¿Qué decir de una tarde como la de hoy? De todo, supongo. Cosas buenas y cosas malas, pero muchas cosas. Por ejemplo, podemos hablar de una corrida de Parladé bonita de hechuras y buenas defensas, que ha hecho sudar a los tres coletudos, cada uno a su manera, y éstos a la vez han hecho sudar poco a sus correspondientes hombres de a caballo. Me pregunto qué hubiera pasado si los picadores hubieran hecho su trabajo, que es picar, y no hacer el simulacro y simplemente señalar. Por lo pronto, al menos dos hubieran hecho también sudar a los chicos de Florito, y el resto ¿quién sabe si hubieran salido con el mismo combustible y hubieran dado la misma tralla? Sí, no son como otras corridas que aun picando menos aguantan la décima parte que los de hoy y no sacan el más mínimo resquicio de casta, pero hay que picar y ver qué pasa después.
Podemos contar también que de El Cid, ni la cuadrilla está bien. Era una gran incógnita el como volvería hoy a Las Ventas después de aquella tarde en octubre, y la cosa no ha podido ir peor. Desganado, falto de valor, de temple, de colocación, de ideas y si me apuran hasta de afición. Una lástima lo de este hombre.
El suceso gordo de la tarde y de lo que va de feria ha sido la actuación de Iván Fandiño, que por fin ha conseguido salir a hombros en Madrid, aunque por la puerta chica y por el método 1+1. La primera oreja llegó por una faena vulgar a un toro que repetía y metía la cara de lujo. Mucho rectificar entre muletazo y muletazo, mucho piquito, mucho echarse al toro fuera y poco temple, poco mando y nula torería. La estocada entró hasta los gavilanes y nadie se paró a percatarse que estaba caída. Oreja barata. Con el quinto sí que hubo, a ratos, buen toreo. Solo una tanda con la izquierda y otra con la derecha; pero nada más. Disposición y coraje, pero con eso solo no se triunfa, sobre todo a las alturas en las que está este torero. Y de eso de tirarse a matar sin muleta, ¿qué decir? Cada uno lo que quiera, que yo digo que de valientes es adelantar la muleta dejándola plana, templar y mandar en la embestida, cargar la suerte, enroscarse al toro en la cintura y, sin quitársela de la cara, vuelta a lo mismo; o parar a los toros con el capote, o ejecutar las chicuelinas toreando y no pegando trapazos y con afán en pasárselo lo más cerca posible. No, solo pido pureza, ortodoxia y verdad. Y no hace falta tirarse a matar sin muleta para meterse a los aficionados en el bolsillo, pegue usted un estocadón como la de ese quinto toro pero recibiendo. Mucho más ortodoxo, clásico y bonito. Cayó pues otra oreja, esta vez sí ganada, aunque con altibajos y a un toro de dos. Ahí queda eso.
El caso de Ángel Teruel me da mucha pena. Un torero que desprende tanta torería por los cuatro costados, con tanto gusto, que echa la pata alante y da el pecho, que adelanta la muleta y quiere llevar a los toros largos... no es justo que cuente con tan poquitas oportunidades. No, ni ha estado bien hoy ni lo estuvo hace cuatro días, pero con tres tardes firmadas el año pasado no podemos pedirle mucho más. Tiene algo, y si le diéramos tiempo y muchas tardes de rodaje se curtiría más y florecería el gran torero que lleva dentro. Qué pena que en todas las ferias, sea la ciudad o pueblo que sea, estén los mismos mediocres de siempre que no tienen nada que aportar.
Para finalizar, como siempre, hacer alusión al subalterno de la tarde, el gran Miguel Martín. Raro es el día que no tiene que desmonterarse por sus pares de banderillas y su buen manejo del percal. Da gusto contar con hombres de luces como él.
Podemos contar también que de El Cid, ni la cuadrilla está bien. Era una gran incógnita el como volvería hoy a Las Ventas después de aquella tarde en octubre, y la cosa no ha podido ir peor. Desganado, falto de valor, de temple, de colocación, de ideas y si me apuran hasta de afición. Una lástima lo de este hombre.
El suceso gordo de la tarde y de lo que va de feria ha sido la actuación de Iván Fandiño, que por fin ha conseguido salir a hombros en Madrid, aunque por la puerta chica y por el método 1+1. La primera oreja llegó por una faena vulgar a un toro que repetía y metía la cara de lujo. Mucho rectificar entre muletazo y muletazo, mucho piquito, mucho echarse al toro fuera y poco temple, poco mando y nula torería. La estocada entró hasta los gavilanes y nadie se paró a percatarse que estaba caída. Oreja barata. Con el quinto sí que hubo, a ratos, buen toreo. Solo una tanda con la izquierda y otra con la derecha; pero nada más. Disposición y coraje, pero con eso solo no se triunfa, sobre todo a las alturas en las que está este torero. Y de eso de tirarse a matar sin muleta, ¿qué decir? Cada uno lo que quiera, que yo digo que de valientes es adelantar la muleta dejándola plana, templar y mandar en la embestida, cargar la suerte, enroscarse al toro en la cintura y, sin quitársela de la cara, vuelta a lo mismo; o parar a los toros con el capote, o ejecutar las chicuelinas toreando y no pegando trapazos y con afán en pasárselo lo más cerca posible. No, solo pido pureza, ortodoxia y verdad. Y no hace falta tirarse a matar sin muleta para meterse a los aficionados en el bolsillo, pegue usted un estocadón como la de ese quinto toro pero recibiendo. Mucho más ortodoxo, clásico y bonito. Cayó pues otra oreja, esta vez sí ganada, aunque con altibajos y a un toro de dos. Ahí queda eso.
El caso de Ángel Teruel me da mucha pena. Un torero que desprende tanta torería por los cuatro costados, con tanto gusto, que echa la pata alante y da el pecho, que adelanta la muleta y quiere llevar a los toros largos... no es justo que cuente con tan poquitas oportunidades. No, ni ha estado bien hoy ni lo estuvo hace cuatro días, pero con tres tardes firmadas el año pasado no podemos pedirle mucho más. Tiene algo, y si le diéramos tiempo y muchas tardes de rodaje se curtiría más y florecería el gran torero que lleva dentro. Qué pena que en todas las ferias, sea la ciudad o pueblo que sea, estén los mismos mediocres de siempre que no tienen nada que aportar.
Para finalizar, como siempre, hacer alusión al subalterno de la tarde, el gran Miguel Martín. Raro es el día que no tiene que desmonterarse por sus pares de banderillas y su buen manejo del percal. Da gusto contar con hombres de luces como él.
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