Se veía venir que lo de Alcurrucén iba a salir de tal forma. No hace falta ser un visionario para ello, con tan solo echar un vistazo, así por encima, al historial de esta insufrible vacada en los últimos lustros, uno puede hacerse una idea de lo que va a venir. Cinco de Alcurrucén fueron lidiados (cuatro titulares y un sobrero), más otro sobrero de Montealto que también hizo méritos suficientes para que los berrendos de Florito se paseasen por el ruedo por tercera vez (pareció descoordinado de los cuartos traseros, ¿no era motivo suficiente?). Novillada muy floja y mansa que echó dos novillos, 2° y 5°, que se movieron con alegría y propiciaron un buen puñado de arrancadas cada uno de lo más provechosas. Dos novillos de los que se dicen "buenos para el toreo", pero a una gran distancia de lo que se entiende por "bravura". Eso ya...
Esos dos novillos entraron en el mismo papelillo de fumar que se introdujo en el sombrero del mayoral al filo del mediodía. El afortunado que se lo llevó, como quien tiene la serie premiada del cupón de la ONCE, fue Aarón Palacio. Y aun con esos dos novillos, la ostentosa compañía del paisanaje (que hasta los enganchones le bramaron, con el ya archiconocido biiiiiennnnnnnjjjjjjjj), y una buena propaganda que se le ha hecho en los últimos meses, el chaval ha salido de la plaza a pie por la puerta de cuadrillas. Y lo que es peor, sin convencer lo más mínimo. Orejita aparte y que, naturalmente, hubo.
Aarón Palacio sorteó, efectivamente, ese lote tan ideal para ratificar todo lo bueno que de él se ha hablado en los últimos meses. Y a lo único que se dedicó durante toda la santa tarde fue a pegar pases. Pases, muchos pases. Poniéndose muy bonito, eso sí. Pero al fin y al cabo, pases. Se los pegó al 5°, el del corte de la oreja. Pases por ambos pitones, muy perfilero y descargando la suerte. Pases, muchos pases sin ponerse en el sitio y echando al novillo siempre fuera. Pases, gran cantidad de pases sin someter al animal, ni templando ni mandando. Pases al fin y al cabo, pero con mucha estética y poniéndose muy bonito, faltaría más. La espada cayó arriba, aunque resultó quedar tendida y atravesada, y necesitó dos golpes de descabello. Y orejita al canto. Si con el 5° fueron pases, con el 2° ni eso. Medios pases, tal vez sería más correcto decir. De nuevo muy despegado, de nuevo sin someter, de nuevo destoreando... Y de nuevo, naturalmente, poniéndose muy bonito. Definitivamente, no convenció nada Aarón Palacio a pesar de la oreja.
Sergio Sánchez y Javier Zulueta se las vieron ante cuatro novillos a cada cual más infumable. Llegaron, salieron, realizaron lo que ya tenían previsto desde antes de calzarse la taleguilla, se quitaron de encima lo que les correspondió al mediodía y, ya si eso, vuelva usted mañana. Sergio Sánchez, no dijo absolutamente nada. Ni fu ni fa. Las formas de Javier Zulueta, quizás, sí llegan más. Se le palpa sevillanía, gusto y elegancia en sus maneras... Se le palparon en las verónicas con las que recibió al 3°, de manos muy bajas y muy buen estilo. Se le palparon también en algunas medias verónicas, en un suave quite por delantales, en algunos detallines con la muleta... Todo eso tan elogiable se le palpó a Javier Zulueta, pero... Pues que también se palpó tendencia al alivio, a no ponerse en el sitio, a meter mucho el pico, a los cites perfileros, y a toda esa mandanga de que caracteriza el destoreo.
Con Alcurrucén fue un día más en la oficina, otro más. Y lo peor es que nos queda otro encierro, previsto para dentro de ocho días, exactamente.
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