domingo, 5 de octubre de 2025
5 DE OCTUBRE DE 2025, 4ª DE OTOÑO: "LOS SEIS Y UNO"
sábado, 4 de octubre de 2025
4 DE OCTUBRE DE 2025, 3ª DE OTOÑO: "CATEDRÁTICOS EN DERECHO PENAL"
Semejante tarde de ¿toros? le convalida a uno la asignatura de Penal para todo el grado de Derecho. No se habrá visto torear en toda la tarde, como tampoco se ha palpado el menor atisbo de casta ni de bravura. Ni mucho menos ha quedado para la posterioridad un mísero atisbo de torería en forma de par de banderillas, puyazo, estocada, remate, detallito, ni nada... Pues es precisamente eso en lo que se resume tan calamitosa tarde: la nada. Nada en cuanto a Tauromaquia se refiere, claro. Porque por otro lado, la sufrida afición de Madrid sí se ha llevado para el cuerpo una extraordinaria ponencia sobre Derecho Penal.
Y es que, al final, el debate en que se inmergieron los asistentes consistió en cómo tipificarse la infame corrida de Domingo Hernández. Algunos decían que fue una auténtica "estafa". Otros, quizás los menos doctos en materia, que se trató de un "robo a mano armada", eso que en el Código Penal se llama de toda la vida "robo con violencia". Los más puestos en el tema lo tacharon de "hurto". Algunos hasta llegaron a ver ahí "coacciones", por eso de que durante la lidia de cada toro ningún espectador puede abandonar su localidad, teniendo así que tragarse semejante porquería por la fuerza. Pero esto último quedaría en poca cosa ya que, al finalizarse la lidia de cada toro, cualquier hijo de vecino es libre de huir como marrajo que huye de la grúa, perdón, del caballo cuando la puya le roza el morrillo. ¿Y coacciones cometidas contra uno mismo, al obligarse a permanecer ahí sentado hasta que las mulillas arrastran al 6º? Esto daría para otra interesante ponencia. Queda pendiente para otro día.
El caso fue que los responsables del hierro y divisa anunciados a nombre de Domingo Hernández, colaron una auténtica novillada en lo que estaba anunciado como una corrida de toros. Seis novillejos que se comportaron como seis babosas, dada su falta de fuerzas, de casta y de bravura. Si se anuncia una corrida de toros, es para traer una corrida de toros de verdad: con sus hechuras y sus caras de hombres, con la casta y el poder por bandera, y con todo lo propio que trae el toro de lidia. Los seis de Domingo Hernández serían muchas cosas, pero una cosa sí que no fueron: TOROS. Y en el cartel de la tarde rezaba "corrida de toros". Indujeron a engaño, tanto los responsables de anunciar el espectáculo como los que debían traer el ganado. La estafa es clara. Una estafa en toda regla.
Otros, sin embargo, vieron que les fue hurtado fue su derecho a presenciar una tarde de toros con TOROS. Un derecho que les costó un dinero: desde 7 a 230 euros, nada menos. Más que ese derecho, lo que les fue sustraído fueron directamente los cuartos. "¡¡Ladrones!!", gritaban algunos a voz en grito a la par que aireaban su entrada. Robaron el dinero y, de paso, la bravura y la casta de los toros, la suerte de varas, el toreo y, por supuesto, la emoción de una tarde de toros. "Las doce y Cagancho sin venir", decían las ratas de cualquier benemérito cuartel durante los años treinta, en alusión a las espantás y noches de calabozos que el genial artista de Triana se ingirió durante su carrera... Pues tras lo de hoy, algo parecido deben estar cuchicheando entre sí las ratas de algún calabozos: "Las doce, y los nautalios y compañía sin venir".
Estafa, hurto... Sea lo que fuera, la tarde de toros sin toros fue una estupenda excusa para ponerse al día en cuanto a Derecho Penal. Y para nada más. La corrida con el hierro y divisa de Domingo Hernández vino, efectivamente, muy mal presentada, totalmente inválida, descastada y sin opción a cualquier conato de lucimiento por parte de los espadas. ¿Que quienes eran estos? Por orden de antigüedad: Alejandro Talavante, Pablo clazeyritmo Aguado (más conocido en algunos ambientes por el sobrenombre de El Educador de los güenos afisionaos) y Jarocho, que vino a confirmar su alternativa. Ante semejante percal que se les echó encima -mejor dicho, que ellos solitos se encargaron de echarse encima-, solamente cupo el estoquear la corrida con decoro y poco más. Y eso, por desgracia, no ocurrió en ninguno de los seis actos. Pinchazos, estocadas en mal sitio, algún toro que se llegó a echar antes de llevar la espada dentro... Pero una estocada en condiciones, nunca. Jamás.
Alejandro Talavante ya está de vuelta y media en esto y anda por encima del bien y del mal. Salió, hizo sus cosillas -unas cosillas que no colaron esta vez-, mató como buenamente sabe y puede, y ya si eso vuelva usted mañana. O más bien la temporada que viene.
Algo bastante similar a lo de Pablo clazeyritmo Aguado I, El Educador de los güenos afisionaos; y a quien tanta claze y ritmo pareció atragantársele esta tarde. Y si esto tampoco le sirve, ¿cómo pretende este buen hombre convencer a la afición de Madrid?
El caso de Jarocho da lugar al optimismo. Todavía anda fresco el recuerdo de aquella faena realizada como novillero en esta misma plaza, hace algo más de un año. Se le espera, y de hecho a lo largo de la tarde dio muestras de un concepto primoroso del toreo: cites completamente de frente, trazo hacia dentro del muletazo, gusto, personalidad, aires de toreo eterno y hasta el añejo detalle de lidiar al sexto con la montera calada. Hay torero en Jarocho, pero hace falta Toro. Siempre hace falta Toro, porque sin Toro nada tiene importancia. Y también, mejorar con la espada.
Para el año que viene esto de Domingo Hernández, si no fuera mucho pedir, mejor que se anuncie en otras plazas y ferias. O mejor, que se quede en la finca. No se puede estafar de esa manera al aficionado, ni tampoco robarle con tanto descaro.
