Ni el más íntimo enemigo de los taurinetes, ese pelagatos apellidado Urtasun y dedicado a la (In)Cultura desde su poltrona ministerial, se atrevería a tanto. ¡¡Semejante anti-espectáculo!! El de hoy, el de ayer, el de anteayer, ante-anteayer... ¿Seguro que el tal Urtasun no anda detrás de todo esto? Cualquiera lo diría.
El anti-espectáculo, la anti-corrida, el anti-Toro, el anti-toreo, la anti-Fiesta... Como se le quiera llamar. La feria de San Isidro más ha parecido en los últimos días una feria de muestras de lo que es todo eso que lleva el prefijo "anti", que otra cosa. Y en la tarde de hoy, domingo, ha llegado a su culmen. De momento, porque todavía nos queda media feria y muchas cosas que pasar. Se veía venir de lejos: corrida con la etiqueta de "mixta", esa en la que un rejoneador le abre el cartel a dos matadores de toros, con sus toretes bien escogiditos y arregladitos para la ocasión. Tanto el rejoneador como los dos matadores de toros, que aquí no se libra nadie. El recelo se hacía notar desde que se anunció semejante formato para esta tarde, desgraciadamente habitual en estos últimos años. Pero para recelo, la divisa escogida para el toreo a pie: Montalvo. Y por supuesto, Cayetano. Y hasta el bueno de Ginés Marín, viéndole como se le vio hace días en su primera comparecencia.
La tarde ha sido toda una apología del anti-espectáculo desde que asomó por chiqueros el primero de la tarde, un torete de presencia lamentable y "defensas reglamentariamente despuntadas". Diego Ventura, el rejoneador de marras, ahí anduvo con lo suyo. Y por aquí no se entiende gran cosa de rejoneo, ni de caballos, ni de doma, ni de nada; pero a juzgar del poco entusiasmo que mostró el personal presente, su actuación no debió de ser lo que se dice histórica. A continuación, dos toretes de Montalvo regordetes, y que ofrecieron un juego ambos que no fue diferente al esperado: flojos, mansos, descastados y tontorrones. El anti-Toro, una vez más. Lo realizado por Cayetano y Ginés Marín ante ellos, tampoco pasará a la historia viva de la Tauromaquia. Sale el 4º, otro torete que lució las "defensas reglamentariamente despuntadas", y esta vez sí la lidia a caballo de Diego Ventura enardece a los presentes desde el primer momento. Sería que anduvo verdaderamente bien, por lo visto. Salvo con el rejón de muerte, con el que pinchó reiteradas veces y dejó la cosa en una ovación saludada desde el tercio por el rejoneador. La cosa a pie no se viene arriba: el 5º toro de Montalvo no cambia la tónica de sus hermanos lidiados. Los lidiados esta tarde, y todo lo que esta divisa ha lidiado en los últimos años en Madrid. Otro torete simplón y justo de fuerzas, con el que Cayetano... Pues eso, Cayetano. ¿O a este paso alguien pretende pedirle peras al olmo? El 6º toro es devuelto por inválido, y en su lugar sale un sobrero de José Vázquez: esa ganadería que todavía hierra con el 9 de Aleas, la mítica vacada de procedencia jijona que espantaba a los grandes lidiadores de antaño. "Los Aleas, ni los veas", se decía en el siglo XIX y principios del XX, momento en el cual la sangre de Vistahermosa por la rama de Santa Coloma absorbe lo jijón. Hogaño, ya con la sangre de Santa Coloma también extinguida y que dio paso a lo domecq (qué si no), lo mismo: "lo que fue de Aleas, ni lo veas". Pero ese chascarrillo llega ahora desde el tendido y no desde el ruedo... El sobrero de José Vázquez herrado con el 9, no cambió la tónica a última hora: mansurrón que huyó de los caballos como alma que lleva al diablo, y que en la muleta se movió con sosería. Y Ginés Marín, embarullado en una faena larga y vulgar.
Los amantes del noble Arte de Marialva serían, se supone, los únicos que disfrutaron en la tarde de hoy. Lo de Montalvo volvió a demostrar que no es una ganadería apetecible en este momento para ver. Y también volvió a dejar cátedra del anti-Toro de lidia, una cátedra intensamente repetida a lo largo de los últimos días por las vacadas anunciadas. Cayetano sentó cátedra también, por supuesto, pero de lo que es un torero limitadísimo y hecho únicamente a golpe de apellidos. Que el año que viene le vuelvan a contratar también. Y Ginés Marín, de catedrático tuvo muy poco esta tarde. Mejor para él, hay cátedras que mejor no sentar. Pero lo que sí ha demostrado en esta tarde, la de su último compromiso, es que no ha sido su feria, ni está en buen momento. Una pena, es un torero que tiene el buen toreo metido en la cabeza y al que los aficionados esperan. La realidad es la que es, para todos. Qué bien nos vendrá a todos el lunes para descansar y reflexionar.
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