa el término "lidiar". Aguantó el tipo durante todo su turnl aunque visiblemente mermado. No fijó al toro, ni él ni sus peones (¿para qué están, solo para devolver los sombreros y las prendas durante la vuelta al ruedo?), ni tampoco lo dejó en suerte en el caballo en ningún momento, ni fue capaz de hacer llevar una lidia ordenada, así en este como en el sexto. ¡¡Vaya un lidiador!! Visiblemente mermado a causa del golpe, intentó tirar del pastueño animal pero en ningún momento la faena alcanzó las más mínimas cotas de triunfo. Algunas palmas de aliento por parte del bondadoso público, entremezcladas con las voces discordantes que venían a reclamarle la mala colocación, los trapazos, los enganchones, el no cargar la suerte, el excesivo uso del pico, y toda esa primorosa colección de modismos dospuntoceristas. Además, el bajonazo con el que acabó con el toro, fue para algo más que para sentirse avergonzado. 

A Roca Rey se lo llevaron en loor de multitudes camino de la gloria una vez finalizado el festejo, mientras que un grandioso torero, el cual por cierto sí sabe lo que es la verdadera unanimidad de Madrid, fue despedido con todo el respeto y afecto por parte de estos seres ignorantes y reventadores. Maestro, por si antes no lo dije, MIL GRACIAS POR TANTO. 

martes, 21 de mayo de 2019

21 DE MAYO DE 2019, OCTAVA DE FERIA: "SE VAN SIN TOREAR"

"Se va sin torear". Y así hasta en seis ocasiones. Del primero al sexto. Bueno, en realidad no es del todo cierto. Hubo un toro que no se fue sin torear, que sí llegó a ser sometido. Fue el 3° y, sobre todo por el lado derecho, fue muy bien toreado por Gonzalo Caballero. Quizás no estuvo el torero todo lo bien que se podía estar ante un toro con tan buena condición, pero dio algunas series sobre el pitón derecho en las que el toreo de verdad se hizo presente. Vino Caballero esta tarde a Madrid, como suele ser normal en él por desgracia, con poco que perder y sí muchísimo que ganar, pues los contratos no le son abundantes. El mundo al revés, los buenos ninguneados, y los no tan buenos (por no utilizar otro adjetivo más rotundo) hinchándose a torear. La lidia a este tercero fue desordenada, no llegó a fijar al toro aunque consiguiera algunos lances templados en el recibo, ni tampoco estuvo acertado poniendo al toro en suerte para ser picado. Cambió la historia en el tercio de muerte. Con mucha tranquilidad y sosiego, como si ya tuviera firmadas cincuenta o sesenta corridas para toda la temporada, como si de la tarde de hoy no dependiera tantísimo su futuro, agarró la muleta y comenzó la faena por estatuarios y algunos adornos de bonita factura. Siguió por derechazos, acertando al darle al toro las distancias oportunas y echándole al toro la muleta con despaciosidad, para después llevarlo toreado y hacia atrás sin pegar tirones, mandando de verdad. No fueron muchos, pero sí los suficientes para darle importancia a su faena. No consiguió, sin embargo, seguir rayando a tan buen nivel con la zurda, y al volver a la derecha la faena ya había terminado hacía rato. No se demoró mucho más en la cara del toro, bien hecho, y después de cerrar la faena por las manoletinas de rigor, se dispuso a matar. Pero aquí llegó la fatalidad: pinchazo tras el cual el toro le echa mano y le infiere una cornada de 25 cm. en el muslo izquierdo. Fue evacuado inmediatamente a la enfermería y con el toro acabó Juan del Álamo como pudo. Ovación tras ser arrastrado el toro dedicada a Gonzalo Caballero que, de haber matado bien, podría haber sido premiado con una justa oreja.

"Se va sin torear". Más hubo de estas que ovaciones a lo largo de toda la tarde. Coletilla clásica del aficionado de Madrid cuando un torero no está a la altura de un buen toro y se lo deja ir al desolladerro sin aprovecharlo. Y así se fue la corrida de El Pilar, con las orejas puestas, sin ser toreados y entre los vítores por parte de algunos aficionados que clamaban esas cuatro palabras mágicas. Podrán decir lo que quieran, que la corrida fue mansa (que lo fue), que fue "dura" (que también lo fue), que tuvo "complicaciones" (que las tuvo), y mil pamplinas más. Pero lo que no se puede negar es que tuvieron muchísimo que torear, que la casta, ¡¡por fin!!, llegó a aflorar en el ruedo; que la dureza de patas fue la tónica habitual, y que una ganadería por la que muchos no hubiéramos apostado ni un caramelo de esos pastosos que se quedan pegados en la dentadura, nos sorprendió agradablemente y acabamos rendidos a ellos. Porque por estos fueros llevábamos años, ¡¡ojo, años y años!!, sin verle un triste toro al hierro propiedad de don Moisés Fraile que le hiciera honor a lo que de verdad es: un Toro. Pero este año no ha sido así. Y qué ricamente, anda que no ha estado entretenida la tarde ni nada. Algunos mansos que no han empujado con bravura y poder en varas, otros muy mansos que directamente no han querido empujar, fuera bien o de mala manera; todos muy mal picados, con la salvedad de lo bien que ha colocado el palo Aitor Sánchez al segundo; y las lidias más propias de una capea en Castilla o en el Levante que en toda una corrida de toros en Madrid, por San Isidro. Pero ahí han estado los seis galanes de El Pilar, con ganas de pelea, dándole emoción a la tarde, poniendo en apuros a quienes osaban a plantarse enfrente suya, y vendiendo cara su piel. Y ojo, fue una corrida para haber triunfado con ella por todo lo alto, y que la tachen de "complicada y dura" no quita que fuera imposible torearlos. ¿Complicada y dura? ¡¡Toma!! ¿Y qué gaitas buscan en un Toro esta tropa?

