martes, 17 de mayo de 2022

MARTES 17-MAYO-22, DÉCIMA DE FERIA: LECCIÓN MAGISTRAL DE TOREAR Y DE DAR PASES

Entre torear y dar pases hay un abismo. Como la cara y la cruz. Como bravura y la mansedumbre. Como la derecha y la izquierda. Como el buen gusto y la chabacanería... Y así hasta la llegada del apocalipsis. 

Torear no es dar pases, ni dar pases es torear. Y esta tarde, ante una mansada (casi) inaguantable marcada a fuego con el hierro de Araúz de Robles, se han dado sendas lecciones magistrales de lo que supone una cosa y la otra: a un lado, Ángel Téllez toreando; al otro, Joselito Adame pegando pases. Y entre medias Pepe Moral, que ni una cosa ni la otra. Simplemente no estuvo.

A Ángel Téllez se le vio mucho de novillero y también confirmar la alternativa pocos meses antes de que llegara eso que todo el mundo sabe; y gracias a todo eso se pudo observar a un chico que no dejaba de ser uno más. Hasta el punto de que tras verlo anunciado este año en plena feria se hacía excesivo. Pero hete aquí que a más de uno, y de dos y de unos cuantos más, nos ha callado la boca. Y qué agradable resulta cuando un torero, a base de pegar esos naturales que ha pegado y desprender esa torería eterna, tape bocas y diga "oiga, que estaban ustedes equivocados. Yo sí sé torear, miren miren...". Y acto seguido llega, se planta ante un torito de Araúz de Robles que ofreció pocas embestidas, y le saca cuatro naturales de los de verdad, echando toda la pierna adelante y ofreciendo el pecho, llevarlo sometido y, mientras le baja la mano, se lo lleva detrás de la cadera. Todo eso con un gusto exquisito. Pero hubo más, porque tras eso otra vez se planta ante el torete, y tras intentar en vano ese cambiado de mano que liga el derechazo con el natural, se pone de frente y da tres naturales que todavía superan, en todo, a los anteriores: en gusto, en cadencia y en pureza. Y hasta aquí la faena, ¿para qué más? Como dijo el Faraón de Camas, pobrecito de aquel que necesite más de 20 muletazos para decir algo, y a Ángel Téllez esta tarde le bastaron no más de 8 para demostrar qué es torear, aunque fuera a un torete con poco fuelle y al que hubo que sacarle todo a base de picar piedra. Solamente la espada le privó de cortar la oreja más verdadera de todas aquellas que hayamos visto en toda la feria, y en gran parte de otras. Dio una vuelta al ruedo que igualmente resultó clamorosa ¡¡Ole torero!! Dejó tal regusto el jovencito que la plaza era una caldera de expectación a la salida del 6°, pero fue entonces cuando todos nos dimos de bruces con la cruda realidad. El de Araúz de Robles ya lo ponía difícil desde que había que colocarlo para picarlo, no regaló ni medio gramo de polvo ni al matador, ni a subarlernos, ni a picadores ni a nadie. Y a los medios que se fue Ángel Téllez, citándolo desde allí, pero este tenía muchas más complicaciones. Basó toda la faena el torero en los medios, y allí el toro puso muchísimas más dificultades de las que por sí ya llevaba de serie, abriéndose excesivamente en cada muletazo y dejando al torero fuera constantemente. Ángel Téllez puso toda la voluntad del mundo, pero no resultó esta vez lucida la faena, y la sensación en el tendido es que se equivocó con el planteamiento de la faena. ¿Mala elección de terrenos? ¿Faltó de lidiar y poder primero al manso antes de torearlo, como perfectamente mostró, sin ir más lejos, Daniel Luque ante aquel mansazo de Montalvo? ¿Un poco de todo a lo mejor? Quién lo sabe... En cualquier caso, gran dimensión la ofrecida esta tarde por parte de un torero al que no acompañaba la confianza de muchos aficionados; y gran lección de lo que es torear.
 
Ah sí, lo de pegar pases y tal... Joselito Adame en estado puro, vaya. Y ante el toro de la tarde, el 4º, un encastadito animal de Araúz de Robles que, eso sí, quedó crudo en varas. Pero ofreció embestidas realmente emocionantes. Adame, en el primer estatuario que sirvió para comenzar la faena, fue arrollado espeluznantemente y cayó de muy mala manera. Se incorporó visiblemente conmocionado y volvió al toro con pundonor, pero eso no basta para triunfar en Madrid, máxime si lo que viene a continuación es una hermosa ristra de series de muletazos por ambos pitones que resultaron, del primero al último, aceleradísimos, carentes de temple y mando, citando desde la lejanía y sin fajarse con el toro, y pegando ese chabacano zapatillazo. Así durante toda la faena. El buen toro de Araúz de Robles embestía en la muleta con mucha casta, no se guardó nada el animal. Pero Joselito Adame no da para más: es un pegapases muy vulgar, siempre lo ha sido y por más que pasen los años no dejará de serlo. Lo ratificó, por si había dudas, ante ese buen toro que salió en 4º lugar; y ya lo dejó entrever ante el sobrero de Chamaco que lidió en primer lugar, un torito bonacible que iba y venía y con el que cometió los mismos pecados capitales del mantazo, el cite fuera de sitio y el zapatillazo. Lo dicho: pegar pases.
 
Sobre Pepe Moral está todo dicho: no estuvo, o eso pareció. Su alta figura vagó por el ruedo de Las Ventas como un alma en pena, y cierto es que su lote no valió para mucho más que un suculento guiso de carne de lidia, pero qué menos que andar decoroso. Y para colmo, la Presidencia le perdonó muy amablemente el tercer aviso en el 2º toro. Si no se está para venir a Madrid, no se viene y punto.
 
Lo mismo que Araúz de Robles, vacada a la cual se esperaba con cierta expectación. Dio la tarde con el encierro mandó: una corrida mal presentada, muy mansa, descastada y carente de poder. El de mejor presencia y hechuras fue, curiosamente, ese 4º que sí que dio buen juego y que, por desgracia, cayó en manos equivocadas. Redundo: si no se está para venir a Madrid, no se viene y punto.
 
A las lecciones que dieron, cada uno de lo suyo, Joselito Adame y Ángel Téllez, se le unió una lección de cómo se pone un par de banderillas perfecto, de esos que se deja al toro venir, se cuartea y se clava en toda la cara asomándose al balcón. Su ejecutor, el de casi siempre en estos casos: Fernando Sánchez. Y mención aparte a otro tercero, Alberto Zayas, por su magnífica colocación toda la tarde y que salvó algunos percances. Este peón ha actuado muchas tardes estas temporadas en Madrid y está realizando un papel sensacional.
 
Que viva el toreo eterno, hoy traído a Madrid de la mano de Ángel Téllez; y que vivan los toreros que nos tapan bocas. Ojalá más como estos.

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