¡¡Qué alegría!! ¡¡Qué alborozo!! ¡¡Que la feria de San Isidro está otra vez aquí!! Reencuentro con los amigos habituales del abono, a quienes se le saludan con afecto. La plaza, más concurrida que en festejos anteriores, aunque sin exagerar, que aún se palpaba el cemento de los tendidos en algunos sectores de la plaza. Será por la cosa de que los güenos afisionaos, además de querer conservar la salud hepática para estar en buenas condiciones cuando corresponda, pasan olímpicamente de las novilladas y solo van a los festejos de campanillas, no vaya a ser que cuando suban la foto al Instagram y digan que han estado viendo una una simple novillada, reciban pocos "megusta". Puede que para ellos pudiera ser eso: una simple novillada, sin toreros famosetes y guapos, sin el glamour propio de una tarde cunvre, sin gente famosa en los tendidos, ni nada. Pero una vez en la práctica, la novillada de Guadaira lidiada esta tarde, de simple, tuvo poco. Cuántas no nos comeremos peores a lo largo de las próximas semanas, y muy en especial las de aquellos días en que hagan acto de aparición precisamente esos que llenan la plaza.
La ganadería de Guadaira, muy respetada en estos fueros por mérito propio, ha abierto la isidrada de 2018 con una novillada presentada sin grandes excesos, digamos que correcta si obviamos al becerrillo que saltó en tercer lugar, y destacando al quinto novillo, todo hombretón que ha despertado los aplausos cuando ha hecho presencia en el ruedo. No ha sido lo que se dice una gran novillada, pero si se dijera que ha sido un mojón y no ha servido ni para caldereta, mentiríamos como bellacos. Servir para hacer el toreo, para triunfar, para alzarse en figurón de la novillería por propio mérito. Pero también, servir para destapar a los toreros que poco o nada tienen que decir en esto, y dejarlos en paños menores a la primera de cambio. Y de esto último ha sido de lo que más ha habido en el primer festejo esta feria, y muy en especial en dos casos: David Garzón y Carlos Ochoa, pues sobre Ángel Téllez, aun pasando sin pena ni gloria y sin mostrar grandes cosas, es justo decir que se ha llevado lo peor de la novillada.
David Garzón ya era el más veterano del cartel cuando se le pudo ver actuando sin picadores en el Camino Hacia Las Ventas del año 2013 (ya ha llovido), por lo que se puede afirmar que lleva unas cuantas temporadas dando tumbos en esto. Esta tarde se presentó en Madrid, también como primer espada, y desde luego muy pocas virtudes se le apreciaron que hagan albergar esperanza de que llegue lejos en esto. En su haber cayó el mejor lote de la tarde, abriendo plaza un novillo nobilísimo y hasta con un puntillo de chispa que hizo pelea de manso al tiempo que recibió el castigo justo en el primer tercio, y que se comió la muleta en cada embestida. Con alevosía se le fue sin torear a Garzón, tras una faena en la que nunca estuvo confiado ni asentado, pegando trapazos hacia las afueras y sin ponerse en el sitio ni una sola vez. Mató, además, de un feo bajonazo. Tampoco fue poca cosa el cuarto, que también manseó en varas, pero regaló un buen puñado de embestidas que bien podrían haber servido para triunfar de manera rotunda. Demasiada canela fina para un David Garzón medroso y fuera de sitio que no fue capaz de correrle la mano al novillo en ninguno de los muchos trapazos que dio. Tampoco su uso de la tizona en este turno fue el más decoroso.
A Carlos Ochoa nos lo querían colar como el paradigma del buen toreo ya desde antes incluso de que hubiera debutado con caballos, pero una cosa es tratar de engañar al respetable cuando sale un nuevo valor de esos suyos que abundan por aquí, y otra cosa es esto. Buen novillo fue el segundo, al cual Jesús Vicente asestó un buen primer puyazo, en el que manseó al igual que lo hizo en el segundo. En los primeros muletazos de la faena, Ochoa le dio distancia y el animal, con prontitud y presteza, se arrancaba y repetía en cada muletazo con gran franqueza. Después de esto, lo cerró más hacia el tercio el novillero y aquí fue donde se acabó el calibrar las distancias para echarse encima del animal y asfixiarlo, y todavía con esas seguía acudiendo a cada cite y dejándose torear con mucha nobleza. Por si hace falta decirlo, eso nunca pasó.
Peor fue lo del quinto, un señor con toda la barba al que acribillaron en el caballo con tres fortísimos puyazos en mitad del espinazo. Y el resultado de esto se condensó en un novillo que llegó al tercio de muerte amorcillado y mermado de facultades. Ochoa no ofreció nada que fuera diferente a su ya estilizado toreo despegado, hacia fuera y tan sumamente retorcido que hasta a los aficionados les sangran los ojos con tan solo mirarlo. En resumen, dos tardes en Madrid de Carlos Ochoa en menos de un mes y, vueltas al ruedo aparte (dadas por la jeta más que otra cosa), mucho tendrán que esforzarse sus mentores si quieren que siga colando como una futura promesa de esto. Y, además, muy mal con la espada en sus dos turnos.
Ángel Téllez se estrelló con el tercero, inválido a más no poder con el que estuvo más tiempo del necesario porfiando, sin sacar nada estimable. El sexto fue tan noble como soso y bobalicón, y Téllez volvió a realizar una faena larga y vacía que estuvo repleta de muletazos enganchados, poco temple y tirones marcando el final hacia fuera. Su lote, el peor de la tarde con diferencia.
De este primer festejo de feria, además del juego en la muleta de algunos novillos de Guadaira, y más en concreto los corridos en primero, segundo y cuarto lugar; fueron más que estimables los pares de banderillas de Andrés Revuelta y Juan Navazo, así como un puyazo de Jesús Vicente. No está mal, para ser el primer día. Solo nos quedan... 33.
Y en muchas de ellas veremos menos que hoy.
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