¿Quién dijo "vamos a los toros"? Mejor será decir "vámonos de copas, y lo que surja". Y ese "lo que surja", ya puede ser una corrida de ¿toros?, una pasarela de moda, un botellón con los amigos... O todo a la vez. Y a vivir, que son dos días.
Lo de corrida de toros es muy relativo, porque si de algo carecen muchas tardes de toros, es precisamente de eso. De TOROS. Animalitos a modo, inválidos perdidos, sin casta y tontorrones, sería una definición mucho más adecuada. Toros, lo que se dice toros, se han visto por aquí desde que empezó la feria en dos ocasiones, y por supuesto durante esos días no había ni figurillas del toreo ni el glamour que estas despiertan en los tendidos. Lo lidiado de Jandilla, un asquete de ostentosa consideración que no lo salva ni las buenas embestidas del toro cuarto. Indigno de llamarse "corrida de toros", y más dignos de haber sido devueltos al corral por no tenerse en pie. Pero así las cosas, nos hemos tragado uno por uno a los inválidos, que como no podía ser de otra manera han recibido dos refilonazos de nada en el caballo. ¿Que quién presidía? Se llama don Eutimio Carracedo Pastor, y parece haberse empeñado, el buen hombre, en que los pocos que caben en un autobús le vociferen eso de "¡¡fuera del palco!!", en cada ocasión que el hombre sube para allí. Bochornoso lo de este señor una vez más.
No se vieron toros, pero sí se vio lo mas parecido que puede haber a un pase de modelos, con tres toreros guapetes y extraordinariamente vestidos de torero. También se pudo disfrutar de unos buenos ginctonics, ya fuera en los bares del interior de la plaza o en el mismo tendido, y al terminar la corrida seguir la juerga en la infame discoteca de los pasillos de la plaza. Y de hasta una puerta grande, la de Sebastián Castella tras desorejar al toro cuarto. Mañana los cuerpos estarán resentidos, pues la resaca será mítica. Y los ibuprofenos cotizarán a precio de oro. Pero mereció la pena, ¡¡claro que sí!! Aunque toros, lo que se dice toros, no se haya visto... Pero no importa, ¿quién dijo que el toro tuviera importancia?
A Sebastián Castella le bastó con su faena de siempre para encandilar a la concurrencia y que esta se volviera loca. Se plantó ante ese toro cuarto que, a diferencia del resto, sí se dejó hacer y regaló embestidas con emoción. El medio-toro en estado puro: entre algodones en los primeros compases de la lidia, simulación de la suerte de varas, y posteriormente una máquina de embestir en el tercio de muleta. Al menos este sí se vino arriba y, como ya se ha referido, dejó buen juego en el último tercio. Y ante este buen ejemplar, soltó Castella su monofaena de toreo postmodernista y comenzada por estatuarios, continuada por muchos muletazos por el lado derecho y unos pocos, muy pocos pero a decir verdad magníficos, por el izquierdo (se echó en falta más rotundidad por ese lado, el que determina el estado de la cuestión). Y cuando el animalillo ya no dio para más, pasó a la acción con su soflama encimista. Todo ello culminado con una buena estocada. Y dos orejas, y a correr. Y la gente, encantada. Pues genial, no todo era beber cubatas.
Otros cuántos (y también otras cuantas, no vayan a leernos los tarados/taradas/tarades tan preocupados por la "igualdad"), también vinieron a ver al guapísimo y portentoso Manzanares. Y si hubiera toreado, mejor que mejor, pero no fue el caso. No tuvo material Manzanares, pero tampoco es que andara con actitud por justificarse ante los que pagan sus buenos cuartos por ir a verle. Claro que ¿qué más dará? Con verlo darse un paseo por el ruedo, ya tienen pagada la entrada. Claro que sí. Todos contentos, no todo iba a ser inflarse a cubatas.
Y, por supuesto, los hubo que tienen especial predilección por ver a Pablo Aguado, pero de nuevo el gozo en un pozo. Ni toros para Aguado, ni nada de nada. ¿Y si probaran, así por proponer algo, a anunciarse con una de don José Escolar Gil el año que viene? Por eso de que igual si encuentran material para mostrar sus magníficas cualidades, y tal.
No hubo toros, que es el gen de la emoción y lo que de veras le da importancia a la Fiesta. O eso piensan, al menos, los que caben en un autobús. Para el resto, mientras no falten los ginctonics, los Ballantines con cola y el discotequeo posterior, que le quiten lo bailao. Y la resaca del día posterior.
Una crónica casi perfecta de la corrida y de cómo está la fiesta, pero alguna vez creéis que podrán ustedes ver a Manzanares con un Escolar un Cuadri un Miura o un toro de verdad?
ResponderEliminarAmén.
ResponderEliminarAmén.
ResponderEliminarEn lo único que discrepo es que fuera una buena estocada al cuarto. A mi me pareció bastante trasera.
ResponderEliminarUn saludo y buena crónica!