viernes, 11 de mayo de 2018

TERCERA DE FERIA: A FUENTE YMBRO LE BASTA CON EL MEDIO TORO

Seamos positivos, que no cuesta nada. Esta tarde hemos visto casta y embestidas emocionantes, y ha sido de la mano de algunos buenos ejemplares de Fuente Ymbro. ¿Para qué ser realistas, pudiendo conformarse con tan poca cosa para ser felices en esta vida? A ver, que a continuación de esto cabría decir que a ninguno de los seis toros de Fuente Ymbro, incluidos los buenos, les han llegado a meter más de media puya, y que la sangre que les ha corrido por los lomos una vez finiquitado el primer tercio, no daba ni para un análisis. Pero ¿para qué mencionarlo? ¿Para que a uno le llamen mar afisionao y reventaor? Quite hombre, quite...

Y es que a la de Fuente Ymbro, con dos medio toros, primero y segundo; quizás tres si contamos con que el cuarto también ha tenido lo suyo, le ha valido para ponerle emoción a la tarde. Pero a un alto precio, prohibitivo prácticamente para muchos aficionados: hacer que el primer tercio sea un puro trámite. Hacer como si el tercio de varas no tuviera ninguna importancia sobre la lidia. Actuar como si diera lo mismo que el caballo de picar salga al ruedo o que se quede en la cuadra. ¿Que una vez en el tercio de muerte se vinieron arriba y sacaron casta, emoción, picante y mucho que torear? Por supuesto que sí, ¿y quién le quita mérito a eso? Otras corridas, qué digo otras corridas, otros toros lidiados en esta misma corrida han sido picados igual de poco, y apenas aguantaban en pie. Pero, como se suele decir, lo cortés no quita lo valiente, o valiendo para el caso, la casta mostrada en la muleta no tapa que los mismos animales hayan salido doblando las manos e incluso perdiéndolas y caer al suelo, y que los dos picotazos recibidos hayan sido por puro trámite.

El primero de la tarde, que no se empleó nada en varas, recibió dos picotazos y además cantó la gallina desde muy pronto. Llegó a la muleta con muy buen tranco y mucho que torear, pero enfrente estaba Joselito Adame (a buen entendedor, con pocas palabras basta).

El segundo fue el mejor de la corrida. Obviando que antes de ser picado ya había perdido las manos dada su flojera, que recibió dos rasguñitos de nada por parte del que se toca con el castoreño, y que no se empleó debajo del peto. Pero el mejor, sí. El mejor medio toro de la corrida, no hay duda alguna. Y ciertamente, ayudó a que se viera el tranco del toro y su encastada condición en la muleta la lidia que le recetó su matador, Román. Sitio y tiempo era la ecuación a resolver, ni más ni menos. Y Román la resolvió. Cómo galopaba el toro hacia la muleta. Cómo metía la cabeza. Cómo repetía. Cómo se comía la muleta. Lo malo de Román fue que, si bien entendió al toro a la perfección y le hizo que sacara lo mejor de sí, él no consiguió sacar ni temple ni mando para someter al animal y torearlo de verdad, en lugar de pegar esos tirones hacia fuera que compusieron tan vulgar quehacer. El fallo con la tizona le impidió tocar pelo.

Y el cuarto, aunque no con la misma claridad que primero y segundo, tampoco fue poca cosa. Derribó hasta en tres ocasiones, dos al caballo de contraquerencia y una al que guarda puerta, protagonizando de esta manera una instantánea de otro siglo. En estas tres entradas que realizó, a los picadores apenas les dio tiempo apretarle medio milímetro con la vara, y el toro quedó, literalmente, sin castigar. Y así fue como llegó a la muleta sobrado de poder y con muchas cosas que mostrar, sobre todo por el pitón derecho. Y de nuevo, Joselito Adame ahí delante. Y de nuevo, a buen entendedor, con pocas palabras bastan. Por cierto, eso de "Joselito", aun estando sucedido del apellido, le pega tanto como a un santo llevar un fusil de asalto.

El resto de la corrida tuvo buenas intenciones de prestarse al toreo en el último tercio, pero la falta de fuerzas y de poder lo dejaron en nada. Román ante el quinto porfió demasiado, mucho más de la cuenta, sin conseguir que su pegapasismo dejara de aburrir al personal. José Garrido, por su parte, sorteó dos animalitos que no conseguían sostenerse de pie, y ante ellos realizó dos largas faenas que fueron un calco la una de la otra: más preocupado por la estética y el hecho de ponerse bonito, que por torear de verdad. Bien es verdad que poco había que hacer ante los ejemplares que sorteó, pero en ningún momento dejó el mejor atisbo del toreo verdadero, ese de ponerse en el sitio, citar dando el pecho y la muleta planchada, y rematar los muletazos como mandan los cánones.
Qué decir acerca de la paupérrima tarde que ofreció Joselito Adame, abanderado del pegapasismo más vulgar, ante un lote de puerta grande. Acostumbrado al otro lado del charco a toretes bobalicones y muy a modo, cuando llega a España y le salen toros que piden los papeles, tal que los de esta tarde, queda en evidencia lo mal torero que es y lo sobrevaloradísimo que está. Y esto también deja en clara evidencia que, si tal conato de pegapases es máxima figura en nuestra querida México, cómo será la situación en aquellos lares, taurinamente hablando. Dos toros de triunfo gordo se llevó en el sorteo de las 12, y dos toros de triunfo dejó escapar en dos faenas cimentadas en mil trallazos fuera de sitio, sin mando, sin temple y con una actitud cuanto menos medrosa y apática. Y le queda otra tarde...

Si pretenden que la Fiesta sea solo muleta y lo demás no importe, desde luego que con corridas así llegarán a su meta sin dificultad alguna. Ya llevamos así años, y cada vez es más frecuente. ¿Suerte de varas? Para suerte, la que necesitarán los picadores de aquí a no mucho, cuando se vean en la fila del INEM.

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