De Gonzalo Caballero ya se ha hablado, pero faltan sus dos compañros de cartel. Falta hablar de Juan del Álamo y de José Garrido, quienes tuvieron ante sí la oportunidad de su vida para callar las bocas, como hizo el ganadero de hoy, de los aficionados más remisos a creerse todas las supuestas bondades que de ellos se habla por ahí. Pero la oportunidad se esfumó, perdida en un mar de incompetencia, chabacanería, destoreo, vulgaridad, dospuntocerismo y toda la retahíla de bondades que le rodean al toreo de hoy en día. El cabeza de cartel, Juan del Álamo, lo pasó mal ante el exigente primero, el cual no tenía un pelo de tonto y embestía quizás algo descompuesto pero como un tren. Pero para algo está ahí la muleta y la sapiencia de quien la lleva en la mano, para rebajarle los humos al toro y acabar sometiéndolo a base de recursos lidiadores y poderío. Que no se le puede negar que no estuviera firme en todo momento, pero siendo realistas, ¿de qué sirve eso si se cita casi desde Manuel Becerra, se pega un fuerte tirón hacia fuera en el momento del embroque y no se es capaz de llevar a cabo el milagro de parar-templar-mandar? No hubo de nada de eso, pero sí hubo una fuerte voltereta (sin consecuencias graves por suerte), lo cual en Madrid funciona mejor que lo antes expuesto. La demostración queda ahí: estocada trasera y caída, petición de oreja, acertadamente desatendida por si hace falta decirlo, y posterior vuelta al ruedo.
Y este trasteo con aires tan modernos y ventajistas fue repetido tanto en el cuarto y sexto (el que mató por Caballero). El cuarto, más suavón pero también con mucho que torear; y el sexto, encastado. Nada, que todo fue un irritante pegapasismo y ventajismo. Se va sin torear...

Y hablando de irritaciones, aquí llega José Garrido. Pasa un día más, dos toros más que añadir a la colección, su colección madrileña, y sigue siendo el mismo pegapases del primer día. Y eso que iba para sucesor de Morante. Al comienzo de la corrida, antes de que le saliera su toro, los personajes de la tele comentaban no se qué de que "es que José Garrido es un torero que siempre ha tenido mala suerte en Madrid, es que nunca le ha embestido un toro, es que tal, es que Pascual, es que...". "Es que, es que, es que, es que...", ¿quería toro para demostrar algo en Madrid? Pues toma toro, a falta de uno, ¡¡dos!! Que el segundo ha sido un ejemplar noble y que transmitía, pero el quinto... ¡¡Qué toro ese quinto!! Si solo le faltaba al animal arrancarle la muleta de un mordisco y comérsela sin mascarla ni nada. Fiero, duro de patas, noble eso sí, pero no tonto. Vamos, en una palabra, la CASTA. Y Garrido el pobre hombre, que parece ser de esos toreros que esperan a que Bambi o algo parecido le salga de chiqueros para permitirle lo de estar a gusto, expresarse, disfrutar y demás, las pasó bastante canutas, con ambos de su lote, pero sobre todo con el quinto ¡¡Bendita casta, cómo desmonta todas las mentiras!!

Una corrida como esta, así como aquella de La Quinta el primer día de feria (aún seguimos recordándola, como para no), si salieran mucho más a menudo, haría una buena limpia en el escalafón. Buena y extensa, empezando por muchos de los nombres que aparecen en los puestos de arriba. Y los "se va sin torear" sería la frase más pronunciada en toda la plaza. Mucho más aún que los biiiiiieeeeeeeeennnnnnnnjjjjjjjj de rigor cuando en realidad es maaaaaaaaaaaaaaaal. Y hablando del "bien", se me vienen a la cabeza los dos pares de Antonio Chacón al quinto. Qué buena feria están echando los de plata y azabache...

lunes, 20 de mayo de 2019

20 DE MAYO DE 2019, SÉPTIMA DE FERIA: DEPRIMENTE ES POCO

Hay días en que uno preferiría, tras terminar los toros, irse a casita, meterse en la cama sin cenar, ni escribir, ni nada; tomarse la pildorita de dormir, y mañana será otro día. Qué digo, hay días en que uno se maldice una y otra vez, saliendo de la plaza, por el mero hecho de haber ido a los toros... ¡¡En qué santa hora!! ¿Para qué, para acabar con una depresión de caballo? Esto no puede ser bueno para la salud física, ni mucho menos para la salud psíquica. Pero cuando la cosa de "maldita sea, y para qué puñetas voy a ir yo hoy a los toros, si lo que voy a ver me va a hacer que me lleven los demonios" aflora en el cuerpo, la vena de esta bendita afición se inflama y se pone en centésimas de segundos como el tronco de una encina, y hala, a los toros. Que una cosa puede con la otra. Y después, por si fuera poco, a escribir. ¿Y para qué? Vale, lo confieso: me lo ha dicho mi psicólogo, que cuando algo me produzca una depresión terrible, lo escriba en un folio, y después lo eche a la lumbre. O en su caso, lo publique en mi adorado blog, que aunque pueda parecer diferente, no lo es tanto: no arderá en la red de Internet, pero hará arder la sangre de algunos pocos: la de los taurinejos estos de poca monta, para ser conciso. Y esto es más efectivo que mil pastillas de esas que curan la depresión, y de placentero ya no hablamos.

Y en estas me hallo, intentando contar la deprimente primera novillada de este San Isidro, festejo en el que ha tomado parte la gandería del Conde de Mayalde, y tres mozalbetes los cuales, según vociferan por ahí estos vendehumos del taurineo, son grandes esperanzas, y que ellos son el futuro de la Fiesta, y que van a mandar en esto, y que... ¡¡Paren paren, que yo me apeo aquí mismo!!
La del Conde de Mayalde, tardes más ruinosas que esta nos han dado. Al menos estos de hoy, aunque no eran lo que se dice un derroche de fuerzas ni de poder (qué poco les han castigado en el primer tercio), no han acabado lamiendo el albero; y además se han prestado al toreo de muleta con docilidad, dulzura y una tontorronería extrema. Sosetes, aunque los corridos en primer y sexto lugar sacaron más motor, pero bonacibles. Quizás, lo que a ellos les faltaba se lo deberían haber puesto los de luces. Y estaríamos, volviendo a invocar el quizás, ante otra cosa. Otro aire a la tarde. Otra sensación. Otro sino.

Esta terna novilleril de hoy, formada por Rafael González, Marcos y Fernando Plaza, ha pecado no ya solo de invocar la Tauromaquia 2.0 grotesca y aburrida, sino de andar demasiado fáciles, aseados y con el mismo alma que se gasta cuando se echa una partidilla al cinquillo entre colegas. Que los zagales han venido con la artillería del bullicio cargada, pues ninguno ha perdido la más minima oportunidad de hacer un quite, y hacer mil y una cosas con el capote, como parar a los toros combinando verónicas, chicuelinas y gaoneras (cosa muy poco ortodoxa), o de torear por chicuelinas despatarrándose (cosa aún menos ortodoxa). Ni tampoco han perdido la ocasión de torear de rodillas o de irse a portagayola... Vamos, que en lo que en eso respecta, han venido con actitud de novilleros, como venían antes a comerse el mundo. Pero en lo fundamental, en el parar-templar-mandar, en el toreo de verdad y el que parte todo el bacalao... ¡¡Qué manera de aburrir y de deprimir!!

