miércoles, 10 de mayo de 2023

10 DE MAYO DE 2023, PRIMERA DE FERIA: PACIENCIA, QUE NOS QUEDAN 24

Paciencia, que todavía nos quedan veinticuatro tardes más (incluidas las dos tardes de rejones, durante las cuales muchos optamos por descansar). Dosifiquemos las emociones, que todavía queda mucha tela que cortar. Dosifiquemos los cabreos, el aburrimiento, el hastío, las protestas, las decepciones, la expectación y, por supuesto, los "biiiiieeeeennnnnnjjjjj", las aplausos a la vulgaridad, los ginc-tónic (y con ellos los ibuprofenos a la mañana siguiente), las horas de rave en la bendita discoteca, los "vivaespañas", los "cállategilip***" y toda la parafernalia. Paciencia, que todavía quedan veinticuatro tardes y, aunque vendrán mejores, también las habrá peores que esta primera corrida en la que los toros de La Quinta no han estado a la altura.

¿Qué se esperaba de La Quinta? Además de un trapío más acorde a la primera plaza del mundo, la palabra mágica de siempre: casta. Y de casta fue precisamente de lo que adolecieron en buena parte los seis santacolomas de esta tarde. Le faltó casta y mucho más fuelle a la corrida de La Quinta, pero aun con esas no se puede decir tampoco que esta fuera imposible para el toreo, ni que no se pudiera haber estado mejor, y ni muchísimo menos disculpar a los tres toreros que han tenido a bien anunciarse con tan señalada ganadería. De una cosa a la otra va un mundo.  Por todo lo cual y consiguiente, no se puede decir que el nuevo doctor en Tauromaquia haya tenido mala suerte en fecha tan señalada para él. Álvaro Alarcón, pulcramente vestido de blanco y oro (como mandan las buenas costumbres en quienes toman la alternativa así ataviados) se llevó un lote asequible para dar el aldabonazo, pero le han faltado muchísimas cosas para ello. El de la alternativa fue bravo en el caballo y tuvo en sus pitones una faena con los muletazos justos (no más de quince) para hacer saltar la liebre. Pero el chico se embarulló y, aunque logró momentos sueltos de muy buen hacer por naturales, no terminó de acoplarse. Como tampoco se acopló a la nobleza y dulzura del que cerró tarde, embarullándose de nuevo en una faena larga y vulgar.

De manera paralela, los dos maestros de ceremonia anduvieron cada uno a lo suyo. A nuestro don Julián le correspondió el lote más vulgar y que menos dijo de toda la tarde. Con un lote así, mostró dos caras: la cara A y consistente en una de esas lecciones suyas de (des)toreo poderosísimo ante su soso primero, un animal por el cual ni el más optimista  hubiera dado un duro. Pero don Julián, a base de porfiar, acabó sacándole muletazos tan mandones como llenos de sus abusos de siempre: que si el pico, que si el cite perfilero, que si el esconder la pierna... Y ante su segundo toro, la cara B de nuestro don Julián: faena corta y aliviadita en la que no dijo nada de nada. Tampoco es que mereciera mucho más el susodicho ejemplar corrido en 4º lugar, por lo que se agradece la brevedad. Pero hablando de merecer, ¿merecieron más los dos toritos con los que el famoso y tan cacareado "Huracán de los Andes" se las vio en esta, su primera tarde del abono? Dos toros que no fueron gran cosa, que iban y venían sin más, pastueños, nobles, toreables y toda esa ristra de calificaciones similares... Pero en esta tarde, si hubo alguien que de veras dosificó, ese fue Andrés Roca Rey. Dosificó esfuerzos, buena actitud, ganas de agradar y, por el contrario, le sobró vulgaridad, apatía, desgana... No fue la tarde de Andrés Roca Rey, y ello se manifestó en dos faenas tan laaaaargas y plagadas de chabacanería, como acompañadas de impotencia y de no querer. No es difícil deducir que quien en esta tarde se haya dejado sus buenos cuartos en venir a ver a Roca Rey, habrá salido de la plaza con un disgusto formidable. El mismo consejo para ellos: que dosifiquen.

Con lo que no sería conveniente dosificar es con las ovaciones a las cosas bien hechas de verdad, y en esta tarde una ovación así la escuchó José Chacón por su magnífica brega al 1º y, sobre todo, dos sensacionales pares de banderillas al 6º. 

1 comentario:

  1. Pero todos murieron con la boca cerrada y eso que no había casta.

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