jueves, 15 de mayo de 2025

14 DE MAYO DE 2025, QUINTA DE FERIA: "¿QUÉ FRÍO, NI QUÉ FRÍO? ¡¡TOROS!!"

    Llovió. Y también refrescó. Los paraguas abiertos se amontonaban por los tendidos, y los osados que se acercaron a la plaza en manga corta acabaron con el jersey puesto. El personal parecía haberse quedado pajarito, tras más de dos horas y media apoltronado en el escaño y soportando el frío, la lluvia y la chabacanería que airearon los tres señores con el vestido bordado en oro. Pero en el ruedo, a pesar de todo, la cosa echaba humo. ¡¡Vaya si lo echaba!! Mucho tuvo que ver en ello una señora corrida de TOROS herrada a fuego con la marca de Pedraza de Yeltes, variada de comportamiento y con la guinda de un bravo 6° al que se le concedió la vuelta al ruedo. ¿Qué frío, ni qué frío? Que le den morcillas al frío y a la lluvia.

    Con frío o sin él. Lloviendo o no. Pedraza de Yeltes echó un corridón de toros, que, a pesar de tal ambiente, no ha dejado indiferente. Hubo casta. Hubo bravura. Hubo mansedumbre, por supuesto. Hubo un buen tercio de varas y hasta picadores que señalaron en el sitio. Hubo un gran tercio de banderillas... ¿Que si faltó algo? Faltó, faltó. Digamos que la terna no anduvo a la altura que se considera deseable. Matizo: no anduvieron a la altura aquellos dos que mejores toros sortearon. Román anduvo bien e inteligente con el manso primero, al que llegó a someter y ligarle algunos muletazos mandones; y poco pudo hacer ante el cuarto, el único de toda la corrida que no ofreció nada. Salvo ser decoroso y efectivo a la hora de entrar a matar, lo que precisamente no fue Román.

    El 1º cantó su mansedumbre desde el momento en que Francisco de Borja le señaló dos buenos puyazos en todo lo alto. Apretaba hacia los adentros en banderillas y por poco no le da un disgusto a uno de los banderilleros. Román, tras un inicio de faena doblándose, probó a sacárselo a los medios; pero pronto tuvo que desistir dada la mansedumbre del animal. Sobre las rayas de picar llegaron los mejores momentos: el toro se arrancaba con alegría a cada cite y, aunque tenía esa tendencia a irse, Román logró sujetarlo en algunos muletazos por el lado derecho y de mano muy baja, con gran mérito. Anduvo bien el matador, y de haber dejado una buena estocada se hubiera llevado una oreja, a muy buen seguro. Pero lo único que dejó fue un pinchazo, una estocada trasera y dos golpes de descabello; quedando la cosa en una vuelta al ruedo que se antoja excesiva. Por mucho que hubiera quien la pidió.

    El 2º cumplió en varas, arrancándose desde lejos con cierta alegría y metiendo bien la cara abajo. En los quites de Colombo y de Fonseca se empezó a intuir que iba a durar poco en la muleta, pero finalmente el toro obsequió con algunas arrancadas portentosas, aunque se les echara en falta algo más de carbón. Seguramente le vino muy bien al animal el aire que le dio Jesús Enrique Colombo tras el tercio de banderillas. 

    El 3º tomó tres puyazos, dos en la contraquerencia y uno en el caballo que guardaba la puerta. Se defendió y huyó de los tres, demostrando así que la bravura no era lo suyo. Manso, pero encastado en la muleta. Isaac Fonseca no se hizo con el toro en ningún momento, en una faena vulgar y muy acelerada. 

    El 4º fue carne de matadero. Un toro pastueño y soso que salió de cada muletazo mirando las musarañas, con una tontuna irritante. Román se embarulló en una faena más larga de lo necesario, pero lo peor llegó con la espada: cuatro pinchazos saliéndose de la suerte con descaro, y estocada corta en los bajos que precedió a un hermoso mitin con el descabello. El toro no valió ni media perra gorda, pero qué menos que matarlo bien. ¿No, matador?

    El 5º recibió un fortísimo castigo en varas por parte de un carnicero tocado con castoreño, llamado Gustavo Martos. Se le barrenó de manera infame y en muy mal sitio, para colmo no se rectificaron los puyazos. Actuación merecedora de una multa y noche en chirona, por parte de ese picador. Pero el toro, lejos de derrumbarse tras ese vil tercio de varas, se vino arriba. Y vaya si se vino. El toro, dentro de su mansedumbre, fue encastado. Se arrancaba con prontitud a cada cite, embistió con temperamento y ofreció un buen número de embestidas de lo más provechosas. Fue una pena que delante no hubiera un buen matador que lo supiera entender.