3 DE OCTUBRE DE 2025, 2ª DE OTOÑO: "HASTA EL PALCO SE VA DE BOTELLÓN"
Emilio de Justo se fue en volandas de la plaza, luego de ser agasajado con las dos orejas del 6° toro. Los ingredientes de semejante chanza eran ideales para que ocurriera algo así. Una cogida en el 1° que le impide continuar la lidia. Una tarde cuesta abajo y sin frenos, en la que nada bueno ocurrió. La milagrosa recuperación del herido y el posterior anuncio de que saldría a lidiar su segundo toro en último lugar. El gesto rebosante de coraje por parte de un hombre que, tras ser herido, se pone el mundo por montera -valga la redundancia- y desea salir de la enfermería para finiquitar lo que empezó. Y como guinda a tan formidable pastel, la jarana, la verbena, la sinrazón y el whisky a mares, instalados todos ellos en los tendidos. Y parece ser que hasta en el palco presidencial, qué diantres.
Toda esa ristra de ingredientes llegó a desequilibrar una balanza en cuyo plato opuesto se encontró una faenita en la que el toreo brilló por su ausencia en todo momento. Una faenita, para colmo, rematada con una estocada no ya defectuosa, sino calificada de auténtico SARTENAZO. Ni de una oreja era, ¿cómo se puede premiar semejante esperpento con una puerta grande en Madrid? De sobra es conocido el matarratas que venden a precio de whisky y de ginebra por los tendidos pero... ¿Al palco presidencial también llegan esas cosas? La Presidencia y su séquito de asesores tan solo debieran beber agua, pues esta aclara la vista, es buena para el hígado y riñones, y además hace ver las cosas con mayor rigor. Eso es precisamente lo que ha perdido la plaza de Madrid, rigor... ¡¡Acabáramos!!
Emilio de Justo fue aparatosamente cogido en los prolegómenos de su faena de muleta al 1°, por lo que fue inmediatamente evacuado a la enfermería, visiblemente conmocionado y pálido. Borja Jiménez declina el realizar cualquier intento de lucimiento, y se quitó al toro de en medio con media estocada efectiva. Durante la lidia de los toros 2º, 3º, 4º y 5º no ocurrió nada sobre la arena. La corrida de Victoriano del Río tuvo como denominador común la justeza de fuerzas, y aunque a los toros se les vislumbraba buena condición y afán de embestir bien de verdad, todo quedaba muy deslucido por esa flojera de remos y falta de poder. Ante ese percal, tanto Borja Jiménez como Tomás Rufo anduvieron cada uno a lo suyo.
Por parte de Borja Jiménez, definitivamente decir que ha caído de pie en Madrid. Y cuando en Madrid un torero cae de pie, se le disculpa absolutamente todo. Los cites fuera de cacho, los medios muletazos, el no cargar la suerte con indisimulado descaro, el meter el pico... A eso se dedicó Borja Jiménez en su faena al 3º, con el que comenzó de manera vibrante desde los medios con varios pendulazos sin ceder ni un milímetro de terreno, y algunos remates en forma de pase de la firma. Continuó una serie con la derecha en la que se limitó a acompañar, y otra más en la que ya hubo algún muletazo de trazo más largo y mandón, pero siempre citando perfilero y descargando la suerte. El toro, muy flojito, embistió con bondad y metiendo bien la cara; pero cuando Borja se echó la muleta a la zurda acortó mucho las distancias y hasta aquí. Siguieron ya los muletazos ejecutados de uno en uno, citando muy encima y con el toro ya parado. Tras un pinchazo y una estocada caída, se le aplaudió y la sensación fue de que hasta perdió una oreja. Visto lo visto, no iba muy desencaminado tal pensamiento... Ante el 5º se vio a un Borja Jiménez mucho más indolente, poco esmerado y desganado. Como si la cosa no fuera con él. Muy manso y flojo el toro de la ganadería de Cortés, con el que su matador realizó una faena larga y vacía del más remoto contenido.
Lo de Tomás Rufo se resuelve en una palabra: vulgaridad. Extremada vulgaridad ante el 2º, y extremadísima vulgaridad ante el 4º. No hubo acople ni deseo de hacer el toreo por parte de Tomás Rufo en toda la tarde, ante dos toros flojitos que se dejaron y propiciaron algunas embestidas que bien podrían haber sido aprovechadas para decir algo más. A Tomás Rufo se le empieza a agotar el crédito.
Arrastrado el 5º sale Emilio de Justo de la enfermería. La ovación es grande, y no es para menos. Salir a torear tras sufrir una contusión en la zona costal, es muy de agradecer y ciertamente respetable. Pero una cosa es eso, y otra muy distinta es la chacota que vino a continuación. Veamos: sale el 6º y Emilio de Justo lo saluda con un ramillete de verónicas cadenciosas, arrebatadas y de muy buen estilo. Pasa el torito por el trámite de la grúa, perdón, del caballo, y recibe dos refilonazos de nada. Pero durante el tercio de banderillas el toro muestra algo que no se había visto en los cinco anteriores: alegría y trasmisión en sus embestidas. Morenito de Arles lo lidia muy bien y aunque el animal tiene tendencia a irse suelto, el peón consigue sujetarlo. Se presiente que hay toro y su matador se va a los medios sin dilación, tira el estoque al suelo y, con la derecha, lo cita para comenzar por naturales con esa mano. Se limita a acompañar y no someter al toro en la primera serie; y cuando se dispone a querer templar las embestidas en las que siguen, el toro le engancha la muleta continuamente. No hay limpieza, ni ajuste, ni mando, ni nada que a torear se le parezca. Hay plasticidad, mucha plasticidad y elegancia por parte de Emilio de Justo; así como épica al andar ahí, después del percance sufrido una hora y media antes. Eso merece el mayor de los respetos, pero de ahí a jalearle absolutamente todo como si de Pepín Martín Vázquez resucitado se tratare, hay un abismo. Continúa la faena intercalando algunas series más por ambos pitones, y en las que el asunto no remonta. Los medios muletazo y los enganchones se suceden, pero no importa: Emilio de Justo está calando hondo en parte de los tendidos. Finaliza la faena con unos naturales de frente muy acelerados y pegando un feo latigazo con el que quitar la muleta a mitad de viaje, pero lo más brutal de todo viene al dejar la estocada. Esta resulta ser un bajonazo prácticamente en el número 6 con el que el toro -el cual, efectivamente, fue el único de los seis que embistió con emoción- fue herrado en el campo. No importó nada: dos orejas de auténtica vergüenza -quizás, las más bochornosas que se hayan visto en los últimos años- fueron cortadas. La épica de salir a torear tras el percance, el desarrollo aburrido de la tarde y, por supuesto, los ginc-tónic y los ballantines con limón, hicieron milagros. En el palco presidencial también, sí. ¿Hasta allí llega el nefando botellón?
