martes, 10 de mayo de 2022

MARTES 10-MAYO-22, TERCERA DE FERIA: TARDE DE TOROS, QUE NO DE TOREROS

El Pilar se ha lucido. Y por una vez y sin que sirva de precedente, no es ironía. Se respiraba cierto runrún en el ambiente por cómo saldrían los pilares, si derrochando el buen estilo de aquella corrida de 2019, con varios ejemplares encastados y con mucho que torear; o si por el contrario la tónica iba a ser flojera, descaste y aburrimiento, como también han derrochado en no pocas ocasiones. A Dios gracias que ha sido lo primero, y esta tarde la afición ha salido de la plaza con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando hay casta y poder, hay Toro; y cuando hay Toro hay emoción. Aunque no haya toreros.

 

Esta tarde hubo toros. Una corrida de El Pilar seria, bien hecha, con importancia, poder, casta y temperamento. Tres toros buenos de verdad, 1º, 2º y 3º, dos más que lo hubieran sido con más fuerzas y que fueron 4º y 6º, y un 5º al que destrozaron en el caballo con dos puñaladas asesinas en mitad del espinazo. Sí, una buena corrida de toros; un regalito caído del cielo para una terna que no torea mucho y que, por consiguiente, le urgen triunfos importantes. Pero después de ver cómo la terna de hoy ha despachado semejante corrida de toros y cómo estos se han ido sin torear uno a uno, lo extraño resulta que todavía alguien se acuerde de ellos para hacer que se vistan de luces. Injusto sería meter en ese saco a Javier Cortés, ya que sí a ratos (solamente a ratos) se justificó y dejó algunos lances y muletazos que muestran con creces que él lo sabe hacer. Pero ¿Tomás Campos y Francisco José Espadas?

 

La tarde prometía ser emotiva desde el paseíllo para Javier Cortés. Volvía al mismo escenario donde sufrió aquel durísimo percance en el ojo, y la afición de Madrid, a pesar de haber pasado casi tres años y muchísimas cosas entre medias, se acordó y lo sacó a saludar una ovación nada más romperse el paseíllo. Emotiva también fue la lidia del 1º y no solo por la circunstancia de Javier Cortés, también (y en gran parte) por el magnífico toro que abrió la corrida. Cumplió en varas el animal sin más, sin grandes excesos que recalcar; y su matador estaba con las ganas a flor de piel por hacer grandes cosas cuando agarró la muleta y se fue a por él. Dejó desde el principio algunas series muy aceleradas y sin poder evitar que fuera el toro quien mandara, intercalando enganchones y muletazos rematados a media altura que le hacían protestar, y sin terminar de rebasar la línea que delimita el no querer y el querer hacerlo. Ya bien entrada la faena, consiguió el torero bajar la mano y dejar dos series por el lado derecho verdaderamente buenas por mandonas, de las que aún no se han visto en toda la feria ni seguramente en todo el año por Madrid. Fue en ese momento cuando se conjugó satisfactoriamente el milagro de la casta con el del buen toreo, pero supo a poco: el toro merecía mucho más. La espada entró a la primera y, aunque arriba, quizás cayera un poquito atrás. Posteriormente, lo que cayó fue la oreja, que a buen seguro le supo a gloria a Javier Cortés después de todo lo sufrido en los últimos meses. Salió muy espoleado en el 4º, y se notó tras un buen quite por chicuelinas de manos bajas y rematadas por una media abelmontada muy bonita. Siguió con un comienzo de faena primoroso por estatuarios llevándose al toro a la hombrera contraria, dejando después algunos remates por bajo y un gran trincherazo. Y ahí acabó todo el interés porque la faena, que fue excesivamente larga, se desarrolló entre cuidados paliativos para que el animalito no besara el suelo. Quería el animal, tenía casta suficiente para pelear, pero las fuerzas no le daban. Una pena.

 

Una pena fue también la mala suerte que tuvo el resto de la corrida con los restantes espadas. A Tomás Campos se le vio fuera de sitio por completo. No por cómo se colocaba (que también, sea dicho de paso), sino fuera del toreo, como si esto no fuera con él. Se dejó ir al buen toro que salió en 2º lugar en una faena en la que dejó muy patente su falta de técnica, de recursos y hasta de valor. Peor fue lo del 5º, al que mandó que fuera ejecutado en el primer tercio de dos sablazos infames sin que rectificara el del castoreño ni dejara de meter el palo. El animal acusó el fuerte castigo y también la pésima lidia de Tomás Campos y de su cuadrilla, pero aun así demostró su temperamento y mostró que, en otras manos, hubiera sido otro buen toro. Mala suerte para el animal.

 

A Francisco José Espada no se le puede recriminar lo voluntarioso que siempre está cuando pisa esta plaza, ni las ganas que tiene por comerse el mundo. Otra cosa es que el hombre de verdad consiga comerse el mundo. Para eso hay que estar sobrado técnica y de una óptima expresión artística, y él no lo está, y en verdad nunca lo ha estado. Sus dos faenas fueron un calco de vulgaridad, mantazos sobre ambos pitones citando siempre fuera de cacho, pegar el trallazo hacia fuera y retorcidísimo. Poco podía hacer ante el 6º, otro torito flojo y soso y con el que se le hubiera agradecido sobremanera que hubiera abreviado; pero tuvo en sus manos al buen 3º para demostrar muchas cosas y callar bocas. No demostró nada ni mucho menos calló boca alguna, más bien al contrario: avivó a quienes piensan que su presencia en esta feria, al igual que Tomás Campos, estaba de muy más.

 

A la emoción que hizo realizad la buena corrida de El Pilar, también se le sumaría lo bien que picó al 4º ese grandioso picador que es Óscar Bernal, y los buenos pares de banderillas de Iván García. Enhorabuena pues a los ganaderos, y más suerte para la próxima vez con la terna.

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