Rafael González abrió cartel con uno de esos típicos novillos soñados en el momento y lugar más oportuno. Vamos, traducido al castellano, un novillo de triunfo gordísimo en Madrid, en plena feria de San Isidro. Y ¿qué pasó? Que el animalito se fue al desolladero sin torear y con las dos orejas, una y dos, intactas. Su faena fue aseadita, despegada y siempre echando al toro fuera haciendo un uso descarado del pico. Y la verdad es que de tal manera podría describirse la faena al cuarto novillo, más apagado pero también toreable y con posibilidades de triunfo. Ninguna serie, ni un misero muletazo que hiciera revivir el toreo de verdad en Madrid. Pero la verdad es que la estocada con la que acabó con este cuarto fue buena en ejecución y en colocación, y eso sumado a que la golfer... digoooo la sobriedad de los banderilleros al tirarlo al suelo muy rápido haciendo uso de la infame rueda, calentó al público e hizo caer el despojo. Pues bueno, bien por el chico, salvo que se tenga en cuenta que regalar despojos es engañar al torero.

Marcos tiene tan poca gracia como un pan sin sal. Que sus dos novillos ya de por sí tenían poca, pero él muchísima menos. Y ya es decir. Pases. Y pases. Y más pases. Y nada más que eso: pases. Y aparte, todo lo que conlleva pegar pases y ser un pegapases: aburrimiento, vulgaridad, uno en el tendido contando las musarañas, otro observando a la rubia guapa de los asientos de más para allá, el de allí preguntándole al de luces "¿te queda mucho?"... Muy deprimente.

Y Fernando Plaza, que por segunda vez en veinte días hizo aparición por estos fueros, dispuso también de otro novillo, sexto, con más gracia y salero. Pero mientras esté más centrado en imitar a Talavante, que en torear de verdad, limpio y tirando del animal, va a quedarse en eso, en uno que quiso ser Talavante, otro más. Y de aquí a tres o cuatro temporadas, solo él se acordará de que un día quiso ser torero. Qué novillo este sexto para soñar el toreo, también uno de los de el novillo soñado en lugar y momento soñados... Y ante él, cierto es que algún muletazo bonito y corriendo bien la mano consiguió pegar, pero se perdieron en un mar de tirones hacia fuera, cuando no eran enganchados. Y ante el tercero, otro pan sin sal... Qué decir que no se haya dicho ya.

Pues sí, qué decir más de la tarde de hoy que no se haya dicho ya. Se me vienen a la cabeza un buen par de banderillas de Miguel Martín, otro de Fernando Sánchez; y dos puyazos señalados (solo señalados) en buen sitio por Francisco Javier Sánchez. Y paren de contar.
Si el futuro de la Fiesta se sostiene sobre tardes como las de hoy. Y si tres señores, que no son precisamente de los que torean poco y están poco rodados, no son capaces de triunfar rotundamente con novilladas que se dejan de esta manera... ¿Qué va a ser de esto? No es derrotismo, es la jodida realidad. Y mañana más.

sábado, 18 de mayo de 2019

18 DE MAYO DE 2019, QUINTA DE FERIA: Y QUE NO HAY QUIEN NOS LIBRE DE LOS INVÁLIDOS

La corrida de Montalvo que se ha lidiado en este quinto festejo de feria no ha sido sino otro petardo ganadero más que añadir a la magra colección va creándose según pasan los días Qué hermosa mascletá no íbamos a sacarnos de estos avíos, ni la mejor pirotecnia de toda España. Seis grandullones y rechonchos toretes de los cuáles solamente uno ha hecho mover el trasero a Florito y a sus berrendos coloraos, pero que podrían haber sido más, sin duda. Aquel que gozó de tales honores fue el 3° de la tarde, al cual sustituyó un sobrero de Luis Algarra que para nada fue el borreguillo artista que tanto anhelan hoy día los figurones y sus ganderos de cámara. Ya en recibo capotero mostró su guasa. Cuando Pablo Aguado, sin importarle que el toro no era para ponerse bonito, intentó estirarse a la verónica, el toro se le coló y le propinó un fuerte golpe. Manso el toro y con muy poca gracia en varas, sacó mucho que torear en la faena de muleta, pero seguía siendo un toro que no permitía ponerse bonito. Torear pero sin ponerse bonito. Torear sin ponerse a ligar y ligar y volver a ligar muletazos como un carrusel. ¿Que parece imposible algo así? Pues no lo es, porque torear no es solo pegar pases y/o ponerse bonito. Pero Aguado, con esta máxima metida en la cabeza, intentó emular su faena de Sevilla hace pocos días y trató al animal como si fuera para ello. El resultado fueron varios arreones, una fuerte voltereta y sobre todo un mal trago para el torero, que se vio superado en todo momento por el toro. Además, lo mató horrendamente.

Montalvo fue una ruina y ni siquiera un buen toro, el que hizo de segundo de la tarde, le salvó los muebles. Un toro este que sacó muchísima nobleza, clase y hasta ese punto de chispilla mínimo indispensable para darle importancia al asunto. Y también aguantó las fuerzas. Aguantó sí, pero con "trampa", porque la suerte de varas ni tan siquiera sirvió para hacerle medio hilillo de sangre. Entró al caballo dos veces arrancándose pronto y acudiendo con alegría, pero poco se empleó y además salió suelto. Óscar Bernal hizo muy bien la suerte, pero se le fueron los dos puyazos un palmo caído y atrás, respectivamente, siendo muy aplaudido. En el país de los ciegos... Con un catigo inexistente en el primer tercio, el toro empezó a desarrollar una condición alegre en el segundo tercio y llegó a la muleta fabulosamente para armar un lío. Pero para lío, el que se armó Adamito Jr él solo, con una larguísima faena de trapazos haciendo un uso exageradísimo de las ratonerías 2.0, consistentes en no cruzarse, citar con el pie muy atrás y llevar siempre al toro embarcado con el pico y en línea recta. ¡¡Qué toro se le fue!! Trallazos, trallazos y más trallazos, algunos bieeeeeeeeeeeennnnnnnjjjjjjj que destilaban fuerte aroma a ginebra entremezclado con tónica, combinados con protestas y recriminaciones por parte de algunos aficionados sobre la colocación y los muletazos del torero. Mató a recibir y la estocada se fue atrás, lo que no impidió que se  le pidiera una oreja que la Presidencia, haciendo gala del buen hacer, denegó.