Entre gritos de "fuera del palco", "vergüenza", y gestos de negación con las manos se llevaron en volandas a Emilio de Justo tras serle otorgadas dos orejas que fueron el perfecto antónimo de su apellido. La plaza de Madrid sigue rebajando su exigencia, rigor, nivel, credibilidad y hasta la etiqueta de Capital Universal del Toreo. Una plaza de talanqueras es lo que parece.
jueves, 2 de octubre de 2025
2 DE OCTUBRE DE 2025, 1ª DE OTOÑO: "NI CASTA NI MANERAS"
domingo, 15 de junio de 2025
15 DE JUNIO DE 2025: "IN MEMORIAM ET HONOREM"
A don Victorino Martín Andrés ha ido dedicado el magno evento que se ha celebrado en la plaza de Madrid. Una corrida de toros que ha lucido el hierro de la A coronada y la divisa azul y encarnada que él mismo regentó desde los años sesenta hasta su fallecimiento en 2017. Una corrida de toros de juego excelente, encastada, con mucho que torear e interés. Una corrida de toros en memoria y honor de quien fue un gran ganadero, y que desde el cielo estará a buen seguro sonriendo, con esa sonrisa tan característica con la que nos mostraba sus muelas de oro, tras ver lidiarse sus toros esta tarde. Corrida In Memoriam et Honorem. ¡¡Viva don Victorino Martín Andrés!!
La corrida de Victorino Martín, en conjunto, fue una corrida que derrochó emoción y recordó a los buenos tiempos de esta ilustre vacada, luego de varios años un tanto oscuros. Una pena que el gran homenaje que los toros han tenido a bien de ofrecer a su criador, haya quedado empañado por un triunfalismo desbocado y el desfase de un público que ha perdido los papeles con muchas cosas. Y es que ha habido toros excepcionales, lo que siempre trae emoción; pero también ha habido muchos excesos en orejas, puertas grandes y hasta la vuelta al ruedo a un toro que, si bien tuvo una muy buena condición en la muleta, su comportamiento en varas fue bastante discretito. Efectivamente, se perdieron los papeles. Mejor dicho, la plaza de Madrid sigue su caída libre hacia un espectáculo triunfalista que no es capaz de diferenciar lo bueno, lo menos bueno, lo mediocre y lo malo. Ni por supuesto, es capaz de calibrar que las puertas grandes, las orejas y las vueltas al ruedo no pueden considerarse premios ni a trayectorias, ni a nada del pasado.
Una vez hecha esta disertación sobre cómo a muchos se les fue de las manos, toca hablar de los seis toros que el heredero de don Victorino Martín Andrés se trajo a Madrid para rendirle Memoriam et Honorem. Hubo una primera parte de corrida en la que los toros dejaron por los suelos a los toreros. Tres toros esos tres primeros, cada uno a su padre y a su madre, que sacaron casta y buenas embestidas suficientes como para poner aquello bocabajo. Pero todo se consumió en una retahíla de puñaladas asesinas desde lo alto de esos descomunales caballos, malas lidias, capotazos de más y trapazos. El primer toro fue bravo en varas y, a pesar de los fortísimos puyazos que le sometieron, llegó a la muleta propiciando un puñado de buenas embestidas que el señor Paco Ureña tiró a la basura. El segundo manseó en varas, dándosele fuerte y en mal sitio; y su comportamiento en la muleta fue la de un verdadero encastado que cuando se le hacían las cosas bien, respondía con una embestida larga y humillada; y si se le trapaceaba, se defendía, achuchaba y tiraba derrotes. Como el señor Emilio de Justo hizo mayormente lo segundo, la cosa se quedó de aquella forma. El tercero recibió dos puyazos en todo lo alto por parte del gran Tito Sandoval, el único de todos los picadores que sí estuvo a la altura de las circunstancias; y su juego en el tercio de muerte fue el de un toro encastado que anduvo justito de fuerzas, pero propició una cuantas embestidas excelentes. Borja Jiménez, por si hace falta decirlo, anduvo muy por debajo; desconfiado, sin sitio ni recursos para mandar sobre esas embestidas.
Fue con el quinto en el ruedo cuando la cosa comenzó a despendolarse e irse por los derroteros del triunfalismo, la locura y la sinrazón. Tras lidiarse en cuarto lugar al peor de toda la corrida, el peor entiéndase por simplón, soso y descastado (lo mismo que hizo su matador), sale en 5º lugar un toro que flojeó en varas y se le pegaron dos puñaladas trasera y en el brazuelo, respectivamente. Pero aguantó y se vino arriba cuando Emilio de Justo agarró la muleta para enfrentarse al mismo. Y ¡¡cómo se vino arriba!! Prontitud, casta, humillación y largura fueron los cuatro elementos principales de ese toro. Una muleta templada y unos pies asentados en el albero era todo cuanto necesitaban esas embestidas, pero delante estaba un torero escaso de temple y valor. O lo que es lo mismo, ahí anduvo Emilio de Justo. Y es ante este tipo de toros cuando queda verdaderamente al descubierto todo lo limitado que llega a ser este torero. Limitado en valor, en temple, en técnica... Así no se puede, y ciertamente no pudo. El toro se le fue completamente sin torear a Emilio de Justo, en una faena donde abundaron los enganchones, la falta de firmeza, los medios pases y los tirones. Pero con todo, siendo una de las peores tardes que ha dado Emilio de Justo en esta plaza, se fue a casa con una oreja en su poder. La culpable, además del despendole que hay en el público (que no afición), una estocada extraordinaria con la que remató a ese quinto toro. De las mejores que hayamos visto en las últimas semanas.
