Se acabó lo que se daba. Tras treinta y cuatro días de toros, esto echa el cierre. Y con ello, la desbandada general de los famosos isidros, claveleros y ginctoneros. Adiós pues a la verbena, al jolgorio, los biiiiiiiieeeeeeeennnnnnnnjjjjjj que destilan aroma a ginebra como una destilería, a los aplausos a todo, a los gritos de Viva España, Viva el Rey y Viva el 155; a los cállate gili****, al olor a alcohol en los pasillos de la plaza, y al botellón en los tendidos, grada y andanadas, como si esto fuera la puerta del Fabrik o del Pachá. Adiós también al aplauso fácil y al triunfalismo barato y chabacano, a las prohibiciones de llevar la contraria a quien se tira toda la santa tarde aplaudiendo hasta lo inaplaudible, y al no protestar. Adiós, adiós isidros, que paséis un buen verano, aunque a algunos hasta se les puede decir feliz verano, feliz navidad, feliz entrada y salida de año, felices carnavales y hasta el San Isidro de 2020.
Toca darle la bienvenida, a partir del domingo que viene, a las legiones de japos, guiris, yankis y cía que vienen de excursión a los toros, por la cosa de no irse de España sin ver una Typical Spanish Bullfighter. Toca darle la bienvenida a la comodidad, pues a partir de ahora las apreturas en los toros desaparecen, y podremos estirar las piernas todo cuanto podamos sin que el tío coñazo de delante no mire con cara de pocos amigos hacia atrás. Bienvenido también ese aspecto desolador de los tendidos, ese famoso cemento que dicen los viejos aficionados del lugar. Y por supuesto, aquí continuarán domingo tras domingo, bajo el abrasador sol madrileño, los pocos fieles aficionados que aun así andan todavía hambrientos de toros, con sus protestas cuando las cosas no se hacen bien (aunque a veces puedan resultar un tanto molestas), sus gritos de vaya un inválido, ponte bien, carga la suerte aunque sea una vez, le vas a sacar los ojos de meter tanto pico, se va sin torear, etc., etc., etc... Pero también con su sensibilidad cuando se hacen bien las cosas y hasta cuando se cuidan los más mínimos detalles. Que sí, que efectivamente la feria de San Isidro ha acabado, pero no la temporada, y el domingo que viene vuelve a haber toros en Madrid, y al siguiente, y al siguiente, y así hasta la feria de Otoño allá por el mes de octubre. Que gran parte de los no habituales parecen no saberlo, que por el mes de julio y agosto también hay toros en Madrid.
"En agosto va a ir tu prima a los toros, pues yo voy solo cuando torean las figuras, que para eso soy mu güen afisionao y selecciono lo mejor", diría el isidro de turno mientras le pega un sorbo largo, cual oso hormiguero, al cubata que sostiene en la mano.
Aur revoir pues al público no habitual, no sin antes finiquitar este interminable mes de toros con la tradicional Corrida Extraordinaria de la Asociación de la Prensa, con un cartel que no despertó grandes pasiones cuando fue anunciado, allá por el mes de marzo, pero que al final ha acabado con un "No hay billetes para hoy" en la taquilla. No había gran cosa de donde rascar, por lo que una gran parte del abonado decidió no sacar la entrada para hoy, que había que pagarla aparte al ser fuera de abono. Pero algún tiempo después, estos inocentes señores tuvieron que volver corriendo a la taquilla a hacerse con su localidad, concretamente nada más acabarse aquella tarde en Sevilla de Pablo Aguado, componente de la terna. Resultado: todo el papel vendido. Una corrida con el hierro de Santiago Domecq para San Isidro provocó todo tipo de opiniones, desde aquellas de quien la llevaban siguiendo hace algún tiempo y confiaban en ella, hasta la de los más reacios a creer en ello. Y finalmente, se podría decir que fueron los primeros quienes llevaron razón, pues la corrida aun no siendo lo que se dice un derroche de poderío, bravura, casta y agresividad, sacó gran nobleza, dulzura y se dejó torear a placer. Para reivindicar muchas cosas ante ellos y tapar bocas a quienes se muestran reacios con determinados toreros. Pero claro, ¿tiene algo que reivindicar El Fandi a estas alturas? ¿Tiene Lopez Simón, después de todo, algo que demostrar? Pues eso...
