En una situación normal, al hablar de la corrida que hoy se ha lidiado con el hierro de don José Escolar Gil, se empezaría haciendo referencia a esas cositas que tan feliz le hacen a cualquier aficionado que se preste. Ya saben, lo de la casta, la dureza de patas, las dificultades, la emoción y tal. Pero ocurre una cosa, que la tarde de hoy no ha discurrido del todo por los senderos de la normalidad, pues ha tenido como protagonista a un señor al que todos los toreros temen casi tanto como a los pitones que miran hacia delante, los toros con los cuartos traseros muy desarrollados, el hierro de la A con asas o que la montera caiga boca arriba. Su nombre, en griego, Eolo. O Caurus, en la antigua Roma. El caso es que este indeseado no ha querido perderse la tarde de los escolares, seguramente porque presumirá de aficionado al toro-toro, o porque no tenía nada mejor que hacer en casa y le apetecía venir a dar por saco; pero sea por lo que fuere, ha deslucido sobremanera la tarde y los toreros, más que menos, se han visto muy dificultados, cuando no imposibilitados, con su afán de ser protagonista esta tarde.
Eolo, o Caurus (desconozco qué nombre le gustará más al colega) dio mucho, muchísimo por saco esta tarde a los de la taleguilla bordada en oro, o plata en el caso de Gómez del Pilar, pero no así a los de cuatro patas y pelaje cárdeno. Esos embisten, se paran, se comen los caballos, mansean o se caen, según los casos, haga frío, calor, lluvia, granizo, nieve, sol, viento o que el arcoiris luzca radiante. Y en esta tarde ventosa, embistieron. ¡¡Y cómo embistieron!! A pesar de que la presentación de la corrida dejó mucho que desear por desigual, con ejemplares correctos y otros verdaderamente sin remate y mal hechos, pero embistió. Unos más que otros. Unos con más claridad que otros. Tampoco llegaron a emplearse con bravura y codicia en varas, sin que tampoco rehuyeran de la pelea. Pero salió la bendita casta. ¡¡Milagro!!
No comenzó la corrida con el mejor ejemplar, pues fue este primero el típico albaserrada tobillero y probón que acortaba mucho el viaje y buscaba al bulto que había detrás de la muleta. Intentó Robleño ponerse a torear según los cánones modernos, o al menos a intentarlo, pero no estaba la cosa para andar pegando pases, ni por la condición del toro ni por la necedad del señor Eolo/Caurus. Por fin desistió, lo macheteó con dignidad y lo mandó al otro barrio no sin pinchar en hasta cinco ocasiones.
El segundo no mejoró la cosa, pues también tenía poco recorrido y aún menos ambición de embestir, y cuando lo hacía era con la cara a media altura. Gómez del Pilar no salió de la segunda raya, y bien que hizo. Basó la faena sobre el lado derecho, intentando tirar del toro y llevarlo largo, llegando a conseguirlo por momentos en algunos derechazos sueltos de mucho mérito. Fue larga la faena, tanto que le sonó un aviso cuando cambiaba el estoque simulado por el de verdad, pero ahí quedaron esos derechazos que le hicieron rayar a buen nivel al torero.
El tercero fue, esta vez sí, uno de los toros de la tarde por encastado, fiero, con pies y mucho que torear. Y todo eso, a pesar de la infame carnicería que le organizó el picador Luis Miguel Leiro, con el beneplácito de su matador, mediante dos varas asesinas. Porque en efecto, a pesar de la tentativa de homicidio que se llevó a cabo en el primer tercio, el toro llegó a la muleta haciendo gala de todas sus facultades. Ángel Sánchez, el hombre, entre el viento y, seguramente, por lo que no es el viento también, anduvo ahí delante haciendo lo que buenamente pudo. Gran toro, Combativo de nombre y con el número 15 en el costillar.
El cuarto completó el lote mas áspero de la tarde. Acudía con prontitud a los cites, pero se quedaba a medio viaje y probaba mucho al matador. Robleño tardó en acoplarse a la situación, pero poco a poco se fue cerrando más a tablas, y también reposándose, para, en esos terrenos del tendido 4, acabar sacando su oficio y tirar del burel en muletazos muy mandones por el pitón derecho y alargando la embestida. No fueron muchos, pero sí los suficientes para dejar un trasteo más que digno. La espada cayó, nunca mejor dicho, en mal sitio, y quizás por ello perdió una oreja.
Sobre el quinto decir que siempre nos quedaremos con la duda, aunque la embestida del animal durante los primeros tercios de la lidia apuntaba alto. Fue también un toro que acudió con alegría y prontitud al caballo, aunque no terminó de emplearse. Gómez del Pilar fue más allá de la segunda raya con él, pero Eolo/Caurus quiso ser aún mas protagonista, y no permitió que el matador estuviera confiado para colocarse, echar la muleta alante y correr la mano con poderío. Y ante tanta duda y telonazo, el toro acabó a la defensiva y pegando tornillazos. Siempre nos quedará la duda de si en otras condiciones...
Y el sexto y último también tuvo intenciones de embestir con fiereza, pero en este caso fue una lástima que anduviera corto de fuerzas en los remos. Lo de Ángel Sánchez ante él fue un calco de su actuación ante el tercero: muchas dudas y falta de confianza provocadas, otra vez, por Eolo/Caurus. No terminó de dar el paso hacia delante el matador, quien lo pasó de muleta tomando muchas precauciones, componiendo una faena larga y hueca. Lo suyo, de momento, tendrá que esperar.
Los de oro, y el de plata, sufrieron la mala baba del señor Eolo/Caurus, pero no así algunos hombres de plata y azabache. Y muy en especial, la cuadrilla de Ángel Sánchez, que ofreció un antológico tercio de banderillas ante el tercero de la tarde. Raúl Ruiz puso dos pares exponiendo mucho, y el par de Fernando Sánchez fue uno de los mejores que se ha visto en toda la feria. Todo ello acompañado por la magnífica brega de Iván García, quien además se llevó al toro casi de punta a punta de la plaza a una sola mano. También expuso mucho la cuadrilla de Gomez del Pilar banderilleando al quinto, destacando un par de Pedro Cebadera.
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