El sexto fue el colofón a una buena tarde de toros. Qué toro ese sexto, qué embestidas, qué manera de humillar, qué casta, qué forma de repetir y de reponer... Pero claro, también hay que hablar del caballo: se le pica muy trasero en la primera vara y, aunque empieza defendiéndose, acaba metiendo la cara abajo; en la segunda vara, también trasera, cumple sin más. Hubiera sido grandioso verlo por tercera vez entrar, pero ni el matador ni la Presidencia tuvieron a bien conceder ese deseo. Quizás, el toro hubiera demostrado que verdaderamente sí fue bravo. O quizás no. Para eso está eso de la tercera vara. Como no lo vimos ni tampoco se palpó gran espectacularidad en los dos encuentros a los que fue, la postrera vuelta al ruedo se considera excesiva. Y ¿qué hubo de Borja Jiménez ante ese toro? Muchas cosas. Lo primero y principal, el corte de dos orejas. Luego, una faena basada mayormente en la mano izquierda, con muletazos de mano baja y corriendo la mano de manera excelente. Muletazos muchos de ellos aliviados, metiendo mucho pico y pasándose al toro por todo el área metropolitana hasta tal punto que el vestido acabó prácticamente impoluto, y sin una mota de sangre. Muletazos perfileros, la mayoría descargando la suerte. También hubo otros muletazo que valieron su peso en oro, pero fueron los menos. La faena la empieza Borja Jiménez con unos pocos pases de tanteo y, cuando se percata de la buena condición, comienza a torear por naturales en redondo, llevando al toro sometido pero despegado y echándoselo para fuera; el último natural fue el mejor. De esa serie y de toda la faena. Un natural largo, lento y enroscándose al toro. Sigue con dos series más de naturales, muy templados y de mano baja, a la par que despegados y con la pierna siempre retrasada. Se la echa a la diestra, deja unos derechazos muy discretos. Pero como había toro suficiente para reventar el cotarro toreando por naturales, se la vuelve a echar a la zurda para dejar, esta vez, la serie más rotunda y de más verdad de toda la faena. Y no tuvo más. Hizo bien el matador en cortar en ese término la faena, no hacía falta más. Con unos muletazos genuflexos que desprendieron mucha torería, se cerró y cuadró al toro de cara a la estocada. Y esta ¿cómo fue? Tendida y caída. Pero no importó, porque el toro cayó rápido y, como eso de la colocación de la espada ya no se mira, las dos orejas cayeron.
Sobró la segunda oreja de Borja Jiménez. Sobró la vuelta al ruedo a ese sexto toro. Sobró la oreja también de Emilio de Justo y hasta llegó a sobrar la salida a hombros del heredero de don Victorino Martín Andrés. Lo que no sobraron fueron las ovaciones y reconocimientos a tan buena corrida de toros que se lidió para rendirle Memoriam et Honorem a tan grandioso ganadero. Como tampoco sobran todos los homenajes que se le puedan hacer. Que desde el cielo haya disfrutado tanto como los demás hemos disfrutado en la tierra.
domingo, 8 de junio de 2025
8 DE JUNIO DE 2025, CORRIDA DE LA BENEFICENCIA: "POR CAPRICHO DEL ULTRAMORANTISMO"
La noticia es que Morante de la Puebla cruzó a hombros el umbral de la puerta grande de Las Ventas, por primera vez en sus veintiocho años como matador de toros. ¡¡Por fin!! Ya tienen los morantistas esa foto tantas veces soñada, cual Copa de Europa en las vitrinas del Santiago Bernabéu. ¿Se irán los morantistas a bañarse a la Cibeles? Quizás al Guadalquivir, o al Manzanares que pilla más a mano; y a buen seguro que más de uno no le vendría mal el chapuzón de marras. Por eso de que los vapores del whisky y del ginc-tónic se le vayan bajando.
A Morante de la Puebla se le han sacado en hombros por la Puerta Grande tras cortarle una oreja al 1° y otra al 4°... ¿"Toros"? Bueno, quizás eso de llamar "toros", propiamente dicho, a semejantes semovientes sería desprestigiar la esencia del verdadero toro bravo. Pero así las cosas. Se palpaba en el ambiente las ganas que había de ver a Morante de la Puebla salir en hombros por la puerta grande de Las Ventas. No de hoy solo, también era cosa de hace unos días. Y hoy, por fin, el capricho del ultramorantismo se ha visto cumplido. Aunque se haya tenido que pagar un altísimo precio. ¿Alto precio? Más bien, bajo. Pero que muy muy muy bajo. Veamos...
Sale el 1° y Morante, tras tantearle con algunos capotazos, deja dos verónicas atropelladas y a la vez muy jaleadas, y a continuación vienen otras dos que, esta vez sí, son extraordinarias. El toro lo pone difícil, se va de cada capotazo y cuando el matador, por fin, vuelve a fijarle, deja tres chicuelinas muy salerosas y una serpentina. Al toro se le simula el castigo en varas y, tras una gran brega por parte de Curro Javier, llega a la muleta muy suavón y flojito, Morante comienza con unos ayudados por alto preciosistas, algunos remates y un pase de pecho sensacional. Continúan dos series de derechazos derrochando su característica esencia añeja, la primera liga los muletazos limpiamente pero la siguiente es más atropellada. Con la zurda a continuación, deja naturales lineales metiendo mucho el pico, gastan poco sometimiento. Son rematados estos naturales con otro sensacional pase de pecho. Y la faena tiene poquito más. Con una estocada en buen sitio que provoca derrame, se quita de encima al toro. Una oreja para Morante de la Puebla, tras una faena preciosista y de mucho gusto, pero con muy pocos muletazos verdaderamente mandones.
