Rotundidad fue, precisamente, lo que le faltó a esa faena de Talavante. Hubo un comienzo verdaderamente antológico, a base de naturales y trincherazos que se intercalaron entre sí. Un comienzo que derrochó gusto y aroma a toreo del caro, y al que siguió una serie con la derecha que tuvo el mismo gusto, aunque limitándose el matador a acompañar la embestida sin más. Tras esto, siguieron dos series de naturales que rezumaban el mismo aroma, algunos de los cuales sí fueron buenos, pero se entrelazaban con otros que no convencían tanto. La faena estaba siendo preciosista a estas alturas, pero no rotunda; y así continuó hasta el final: una serie más con la derecha, de mano baja y toreo despacioso, descargando la suerte descaradamente y metiendo mucho el pico; más algunos naturales de perfil que ni fu ni fa antes de irse a por la espada. Faena preciosista, pero no rotunda, y culminada con una estocada que se fue trasera. Y se desató la histeria colectiva, lo cual aderezado con los ginc-tónics de rigor y la jeta de los mulilleros, acabó en la concesión de dos orejas que solamente debieron ser una, y la primera puerta (chica) grande de la feria.
Alejandro Talavante se llevó el premio gordo del público, del Presidente, de los mulilleros... Y de la corrida. Ese 4° toro que le cayó en suerte resultó ser, además de manso en varas, bueno para la muleta. El mejor dentro de una corrida de Victoriano del Río que estuvo muy bien presentada, fue dura de pies, no se empleó en el caballo y sacó algunos ejemplares exigentes. No fue buena la corrida, pero sí hubo toros que fueron eso mismo: toros. Y eso siempre le da importancia a lo que ocurre en el ruedo, matando así el aburrimiento y deja a los vendedores de pipas con las manos en los bolsillos. A Talavante le correspondió el mejor, pero también el peor. Fue el 2°, al que se pegó muy fuerte en varas y llegó a la muleta muy apagado, posiblemente lesionado de la mano izquierda.
El excelso artista Juan Ortega, tendrá que esperar a otro día (y van unos cuantos ya) para dejarse ver en Madrid. Una media verónica. Tan solo se le vio esta tarde una media verónica, de cartel de toros por cierto. Una media verónica con la que remató un quite por chicuelinas tan aplaudido como movido y carente de gusto. Intentó torear a la verónica, pero no lo vio claro en ningún momento. Dejó una serie de derechazos aseaditas y con pequeñas dosis de gusto al 3°, un toro que se vino a menos muy pronto. Tampoco anduvo ni lúcido ni lucido ante el 5°, un toro que se movió con mal estilo y a la defensiva. Demasiado arroz para un artista que espera "su toro", el cual ni mucho menos tiene en qué parecerse a ese 5° ante el que (no) se vio Juan Ortega. El mitin que dio con la espada y el descabello ante ese toro fue también hermoso. ¿Otro día será?
La primera de feria dejó la primera puerta (chica) grande (Talavante), y la primera decepción en forma de petardo (Juan Ortega). Pero también trajo a Clemente, quien en la tarde de su confirmación de alternativa dejó ganas de volver a verlo. Gustó Clemente en toro de la confirmación, al que realizó una faena de menos a más a un toro verdaderamente complicado por incierto, mirón y que no humillaba. Se basó la faena de Clemente en el aguante y la buena colocación. Poco a poco, y a base de tragar, consiguó meter al toro en la muleta para acabar ligándole algunos derechazos que tuvieron gran mérito, y con fuerte voltereta incluida. Repuesto del trance, se echa el matador la muleta a la zurda para dejar otras dos series de naturales menos lucidas, pero de nuevo tragando y quedándose muy quieto. Fue una faena verdaderamente meritoria ante un toro que no regaló nada, y que culminó de la peor forma posible: sartenazo en el número, sumado a otro bajonazo que surtió efecto fulimante. Lo que era una oreja de ley, acabó en una fuerte pitada al caer el toro, y una división de opiniones cuando salió a saludar al tercio. Y es que, aun habiendo estado verdaderamente bien, tan deficiente uso de la espada no debería consentir salir a saludar. Gustó mucho menos Clemente ante el toro 6°, en una faena en que, al contrario que en su primer turno, fue de más a menos. Muy suelto durante los primeros tercios de la lidia y manso de libro en el caballo, el toro fue finalmente fijado gracias a una brega eficaz de Juan José Domínguez; y Clemente comenzó la faena con muy buenos doblones sacándoselo al tercio. Los siguientes muletazos fueron asentados pero muy poco mandones, y a partir de ahí la faena fue cayendo en picado hasta quedar en una vulgar obra. Se le vio demasiado conformista al matador en este turno, tras lo realizado en su primero. De nuevo, mal con la espada.
Esta fue la primera de la feria de San Isidro, primera de veintiocho y que deja muy baja la exigencia de la plaza, con todo lo que tiene que venir. A Talavante, al final, se lo llevaron en hombros mientras en los pasillos y alrededores de la plaza retumbaba el reggaeton procedente de la odiosa discoteca. Perfecta metáfora de lo que fue esa puerta grande: jolgorio, verbena y falta de seriedad.
Estimado amigo. Me alegro de coincidir contigo de nuevo y también en tu comentario sobre Clemente en su primer toro.Espero que pases una buena Feria pero tengo mis dudas. Un abrazo.
ResponderEliminarAquí un año más, y de nuevo encantado de saludarte. Nos seguimos leyendo a lo largo de la feria, que espero que sea buena. Un abrazo
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