martes, 24 de mayo de 2022

MARTES 24-MAYO-22, DECIMOSÉPTIMA DE FERIA: VIENTO, BUEYES... Y LO QUE NO ES EL VIENTO Y LOS BUEYES

Un día más, un día menos. Como el funcionario acaimanado que traza tachones en los números del calendario, hasta que le llega el momento de cumplir las sesenta y cinco hierbas. Así está el funcionariado del abono isidril, aburrido de tardes vacías de contenido y cada vez con menos esperanza de que la feria coja vuelo. Aún quedan doce tachones por hacer en el calendario del abono y algunos de ellos sobre carteles con mucho contenido, pero la gran mayoría de tardes infumables que llevamos comienzan a pesar sobremanera, casi tanto como les deben de pesar, al día siguiente de la cogorza, las copas de más a los beodos que pueblan los tendidos en las tardes de figuras.

El tachón número diecisiete del abono se hizo sobre un cartel que ofrecía pocas esperanzas desde que se presentó, y por desgracia los pronóstico no han sido muy alejados de la realidad. Se confiaba más bien poco en los toros de Valdefresno, viejos conocidos en estos fueros; la primera en la frente. Si a estos seis cuadrúpedos presentados esta tarde por estos ganaderos se les hubiera registrado en su momento como bueyes útiles para el manejo del ganado bravo, o para labores agrícolas tales como el arado o la trilla, nada habría habido que objetar. Pero mis sospechas podrían confirmar que a estos seis animales los han criado como ganado bravo de lidia, seguramente con la esperanza quizás de que, por una de esas casualidades de la vida, les diera por embestir  en una plaza de toros al momento de presentarlos en tal escenario. ¿Casualidad o milagro? Lo primero pasa una vez cada quinientos años, y Valdefresno tan solo lleva lidiando en Madrid ininterrumpidamente desde el año 1994 (si las cuentas no me fallan, esto son veintiocho años); aún les quedan por lo tanto cuatrocientos setenta y dos años más para llegar a la casualidad de que seis bueyes les embistan como si de toros bravos se trataran. Eso, en el hipotético caso de que esto se tome por una casualidad. Pero si se acude a lo segundo, o séase al milagro, es peor; pues no existen. Luego mejor sentarse a esperar a ver si dentro de cuatrocientos setenta y dos años a seis bueyes de Valdefresno les da por sacar bravura y casta. Mejor, sí...  

Referido pues el apartado ganadero, no haciéndose más falta reseñarse nada más para hacerse una pequeña idea de cómo fue este, queda la terna: Daniel Luque, José Garrido y Juanito, confirmante de alternativa este último. Ahí anduvieron los hombres, cada uno a su manera, haciéndole frente a la extrema mansedumbre de los seis bueyes de Valdefresno. Y también al viento, que para colmo de males no quiso dejar de estar presente esta tarde. ¿Para qué, digo yo? Si el viento, perro viejo en esto de las ferias de San Isidro, sabe mejor que nadie que a esta ganadería no hay quién. Pues ahí estuvo, dando por saco durante prácticamente toda la tarde, y haciéndolo todo aún más complicado y desapacible. No cabía triunfo sonoro ante tal situación por parte de los tres coletas, pero bien es verdad que al final a los mansos se les puede lidiar con decoro; entendiéndose por lidiar algo más allá de pegar pases como mandan los cánones modernos. Quizás Daniel Luque sí anduvo más decoroso ante el 4º, al cual consiguió meter en la muleta y trazar algunos muletazos por el lado derecho mandones y de mano baja. El problema fue cuando le dio por sacar a relucir ese horripilante repertorio de trapazos encimistas, luquesinas, la cosa esa de tirar la ayuda al suelo... Cierto, no ha sido una feria afortunada para Daniel Luque y se vuelve a ir de vacío de Madrid. También se va de vacío otro torero que pocas cosas excelsas ha demostrado desde que tomara la alternativa con la gran promesa de que estaba llamado a ser un "artista". Ese es José Garrido, que hizo frente a un lote de bueyes con la intención de hacer eso de ponerse bonito y torear con musho jarte; pero ante estas situaciones, o se realiza una faena corta y de poder sobre las piernas, o perece en el intento. Tuvo en sus manos al 3°, un animal que, cerrado en tablas, ofreció arrancadas provechosas por el lado izquierdo. Pero entre que si el viento tal y cual, y también lo que no era el viento tal y Pascual, hizo que la faena de Garrido quedara en mera voluntad. No es que esa faena llegara con fuerza a quienes asentaban las posaderas en el granito, pero pasó lo de tantas tardes: que la estocada, trasera, entró hasta dentro y fue fulminante, y eso hizo flamear algunos pañuelos que, acertadamente, fueron desatendidos por la Presidencia. Dio la vuelta al ruedo.

Y el confirmante, Juanito, lo único que dejó para la posterioridad esta tarde fue eso: que confirmó la alternativa y que se pegó contra la bueyada. Intentó, para variar, el lucimiento pegando pases al más puro estilo moderno sin siquiera realizar una lidia de aliño para someter a los animales. Pero en estos casos, lo normal es que pinten bastos. Y pintó la sota de bastos, efectivamente; dando gracias que fuera la sota en lugar del rey, porque por poco se lo deja vivo tras dar un mitin con el descabello. Otro día puede que sea para él.

 

¿Algo verdaderamente bueno de reseñar esta tarde? Lo primero, que ya acabó y que la vacada de Valdefresno no volverá por aquí hasta el año que viene (ya si se le dieran algunos años de descanso, sería la monda; pero no tendremos tanta suerte). También, los buenos puyazos de Óscar Bernal, como casi siempre; y lo bien que anduvieron con los palos José Chacón y Alberto Zayas. Algo es algo. Y es que aunque la tarde sea infumable, siempre hay algo bueno que repescar.  

1 comentario:

  1. Hay qye que ver, D. Luis Cordón Albalá, lo que viene disfrutando este San Isidro pasándolo fatal en la plaza. Llevo siendo aficionado, a veces práctico, a los toros desde el año 1.947 y nunca había leído a un crítico unos comentarios tan llenos de pasión negativa hacia toros y toreros. Menos mal que de vez en cuando salva usted a algún subalterno.

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