Al 4° lo recibe Morante de la Puebla con desidia, no lo ve claro con el capote en ningún momento y lo deja en manos del peón rápidamente. Al toro le pegan en el caballo sin opción a alivio, anda muy flojo de fuerzas y de casta. Morante empieza a sacarle muletazos en los que, de nuevo, el toreo no aparece por ningún sitio. Sí su gracia, pero con solamente gracia no se torea. Lo pasa a media altura con la derecha, y muchos resultan atropellados además. Pero va a ser cuando Morante se la eche a la zurda, cuando va a llegar la verdadera hecatombe: tres naturales ESPELUZNANTES, llevando ahora sí al toro muy sometido, y rematando detrás de la cadera, que son rematados con un molinete en el que resurgió Belmonte, y otros dos molinetes invertidos de lo más salerosos. Tres naturales que han sido lo mejor de Morante de la Puebla no solo en toda la feria, sino en sus últimos años en Madrid; y, por descontado, unos naturales que NADIE, absolutamente NADIE en la actualidad, es capaz de dar. Podría haber seguido el matador con la misma mano, pero optó a partir de aquí cambiar a los derechazos, y moverse de nuevo por los fangosos terrenos de los trapazos atropellados, y los detallitos añejos. La faena, más allá de esos naturales, no tuvo nada más. "Nada más", entiéndase, trascendente. Pero había ganas, muchas ganas de ver a Morante de la Puebla en hombros por Madrid. El capricho había que cumplirlo, a costa incluso de mandar al garete el poco prestigio que le queda a esta plaza. Y aquí llega la verdadera chacota: bajonazo infame, de efecto fulminante por cierto. Con una buena estocada, quizás se hubiera aceptado el debate de esa segunda oreja. Pero con semejante bajonazo, no hay discusión posible: sobraba a todas luces. No, no cabe discusión. Pero el ultramorantismo, cual secta satánica y movida por un fanatismo exagerado, se pasó por el arco del triunfo el prestigio de Madrid, el bajonazo, y todo lo demás. Y el Presidente, reglamento en mano, no tuvo más remedio que conceder semejante despojo. El que le abría de par en par la puerta grande a José Antonio Morante Camacho por primera vez en su carrera. Enhorabuena sea, pues, a los ultramorantistas. La foto lucirá en el salón de su casa con más flamancia que su propio retrato de boda.
¿Querían ver torear con el capote, pero bien bien de verdad, en esta tarde? Pues ahí quedaron las verónicas con las que Fernando Adrián recibió al 2°. Verónicas lentas y de manos muy bajas, con enorme estilo y ganando terreno hasta los medios. Si llega a ser Morante, la plaza sale ardiendo. Pero no, tan solo se trataba de Fernando Adrián, y tan solo se le contestó con algunos oles tibios. Hasta ahí puede llegar el fanatismo. Por lo demás, Fernando Adrián hizo poca cosa más durante toda la tarde. Despojos aparte, claro. Su faena al 2°, del que recibió otra oreja verbenera, derrochó vulgaridad a raudales. Muchos medios pases por ambos pitones, descargando siempre la suerte y muy retorcido. Muy por debajo Fernando Adrián del buen toro que tuvo enfrente, lo que no fue óbice para que, después de una estocada tendida y trasera, se le pidiera el despojo. Con el 5°, nada de nada por su parte.
La tarde de Borja Jiménez, ni fu ni fa. Ante dos toretes que no tuvieron a absolutamente nada, se dedicó a pegar pases con mucha desgana y contagiado de la sosería de sendos animalejos que le cupo en mala suerte. Y es que lacorrida de Juan Pedro Domecq, salvando a ese 2° toro que sacó buenas embestidas, no tuvo absolutamente nada. Ni trapío, ni presencia digna, ni fuerzas, ni casta, ni nada de nada. La suerte de varas, como siempre, fue simulada; y dentro de este apartado, destacar el gran puyazo (mejor dicho, picotazo) que Tito Sandoval propinó al 6°. Y aun así, los animales llegaban a la muleta moribundos y muy venidos a menos. Lo de Juan Pedro, una vez más, dando su nota.
La salida a hombros de Morante de la Puebla fue, además de barata barata, apoteósica. Calle Alcalá arriba se lo llevaban los aficionados, con intención de llevarlo hasta el Wellington en hombros, cosa que no ocurrió finalmente. Se dice, a modo de justificación, que la puerta grande premia más una trayectoria que otra cosa. ¿Una puerta grande para premiar una trayectoria? No, las puertas grandes solamente están para premiar grandes faenas; ya hay otros modos de premiar una trayectoria. Y la de este grandioso torero, uno de los mejores de la historia, no merecía ser premiada con semejante parodia.
viernes, 6 de junio de 2025
6 DE JUNIO DE 2025, VIGESIMOQUINTA DE FERIA: "NI JUDAS SE ATREVIÓ A TANTO"
jueves, 5 de junio de 2025
5 DE JUNIO DE 2025, VIGESIMOCUARTA DE FERIA: "JANDILLA BARRE A THE MAESTROS"
Alguien de ahí abajo debería a empezar a pensarse muchas cosas. Pero que muchísimas. Sobre todo, después de dar cuenta de una corrida de Jandilla que, sin ser excepcional de bravura ni un derroche de casta, sacó ejemplares que se prestaron al toreo. Sí, se dejaron torear los toros de Jandilla. Se dejaron con nobleza, dulzura, cierto tranco de emoción y buenas embestidas. No se empleó la corrida en el caballo, aunque tampoco mansearon bajo el peto; y el sumo cuidado que los picadores emplearon para no meter mucho las cuerdas, echó el resto para que la corrida acabara por venirse arriba en el último tercio. Vamos, que la corrida fue muy discreta en varas, se quedó cruda y se dejó torear. Lo que viene siendo el llamado "medio-toro". Quien viniera a ver toros bravos y poderosos en varas por parte de una corrida de Jandilla que lidiaban las figuras, una de dos: o no sabía muy bien a lo que venía, o se ha equivocado de día. Vimos toros que se prestaron al toreo de muleta, y eso ya es algo. Otros días, ni eso. Es cosa de ver el vaso medio vacío o medio lleno.
Así las cosas, ante una corrida de Jandilla que tuvo que torear, volvió a quedar bien en Madrid (toreando, que no matando) Borja Jiménez; y sucumbieron estrepitosamente Sebastián Castella y, sobre todo, José María Manzanares II El Guapo. La buena faena de Borja Jiménez al 3º y, sobre todo, la buena condición de algunos de los toros que a ambos les cupo en suerte, barrió esta tarde a los dos The Maestros, ya en manifiesta decadencia y con la jubilación llamando a su puerta. ¿Cuándo se levantarán del sofá y abrirán? Mañana es tarde.
