domingo, 18 de agosto de 2013

MERECE LA PENA SER AFICIONADO

Ultimamente, a muchos aficionados se les ocurre preguntarse qué sentido tiene seguir yendo a los toros para presenciar bochornosos espectáculos en los que torerillos ventajistas y monótonos, como fabricados en serie, muestran sus finezas ante animalejos con pintas y comportamientos de babosas que dicen ser toros. A uno se le cae el alma a los pies de ver esas charlotadas de las que las figuritas de ahora y chavales que empiezan y ya los imitan son partícipes, y cuando los presentes salimos de la plaza una vez terminado ese tipo de espectáculo, hasta la persona con más amor y afición por la Fiesta llega a cuestionarse a sí mismo "¿y para qué sigo viniendo a esto?", "¿para qué tanta ilusión por nada?, "¿para qué tanta ley de Bien de Interés Cultural?", "¿para qué regalarán entradas a los jóvenes si les enseñan la peor cara de la moneda?", "¿para qué seguiré escribiendo en el blog si siempre escribo lo mismo?", "¿para qué me mosquearé tanto si el enfado luego queda en agua de borrajas?". Pero, ¿tiene verdadero sentido esta afición por algo que parece que un día existió y ya solo queda el recuerdo de algunos y la ilusión en vano de otros? Pues, sencillamente, ¡¡¡SÍ!!!
Sí tiene sentido, tiene sentido luchar y seguir peleando porque un día le devuelvan a la Fiesta de los Toros la verdadera esencia que un día tuvo y que hoy en día ya casi está desaparecida.
Y reflexiono sobre este asunto a las 2 horas de mi regreso a casa después de una tarde llena de emociones fuertes en Cenicientos, donde una señora Corrida de Toros marcada a fuego con el hierro de Juan Luis Fraile ha hecho las delicias de muchos de esos aficionados ya cansados de este asunto.
La verdad, es que tardes como estas, aunque ni hayamos visto torear, hace que uno se reencuentre con sensaciones y sentimientos a ratos perdidos. Tardes como esta hacen afición, hacen que el Toro, convertido en un mero papel secundón y totalmente faltado al respeto por unos cuatreros que solo tienen afición por papeles violetas del número 500, vuelva a ser ese animal bello, temido y con ganas de guerra. En otras palabras, el Toro bravo y encastado, con trapío, que imprime sensación de terror en el ruedo y en los tendidos y que va a vender cara su piel, lejos de "colaborar" para plasmar lo que alguno llamaría una "obra de arte". Señores, esto es Su Majestad el Toro de Lidia. Y hoy ha estado presente en Cenicientos, en pleno Valle del Terror, de la mano, por este orden, de Garbancito, Garbancero, Jaquetón, Jaquetón II, Caño y Cañerito. Salvo 1º y 3º, más escurridos de culata aunque muy ofensivos por delante, el resto lucían un trapío y una presencia que daba gusto (para los aficionados) y pavor (para los de luces) de tan solo mirarlos. Los tres últimos incluso a tres meses de la edad de jubilación. Vamos, que en cualquier plaza del planeta taurino, ya fuera Madrid, Pamplona, Bilbao o Céret, podrían haber sido lidiados sin problemas.
Y es que, una corrida como la de hoy debería haber sido lidiada en Madrid, que para eso se supone que es la 1ª plaza del mundo, y por toreros experimentados y con oficio para sacarla partido. Porque los tres pobrecillos de hoy demasiado tenían con aquella papeleta enfrente. ¿No les dará vergüenza a los "amos" del toreo no salirse de las cuatro o cinco vacadas de siempre y encima matar esas sabandijas microscópicas que embisten como caracoles? No, claro que no, mayormente porque encima tienen a esa legión de palmeros y pseudoperiodistas que todo lo aplauden y que les defienden como si se tratase incluso como si fueran de su familia.
Como decía, de los de luces mejor hacer poca sangre dada su nulo oficio y escasa experiencia para hacerle frente a este tipo de toros, pero tampoco es cuestión de eximirles y disculparles.
Guerrita Chico, primer espada, se comentaba por la plaza que tenía cierto oficio adquirido en su país de origen, Colombia, donde al parecer actúa con cierta frecuencia. Pues por lo que hemos visto el oficio consistía en cargarse a sus dos oponentes en el caballo con puyazos paletilleros y traseros sin piedad, lo suficiente para que los animalitos llegaran a la muleta muy mermados y sin mucho ánimo de ofender. En la muleta, poco más que cientos de banderazos de nefasta colocación.