Una oreja sí que se llevó Ginés Marín, cortada al primero de la tarde. Animal este muy noble y que se prestó al toreo sin hacer feo alguno, pero que no estaba sobrado de fuerzas. Ginés es un torero fino y cuando quiere, torea. Torea porque sabe. Pero no siempre tiene predisposición a ello. Esta tarde la tuvo por momentos, pero solo por momentos. Su faena a este primero fue de menos a más, empezando por aliviar al toro mediante muletazos poco obligados para ir metiéndolo en el canasto y no se fuera a pique. Poco a poco se apoderó Ginés de la situación y fue capaz, ya agarrada la zurda, de tirar del toro por momentos y bajando la mano, aunque con el defecto de ayudarse con la espada. Bernardinas para culminar, y una fabulosa estocada que por sí sola ya valía la oreja que se le concedió. El cuarto toro fue uno de esos que más hubiera valido que volviera a los corrales y que en su lugar saliera el sobrero, pero hubo que tragar con él hasta el final por obra y gracia no solo del Usía, sino de la cuadrilla y del propio matador, que lo llevaron entre algodoncitos toda la lidia para que no se les derrumbara. Así está esto. Lo pagó caro Ginés Marín, ya que lo poco que pudo sacar, si es que lo sacó, quedo en la nada. Exactamente lo mismo que Adame con el quinto.

La tarde iba cuesta abajo y sin frenos. Parecía una de esas tantas tardes destinadas a la nada absoluta, a querer olvidarlo todo y mañana será otro día. Y según pasaba la lidia del sexto toro, otra birria inválida, iba cogiendo peso la idea. Hasta que Pablo Aguado tomó la muleta, se fue a los terrenos del tendido 5 y se sacó al toro doblándose y haciendo gala de una torería y una cadencia que pararon todos los relojes que se hallaban en la plaza. Remató estos doblones con algunos pases del desprecio y pases de pecho torerísimos, para irse de la cara del toro andando muy graciosamente. Lo que vino a continuación fue un perfecto manual de destoreo moderno sobre el pitón derecho en el que Aguado, tan torero como es él, nunca se cruzó y metió el pico una barbaridad. Parecía que todo estaba hecho pero !!oh, sorpresa!! Agarra la muleta con la zurda y comienzan a venir algunos naturales que fueron verdadera antología. ¡¡Lástima que no hubiera toro ahí delante!! Algunos adornos más, y a por la espada. Era de oreja, pero la espada hizo guardia y se tuvo que conformar con escuchar el reconocimiento de la afición de Madrid ovación mediante.

Se dijo el primer día, y algunos festejos después ese sentimiento se agranda: cuantísimo nos íbamos a acordar de aquella corrida de La Quinta con la que iniciamos feria. Por mucho que intentaran vendernos la moto de que no, de que eran toros imposibles para el toreo de hoy en día, y que no dejaban a los de luces estar a gusto, y que duran poco, y que si es que en corridas así el público toma partido siempre por los toros y a los toreros les infravaloran, y que si no sé cuántas paparruchas más venidas de la misma patulea abrazafarolas de siempre. Lo que no gusta es la casta y la fuerza en los remos, qué gaitas. Y así de bien le va a la cabaña "brava" española, con la cría de estos mojones tetrapléjicos que ni emocionan ni valen para una parrillada siquiera. ¿Que dicen que valen para lo de torear mejor que nutsbsudidnosequé? Pues si esto de hoy o lo de ayer del maestro, por citar solo algunas muestras, es lo que sostendrá el toreo del mañana, ¡¡apaga y vámonos!! Y vámonos de verdad, que esta tarde de domingo toca rejones.

viernes, 17 de mayo de 2019

17 DE MAYO DE 2019, CUARTA DE FERIA: DOS PARES DE BANDERILLAS, Y PARE USTED DE CONTAR

Más de dos horas y medio de festejo. Un total de ocho toros que saltaron al ruedo, por dos paseos que les dio en público el bueno de Florito a sus queridos berrendos (casi tantos como los que llevamos vistos en todo lo que llevamos de temporada en Las Ventas). Y tan solo dos pares de banderillas (y qué pares, por cierto) que llevarnos a la boca. Mucho tiempo y muchas cosas vividas para tan poco argumento. Mucho ruido y pocas nueces. El tercero de la cuadrilla de Adame, Fernando Sánchez, fue el encargado de hacernos vibrar a la plaza de manera unánime tras dejar sendos pares marca de la casa a 1° y 4°, respectivamente. Un lujo verlo parear de esa manera, y que al menos hace que no nos vayamos de vacío a casa un día más. Porque la tarde, numerito de Florito y vueltas al ruedo aparte, fue un continuo carrusel de despropósitos.

Corrida de toros herrada a fuego con el 4 y el 8, propiedad ambos del maestro Joselito, inválida y descastada como ella sola, y que más hubiera valido que se hubiera quedado en el campo, lejos de esta plaza y de esta feria. Igual da hasta buen juego en los fogones, bien guisada con patatas o hechos a la brasa con unos pimientitos, y regados con un buen vino. Pero en el ruedo, en una corrida de toros y en plena feria de San Isidro, como que no. Los dispuestos en segundo y tercer lugar volvieron a entrar por donde salieron, el segundo por descordarse nada más salir al ruedo, y el tercero por tetrapléjico, y si los picas hubieran tenido a bien salvar el honor de su buen nombre y cometido, seguramente también hubieran sido apuntillados en la oscuridad de los corrales los cuatro restantes. Pero como a esta gente del castoreño hoy en día le da igual ocho que ochenta (es decir, elegir entre seguir subiéndose encima del percherón para picar al toro o irse a sellar el paro), hubo que tragar con cuatro inválidos más, por mucho que a ultimísima hora saliera un animalito que fue capaz de venirse arriba en el último tercio y sacar algunas arrancadas alegres y bondadosas que le hicieron coronarse como el rey tuerto del País de los Ciegos. Un desastre que ni los dos sobreros, de Torrealta y Montealto respectivamente, fueron capaces de subsanar, aunque tuvieran otro aire.