Borja Jiménez estuvo bien, efectivamente, ante ese buen 3º de Jandilla. Lo toreó con suavidad y buen estilo a la verónica, y se esmeró en dejarlo en suerte en el caballo con elegancia. No se le picó apenas y se dejó pegar los dos picotazos, por lo que a la muleta llegó alegre y con tela que cortar. Su matador se dobló con mucha torería para sacarlo a la segunda raya, y hubo doblones verdaderamente mandones. A continuación lo torea Borja Jiménez sobre el pitón derecho, dejando dos series de muletazos llevándolo por abajo y llevándose al toro hasta el final, trazando un semicírculo. Muletazos muy mandones, de figura erguida y cargando la suerte, que es como se debe torear. Porque torear sin cargar la suerte, es cualquier cosa menos torear; y este torero lo ha hecho esta tarde, por lo que se puede decir que ha toreado. A esas dos buenas series con la derecha, le sigue una de naturales que rebosa las mismas cualidades de toreo mandón hasta el final y mano baja. Pero a partir de aquí, el toro echó la persiana. Siguió el matador sobre la mano zurda, sacando muletazos muy obligados y de buen corte, pero ya sin la rotundidad de los anteriores. Y, con buen acierto, el matador también echó la persiana. No había nada más que hacer ahí, salvo ponerse a pegar bernardinas, circulares, trapazos encimistas y demás monsergas de esas que tan poco gustan en Madrid. Y como Borja Jiménez es chico listo, lo único que hizo fue cerrarse al toro andándole por la cara con torería, y dejando entre medias otro derechazo extraordinario. Buena faena, una faena que culminada con una gran estocada hubiera sido de oreja irreprochable. Pero hete aquí que pegó un bajonazo infame, con derrame incluido, y aunque hubo petición mayoritaria que fue atendida por la Presidencia, la cosa quedó un tanto deslucida por ese infame bajonazo...
Borja Jiménez toreó bien, realizó una faena en su justa medida con tres series de muletazos rotundas (dos por la derecha y una de naturales), una más de naturales que se quedó en poco por la nula condición del toro en ese momento, algunos detalles más para cuadrar al toro, y ya. El toro no tenía más. ¿De dos orejas? Faltó ahí mucha más carnaza toreando por naturales, para tal cosa... En el toreo, la mano de los billetes es la zurda. De siempre. ¿Y por qué tienen la manía estos toreros de empezar sobando a los toros por el pitón derecho, robando así embestidas que bien podrían ser empleadas en armar un fuerte escándalo toreando al natural? Imaginemos, por un momento, que en lugar de dos series rotundas con la derecha y una con la zurda, hubieran sido tres series del mismo corte por naturales... ¡¡Estaríamos hablando de otra cosa, seguro!! Pero no... El torear al natural, por desgracia, hoy en día tiene nula trascendencia. Este punto y la espada, asignaturas pendientes para Borja Jiménez de cara al futuro.
Luego viene lo de The Maestros, que es para hacérselo mirar pero bien mirado. A Sebastián Castella le cupo en suerte un toro, el 1º, de embestida suavona, justito de fuerzas y con suficiente nobleza como para haber andado de otra manera diferente a como estuvo. Ese toro, con más poder en los pies, hubiera sido extraordinario. Así las cosas, Castella se embarulló en una larga y vulgar faena, rebosante de enganchones y carente de temple. Tuvo también en su mano uno de los toros de la tarde, que fue el 4º. Un toro, mejor dicho otro medio-toro que se quedó sin picar y que se vino arriba en el último tercio para regalar un buen puñado de buenas embestidas. Embestidas que Sebastián Castella desaprovechó, en una faena (su archiconocida monofaena) comenzada por estatuarios, continuada por infinidad de series de medio-muletazos metiendo mucho pico, y el clásico arrimón cuando el toro ya está paradote y con la lengua rozando el albero. Lo mismo de siempre por parte de Sebastián Castella. Y eso, hace veinte años (sus mejores tiempos) cuajaba; ahora, ya es más difícil que cuele... Definitivamente, al escalafón le va haciendo falta una purga de toreros ya muy vistos. Una purga que debería empezarse no con Sebastián Castella, sino con el otro The Maestro.
Porque la tarde que ha ofrecido José María Manzanares II El Guapo, ataviado para más inri con un curioso terno negro bordado en tonos cobrizos, es para llevársele a casa y retenerlo allí ya de por vida. Qué digo la tarde. ¡¡La feria que ha dado!! La feria de este año, sí; y la del año pasado también; y si nos ponemos, la del anterior, y el anterior y... Y que Manzanares está para irse. Daba entre una mezcla de lástima y de hastío verlo ataviado con ese traje de Conde Drácula, paseándose por el ruedo con esa desidia, esa indolencia, esa actitud de como si la cosa no fuera con él... Solo faltaban ahí los músicos del Titanic tocando el Réquiem de Mozart, y ya hubiéramos tenido el cuadro al completo. Horrible todo, desde ese vestido en el que se había metido para venir a pasar el cepillo por Madrid un año más, hasta sus "faenas" a sendos toros de Jandilla. Uno, el 2º, con un buen pitón izquierdo y al que no quiso ni ver. Otro, el sobrero del mismo hierro, que vino a sustituir al 5º (que se descordó tras estamparse de salida contra un burladero); un toro este sobrero de condición reservona y flojo tanto de casta como de fuerzas. Ni con la espada, ese punto fuerte que siempre le ha caracterizado, ha conseguido estar siquiera decoroso este hombre en la tarde de hoy.
La corrida la cerró Borja Jiménez ante un toro que se movió soltando mucho la cara durante casi toda la faena. Y si se dice casi es porque en ese comienzo de rodillas toreando en redondo, el toro metió la cara de maravilla y hasta se tomó la licencia de hacer el avión. Una vez en pie, el matador no acertó en ningún momento a someterlo de la misma manera. ¿Un toro verdaderamente a la defensiva, o es que no hubo acierto ni buena mano por parte de su matador? Sea como fuere, la faena trascurrió sin pena ni gloria, con un Borja Jiménez entregado pero sin sacar muletazos limpios; y culminando, de nuevo, con otro infame bajonazo.
Analizadas todas las vicisitudes, no hay más remedio que redundar en la primera frase: alguien de ahí abajo debería a empezar a pensarse muchas cosas.
miércoles, 4 de junio de 2025
4 DE JUNIO DE 2025, VIGESIMOTERCERA FERIA: "LAS OPORTUNIDADES SON PARA EL VERANO"
martes, 3 de junio de 2025
3 DE JUNIO DE 2025, VIGESIMOSEGUNDA DE FERIA: "LOS ESCOLARES YA SON CATEDRÁTICOS"
domingo, 1 de junio de 2025
1 DE JUNIO DE 2025, VIGESIMOPRIMERA DE FERIA: "EL FUNCIONARIADO DEL PEGAPASISMO"
La terna llegó, soltó su soflama pegapasista ante una corrida infumable (otra más) de El Parralejo, y ya si eso vuelva usté mañana. Es lo que se puede conocer como el funcionariado del pegapasismo, y en cuyas filas a buen seguro que están alistados Miguel Ángel Perera, Fernando Adrián y Tomás Rufo. O lo que es lo mismo, esa terna que, en la tarde de hoy, soltó la soflama pegapasista ante una corrida infumable (otra más) de El Parralejo.
