La corrida de Montalvo que se ha lidiado en este quinto festejo de feria no ha sido sino otro petardo ganadero más que añadir a la magra colección va creándose según pasan los días Qué hermosa mascletá no íbamos a sacarnos de estos avíos, ni la mejor pirotecnia de toda España. Seis grandullones y rechonchos toretes de los cuáles solamente uno ha hecho mover el trasero a Florito y a sus berrendos coloraos, pero que podrían haber sido más, sin duda. Aquel que gozó de tales honores fue el 3° de la tarde, al cual sustituyó un sobrero de Luis Algarra que para nada fue el borreguillo artista que tanto anhelan hoy día los figurones y sus ganderos de cámara. Ya en recibo capotero mostró su guasa. Cuando Pablo Aguado, sin importarle que el toro no era para ponerse bonito, intentó estirarse a la verónica, el toro se le coló y le propinó un fuerte golpe. Manso el toro y con muy poca gracia en varas, sacó mucho que torear en la faena de muleta, pero seguía siendo un toro que no permitía ponerse bonito. Torear pero sin ponerse bonito. Torear sin ponerse a ligar y ligar y volver a ligar muletazos como un carrusel. ¿Que parece imposible algo así? Pues no lo es, porque torear no es solo pegar pases y/o ponerse bonito. Pero Aguado, con esta máxima metida en la cabeza, intentó emular su faena de Sevilla hace pocos días y trató al animal como si fuera para ello. El resultado fueron varios arreones, una fuerte voltereta y sobre todo un mal trago para el torero, que se vio superado en todo momento por el toro. Además, lo mató horrendamente.
Montalvo fue una ruina y ni siquiera un buen toro, el que hizo de segundo de la tarde, le salvó los muebles. Un toro este que sacó muchísima nobleza, clase y hasta ese punto de chispilla mínimo indispensable para darle importancia al asunto. Y también aguantó las fuerzas. Aguantó sí, pero con "trampa", porque la suerte de varas ni tan siquiera sirvió para hacerle medio hilillo de sangre. Entró al caballo dos veces arrancándose pronto y acudiendo con alegría, pero poco se empleó y además salió suelto. Óscar Bernal hizo muy bien la suerte, pero se le fueron los dos puyazos un palmo caído y atrás, respectivamente, siendo muy aplaudido. En el país de los ciegos... Con un catigo inexistente en el primer tercio, el toro empezó a desarrollar una condición alegre en el segundo tercio y llegó a la muleta fabulosamente para armar un lío. Pero para lío, el que se armó Adamito Jr él solo, con una larguísima faena de trapazos haciendo un uso exageradísimo de las ratonerías 2.0, consistentes en no cruzarse, citar con el pie muy atrás y llevar siempre al toro embarcado con el pico y en línea recta. ¡¡Qué toro se le fue!! Trallazos, trallazos y más trallazos, algunos bieeeeeeeeeeeennnnnnnjjjjjjj que destilaban fuerte aroma a ginebra entremezclado con tónica, combinados con protestas y recriminaciones por parte de algunos aficionados sobre la colocación y los muletazos del torero. Mató a recibir y la estocada se fue atrás, lo que no impidió que se le pidiera una oreja que la Presidencia, haciendo gala del buen hacer, denegó.
Una oreja sí que se llevó Ginés Marín, cortada al primero de la tarde. Animal este muy noble y que se prestó al toreo sin hacer feo alguno, pero que no estaba sobrado de fuerzas. Ginés es un torero fino y cuando quiere, torea. Torea porque sabe. Pero no siempre tiene predisposición a ello. Esta tarde la tuvo por momentos, pero solo por momentos. Su faena a este primero fue de menos a más, empezando por aliviar al toro mediante muletazos poco obligados para ir metiéndolo en el canasto y no se fuera a pique. Poco a poco se apoderó Ginés de la situación y fue capaz, ya agarrada la zurda, de tirar del toro por momentos y bajando la mano, aunque con el defecto de ayudarse con la espada. Bernardinas para culminar, y una fabulosa estocada que por sí sola ya valía la oreja que se le concedió. El cuarto toro fue uno de esos que más hubiera valido que volviera a los corrales y que en su lugar saliera el sobrero, pero hubo que tragar con él hasta el final por obra y gracia no solo del Usía, sino de la cuadrilla y del propio matador, que lo llevaron entre algodoncitos toda la lidia para que no se les derrumbara. Así está esto. Lo pagó caro Ginés Marín, ya que lo poco que pudo sacar, si es que lo sacó, quedo en la nada. Exactamente lo mismo que Adame con el quinto.
La tarde iba cuesta abajo y sin frenos. Parecía una de esas tantas tardes destinadas a la nada absoluta, a querer olvidarlo todo y mañana será otro día. Y según pasaba la lidia del sexto toro, otra birria inválida, iba cogiendo peso la idea. Hasta que Pablo Aguado tomó la muleta, se fue a los terrenos del tendido 5 y se sacó al toro doblándose y haciendo gala de una torería y una cadencia que pararon todos los relojes que se hallaban en la plaza. Remató estos doblones con algunos pases del desprecio y pases de pecho torerísimos, para irse de la cara del toro andando muy graciosamente. Lo que vino a continuación fue un perfecto manual de destoreo moderno sobre el pitón derecho en el que Aguado, tan torero como es él, nunca se cruzó y metió el pico una barbaridad. Parecía que todo estaba hecho pero !!oh, sorpresa!! Agarra la muleta con la zurda y comienzan a venir algunos naturales que fueron verdadera antología. ¡¡Lástima que no hubiera toro ahí delante!! Algunos adornos más, y a por la espada. Era de oreja, pero la espada hizo guardia y se tuvo que conformar con escuchar el reconocimiento de la afición de Madrid ovación mediante.
Se dijo el primer día, y algunos festejos después ese sentimiento se agranda: cuantísimo nos íbamos a acordar de aquella corrida de La Quinta con la que iniciamos feria. Por mucho que intentaran vendernos la moto de que no, de que eran toros imposibles para el toreo de hoy en día, y que no dejaban a los de luces estar a gusto, y que duran poco, y que si es que en corridas así el público toma partido siempre por los toros y a los toreros les infravaloran, y que si no sé cuántas paparruchas más venidas de la misma patulea abrazafarolas de siempre. Lo que no gusta es la casta y la fuerza en los remos, qué gaitas. Y así de bien le va a la cabaña "brava" española, con la cría de estos mojones tetrapléjicos que ni emocionan ni valen para una parrillada siquiera. ¿Que dicen que valen para lo de torear mejor que nutsbsudidnosequé? Pues si esto de hoy o lo de ayer del maestro, por citar solo algunas muestras, es lo que sostendrá el toreo del mañana, ¡¡apaga y vámonos!! Y vámonos de verdad, que esta tarde de domingo toca rejones.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar