domingo, 11 de mayo de 2014

EL ESPECTÁCULO DE LA CASTA

Ganadería 6 toros de Martín Lorca. Encaste Cebada Gago, Torrealta y El torero, las dos últimas de procedencia Domecq.  El tercero fue devuelto por inválido y en su lugar se corrió un sobrero de El Vellosino, encaste Domecq en la línea de Antonio Arribas. Corrida bien presentada,  con cara y astifina, el sexto fue el de menos trapío. El sobrero fue un toro  de feas hechuras. El juego fue variado, predominando en varios de ellos la casta.
Terna: Ángel Teruel: De rosa y oro. Estocada al rincón de Ordoñez. Silencio  Pinchazo saliéndose de la suerte y estocada que hace guardia. Silencio   Miguel Tendero: De lila y oro. Pinchazo y estocada desprendida. Silencio. Pinchazo sin soltar saliéndose de la suerte, pinchazo hondo y estocada baja saliéndose de la suerte. Silencio. Juan del Álamo: De caña y oro. Estocada tirándose por derecho. Oreja. Tres pinchazos y estocada tendida. Aviso. Aplausos benevolentes.
Presidente: D. César Gómez Rodríguez: Se negó a devolver  al segundo de la tarde, un toro que lo mantuvo en pie su casta, pero ese no era argumento para que no lo hubiera devuelto. ¡Estos presidentes que protegen  tanto la fiesta, algunas veces se confunden y benefician al empresario…….
Suerte de varas: 1º Novedoso. En su primera entrada al caballo fue picado trasero y le tapó n la salida. En la segunda lo metieron  debajo del caballo y no se empleó. Manso que se ha dejado torear. 2º Canijo..En la primera vara se arrancó de lejos y el picador se agarró bien pero no lo castigó. En la segunda entrada al caballo no se empleó y perdió las manos. Manso, invalido con casta. Mostró clase en la embestida. 3º Opaco. En la primera vara fue picado en terrenos del 2. En la segunda entrada y ya con el caballo colocado en contraquerencias, el toro hizo una pelea de manso. La tercera vara la tomó al relance. Manso con algo de casta. 4º Guanteblanco: En la primera vara entró al relance y el picador le zurró la badana con saña. En la segunda no se empleó y salió suelto de la pelea. Manso y descastado que se ha dejado torear en la muleta. 5º Refrenadillo. En la primera entrada empujó y se dejó pegar por el montado. En la segunda vara lo metieron casi debajo del peto y perdió las manos. Manso y sin casta.   6º Quinto: El toro dio espectáculo arrancándose de lejos en las dos entradas al caballo. El picador picó muy bien midiendo el castigo en ambas entradas. Fue un  espectáculo que puso en pie al púbico, el cual se rompió las manos  aplaudiendo. Manso encastado.
Cuadrillas y otros:   Ocurrió en el sexto, y el  picador atendía al nombre de Oscar Bernal, y fue el único que se permitió la osadía de poner la plaza en pie para aplaudir su labor. Cierto que el torero dejó ver  al toro en el caballo colocándolo de largo en las dos entradas, lo cual tiene su mérito, ya que la mayoría de los coletas lo tapan porque no les gusta que su cuadrilla le robe los aplausos. Como si los espectadores los tuvieran medidos. Menudo egoísmo  existe en esta profesión. Fue emocionante ver arrancarse al toro de largo con tranco y cuando llegaba a la jurisdicción del picador éste lo sujetaba con la  puya, sin dejar que se estrellara en el peto. En este toro el torero también se permitió la osadía de parar a su enemigo toreando con el capote. Le recetó tres verónicas de lujo, cargando la suerte y llevando al toro metido en el percal  con temple y ajustando sus embestidas al movimiento de sus brazos. Los toreros no han tomado conciencia de la importancia que tiene  parar al toro de salida. Ayer volvió a producirse este hecho  en el tercero y en el cuarto. Los animales campean a sus anchas sin que ningún capote les salga al paso y los someta. El tercero fue picado cuando los montados hacían su  aparición en el ruedo. La lidia de este toro fue lamentable. El torero de plata Fernando Téllez fue el primero de la feria que obtuvo el merecimiento de desmonterarse. Ocurrió en el tercio de banderillas del primero de la tarde, arrancando de las gargantas de los aficionados los primeros olés.. Rafael García intentó lucirse en la colocación del tercer par al segundo,  el toro recortó el viaje pero el torero aguantó el envite ganándole la cara con vergüenza torera. Comentarios: Dicen los que saben de esto que la casta y la bravura no la quieren las figuras ni en el plato. Algo de verdad debe tener  esta aseveración  ya que cuando un toro tiene esta virtud el torero debe hacer las cosas muy bien, ya que si no  está condenado al fracaso. . Eso fue lo que le ocurrió ayer en el sexto a Juan del Álamo y fue una pena ya que si el torero hubiera tenido los conocimientos que exigía la casta, posiblemente estaríamos hablando de un triunfo sonado. La afición lo sintió ya que el toro tenía transmisión, pero cuando el torero le cambio los terrenos el animal se rajó y con ello  perdió la oportunidad de triunfo.  En el primero Juan del Álamo estuvo muy torero desde que recibió a su enemigo con el percal, ya con la pañosa lo fijó con unos muletazos por bajo con mucho sabor. En redondos estuvo muy firme, aguantando los envites que le enviaba el burel y este hecho le permitió meterlo en la muleta, como se debe hacer, toreando con firmeza y sin trampas. Al natural, sin embargo, anduvo descomponiendo la figura y eso le permitió que la faena no tuviera la solidez suficiente para ser premiado con las dos orejas. Una pena torero. Ángel Teruel por su parte se dobló con su enemigo en unos muletazos de recibo que levantaron los olés de los tendidos, pero con eso terminó todo lo que el torero quiso mostrar a la afición madrileña. A partir de aquí todo fue vulgaridad, toreando al hilo y sin afianzar las zapatillas en la arena. Al natural estuvo mal y eso que era el pitón bueno el toro, ya que por el derecho se le había colado dos veces. En su segundo se encontró con un toro que metió la cabeza en la muleta, pero el torero no supo qué hacer con ella, se limitó  a recorrer el ruedo dando mantazos y al final se puso pesado. Miguel Tendero no aprovechó la oportunidad que le brindo su primer enemigo, un toro que a pesar de tener las fuerzas justas y que lo mantuvo en pie la casta, metía la cabeza de lujo, pero el albaceteño  se dedicó a dar pases rematándolos  para fuera, restándole la hondura que diferencia  el toreo hondo de la vulgaridad. Por el pitón izquierdo el burel tuvo menos recorrido, pero el torero tampoco tuvo la habilidad de aliviarle las embestidas. En su segundo y ante un manso que medía mucho las  acometidas, el torero no le adelantó la muleta en ningún momento, ni tuvo las agallas necesarias para aguantarle los parones  por el pitón izquierdo. Otra vez será, torero.

©Pepeíllo.

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