El funcionariado del pegapasismo es ese que festejo tras festejo, tarde tras tarde, feria tras feria, temporada tras temporada..., se planta en la plaza vestido de torero, realiza su faena (una monofaena ya premeditada) consistente en una hermosa retahíla de pases que son un derroche de vulgaridad; y si cuela, bien. Oreja, u orejas (y hasta rabo a veces, por no hablar de los indultos), y todos tan contentos. Y si no cuela, pues berrinche momentáneo y mañana será otro día y otra feria.
La soflama no coló en la tarde de hoy para Miguel Ángel Perera ni para Fernando Adrián. Ambos, hicieron lo que buenamente saben: pegar pases. Le pegaron muchos pases a esa corrida infumable (otra más) de El Parralejo. Pases que conformaron cuatro faenas infumables y alargadas sin sentido alguno. Pases. Pases sin orden ni concierto, como quien se va a jugar al golf por primera vez en su vida y, desde cuarenta o cincuenta metros, le da a la bolita apuntando al agujero. ¿Y si cuela, qué? Pues eso, que no les coló ni a Miguel Ángel Perera ni a Fernando Adrián en esta tarde.
A punto estuvo de colar para Tomás Rufo, ya en último momento. De hecho coló, si bien un pinchazo antes de una estocada, lo dejó en "lo que podría haber sido". Con el 3° pegó su infumable soflama y nadie le echó cuentas, pero con las mismas trazas ante el 6° sí le hicieron caso. ¿Que cómo lo hizo? Pues muy sencillo: yéndose a comenzar la faena en los terrenos de los tendidos 4 y 5, donde el público no está tan acostumbrado a que las faenas se desarrollen a su vera. Y si a eso se le añade que hubo unos cuantos autobuses venidos desde la provincia de Toledo (casualmente de donde es oriundo el renombrado Rufo), y cuyos pasajeros plantaron sus posaderas en esos tendidos, la guinda está puesta en el pastel. Es de primero de tauromaquia, lo de llenar los tendidos de paisanos y hacer las faenas en los tendidos 4 y 5 de la plaza... ¡¡Pardillo el que no lo haga!! Así las cosas, Tomás Rufo se fue a soltar su soflama pegapasista a esos terrenos de la plaza. La misma soflama que en el 3°. Exactamente calcado a lo que hizo el miércoles pasado (la tarde de Morante, para poner en contexto la situación); igualito que lo que aconteció en su primera tarde (la del famoso toro Frenoso, de Victoriano del Río, también por contextualizar). No se sabe muy bien cómo ni de qué manera, pero a veces cuela y a veces no. Hoy sí coló, pues ni tan mal para él. Bendito público de aluvión, el que se deja caer en esta plaza de cuando en cuando...
La faena de Tomás Rufo al 6° no dejó nada relevante. Lo normal, vaya: un conato de toreo hincado de rodillas, para comenzar (por dos veces se tuvo que poner en pie), y series, a continuación, de medios muletazos por ambos pitones. Sin ponerse en el sitio, sin llevarlos hasta el final, sin rematarlos atrás, sin cargar la suerte... Pero se le jaleó, y a buen seguro que una oreja perdió por pegar un pinchazo previo a una buena estocada. Que se le llegó a pedir, pero el señor Presidente mantuvo la compostura y denegó semejante despojo. Algunos, haciendo gala de no tener a nadie al volante, llamarán al Presidente "prevaricador" (cómo están las cabezas, oiga). Pero la realidad es que a eso se le llama "preservar el buen nombre de la plaza de Madrid".
Y, efectivamente, la corrida de El Parralejo fue infumable. Otra más de esta misma ganadería, que se empeña en no dejar en mal lugar a quienes la ven venir desde lejos. Si por una parte está el funcionariado del pegapasismo, por el otro estarían aquellas ganaderías que son algo así como "funcionariado de relleno". Véase, esas ganaderías que, a pesar de sus innumerables petardos, siguen viniendo año tras año. A rellenar huecos, claro está. Ganaderías comoditas y a las cuales nadie pone reparos. Nadie vestido de luces, se entiende. Los encargados de pagar su entrada, mucho; si bien, estos son el último mono en esta historia, y su opinión no sirve. El Parralejo envío en esta tarde otra corrida a Madrid muy mal presentada e impropia de esta plaza; completamente descastada, inválida y de carácter bobalicón. Y, naturalmente, a estas horas seguro que ya tendrán reseñada otra corrida para la feria del año que viene. Así las cosas.
sábado, 31 de mayo de 2025
30 DE MAYO DE 2025, DECIMONOVENA DE FERIA: "CON P DE PARODIA"
viernes, 30 de mayo de 2025
29 DE MAYO DE 2025, DECIMOCTAVA DE FERIA: "ACÓLITOS Y ACOHÓLICOS"
Ay, el público de los toros. Qué digno especimen de ser estudiado en profundidad. No existe ente alguno en el mundo, de tanta diversidad como aquella que se junta en los toros. Pero esa heterogeneidad solo se palpa durante los días grandes, que cuando aquí no hay ni feria, ni figuras, ni glamour, el personal parece olvidar por completo lo güen afisionao que es. El público a los toros es, efectivamente, de lo más heterogéneo que hay.
Los hay (y estos son mayoría) que solamente aparecen cuando hay figuritas de porcelana.
Los hay (que caben en un autobús, como decía aquel) que da igual que sea verano, primavera, otoño, haga frío, calor, llueva o hiele; que ahí estará, plantado en el tendido y dispuesto a paladear una tarde de toros.
Luego está el gorroncete, que solo va cuando le invitan y, para colmo, se cree amo y señor del lugar. Y en una línea parecida, están aquellos a quienes los toros se la bufan, y va únicamente en favor de la querencia que marca el ginc-tónic, y la foto para presumir en Instagram.
