Garcigrande desembarcó de nuevo en Madrid. Un año más, una feria más. Y con ellos ya se sabe, que si trajín en los corrales desde muy temprano, que si camiones de toros para arriba, camiones de toros para abajo; los veterinarios y el Presidente, con la presión arterial por nubes. Y las figuras ahí, para variar... Tantos toros reconocidos (se dice que fueron alrededor de la quincena, toro arriba, toro abajo) para acabar lidiando una gatada infame de hechuras y peor de juego. Garcigrande en estado puro, una vez más.
La tradicional gatada de Garcigrande no valió un pimiento. Una porquería de encierro que, sin embargo y por ironías de la vida, provocó el primer derribo de la acorazada de picar en todo lo que va de feria. ¡¡Milagro!! El honor recayó sobre el toro 1°, que empujó con presteza en el primer encuentro hasta derribar el descomunal arre (del cual, al igual que del resto de componentes de la cuadra, habrá que creerse que da el peso reglamentario). ¡¡Ja!! En la segunda vara, el torito llegó a cumplir sin más, aunque salió suelto de ese puyazo. Fue ese toro el único que se empleó en varas y en las telas con cierta alegría, pero le falló un pequeño detalle: estaba inválido. Y muy posiblemente fuera porque le influyó el trompazo que se dió contra el burladero tras cerrarlo el peón una vez finiquitado el tercio de banderillas. ¡¡Ya es "mala suerte"!!
Y con ese 1° que embistió con nobleza, dulzura, suavidad y escaso poder, ¡¡Morante!! Por fin Morante de la Puebla en Madrid, tras muchos tiras y aflojas consigo mismo y con esta misma plaza, y su toro, y su público... Un público que más, no se le puede entregar. Ni más predispuesto a su causa puede estar. Como el toro que le suelen echar a Morante en Madrid: muy a modo y de sus vacadas predilectas. Tal para cual.
¿Que cómo estuvo Morante de la Puebla ante ese 1°? Extraordinario en el recibo capotero. Sin probaturas, pegó unas verónicas eternas, con un gusto y una torería exquisita. Sin ceder un palmo de terreno en ninguna de ellas ni dar el dichoso paso atrás. Ese toreo por verónicas ha sido el mejor, con diferencia, que hayamos visto en toda la feria, y seguramente que también en otras muchas. Luego estuvo la faena de muleta, también muy inspirada en el toreo barroco de antaño, cargadísimo de detalles pintureros y muletazos arrebatados, hundiendo el mentón en el pecho y acompañando con todo el cuerpo... Pero antes de la faena, otro detalle no solamente de saber estar en la plaza, sino de torería añeja: un quite providencial al subalterno cuando, tras parear, el toro le hizo hilo hasta casi echarle mano. Si no lo hizo fue por la oportuna intervención del matador que, a cuerpo limpio, se llevó al toro de allí templándolo y recortándolo como si el mismísimo Gallito, jugueteando en el tercio de banderillas, se hubiera tratado. Luego llegó, efectivamente, la faena de muleta, derrochando esas trazas antes comentadas, pero con muchos altibajos y, por supuesto, a un toro que perdió las manos varias veces. Un gran comienzo de faena doblándose e hincando la rodilla en tierra, y rematado con un trincherazo superior. A continuación, dos series de derechazos en los que el matador se recrea, muchos de los cuales derrochan la magia del temple. Se la echa a la zurda llegado este término, y los pocos naturales que pega, con la misma pinturería, pecan del toreo lineal hacia las afueras, valiéndose del pico de la muleta. Unos naturales tan preciosistas como aliviados, si bien rematados con un pase de la firma y uno de pecho que vuelve a poner a todo el mundo de acuerdo. Se conoce que Morante, por ese pitón, no se vio a gusto; de manera que cambió de nuevo a la derecha para dejar otros cuantos derechazos verdaderamente bellos, y un cierre de faena doblándose con mucho gusto. La plaza, un manicomio a estas alturas. La estocada, entrando bien y como pocas veces se le ha visto, resultó caer arriba aunque atravesada. Y así fue cómo el toro tardó una barbaridad en caer, hasta el punto de tener que utilizarse tres golpes de descabello para acabar con él. Hubo petición de oreja pero la Presidencia, cuyo honor recayó esta tarde en el riguroso don Ignacio San Juan (Dios le bendiga y nos lo guarde durante muchos años) puso las cosas en su sitio y la denegó. ¿Oreja en Madrid, tras estocada atravesada y tres descabellos? Ni Morante ni el Papa de Roma, vaya...
Y con las cosas de Morante en ese 1°, al igual que empezó, terminó la corrida. El acompañamiento, véase Alejandro Talavante y Tomás Rufo, completamente borrados durante toda la tarde. ¿Por Morante y su faena al 1°? Por Morante y su faena al 1°, por la infamia de toros que decidieron lidiar esta tarde (como si hubieran seleccionado Garcigrande de mala gana), por la extrema vulgaridad que derrocharon durante toda la tarde... Tantas y tantas cosas. Tampoco hubo nada por parte de Morante en el 4° turno, salvo brevedad. Se sabía desde que se inhibió de la lidia y lo dejó todo en manos de Curro Javier (que por cierto, actuó con mucha eficacia toda la tarde) que el Morante que íbamos a contemplar ante ese 4° iba a ser el breve. Y así fue: desde que tomó la muleta hasta que se perfiló para matar, pasaron nada menos que ¡¡35 segundos!! Y es que cuando no hay material para lucirse, ¿para qué excederse en pegar pases, cuando no hay otra?
He aquí, una garcigatada más que desfiló ante los sufridos ojos de las gentes de Madrid. Qué duda cabe que el año que viene volverán. Y con ellos, los camiones de toros, los bailes de corrales, las figuras, el equipo gubernativo al borde del infarto... ¡¡Cuánto disparate, para nada!!
Por fin estoy de acuerdo con su crítica taurina de esta tarde,usted vio lo mismo que yo y no lo que quieran los exaltados asistentes,gracias.
ResponderEliminarVerónicas de Morante a un toro inválido que parece que salió picado con dos varas por el modo de embestir tan despacio, andando sin ninguna emoción pero eso sí muy bonito todo
ResponderEliminarAyer no hubo baile de corrales, se llevaron 8 toros y se aprobaron 7.
ResponderEliminar