Madrid se acordó de él un año más
Y como en Madrid somos gentes germánicas y que no se saltan la más mínima oportunidad para cumplir con las costumbres de antaño, no hemos querido dejar de ser testigos de una nueva bueyada marca Valdefresno/Fraile Mazas. Pero solo ha querido ser testigo de la tradición media plaza, pues la otra media, menos arraigada y seguramente viendo venir desde lejos lo que se venía encima, ha salido huyendo como una liebre. Bien por ellos, y también por los que nos hemos animado a dejarnos caer por allí, pues lo ancho que lo han pasado nuestras sufridas piernas no tiene precio en pleno mes de mayo. Si casi parecía aquello uno de esos festejos de verano en los que el público clavelero ni sabe que hay toros en Madrid, con la diferencia de que esta tarde no estábamos como para torrarnos de calor, y por los tendidos no había desperdigados guiris de piel lechosa buscando el moreno brillante, pero acabando como aquellos antiguos jijones de rojiza capa encendida.
Calor no, pero viento sí ha abundado en esta tarde, y además un viento fuerte y muy molesto para los de luces. Y ello, sumado a la pésima condicion que arrastraban los seis zambombos de negro, ha sido motivo más que suficiente para imposibilitar cualquier labor por parte de los toreros. Podría decirse que David Galván, Juan Ortega y Joaquín Galdós se han estampado contra las inclemencias del tiempo y contra los dos bueyes que han sorteado cada uno, a partes iguales. Y aunque quisiéramos ponernos a analizar al detalle los quehaceres que cada uno han dispuesto en sus correspondientes turnos, muy pocas cosas más podrían sacarse en claro. Sí es cierto que cada uno dejó impronta de su estilo, y que el mejor parado en esto fue Juan Ortega, que por momentos tuvo disposición de hacer el toreo tanto con el capote como con la muleta, sin llegar a redondear completamente tan finas intenciones. Detallitos y buenas maneras, pero que quedaron prácticamente en nada. David Galván dice más bien poco, o dice cosas similares a las que deja la mayoría del escalafón, que viene a ser lo mismo. Y Joaquín Galdós lo poco que dejó fue la cuestión entre los aficionados de cómo ha llegado hasta donde está, sin tener la más mínima técnica, idea ni estilo para enfrentarse a un animal de lidia.
A los picadores también les debió de molestar el viento, porque no atinaron ni una vez a picar arriba, aunque bien es verdad que a esos, normalmente, les molesta el viento hasta cuando no sopla. Y entre los hombres de plata, fue muy aplaudido Juan José Trujillo tras un buen par de banderillas.
A los picadores también les debió de molestar el viento, porque no atinaron ni una vez a picar arriba, aunque bien es verdad que a esos, normalmente, les molesta el viento hasta cuando no sopla. Y entre los hombres de plata, fue muy aplaudido Juan José Trujillo tras un buen par de banderillas.
El petardo de esta tarde no era sino la crónica de una muerte anunciada. ¿Llegará el año en que la sufrida afición de Madrid se libre de las garras de estos ganaderos que parecen únicamente mantener factorías de cerriles para festejos populares y bueyes para tirar del arado y la trilla?
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