A José Germán dudo mucho que le volvamos a ver vestido de luces, y si le vemos apuesto lo que sea a que en fregados como este ni por asomo. Lo mejor para este chico es que al finalizar el festejo se hubiera cortado la coleta y aquí no ha pasado nada, pero allá él. Se acordará toda la vida de esos dos encastadísimos gracilianos que por la mañana le cupieron en (mala) suerte durante el sorteo. El segundo del festejo empujó como un cercanías en el jaco, aunque se quedó reservón y hubo que buscarle las cosquillas de lo lindo. Como nadie tenía lo que hay que tener, el animal se hizo pronto el dueño del redondel y fue partícipe de un caótico tercio de banderillas con numerosas pasadas en falso y lanzamiento de jabalina por parte de los peones, supongo que por eso de si acaso alguna quedara prendida con un poco de suerte. No se dio mucha coba el matador en la muleta, donde el encastado y fiero animal volvió a dejar patente que allí mandaba él. Con el quinto, que también empujó de lo lindo en varas, tampoco se quiso poner muy remolón y después de que el encastadísimo toro achuchara de lo lindo a un José Germán totalmente perdido y sin ideas, se fue a por la espada bien rapidito. Ni siquiera con la espada intentó estar digno, y después de pincharlo por todos lados, acabó con la vida de este pobre toro, que hubiera merecido mejor suerte con el matador, de un horrendo sartenado en la paletilla que lo degolló y protagonizó una desagradable escena en el ruedo, Vamos, que quedó el ruedo lleno de sangre suficiente como para hacer morcillas y alimentar medio Ruanda.
El Nico, al menos, mostró más disposición y ganas de agradar. Otra cosa es que estuviera acertado.
Un tercer toro que se quiso comer la muleta por abajo y que el matador no fue capaz de hacerse con él, lo mismo que con el sexto, al cual fue el único de la corrida que el matador estaba dispuesto a dejarle ver en una tercera vara, pero que la intachable afición del comisario Don César Gómez impidió. Fue una delicia ver como este sexto se arrancó de muy lejos con un tranco bellísimo y como plantó los cojones en el albero para romanear. Qué bonita es la suerte de varas, y aunque poco hemos podido disfrutar de ella a lo largo de esta tarde. Nico tampoco pudo con este sexto, el cual por si hace falta decirlo dio un juego espectácular. Y también dio un tremendo susto a su matador a la hora de descabellar. Fue atendido en la enfermería aunque no sabemos de qué exactamente. Esperemos no sea nada.
Tota, que el interés estuvo presente en todo momento en el ruedo corucho, donde Santa Coloma, por vía Graciliano Pérez-Tabernero, vuelve a dar motivos y sentido a nuestra afición. Bravura, casta, suerte de varas por momentos, dos buenos pares de banderillas del subalterno Felipe Peña al 4º, buena brega de Vicente Ruiz al tercero... Y de torear, nada de nada, aunque lo raro hubiera sido lo contrario con los tres pobres inexpertos que, a la desesperada por hacerse hueco, se han visto las caras con los de Fraile. Si es que hay quien tiene cero de vergüenza.

2 comentarios:

  1. Luis:
    Yo te diría que sí que merece la pena ser aficionado, pero de la misma forma te confieso que a mí esto cada día se me hace más cuesta arriba. Lo que debería ser habitual nos parece extraordinario y lo que es completamente anormal a otros les parece no sólo normal, sino que a veces les parece absolutamente extraordinario.
    Un abrazo

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  2. Por desgracia, Enrique, así es. Ya hasta sin ver torear una pizca, solo por ver toros encastados; nos creemos que se nos apareció la Virgen. Hasta el punto de conformarnos con lo mínimo jemos llegado. Pero tranquilo, la Fiesta sigue viba, doy fe de ello y merece la pena por cosas como ayer. Un abrazo.

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