Ante tan infame material de borregos inválidos se las vieron Joselito Adame, Román y Álvaro Lorenzo, con resultado dispar al finalizar sus quehaceres. Adame vino para comparecer por primera y última vez en este San Isidro, y lo hizo haciendo lo que sabe: pegar telonazos con el capote que no dicen nada, espantarle las moscas a sus dos oponentes con la muleta con un chabacano estilo que dice aún menos, y matar a sus dos toros malamente. ¿Que si no hubo nada bueno en la actuación de Joselito Adame en el día de hoy? Por supuesto que la hubo: no repite en la feria.

Román el hombre es un tipo simpático, sonriente, alegre y con un aire diferente a ese aura tan místico como teatral, y a veces irrisorio, que se dan los toreros hoy en día, y que algún alma de cántaro se atreve a llamar "torería". Un jamón para ellos. Román tiene además una cosa buena, y es que nunca esconde a sus toros. Intenta siempre sacar lo mejor de cada uno. Les da tiempo, les da aire, les da distancias, no tiene por costumbre asfixiarlos. Y es de agradecer algo así en un torero, ojalá muchos aprendieran de tan importantes detalles. Pero su limitadísima técnica y su basto estilo le juegan malas pasadas, tanto en la cara del toro como de cara a los aficionados. Lesionado su primero, mandó hacer salir al primer sobrero, con el hierro de Torrealta, un animal grandote que en el caballo manseó y no recibió un castigo lo que se dice muy decoroso, que se movió con bronquedad, genio y se colaba cada vez que Román le dejaba la ventana abierta. Le dieron sitio, y el toro se arrancaba alegremente pero embistió descompuesto, y Román, molestado además por el viento, no consiguió imponerse en una faena llena de telonazos, enganchones, algunas coladas y nulo poder por su parte. Mató de estocada recibiendo que cayó muy atrás, y ni eso fue impedimento para que parte de los presentes hicieran ondear el moquero, petición que desatendió con buen criterio la Presidencia. Dio una vuelta al ruedo. Ante el quinto, mojón inválido e imposibilitado para hacer llegar la más mínima emoción, Román no hizo sino pasar de puntillas con otro trasteo que no dijo nada.

Álvaro Lorenzo cerró terna. El tercero volvió al corral por inválido, y es que durante todo el primer tercio se tambaleó como un castillo de naipes dando muestras de su tetraplejia, pero sin que arriba en el palco nadie se diera por aludido. Solo un telonazo de Adame mientras simulaba quitar por algo que recordaba vagamente a las chicuelinas, y que dejó al pobre animal rodando por el suelo como una albóndiga con patas, hizo rectificar al Usía y mandar que retiraran semejante birria con cuernos para poder dar paso a un sobrero de Montealto que tampoco dejó indiferente a la concurrencia, por complicado aunque no imposible. Se movió el bicho, sacando genio y a la defensiva, pero Lorenzo, más centrado en la estética y en pegar pases que en otra cosa más importante (como por ejemplo, dominar semejante prenda), se mostró desconfiado y falto de ideas para imponerse. Una pena.
Si Lorenzo buscaba algo más dulce y empalagoso para resarcir su paladar, al parecer no preparado para el picante, lo tuvo ante sí mediante el toro que cerraba plaza. Un animalito sin gas, flojucho y ya picado y banderilleado desde que lo parió su señora vaca, por lo que in situ hizo prescindir del más mínimo roce con la puya. Llegó a la muleta con brío, y Lorenzo comenzó a darle fiesta, primero con unos estatuarios y un trincherazo que sirvió de remate y resultó bonito, para después seguir sobre la mano derecha con medios-pases despaciosos pero llevándolo al toro en línea recta y sin correr la mano del todo. A juzgar por el runrún de la parroquia, entremezclado con protestas de otra parte hacia la mala colocación y los telonazos del matador, la faena iba cogiendo vuelo, pero bajó mucho el asunto tras intentar torear al natural. Solo una serie sobre la zurda, para después seguir sobre la derecha y sin llegar en ningún momento a correr la mano con limpieza ni entusiasmar como al principio, pero unas bernardinas para rematar la faena volvieron a encender al personal, y si no se llegó a tocar pelo fue por el pinchazo que precedió a la buena estocada que terminó con el bicho sin necesidad de cachetazo.

Y aquí acabó tan tedioso festejo, y los aficionados al salir de la plaza prefirieron acordarse de los pares de banderillas de Fernando Sánchez para seguir manteniendo viva la ilusion y las fuerzas necesarias con la que aguantar las treinta tardes que quedan. Con lo que hay anunciado todavía por delante, seguro que quedarán unas cuantas como esta.

San Isidro bueno, San Isidro amable, riega nuestros campos y cosechas que falta nos hace. Y de paso, riéganos de paciencia a los abonados madrileños, que también nos hace muuuuuuucha falta.

jueves, 16 de mayo de 2019

16 DE MAYO DE 2019, TERCERA DE FERIA: CRÓNICA DE UN PETARDO ANUNCIADO


                             

Madrid se acordó de él un año más


Valdefresno es una de esas ganaderías que a los aficionados de Madrid no les inspira confianza. Ni la más mínima, a decir verdad. Más al contrario, lo único que les inspira son ganas de salir corriendo y no mirar atrás con tan solo escuchar mentarla. La historia viene de muy lejos: Valdefresno es una ganadería habitual en Las Ventas desde hace décadas, ya sea incardinada en feria o fuera de ella, y ni siquiera los más viejos del lugar le recuerdan una corrida medianamente aceptable. No digo ya alguna que haya sido buena, no. Simplemente aceptable. Ni eso tan siquiera. Toros sueltos, alguno que otro, sí. Quizás. Uno de cada cuarenta o cincuenta, como muchísimo y siendo generoso. La tradición manda que la tarde en la que se lidia la de Valdefresno en Madrid es una tarde de toros insufrible en la que toman parte una bonita colección de toros grandotes, mal hechos, destartalados, zambombos, feos, descastados, mansurrones, inválidos y bobalicones. Que como prototipo ideal de buey no digo yo que no pasen, pero de ahí a que puedan pasar como toros de lidia hay un mundo.

Y como en Madrid somos gentes germánicas y que no se saltan la más mínima oportunidad para cumplir con las costumbres de antaño, no hemos querido dejar de ser testigos de una nueva bueyada marca Valdefresno/Fraile Mazas. Pero solo ha querido ser testigo de la tradición media plaza, pues la otra media, menos arraigada y seguramente viendo venir desde lejos lo que se venía encima, ha salido huyendo como una liebre. Bien por ellos, y también por los que nos hemos animado a dejarnos caer por allí, pues lo ancho que lo han pasado nuestras sufridas piernas no tiene precio en pleno mes de mayo. Si casi parecía aquello uno de esos festejos de verano en los que el público clavelero ni sabe que hay toros en Madrid, con la diferencia de que esta tarde no estábamos como para torrarnos de calor, y por los tendidos no había desperdigados guiris de piel lechosa buscando el moreno brillante, pero acabando como aquellos antiguos jijones de rojiza capa encendida. 

