Oiga, que los seis toros de Montealto, muy serios por cierto y de irreprochable presencia, habrán sido aplaudidos en el arrastre y hasta alguno le han pedido la vuelta al ruedo. Incluso más de uno ha alzado la voz en el tendido felicitando al señor ganadero por esos seis productos que, los que no huyeron despavoridos del jaco con solo rozarles la puya, se quitaban el palo de encima y daban cornadas al peto. Pero claro, los animalitos se movieron en el último tercio y permitieron (tanto ellos, como el público verbenero y el señor presidente) que se cortaran orejas. ¿Qué más dará si se mueven por tontuna o por casta y temperamenton? ¿Qué más darálo que pase en el caballo? El primer tercio es para pedirse otro whisky, sacar la tartera y hacerse el bocadillo o echarle el ojo a las guapas majas goyesca que rondaban por los alrededores, y quien diga lo contrario es un talibán, un integrista y casposo.
Oiga, que López Simón habrá aguantado en el ruedo como un jabato con el muslo abierto, y eso nadie se lo puede reprochar. Pero ¿y torear? ¿Dónde queda aquello de echar la pierna delante y traerse a los toros en redondo y mandando sobre su embestida? ¿Dónde quedan las estocadas en todo lo alto? Eso también es valentía y coraje.
Oiga, que Morenito de Aranda ha sido el que ha puesto el toreo de verdad esta tarde, pero bien es verdad que entre mucha paja. Que si al otro chaval le dan una oreja en cada toro, aun matando fatal, y solo porque ha tenido coraje de mantenerse en el ruedo, qué menos que al que toree algo, un poquito solo, le den hasta el toro entero. Pero una cosa es eso, y otra muy distinta que su faena al quinto fuera de dos orejas. Muletazos retorcidos, descargando la suerte y tirándoselo fuera; eso sí, mucha bisutería fina en los remates y adornos. Solo al final de faena, cuando una conocida voz del bajo del 7 se lo ha recriminado, ha echado la pierna adelante y ha dibujado tres derechazos simplemente perfectos, de los que dejan huella y ponen los pelos como escarpias. Faena de oreja y gracias, y eso sin contar con que la espada quedó desprendida. Estuvo mucho más serio y de verdad en el toro que abrió plaza, y ante el cual dejó algunos naturales muy buenos y una estocada perfecta.
Y oigan, qué pena lo de Ángel Teruel. Un torero que huele a una fragancia diferente, que da gusto verlo andar por la plaza y verlo citar de frente y con tanta verdad. Tardó en confiarse, pero cuando lo hizo dejó una serie por el lado derecho francamente buena, para después acabar corneado y verse así finalizada su tarde. Le seguimos esperamos, un torero así lo merece.
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