lunes, 27 de abril de 2015

TOREAR EN EL ESTANQUE DEL RETIRO

Una vez dobló el primero de la tarde, y mientras el presidente de la corrida ponía en su sitio al paisanaje de turno desatendiendo una nueva petición de despojos, el cielo madrileño se derrumbó sobre la plaza de Las Ventas dejando el albero hecho unos zorros y en pésimas condiciones para la lidia, algo que los hombres de luces llevaron a cabo como pudieron y, por consiguiente, tampoco se les puede echar mucho en cara. Una pena, porque la novillada de Javier Molina, con una presentación que dejaría a la altura de los ratones a cualquier corrida en plazas de segunda categoría e incluso en alguna de primera, ofreció posibilidades de triunfo, pero si ya de por sí muy pocos son capaces de lidiar medianamente bien con el ruedo en condiciones óptimas, cualquiera pide que lo hagan en el estanque del Retiro. No, no es justo en un día así pedir los (casi) imposibles de todos los días. Solo cabe destacar la mansa y encastada nobleza de los novillos de Javier Molina, a los cuales les han pegado una barbaridad en varas, y aun así han tenido mucho que torear. De nuevo, un señor ganadero poniendo de manifiesto que el encaste Domecq no es solo toreabilidad y borreguez.
Por último, fuerte abrazo y deseo de pronta recuperación a Antonio Puerta, que se llevó en un quite al tercero un tabacazo de 45 cm en el gemelo. 

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