Eran las siete menos un minuto de la tarde. El cielo, encapotado enterito y muy oscuro, presagiaba otro fuerte chaparrón (ya había caído bien de agua algunos minutos antes). La plaza de Las Ventas, llena a reventar y los toreros, preparados para salir a hacer el paseíllo. Pero lo que primero salió y por la puerta de atrás fueron dos individuos vestidos de negro, con un pasamontañas oscuro que les cubría la cara, y portando varias bolsas de basura llenas de dinero. Corrían calle Alcalá hacia arriba. Dicen las malas lenguas que se trataban de Simón Casas y de Rafael Garrido, que acababan de perpretar un atraco a mano armada y huían con el botín. De hecho, llevan varios atracos en los últimos días. Desde que empezó la feria, prácticamente.
Caían chuzos de punta mientras Casas y Garrido ponían pies en polvorosa (mañana volverán, no nos cabe duda), y lo que vino durante las dos horas y media siguientes, es de sobra conocido por todos: un nuevo saldo ganadero que, para colmo, volvió a tener que ser remendado. Se anunciaba en el cartel la fórmula "3+3": tres cuvis y otros tantos de Victoriano del Río. La ganadería de Cuvillo, por tener, no tiene toros ni para una mojiganga en Villamediana del Río, pero sí o sí tenían que meterla en San Isidro. Aunque fuera con calzador. Y el calzador se trató, nada menos, que de ese "3+3" y en compañía de los toros de Victorino del Río y su particular Corte Inglés, para todas las ocasiones (hoy, la ocasión era para corrida de figuras, y así salió el asunto). Pero ni por esas le dio al ganadero de Cuvillo para cumplir con el expediente, y acabó sorteando al mediodía dos animalejos que ya me dirán cómo sería el rechazado o los rechazados. Para mear y no echar ni gota. Lo de Victoriano del Río sí "cumplió", por decir algo, y sorteó sus tres animales titulares además del remiendo, perteneciente a su sucursal Toros de Cortés. Y entre todos formaron un conjunto de novillejos impresentables, de pitones más que sospechosos y, para colmo, flojuchos, descastados y mansos. ¡¡Para colmo!!
Los atracadores, véase Simón Casas y Rafael Garrido, no actuaron solos. Fueron cooperadores necesarios los ganaderos por tener la desfachatez de traer esos toros, los toreros por anunciarse con ellos como si fueran becerristas; Presidencia, asesores y veterinarios por no evitarlo, y por supuesto el señor responsable del Centro de Asuntos Taurinos, don Miguel Abellán Hernando. Entre todos forman algo así como una oresunta organización criminal en la que cada uno tiene bien definido su rol, y dedicada acometer atracos y estafas. El lugar de los rateros es la cárcel, y no una plaza de toros o un sillón en la Administración pública.
Del devenir de la corrida, no merece la pena hablar lo más mínimo. Ya está todo dicho. Casi dos horas y media de intenso cabreo que ni siquiera la fuerte lluvia caída durante la lidia del primero supo enfriar. Todo lo contrario. Uno a uno desfilaron los seis animalejos reseñados entre ganaderos y veedores de una parte y de otra, con todas sus carencias y ninguna virtud. La terna, véase Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante y Ginés Marín, paseándose ante la infamia y siendo partícipes de la misma. Los que caben en un autobús, protestando vehementemente ante tal escarnio. Y los del cubata, sin podérselo tomar a gusto por culpa de la lluvia intermitente, si bien no les faltaron los vivaespañas de rigor a lo largo de la tarde. Se quiso pasar durante unos instantes la monserga gracias a dos grandiosos pares de banderillas de Curro Javier y los no menos provechosos capotazos de Javier Ambel, que firmaron muy buena actuación ante el 4° mojón.
Cuando Madrid parece haber tocado fondo, llega otra pantomima al día siguiente para demostrar que aún se puede ir mucho más allá. Ya no solamente es que estén presentando toretes que bien podrían colar en una novillada. Al final, eso hasta puede resultar lo de menos si luego el juego de los toros es sensacional. Pero es precisamente este el pecado: el juego que están dando la inmensa mayoría de los toros lidiados deja muchísimo que desear en cuanto a fuerzas, casta y bravura. Y eso no es cosa de "que no hay toros en el campo", ni "la pandemia", ni "el Batán y el agua tratada de Madrid", ni de la guerra de Ucrania, ni demás gaitas. Seleccionen pensando en la casta y no en la comodidad de los toreros, y ya veríamos si otro gallo cantaría. A contar cuentos a otro sitio.
No nos hace bien que estas opiniones estén cargadas con una dosis elevada de demagogia. Estaría en parte de acuerdo si no fuera tan tendencioso todo el artículo y su enfoque. Joaquín Vidal desafortunadamente falleció ya hace años; para copiar hay que tener más talento.
ResponderEliminarEstimado lector:
EliminarSátira. Se llama sátira, no "demagogia" ni "artículo tendencioso". Y lo que no nos hace nada bien, es la feria que llevamos, de engaños, y malas prácticas porr parte de estos empresarios, ganaderos y toreros.
Un saludo
Me parece un buen ariculo que retrata perfectamente lo que ocurre en Madrid y en la fiesta en general. Y es algo que ha conseguido el gran Simon Casas, que es hacer tragar a Madrid lo que nunca se habia consentido antes, naturalmente con el consentimiento de la comunidad de Madrid y ese personaje siniestro que es Miguel Avellan. Y denunciar esto no es ir contra la fiesta ni hacerles la cama a nuestros enemigos. Todo lo contrario
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