Calor no, pero viento sí ha abundado en esta tarde, y además un viento fuerte y muy molesto para los de luces. Y ello, sumado a la pésima condicion que arrastraban los seis zambombos de negro, ha sido motivo más que suficiente para imposibilitar cualquier labor por parte de los toreros. Podría decirse que David Galván, Juan Ortega y Joaquín Galdós se han estampado contra las inclemencias del tiempo y contra los dos bueyes que han sorteado cada uno, a partes iguales. Y aunque quisiéramos ponernos a analizar al detalle los quehaceres que cada uno han dispuesto en sus correspondientes turnos, muy pocas cosas más podrían sacarse en claro. Sí es cierto que cada uno dejó impronta de su estilo, y que el mejor parado en esto fue Juan Ortega, que por momentos tuvo disposición de hacer el toreo tanto con el capote como con la muleta, sin llegar a redondear completamente tan finas intenciones. Detallitos y buenas maneras, pero que quedaron prácticamente en nada. David Galván dice más bien poco, o dice cosas similares a las que deja la mayoría del escalafón, que viene a ser lo mismo. Y Joaquín Galdós lo poco que dejó fue la cuestión entre los aficionados de cómo ha llegado hasta donde está, sin tener la más mínima técnica, idea ni estilo para enfrentarse a un animal de lidia.

A los picadores también les debió de molestar el viento, porque no atinaron ni una vez a picar arriba, aunque bien es verdad que a esos, normalmente, les molesta el viento hasta cuando no sopla. Y entre los hombres de plata, fue muy aplaudido Juan José Trujillo tras un buen par de banderillas. 

El petardo de esta tarde no era sino la crónica de una muerte anunciada. ¿Llegará el año en que la sufrida afición de Madrid se libre de las garras de estos ganaderos que parecen únicamente mantener factorías de cerriles para festejos populares y bueyes para tirar del arado y la trilla? 


15 DE MAYO DE 2019, SEGUNDA DE FERIA: A SAN ISIDRO LABRADOR TAMPOCO LE HUBIERA AGRADADO

Cuentan de San Isidro Labrador que fue hombre bueno, bondadoso, de carácter noble y afable. Todo un bendito. Pero hasta el más bendito de los hombres hubiera salido de la plaza de Madrid, en la tarde de toros de ayer, lanzando pestes y mentando al diablo. Y el bueno de San Isidro seguro que el primero, pues no le hubiera sentado nada bien que se mancillara de semejante manera su buen nombre y su festividad, 15 de mayo. Igual, si San Isidro le hubiera tenido gusto a eso del gintónic, a estas horas estaría tranquilamente en su catre durmiendo la mona después de jalear en la Plaza de Madrid, foro que le rinde tributo año tras año con el mayor de los respetos, la chabacanería hecha (des)toreo, y partirse las manos palmeando una infame puerta grande que no hace sino mandar al carajo el rigor y la seriedad que (se supone) se guarda en esta plaza. Pero como seguro que San Isidro, por los tiempos en que vivió, solo tomaría vino y nada más que convertida en sangre de Cristo cuando acudía a misa, lo de hoy hubiera hecho que se le llevaran los demonios.

Al patrón de Madrid y de los agricultores, entre otros, tanto como llevárselo los demonios, igual no. Como mucho, se removería en el interior de su tumba y, si hiciera ademán de levantar la cabeza, se volvería a caer del pasmo. Pero sí que esos demonios antes mentados nos llevaron a gran parte de la afición de Madrid después de que se le concedieran dos orejas de aunténtica vergüenza a Miguel Ángel Perera. No se recuerda en estos fueros puerta grande tan barata y tan bochornosa como esta que nos ocupa en intentar describir. Mejor será comenzar por el principio:

La segunda de feria apenas estaba creando interés al arrastre del segundo. La predisposición que esta tarde traía consigo la parroquia clavelera ya se dejó entrever cuando le jalearon al de Sabadell unas pocas verónicas por el pitón derecho que resultaron candenciosas pero dando un paso atrás en cada una de ellas, cuando recibía al que abrió plaza. Muy poca disposición a ponerse en el sitio y hacer el toreo derrochó este espada en su primer turno, disponiendo para la ocasión de un animal al que pegaron fuerte en el caballo y que manseó durante toda la lidia, pero que sacó casta y sí tuvo qué torear. Cites desde Manuel Becerra, uso exagerado del pico y muchísimas precauciones, pero eso sí, poniéndose bonito  y rezumando jarte por los cuatro costados. Que lo de torear con verdad y pureza ya si eso para otro día, pero por lo menos que a los pintores de pincel y a los fotógrafos les dé para llevarse algo a la boca, oiga. No vaya a ser... Un pinchazo precedió a un bajonazo, y protestas para el torero una vez arrastrado el toro. El segundo fue más manso aún y derrochó un feísimo estilo. Casta inexistente, embestida bronca y a la defensiva. Diego Urdiales, que tras el paseíllo fue obligado a saludar una fuerte ovación que iniciaron los malos afisionaos que todo protestan y solo acuden a la plaza a reventar a los toreros, hizo una faena larga, quizás demasiado para tan poco material, pero bien es verdad que sacó a relucir por momentos gran disposición de hacer ese toreo tan personal y llenos de clasicismo. No llegó la faena a gran cosa dadas las nulas condiciones del bicho, pero ahí quedó la esencia y algún que otro muletazo que hace recordar que torear es algo radicalmente distinto a lo que se premió a continuación.