    A pesar de la más que óptima corrida de toros que se estaba presenciando, el ambiente estaba muy frío. Y no solo por el tiempo. Pareció que el personal no había terminado de entrar en el festejo. Se palpaba que la gente, aun siendo consciente de la importancia de lo que se estaba lidiando, no lo estaba terminando de digerir. Tampoco ayudaron los vulgarísimos quehaceres por parte de los matadores. Muchos, incluso, optaron por desertar el escaño a la muerte de ese 5º y ya mañana sería otro día. De lo que no eran tan conscientes era de que lo mejor estaba por llegar, cuando el cartel anunciaba la salida al ruedo de Brigadier, nº 2, colorado de capa y 667 kilos de peso. Sexto toro de la corrida, la guinda perfecta a una buena corrida de toros. Brigadier tomó tres varas, yendo de menos a más en cada una de ellas. En el primer encuentro se limita a empujar con un solo pitón, pero ya en la segunda vara, que se le pone desde lejos, se arranca con alegría y mete la cara abajo; y en la tercera vara, casi desde la boca de riego, se volvió a arrancar con gran alegría y volvió a empujar con la cara abajo. Buenos puyazos del picador, Borja Lorente. La emoción de ver a un toro verdaderamente bravo en el primer tercio arrancó las mayores ovaciones de la tarde, y que se prolongaron durante el segundo tercio. ¡¡Cómo parearon Juan Carlos Rey y Jesús Robledo Tito!! Y qué gran brega la de Raúl Ruiz Bonilla. Qué tercio de varas, qué pares de banderillas, qué capotazos... ¡¡Qué toro más bravo estábamos disfrutando!! ¿Aguantaría en la muleta? La respuesta es afirmativa, rotundamente. Isaac Fonseca, consciente de lo que tenía delante, lo sacó a los medios, le dio sitio siempre, le intentó llevar siempre por bajo... Y el toro respondió como lo que era: bravo.  Pero el toro, ya con la faena entrando en su epílogo, dio síntomas de rajarse. Acabó recibiendo la estocada definitiva al refugio de las tablas. No importó. Fue un grandioso toro, y qué poquitos más vamos a ver como este no ya solo en lo que queda de feria, sino en toda la temporada. Sobre si Isaac Fonseca supo poder con el toro, más allá de lo bien que le hizo las cosas, es ya otro cantar...

    Esta fue la buena corrida de toros de Pedraza de Yeltes. ¿Cómo estuvieron los toreros? Pues Román anduvo inteligente y poderoso en el primero, ni fu ni fa con el soso cuarto y muy mal con la espada. Jesús Enrique Colombo, con un gran lote, se fue dando la razón a quienes consideran que no es torero para la feria de San Isidro. Basto con el capote toda la tarde, ofreció sendos numeritos en el segundo tercio a base de pares a cabeza pasada, y realizó dos faenas vulgares y sin rayar a la altura de los dos toros que tuvo. Isaac Fonseca anduvo francamente mal con el tercero, y con ese bravo sexto anduvo a ratos nada más. Y andar solamente a ratos con semejante ejemplar, queda muy lejano de estar bien Sin miramientos. Enseñó al toro, le dio todas las ventajas y lo lució de maravilla. Pero no supo sacarle partido. El comienzo de faena fue vibrante, toreando en redondo de rodillas por el lado derecho; y a continuación hiló dos series de derechazos bajando mucho la mano y haciendo la alcayata, pero algunos de los muletazos (y solo algunos) rezumaron cierto poderío. Cuando se echa la muleta a la mano izquierda, la mano del dinero y de los triunfos grandes, la faena termina de irse al garete. El toro siguió embistiendo como un tren por ese lado, pero aquí Fonseca no anduvo nada acertado. Sin mucho más que sobar por ese pitón, vuelve a la mano derecha para dejar otra serie que ni fu ni fa. Lo mejor llegó a continuación, con el cierre: algunos doblones y ciertas filigranas de lo más pintureros. Tras un pinchazo y una estocada caída, le otorgaron una oreja cuanto menos benévola. Pero ¿la gente sacó los pañuelos para pedir el despojo, o la vuelta al ruedo para el toro? Quizás fue precipitado pensar lo primero.

    Tarde fría, lluviosa, desapacible... Y de TOROS (que no de toreros). Y es que habiendo toros, ¿quién dijo frío? Sea enhorabuena pues al ganadero. 

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