El gran atractivo de la tarde vino de la mano de Pablo Aguado, pero por desgracia solo pudo matar uno. Es Pablo Aguado un torero que lleva consigo unos aires toreros muy añejos, da gusto verlo moverse por la plaza con esas maneras que son ya tan poco habituales, lejos de ese forzado y teatral misticismo que derrochan los toreros de ahora. Pablo Aguado es un gusto para los cinco sentidos cuando camina por la plaza, le anda a los toros, les echa el capote y la muleta al hocico, lleva a los toros con excelsa facilidad y suavemente, sin pegarle esos tirones y siempre andando con torería. Es, en definitiva, un torero completamente diferente por su sabor barroco y antiguo. También es de sobra conocido que sabe torear, y muy bien hay que decir, pero esta tarde el toreo no ha llegado a aparecer de su mano, entendiéndose por torear eso de llevar a los toros sometidos a la muleta y tirar de ellos para rematar el muletazo atrás, y no limitarse a acompañar las bonacibles embestidas del burel. Derrochó su faena formas muy pintureras y gran naturalidad, pero a los muletazos de Pablo Aguado, o mejor dicho a sus medios-muletazos, le faltaban precisamente eso, el llegar a ser rematados atrás y no quedarse solamente en el acompañar al toro mientras se mueve. ¿Torería? Para regalar. ¿Plasticidad? A espuertas. ¿Remates muy toreros como pases de la firma, pases de pecho llevados al hombro contrario, trincherillas y kikirikís? Hubo unos cuantos de cartel de toros. Pero una cosa es eso, y otra cosa fue el tirar de los toros. Y fue una pena, pues había ahí toro de triunfo gordo, pero el torero se quiso conformar con muy poco. La mala suerte se cebó con él a la hora de entrar a matar, pues tras pinchar en hueso resultó prendido y le pegó cornada, por lo que hubo de pasar a las manos de los galenos una vez dobló el toro. Y no volvió a salir de ahí.
Por lo cual y consiguiente, tuvimos triple ración fandileña en esta tarde. ¿No decíamos algunos que no es este circuito para un torero de su estilo y que en Madrid está de más su presencia? Pues ¡¡toma tres tazas!! Y no, a estas alturas de la vida, David Fandila no tiene nada que demostrar ni que reivindicar, ni en esta ni en ninguna plaza. Él hace lo que buenamente sabe: facilidad y variedad con el capote, su show de carreritas de un lado a otro para luego acabar clavando a toro pasado, con violín incluido, y una nulidad evidente para utilizar la muleta. Esto fue lo que ofreció ante su lote, ni más ni menos. No da ni para más ni para este torero, tiene sus cosas, su público y si circuito, pero todo esto está lejos de Madrid. Qué dos torazos se dejó ir con las orejas puestas... Y de qué toro nos privó cuando salió a lidiar en lugar de Pablo Aguado. Porque sí, ese 6° llevaba mucho dentro, y así lo dejó en evidencia en las tres varas que tomó: empujó en la primera, hizo volar por los aires al picador por lo fuerte y bajo que embistió al penco, y acudió de largo y volvió a emplearse con la cara abajo en la tercera vara. Y no fue esto de ponerlo tres veces porque el matador estuviera con el día amable, sino porque la Presidencia, con gran acierto, consideró que la segunda vara apenas castigó al animal. Hizo gran pelea el toro en varas, pero no lo suficiente como para desfondarse del todo. ¿Qué pasó entonces para que, tras evidenciar grandes virtudes en los capotes y en el caballo, el toro llegara amorcillado a la muleta? La respuesta la tenemos en el segundo tercio: cuatro pares ¡¡cuatro!!, carreritas por aquí, carreritas por allá, y el toro por cada par que pasaba, con menos fuelle se le veía. Había toro ahí para una faena de 20 muletazos pegados de verdad, pero todo se fue al garete durante la puesta en escena de David Fandila en banderillas.
Y López Simón dispuso de otro lote para coger un nuevo empacho a torear, torear, torear y seguir toreando hasta hartarse y decir ¡¡basta, no puedo más!! Pasecitos por aquí, pasecitos por allá, ninguno bueno y todos malos. Sí, pases malos, vulgares y llenos de ese dospuntocerismo que se reconoce a la legua cuando el matador echa siempre al toro fuera con el pico, para posteriormente dar un pasito atrás y vuelta a empezar. ¿Que si se le fue sin torear su lote a López Simón? Pero vamos, de tal manera que a estas horas el animalito aún sigue embistiendo. Y es que aunque parezca un tópico, en realidad lleva mucha verdad: en caso de López Simón, sin voltereta no hay oreja.
Acabó lo que se daba, aur revoi isidros, que pasen ustedes feliz verano, feliz Navidad y un próspero año 2020. Que sean felices, y ya saben, si acaso les apetece, en Madrid sigue habiendo toros domingo tras domingo, por si gustan.
Completamente de acuerdo. Fandi no es para plazas de primera. Simón, no ha explotado ni lo hará. Una lástima lo de Aguado que nos privó del sexto. Saludos. Rigores.
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