Y llegó el suceso culmen de la tarde. Salió de chiqueros el tercero, apodado Pijotero y bautizado a fuego con el 61, de capa castaña. Un animal con bonita lámina pero sin grandes alardes al que Perera lancea de salida con la tan poca gracia que le es característica, pero consigue ganarle terreno y acaba con él en los medios y dejándolo parado. Efectivo al menos fue. Dos varas tomadas al relance y en las que cumple sin más, aunque salió suelto de la primera. Curro Javier es encargado de lidiarlo, magistralmente por cierto, y es en el capote de este hombre donde el toro ya saca a relucir unas cualidades tremendas. Perera lo ve rápido y, sin dilación ni tan siquiera un pase alguno de tanteo, se coloca casi en los medios, con el toro plantado en el tercio del tendido 1, a gran distancia. Lo cita con la mano derecha y el toro se viene, una tanda de muletazos consiguiendo templar al toro pero llevándolo hilvanado en el pico de la franela y escupiéndolo literalmente con un feo tirón hacia fuera, no sin antes descargar la suerte como él acostumbra. Le da aire al toro durante unos instantes el matador y vuelve a citarlo a larga distancia, el toro se viene pronto y alegre, y además embiste de lujo en la muleta. Perera, en el más puro estilo Perera: perfilero, zancada atrás, pico y tirón hacia fuera. La plaza, como loca. Vuelve a darle tiempo al toro y ejecuta una tercera serie sobre la mano derecha con el mismo corte 2.0 que caracteriza a este torero, y que termina de encender al personal. Cambia de mano y agarra la zurda, y es entonces cuando Perera acorta excesivamente las distancias y ahoga al toro, el cual no deja de embestir con la misma clase y transmisión con que estaba embistiendo hasta ahora. La faena de muleta baja el listón de golpe, Perera no es capaz de ligar los muletazos ni tampoco de pegarlos tan limpios, y tras este conato de (des)toreo al natural, vuelve a agarrar la mano derecha para seguir ahogando al encastado ejemplar, y aunque el personal le sigue jaleando como si aquello fuera inventar el toreo, Perera no saca muletazos tan limpios. A sabiendas de que estaba la faena, se fue a por la espada tras ello. Tres series con la derecha que, dentro de ese estilo 2.0, había conseguido tirar del toro y aprovecharlo, pero al coger la zurda todo acabó y nunca más volvió a retomar el vuelo. "Si mata bien, solo si mata bien, oreja. Y aquí paz y despues gloria". Si hubiéramos sabido la verdad, hubieramos aprovechado para salir a hacer aguas menores antes de tiempo y así no ser testigos de la chacota: estocada trasera y caída. Ni rinconera ni leches, no. Casi un bajonazo, pero sin el casi. "No creo que le den la oreja, estamos en Madrid y...", y antes de terminar la frase, dos pañuelos blancos colgando de la barandilla. ¡¡Dos!! Surrealista cuanto menos. Baste con decir que los pitos y abucheos ahogaron los aplausos, y que seguramente ni el mismo interesado se creería tal situación. Y Perera paseó, con una sonrisa que delataba sin disimulo la soberbia que gasta y bajo un enorme alboroto, la casquería de la que era injusto merecedor.

El resto de la corrida transcurrió entre el cabreo ocasionado por tan lamentable suceso y la decepción que los toros de Fuente Ymbro estaban creando, aun lidiando ese buen tercero. El señor de Sabadell (por muy de Córdoba que ponga en los carteles que es) las pasó canutas ante el manso cuarto, que seguramente en una muleta mas poderosa hubiera sacado otra condición. Pero con un tío ante sí mismo con tanto miedo, tanta desconfianza y tomando tantas precauciones, ¿qué otra cosa podía hacer si no era defenderse de los telonazos a los que era sometido? Como suele decirse, que salga a saludar al tercio aquel a quien se le ocurrió anunciar a Finito de Córdoba en San Isidro un año más. ¡¡Que salga a saludar!! Del quinto, decir que se quedó sin picar, y quizás eso pesó demasiado en el tercio de muerte. Diego Urdiales porfió ante él, consiguiendo un comienzo de faena portentoso con doblones muy toreros que ganaron terreno al toro, pero una vez agarrada la muleta para realizar el toreo fundamental, no llegó a acoplarse ni a conseguir mandar sobre la correosa embestida del animal. Muchos muletazos sobre ambos pitones, pero apenas algún resquicio de temple y mando. Otro día será para Urdiales. Y el sexto, un inválido y descastado ejemplar con el cual Perera no hizo sino gala, otra vez (aunque ahora sin material) de su pegapasismo vulgar en otra interminable faena que debió terminar muchísimo antes de cuando lo hizo. Y una vez hubo doblado este último, flechaíto a la salida para no ser testigo ni por casualidad de la más vergonzosa puerta grande de cuantas se recuerdan.

Y entre medias, Curro Javier y Javier Ambel se llevaron grandes ovaciones tras bregar con consumada maestría y efectividad a los toros tercero y sexto; amén de que Curro Javier le sopló al sexto un par de banderillas de enorme categoría.

San Isidro Labrador, perdónalos. No saben lo que hacen. 

miércoles, 15 de mayo de 2019

14 DE MAYO DE 2019, PRIMERA DE FERIA: QUE LA PEOR SEA ESTA

"Que la peor sea esta", comentaba la afición cuando desertaba del tendido, pasadas ya las 21:15 horas de la tarde. Un aficiondo que no hubiera visto la corrida, y que sea tan viejo como avispado, murmuraría entre dientes con voz socarrona: "Vamos, que buena lo que se dice buena, tampoco ha sido". No, no ha sido un corridón de toros. Pero que ha tenido importancia y ha mantenido el interés de todo aquel apostado en el granito, sin duda. ¡¡Cuántas no veremos a lo largo de este mes d
que verdaderamente sean para echar a correr y no volver!! La corrida, importante es decirlo desde el primer momento, ha sido horripilantemente picada, y a partir de ahí se comprendería el mérito que han tenido los seis ejemplares de no dar el menor síntoma de invalidez y de no abrir ni tan siquiera la boca. Dureza de patas por delante, nada de medios-toritos a los cuales hay que llevar entre algodoncitos durante toda la lidia, darles un par de picotacitos de nada, y bregarlos sin arrastrar por el albero los vuelos del capote. Por lo tanto, seis toros de La Quinta duros de patas, que además si bien no han hecho unas peleas espectaculares debajo del peto, tampoco han rehuído como alma que lleva el diablo cuando sentían la puya allá donde Satanás dispusiera que les cayera. Y luego, algunos incluso se les podría tildar de encastados... ¡¡Casta!! Bendita palabra. Muy en especial, la de los corridos en tercer, cuarto y quinto lugar. El segundo se ha prestado al toreo, ha galopado con alegría y ha ofrecido unas cuantas arrancadas con buen son, pero quizás le faltó un puntito más de picante. Y sobre aquellos que abrieron y cerraron plaza, respectivamente, decir que fueron los garbanzos negros de la corrida. El primero bien es verdad que quería pero no podía, se quedaba muy corto y se frenaba en mitad del viaje, seguramente a causa de los dos infames puyazos que le arrearon. Y el sexto, un borreguito soso que no dio el más mínimo interés.