Están también los gritones. ¿Y qué gritan? Pues de todo: algunos, se dedican a censurar el mal juego de los toros, su falta de trapío, sus pocas fuerzas o su falta de casta; y también, el mal hacer de los actuantes. Otros, sin embargo, se quedan en el rebuzno del biiiiiieeeeeeeennnnnnnjjjjjjjjjj o el vivaspaña. Gritos de guerra estos últimos que, por lo general, suele dejar el descubierto al borrachín de turno.
Y, por supuesto, están los acólitos. Esos que son acólitos de un torero en concreto, al cual veneran como una especie de dios en la Tierra. Le aplauden todo, hasta lo inaplaudible. Le perdonan, silencio mediante, todo. Le vociferan la mediocridad, le exageran lo simplemente bueno, y lo superior... A lo superior no suelen llegar, para entonces ya tienen la pastilla debajo de la lengua y van camino del hule. Ayer, ración de acólitos morantistas. Hoy, los de Roca Rey... ¡¡La Virgen, qué dos días llevamos!!
Los morantistas saben de toros y saben paladear lo bueno. Y es que hay que saber de toros para comprender a un torero tan complejo como lo es Morante de la Puebla. Recuerdan a los de Curro Romero hace cuarenta años, que le veneraban hasta la forma de esquivar las almohadillas. Se desgarran la camisa con su torero, en lo bueno y en lo malo. Si Morante está bien, para ellos superior. Si está mal, "las cosas del genio". Y del Toro, ni hablar...
Los de Roca Rey, por su parte, recuerdan a aquellos que hace sesenta años llenaban las plazas en tromba por ir a ver a El Cordobés: público de aluvión y poco entendido, sin saber estar, sin cultura taurina y llamados de manera exclusiva por el morbo. Y aquellos que con El Cordobés llegaron, con El Cordobés desertaron del tendido y nada más se volvió a saber de ellos. Con los de Roca Rey vamos camino de lo mismo.
Los acólitos de Roca Rey, como es habitual allá donde va anunciado, llenaron la plaza y se hicieron con el control de la situación. Madrid no es ajena a esta moda, y ahí queda el ejemplo de esta tarde: Roca Rey en el cartel, con una corridita de El Torero y el acompañamiento de Diego Urdiales y de Rafael Serna, confirmante de alternativa este último. Al llamado Huracán de los Andes le jalearon y aplaudieron todo cuanto hizo ante el 2º mulo de El Torero. Faena esta comenzada con sus clásicos pendulazos de rodillas; y continuada, una vez en pie, con el destoreo más burdo que pueda existir. Faena muy desajustada, rebosante de trapazos, y sin colocarse ni una vez en el sitio; culminada además con una estocada trasera que bastó por sí sola. Nada, absolutamente nada de especial, ni digno de recordarse lo de aquella faena. Pero como de acólitos estaba repleto el tendido, hubo petición. Una petición que, afortunadamente, desatendió un acertado Presidente. Pero he aquí el colmo del analfabetismo taurino: tras pedir la oreja, NADIE saca a saludar una ovación a ese mismo matador a quien, instantes antes, aclamaban.
Pero Roca Rey no se fue de este San Isidro sin su preciado despojo. Se lo llevó del 5º toro, un torete este de embestida bobalicona, blanda y sosa, ante el cual Roca Rey compuso una faena larguísima y a la que nadie prestó la más mínimo atención en su primera parte. ¿Acaso el percal cambió en algún momento, artísticamente hablando? Para nada. La diferencia la marcaron las protestas: ningún acólito le prestó la menor atención al destoreo chabacano de Roca Rey, hasta que cayeron en la cuenta, ya muy entrada la faena, de las protestas que llegaban desde algunos sectores. Protestas hacia ese pegapasismo a un toro muy parado y blandengue, que embestía sin emoción ninguna. Y ahí es cuando los acólitos entraron en l faena y reaccionaron. No hubo ningún atisbo de toreo en la faena de Roca Rey al 5º, como tampoco hubo una estocada correcta. Al contrario, fue una estocada trasera y caída que, sin embargo, hizo su efecto fulminante. Y orejita al canto. Orejita que para nada tapa la pésima feria que ha echado este torero.
Roca Rey, así como Diego Urdiales y Rafael Serna, hicieron el paseíllo esta tarde para vérselas ante una malísima corrida de El Torero. Malísima por floja, de poco poder en varas, sosa, descastada y tediosa. Solo uno embistió con alegría, y ese fue el 4º. Un buen toro que se quedó crudo en varas, y que en la muleta sacó embestidas verdaderamente provechosas. Y con ese toro, Diego Urdiales sucumbió estrepitosamente. Ni pudo ni quiso. Y definitivamente, tal y como se sospechaba desde hace algún tiempo, Diego Urdiales está para hacer las maletas e irse a casa. No es cosa de ahora, sino de hace algunas temporadas. Una pena.
Rafael Serna vino a confirmar la alternativa que tomó en Sevilla hace ocho temporadas. Y lo cierto es que, despojos aparte, el hombre tuvo una actuación de lo más digna y voluntariosa. Entró en quites, estuvo activo con el capote, puso buena voluntad y empeño, dio buenas verónicas en el recibo al 6º tras una portagayola, llevó a ese toro al caballo mediante un bonito galleo por chicuelinas... Y hasta en la faena a ese 6º, aunque no fue una faena limpia ni dejó muchos muletazos para el recuerdo, sí dejó buenas sensaciones. Las buenas sensaciones que da el querer hacer el toreo de frente y queriendo llevarse al toro detrás de la cadera. Ese toro 6º fue complicado: tuvo casta, pero a la vez pocas fuerzas. Y si se le bajaba la muleta, se derrumbaba; y si se le toreaba a media altura, embestía rebrincado. Rafael Serna, dando muestras de su poco oficio y mucha voluntad, estuvo firme y entregado, con intención de hacer el toreo. No lo consiguió, pero la impronta quedó ahí. Mató de una estocada desprendida que, asimismo, fue fulminante; y la orejita cayó. Una orejita cuanto menos benévola. No obstante, se quedan ganas de volver a verlo y de seguir su progresión.
Se desconoce cómo fue para los acólitos, pero en lo que respecta a los que acuden todos los días a los toros sin importar el cartel, la tarde fue soporífera. La mala corrida de El Torero y el calor abrasante fue la tónica general que marcó la tarde. Excepto para aquellos que se refrescaran la garganta y la boca cubalibres mediante. Esos sí que saben.