No estuvieron a la altura.
Novillos 6 - 0 Novilleros.
Se fueron sin torear.
Mucho arroz y escaso pollo.
Y la joya de la corona provocando úlceras de estómago: Qué novilleros más malos.
Etc., etc., y más etcétera...
Es difícil ponerle título a lo visto esta tarde, y no porque no se atine a encontrar algo con lo que empezar. Más bien al contrario, es tanto lo que a uno se le pasa por el interior del cráneo, que resulta complicado elegir las palabras más... Llamémoslo "amables". Tan complicado resulta eso como ver a Emilio Muñoz recibir aplausos de parte de la afición de Madrid, o encontrar al tal Maxipedia haciendo un comentario acertado sin tener que tirar de chuleta que le chive las estadísticas.
A riesgo de que a uno le llamen mar afisionao, chuflón, talibán, faltaderespeto y no sé cuántas monsergas más que utilizan los taurinetes para calificar a los que les llevan la contraria, lo más amable que a un servidor se le ocurre para titular lo de esta tarde es que "no estuvieron a la altura". Así que con esas, se desecha lo demás como hacen en los tentaderos Daniel Ruiz y unos cuantos ganaduros (que no ganaderos) más con todo aquello que les sale encastado, y se dice sin reparos que "no estuvieron a la altura". Y tras ello, a cenar y a acostarse, que mañana será otro día.
No, no estuvieron a la altura ninguno de los tres novilleros. Tres, tres y cuatro son las actuaciones que, respectivamente y con escrupuloso orden de antigüedad, sumaron cada uno en 2021. Muy poco bagaje para plantarse en Madrid, nada menos que en pleno San Isidro y con una novillada de Los Maños (vacada que, por lo general, pide el carnet a todo el que se pone delante). Quien quiera milagros, que se vaya a Lourdes o al Bernabéu, pero que no pretenda buscarlos en los toros. No estuvieron los novilleros a la altura de una novillada de Los Maños que, en lo que a presentación se refiere, tampoco estuvo a la altura de lo que manda la plaza de Madrid, pero sí lo estuvo en juego. Flojitos y mansos en el caballo, les dieron lo justo, sin excederse ni aliviarles el castigo, para venirse arriba posteriormente y pelear en el tercio de muleta con casta y muchísima nobleza, sin excederse tampoco en dar demasiadas complicaciones a sus respectivos. Mejor, porque si ante una novillada como tal los chicos, tan verdes como los melones, se vieron en apuros, ¿qué hubiera sido de esto si los santacolomas hubieran salido con mucha más casta y pidiendo de verdad el carnet?
Carlos Domínguez, Arturo Grilio (que fue herido grave en el gemelo y se le manda un fuerte abrazo y los mejores deseos de recuperación) y Guillermo García Pulido, los nombres de los tres novilleros que no estuvieron a la altura. No fue su culpa. Más bien, del ingeniero o ingenieros que maquinaron semejante idea de presentarlos en plena feria de San Isidro con tan pobre bagaje y ante una novillada que podía salir exigente. Tampoco hay razón para concebir esperanzas de que alguno de los tres, con mucho más oficio, hubieran conseguido llegar a los tiernos corazones de los aficionados aposentados en el granito. Sin hablar de los claveleros, resultando más difícil llegar a estos porque nunca van a las novilladas, mayormente. Los tres derrocharon un estilo postmoderno y dospuntocero irritante: cites fuera de cacho, trallazos abusando descaradamente del pico, trazando líneas perfectamente rectas, ninguna apretura... Y vulgaridad. Muchísima vulgaridad. Porque hay formas y formas de salir del trance que puede provocar plantarse en Madrid sin oficio ni madurez: una, demostrando un concepto clásico del toreo, poniéndose de verdad e intentando hacer el toreo puro (eso en Madrid y en una novillada gusta mucho, y hasta puede hacer perdonar el escaso bagaje); y dos, estando sin estar y sin querer; pecado mortal para cualquiera. Los tres han optado por esto último, desgraciadamente para ellos, para los novillos de Los Maños y para los que gastamos los cuartos y nuestro hermoso tiempo en ir a los toros tarde tras tarde.
Nada. Pero que nada de nada por parte de los de luces; ni de oro, ni de plata ni de los que montan a caballo. Solamente por parte de los de cuernos y cuatro patas, y eso fue lo que hizo de esta tarde tan vacía de contenido artístico una tarde entretenida. Y es que cuando hay toro...
Así que lo dicho: a cenar y a acostarse, que mañana será otro día.
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