Y la terna... ¿Qué decir de la terna? Pues algo así como que pasaban por allí circunstancialmente tres señores vestidos de luces, acompañados cada uno de tres hombres de plata y dos carniceros tocados con castoreño (uno en el caso de Javier Cortés, pues en el otro lugar sí llevaba un picador de verdad), y a ellos les endiñaron los santacolomas. Que oiga, todos sabemos de la dificultad que lleva aparejada la casta, quién lo duda. Pero ¡¡caramba!!, de tres matadores a los que se les supone con la mínima preparación indispensable para asomar por Madrid en San Isidro (supuestamente) siempre se espera uno el menor decoro posible. ¡¡Ja, iluso que es uno!!
A Rubén Pinar le tocó abrir feria con la más fea o, al menos, con una de las dos feas; y el hombre hizo lo que pudo, que no era otra cosa que quitárselo del medio con decoro, además de darle las gracias a su picador, el cual seguramente habrá dormido esta noche con la tranquilidad de un recién nacido. ¿Mató con decoro Pinar a este primero? Lo hizo con un golletazo y con la ayuda de sus peones, que lo tiraron haciendo uso de la rueda. De manera que no comment. Que después de esto, en cuarto turno, dispuso Rubén Pinar de un animal huidizo pero de esos con teclas que tocar, las cuales no eran otras que llevarlo muy tapadito y dejarle el trapo muy bien puestecito. Puea, aun habiendo mansedumbre, también había casta. ¿Que el matador consiguió meter al toro en vereda y hacerle que embistiera comiéndose la muleta? Cierto. ¿Que los muletazos que pegó fueron todos muy fuera de cacho y echando al toro hacia fuera haciendo un uso del pico más que descarado? Tan cierto como que el palabrero de Emilio Muñoz no ha cortado una oreja en Madrid jamás y que el tal Maxipedia, si le quitan su buena mano para hacer estadística, pinta menos en el Plus que seis picadores en una corrida de Juan Pedro Domecq o de Daniel Ruiz. Solvente, por tanto, la técnica de Pinar para evitar que el toro se le fuera de najas, pero vulgarísimos y cuanto menos ventajistas fueron los muletazos que le recetó una vez que tenía al animal bajo su batuta. Quizás, otro día será para Rubén Pinar en Madrid. Quizás...

A Javier Cortés le cayó en gracia (o quizás debería decir en desgracia) el lote de la tarde. El segundo animalico repetía dulcemente en su muleta y pareció susurrar algo así como "oye, tengo las orejas que se me caen". Y ahí anduvo el bueno de Cortés pegando trapazos por ambos pitones, y sin evitar que el nobilísimo animal se le subiera a las barbas. Que luego tuvo al quinto, ejemplar ante el cual el picador Juan Francisco Peña dio una verdadera lección de cómo se pica un toro. Le descabalgó en el primer envite, y cuando se lo pusieron en suerte para recibir la segunda vara y a distancia considerable, el animal no hizo otra cosa que remolonear, escarbar y buscar cualquier excusa para largarse, pero el pica movió el caballo de un lado para otro y levantaba el brazo gritando a viva voz para llamar su atención. ¿Tan difícil es hacer la suerte con corrección, demonios? Pues el toro, a pesar de que no estaba por la labor, ¡¡milagro, se arrancó!! Y galopó, eso sí, con alegría, y hasta empujó metiendo riñones. Y el bueno de Juan Francisco Peña, antes de que el toro se estampara contra la acorazada, lanzó la vara y le acertó en toda la yema antes de que el toro rozara el peto con los pitones. Y la plaza, en pie y aplaudiendo hasta con las orejas. Con lo bonita que es la suerte de varas, y nos la quieren abolir... Esto desató la histeria colectiva hasta tal punto que el bueno de Javier Cortés se llevó al toro a la mismísima boca de riego y ahí lo dejó. ¿Y si se producía el milagro y el toro, a pesar que desde más cerca ha dejado claro que no le apetecía mucho, se arrancaba desde tan lejos? Total, si hubo hasta quien convirtió agua en vino, ¿por qué no esto? Pero hoy no fue el día completos de los milagreros, y el toro no solo no se arrancó al caballo de contraquerencia, sino que se fue a aquel que guardaba puerta en el tendido 4, impidiéndo que llegara a la jurisdicción de este picador un peón que andaba en su sitio. Pero como el toro apenas había sido picado en la primera vara, necesitaba de otro puyazo, por lo que después de intentarlo otra vez desde más cerca sin que diera resultado, hubo que ponerlo prácticamente debajo para cobrar otro puyazo de perfecta colocación. Se fue el pica bajo una atronadora ovación, y después de un tercio de banderillas rápido y solvente, quedaron solos toro y torero en el platillo. El animal no hizo pelea de bravo en varas, pero sí dejó entrever durante la lidia que iba a dar guerra en la muleta. Guerra de la buena, pues era un deleite ver cómo se arrancaba y cómo metía la cara en el percal del peón de brega. Toro encastado y fiero fue este, y el cual se comió muletazo tras muletazo la franela de un Javier Cortés que estuvo muy acelerado, sin sitio y sin capacidad alguna para conseguir bajarle la mano, templarlo y mandar sobre su embestida. Una pena que así fuera, pero se fue sin torear.

Thomas Duffau se llevó quizás la peor parte en el sorteo de las 12 al caerle el soso y aburrido sexto; y también, el complicado tercero. Complicado, pero no imposible. Que aunque a veces pueda parecerlo, no lo es. Y no lo fue en este caso ni mucho menos. Pero pasa que cuando en manos de uno cae un toro con tan mal estilo, que es incierto, pega tornillazos, se defiende y no humilla, ahí debe haber una muleta poderosa que, primero, se olvide el que la porta de ponerse bonito; y segundo, que consiga realizar una faena de poder sobre las piernas y macheteando por bajo. Ni la una, ni la otra. ¿Habrá alguna vez alguien, en el entorno de un torero y/o de una escuela taurina, que convenza a sus chicos de que hay vida en el toreo más allá de pegar pases componiendo la figura? Sí, mejor esperar sentados.

Acabada la primera de feria tocó tiempo para reflexionar sobre lo visto, y todos los presentes parecieron estar de acuerdo: ojalá la peor de todas fuera esta. No nos iba a salir mala feria.