lunes, 20 de mayo de 2019

20 DE MAYO DE 2019, SÉPTIMA DE FERIA: DEPRIMENTE ES POCO

Hay días en que uno preferiría, tras terminar los toros, irse a casita, meterse en la cama sin cenar, ni escribir, ni nada; tomarse la pildorita de dormir, y mañana será otro día. Qué digo, hay días en que uno se maldice una y otra vez, saliendo de la plaza, por el mero hecho de haber ido a los toros... ¡¡En qué santa hora!! ¿Para qué, para acabar con una depresión de caballo? Esto no puede ser bueno para la salud física, ni mucho menos para la salud psíquica. Pero cuando la cosa de "maldita sea, y para qué puñetas voy a ir yo hoy a los toros, si lo que voy a ver me va a hacer que me lleven los demonios" aflora en el cuerpo, la vena de esta bendita afición se inflama y se pone en centésimas de segundos como el tronco de una encina, y hala, a los toros. Que una cosa puede con la otra. Y después, por si fuera poco, a escribir. ¿Y para qué? Vale, lo confieso: me lo ha dicho mi psicólogo, que cuando algo me produzca una depresión terrible, lo escriba en un folio, y después lo eche a la lumbre. O en su caso, lo publique en mi adorado blog, que aunque pueda parecer diferente, no lo es tanto: no arderá en la red de Internet, pero hará arder la sangre de algunos pocos: la de los taurinejos estos de poca monta, para ser conciso. Y esto es más efectivo que mil pastillas de esas que curan la depresión, y de placentero ya no hablamos.

Y en estas me hallo, intentando contar la deprimente primera novillada de este San Isidro, festejo en el que ha tomado parte la gandería del Conde de Mayalde, y tres mozalbetes los cuales, según vociferan por ahí estos vendehumos del taurineo, son grandes esperanzas, y que ellos son el futuro de la Fiesta, y que van a mandar en esto, y que... ¡¡Paren paren, que yo me apeo aquí mismo!!
La del Conde de Mayalde, tardes más ruinosas que esta nos han dado. Al menos estos de hoy, aunque no eran lo que se dice un derroche de fuerzas ni de poder (qué poco les han castigado en el primer tercio), no han acabado lamiendo el albero; y además se han prestado al toreo de muleta con docilidad, dulzura y una tontorronería extrema. Sosetes, aunque los corridos en primer y sexto lugar sacaron más motor, pero bonacibles. Quizás, lo que a ellos les faltaba se lo deberían haber puesto los de luces. Y estaríamos, volviendo a invocar el quizás, ante otra cosa. Otro aire a la tarde. Otra sensación. Otro sino.

Esta terna novilleril de hoy, formada por Rafael González, Marcos y Fernando Plaza, ha pecado no ya solo de invocar la Tauromaquia 2.0 grotesca y aburrida, sino de andar demasiado fáciles, aseados y con el mismo alma que se gasta cuando se echa una partidilla al cinquillo entre colegas. Que los zagales han venido con la artillería del bullicio cargada, pues ninguno ha perdido la más minima oportunidad de hacer un quite, y hacer mil y una cosas con el capote, como parar a los toros combinando verónicas, chicuelinas y gaoneras (cosa muy poco ortodoxa), o de torear por chicuelinas despatarrándose (cosa aún menos ortodoxa). Ni tampoco han perdido la ocasión de torear de rodillas o de irse a portagayola... Vamos, que en lo que en eso respecta, han venido con actitud de novilleros, como venían antes a comerse el mundo. Pero en lo fundamental, en el parar-templar-mandar, en el toreo de verdad y el que parte todo el bacalao... ¡¡Qué manera de aburrir y de deprimir!!

Rafael González abrió cartel con uno de esos típicos novillos soñados en el momento y lugar más oportuno. Vamos, traducido al castellano, un novillo de triunfo gordísimo en Madrid, en plena feria de San Isidro. Y ¿qué pasó? Que el animalito se fue al desolladero sin torear y con las dos orejas, una y dos, intactas. Su faena fue aseadita, despegada y siempre echando al toro fuera haciendo un uso descarado del pico. Y la verdad es que de tal manera podría describirse la faena al cuarto novillo, más apagado pero también toreable y con posibilidades de triunfo. Ninguna serie, ni un misero muletazo que hiciera revivir el toreo de verdad en Madrid. Pero la verdad es que la estocada con la que acabó con este cuarto fue buena en ejecución y en colocación, y eso sumado a que la golfer... digoooo la sobriedad de los banderilleros al tirarlo al suelo muy rápido haciendo uso de la infame rueda, calentó al público e hizo caer el despojo. Pues bueno, bien por el chico, salvo que se tenga en cuenta que regalar despojos es engañar al torero.

Marcos tiene tan poca gracia como un pan sin sal. Que sus dos novillos ya de por sí tenían poca, pero él muchísima menos. Y ya es decir. Pases. Y pases. Y más pases. Y nada más que eso: pases. Y aparte, todo lo que conlleva pegar pases y ser un pegapases: aburrimiento, vulgaridad, uno en el tendido contando las musarañas, otro observando a la rubia guapa de los asientos de más para allá, el de allí preguntándole al de luces "¿te queda mucho?"... Muy deprimente.

Y Fernando Plaza, que por segunda vez en veinte días hizo aparición por estos fueros, dispuso también de otro novillo, sexto, con más gracia y salero. Pero mientras esté más centrado en imitar a Talavante, que en torear de verdad, limpio y tirando del animal, va a quedarse en eso, en uno que quiso ser Talavante, otro más. Y de aquí a tres o cuatro temporadas, solo él se acordará de que un día quiso ser torero. Qué novillo este sexto para soñar el toreo, también uno de los de el novillo soñado en lugar y momento soñados... Y ante él, cierto es que algún muletazo bonito y corriendo bien la mano consiguió pegar, pero se perdieron en un mar de tirones hacia fuera, cuando no eran enganchados. Y ante el tercero, otro pan sin sal... Qué decir que no se haya dicho ya.

Pues sí, qué decir más de la tarde de hoy que no se haya dicho ya. Se me vienen a la cabeza un buen par de banderillas de Miguel Martín, otro de Fernando Sánchez; y dos puyazos señalados (solo señalados) en buen sitio por Francisco Javier Sánchez. Y paren de contar.
Si el futuro de la Fiesta se sostiene sobre tardes como las de hoy. Y si tres señores, que no son precisamente de los que torean poco y están poco rodados, no son capaces de triunfar rotundamente con novilladas que se dejan de esta manera... ¿Qué va a ser de esto? No es derrotismo, es la jodida realidad. Y mañana más.

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