Cuatro ángeles bajaban
y, abriendo surcos de flores,
al rey de los matadores
en hombros se lo llevan.
(Rafael Alberti)
Para el año que viene, que traigan otra del Conde de Mayalde. Y también de El Parralejo, y de Jandilla ya puestos. Y de paso, que sigan quedándose en el campo los animales de Dolores Aguirre, de Celestino Cuadri, de Valdellán, de Juan Luis Fraile, de Murteira Grave, de Miura, de Cebada Gago, de Palha, de Flor de Jara, de Rehuelga… Que sigan apostando por los animalejos de acusada falta de fuerzas y tontorrones, y se siga vapuleando a los ganaderos que apuestan por el Toro; que mientras se corten orejas y la gente conocida y guapa se deje ver por las plazas de toros, la buena salud de la Fiesta está asegurada.
No se ve casta, ni animales dotados de poder, ni animales bravos en el caballo... ¿El caballo? Si eso es para rejones oiga, el caballo nada pinta en corridas a pie. Pero no importa, hay orejas, la gente aplaude y es feliz, el Instagram arde a eso de las 7 de la tarde con fotos de gente guapa posando con el ruedo de Las Ventas de fondo y cubalibre en mano, y hasta hay miembros de la farándula que no dudan en dejarse caer por los toros aunque sea de vez en cuando y de gañote en el callejón. ¿Qué más da lo demás? ¿Qué más da que en en nueve tardes de toros que llevamos a nuestras espaldas, exactamente un tercio de la feria de San Isidro, solo hayamos visto una corrida de toros como Dios manda, la de El Pilar, y una novillada que fue de Los Maños y que también tuvo lo suyo? No importa lo demás, porque se cortan orejas, la gente presume de ir a los toros y algunos famosetes se dejan caer. La Tauromaquia está salvada.
La Tauromaquia está salvada, pero de ser exterminada por los zopencos del tofu y los perrihijos. De lo que no está salvada es de ser exterminada por los propios taurinetes, con esa fijación en seleccionar nobleza, nobleza y más nobleza, eliminar todo vestigio de casta y de poder, y hacer del tercio de varas un trámite prescindible. Algo así como la novillada lidiada en el día de hoy en Madrid, con el hierro del Conde de Mayalde. Novillos sin fuerzas y a los que hubo que señalar los puyazos. Novillos sin casta, que iban y venían. Novillos que se tragan doscientos mil muletazos sin inmutarse, tontorrones a más no poder y capaces de creerse hasta que el infame Emilio Muñoz triunfó un día en Madrid. Un desastre de novillada, como la inmensa mayoría de encierros que llevamos vistos en estas nueve tardes que llevamos a nuestras espaldas. Y ahí seguimos, porque cuando uno menos se lo espera salta la liebre.
La liebre puede saltar habiendo toros o no. Hoy, aun sin toros, saltó. Saltó la liebre y se vieron cosillas interesantes por parte de los tres novilleros, y también por parte de algunos banderilleros (Javier Ambel e Iván García brillaron en sus pares de banderillas, como casi todas las tardes). Cada uno a lo suyo, pero los tres dejaron algo en algún momento. Santana Claros no torea mucho y eso pasa mucha factura cuando se viene a Madrid. Se le vio sin oficio, le faltó el pulso suficiente para que sus novillos no le tocaran la tela y para llegar a cuajar faenas con más solidez. Pero sus formas, cargadas de un trazo clásico y muy torero, gustaron. Muy despacito en todo, andando por la plaza y ante la cara del toro, echando el capote y la muleta con naturalidad y sin dar toques bruscos. Muy de verdad los cites, de frente y echando el paso hacia delante. Muy de verdad también queriendo hacer el toreo, haciendo siempre por trazar el muletazo hacia dentro. Algunos pasajes con el capote fueron bellos, como ese quite por verónicas al 3º. Detalles como cuadrar al toro para la estocada andándole con mucha torería y despaciosidad, y hasta ponerse a pegar naturales con la derecha sin hacer ese feo gesto de tirar la ayuda al suelo. Lo dicho, una lástima que toree tan poquito.
A Isaac Fonseca lo que se le notan son dos cosas: que torea muchísimo más y que quiere ser torero. Solamente la espada le privó de cortarle la oreja al 5º, tras una faena arrolladora y no excesivamente larga (cortó en el momento oportuno), en la que intercaló series de muletazos por ambos pitones y llegando incluso a dejar una serie con la mano derecha buena y poderosa de verdad. Tampoco le faltan los gestos hacia la galería tales como los pendulazos, el toreo de rodillas, las bernardinas y los desplantes; pero no importa, es novillero y ya tendrá tiempo en asentar la cabeza. Inédito quedó ante el 2º, un inválido infumable al que, tras probar por ambos pitones, decidió quitarse del medio. Es de agradecer esa diligencia cuando no hay material.
También se le nota a Álvaro Burdiel que no torea poco. Lo que le faltó fue novillo, aunque habría que ver qué tal se le daría ante su presencia. Se ven elegantes sus formas y también se le ve que tiene temple, pero le falla algo no menos importante: que le cuesta ponerse en el sitio y fajarse con los toros. Lo mejor de su actuación, cómo preparó al 6º para la estocada, cerrándolo con ayudados por bajo muy pero que muy finos. Lo dicho, hay que verle con más material.
El material es importante, e importante dejó de ser la novillada de esta tarde. Pero lo dicho, no importa porque la Fiesta goza de buena salud, o eso dicen por ahí los voceros oficiales. Propina mediante, claro.
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