domingo, 21 de mayo de 2023

21 DE MAYO DE 2023, UNDÉCIMA DE FERIA: ENTRE LA HETERODOXIA Y LA CHABACANERÍA, SALIÓ EL TOREO

"¡¡Así hay que traer las corridas presentadas a Madrid!!", gritó un aficionado desde el tendido cuando la tarde tocaba a su fin. Sin duda, la corrida de Fuente Ymbro fue una perfecta muestra de lo que debiera ser el toro de Madrid: bien hecho, musculado y muy desarrollado desde la punta de los pitones hasta la penca del rabo. Un espectáculo de trapío a fin de cuentas que, si hubiera desarrollado más casta y poder, ya hubiera sido la repanocha. Le sobró mansedumbre a la corrida y le faltaron más fuerzas a algunos ejemplares, y casta en conjunto. Pero, una vez dicho esto, saltaron al ruedo toros que tuvieron qué torear. 

Viendo la terna anunciada, no era de extrañar que la corrida de Fuente Ymbro viniera tan imponente de presencia. Ya son muchos años los del viejo Gallardo en estas lides, y de sobra es conocido por los aficionados de todos los lugares que en su casa hay toros para todos los gustos: desde corriditas más apañadas para los figurines del destoreo postmoderno, hasta verdaderos torazos para agradar a los aficionados exigentes. Y ante estos últimos, que se anuncie quien quiera. O quien le convenga. Y esta tarde, ante estos seis galanes de impresionantes hechuras, les convino, como no podía ser de otra forma, a tres toreros no muy sobrados de oportunidades: Adrián de Torres (que vino a sustituir al convaleciente David Fandila), Juan Leal y Leo Valadez. La cosa estaba cantada de antemano y a nadie le sorprendió. 

La actuación de la terna ante semejante plantel fue de lo más variopinta y a nadie dejó indiferente. Al fin y al cabo, eso es lo bonito de la Fiesta, el no pasar dejando sembrada la indiferencia en el ruedo. Y, con ello, la controversia en los tendidos. Tuvieron la culpa de todo ello la heterodoxia de uno, la chabacanería y pegapasismo del siguiente, y el toreo del que resta. Adrián de Torres trajo la heterodoxia, y con ello se ganó una vuelta al ruedo tras estoquear al toro abreplaza que, si llega a caer esa estocada arriba en lugar de desprendida, hubiera habido mayoría aplastante de pañuelos para evitar que el Presidente negara la oreja (acertadamente por cierto, dados todos esos extremos). Tuvo Adrián de Torres en ese toro primero  de Fuente Ymbro un animal que pasaba, pero no de cualquier forma. Tuvo casta ese animal y, como tal, no era la tonta del bote. Había que someterlo por abajo y tocarle con firmeza al momento del embroque, cosas que no sucedieron. El resultado fue que estuvo a merced del animal durante toda la faena, repleta de sustos y de los "ay" de rigor. Pero derrochó firmeza y valentía, no dio lugar a las ventajas y se puso muy de verdad. Y es a partir de aquí donde entra en juego esa heterodoxia que caracteriza el concepto de Adrián de Torres: su cabeza no está en torear bien de verdad, sometiendo a los toros por abajo y tirar de ellos en redondo; sino en pasarse a los toros cuanto más cerca mejor, sin importar si es mediante mantazos o muletazos más mandones. Y esa declaración de intenciones ya se vio desde un apretadísimo quite por chicuelinas a ese toro primero, que terminó como el rosario de la aurora. O sea, con el matador por los aires con un tremendo golpe. Pasó a la enfermería tras ser arrastrado el toro, y en el cuarto no pasó nada de especial interés. La excepción a la norma, su manera de interpretar la suerte suprema: estocada recibiendo de gran ejecución al primero (lástima que fuera desprendida), y estocada algo trasera pero de magnífica ejecución al cuarto. 

La chabacanería y el pegapasismo lo trajo Juan Leal. En sus manos cayó uno de los dos mejores toros de la corrida (quinto), y su soflama fue lamentablemente larga y cargante. Mantazos muy despegados, vulgaridad, encimismo, y hasta otro ratito. No merece la pena comentar más, sobre todo porque hay que hablar de la extraordinaria tarde que ofreció Leo Valadez. Se llevó una oreja del exigente toro tercero, que ofreció muy buenas arrancadas por el pitón derecho. Y de hecho se impuso el torero mexicano por ese pitón a base de muletazos muy poderosos y rematados atrás, rematando la faena de una forma tan poco ortodoxa como son las manoletinas de rodillas. Y, como colofón, estocada tirándose con todo. Pero no solamente fueron esos muletazos los que hicieron buena la tarde de Leo Valadez, también su disposición por hacer el toreo, el no perdonar un quite y, al hilo de esto, lo variado que estuvo con el capote: delantales, chicuelinas, criolinas, caleserinas y lopecinas. Se agradece que un torero nos traiga tanta variedad de suertes con el capote, es por desgracia una rara habis en la actual tauromaquia postmoderna, que no se sale de los quites por chicuelinas y gaoneras. Definitivamente, este torero merece más oportunidades.

También pusieron el toreo, entre la heterodoxia y la chabacanería, dos excelentes banderilleros: Rafael González lidiando con maestría al toro sexto, y sobre todo la completísima tarde (otra más) de Curro Javier. Gran brega al primero y enormes pares de banderillas al cuarto. Vaya feria está echando este torero. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario