La Fiesta cayó esta tarde una vez más. O mejor dicho, la tiró por los suelos la corrida de El Torero y, por supuesto, el señor Presidente al no mostrarle el pañuelo verde a algunos ejemplares. ¿Para qué queremos antitaurinos, teniendo a unos, a otros, y entre medias a Plaza1 y al señor Abellán, responsables de esta gran MIERDA de feria que hemos padecido? Y con la corriditas de El Torero, esa que "con un poquito más de fuerzas tal y cual", tres toreros a los que bien hubiera gustado ver ante un corridón como la de Santiago Domecq o José Esc.... Bueno, como la de Santiago Domecq. Que soñar es gratis, pero hacerlo en exceso es nocivo. Así las cosas. Los tres de hoy, Uceda Leal, Morante de la Puebla y Castella.
¿Que cómo anduvieron los tres nombrados ante semejante percal? Como pudieron, si hasta se cortaron orejas y todo. Dos, para ser exactos, y que cayeron en manos de Uceda Leal y Sebastián Castella tras estoquear, respectivamente, a los toros 4° y 3°. Estoquear, valga la redundancia. Porque sendas orejas llegaron tras dos estocadas enormes, si bien precedidas de dos faenas muy diferentes. Tal y como son el uno y el otro. Castella se las vio con un inválido perteneciente a la vacada de José Vázquez (de esos que aún hierran con el antiquísimo 9 de Aleas), remiendo de la corrida de El Torero y que fue inválido el animalito. Eso sí, dotado de una claze formidable. Pero inválido, a fin de cuentas, y con el que Castella anduvo haciendo de enfermero. Sacó muletazos sueltos muy estimables ante el moribundo, pero lo mejor llegó en el momento de ejecutar la suerte suprema: estocada en buen lugar y de mejor ejecución, que por sí sola merecía una oreja. Y esta llegó. Uceda Leal también se las vio con otro parapléjico dotado de una claze no menos formidable, pero también parapléjico. Y Uceda, hizo lo que muy bien sabe: andar con una torería añeja, de las que por desgracia ya apenas se ve. Muchos detallitos de toreo muy caro que, unidos a otra estocada con las que José Ignacio, uno de los mejores estoqueadores que se han visto en las últimas décadas, se ha llevado ovaciones y orejas para dar y tomar. Y otra oreja por torería y matar bien de verdad, si bien gustaría mucho ver toda esa torería ante un toro de verdad. En fin, habrá que conformarse.
Anduvo Morante de la Puebla por allí, que ni torería (salvo a la hora de hacer el paseíllo), ni faenas de enfermero, ni buenas estocadas, ni "detalles", ni ná de ná. Mucho lirili y poco lerele, es el mejor resumen de su tarde, y también de su feria. Será cosa de la mala suerte que tiene en los sorteos, de la cuesta, del toro de Madrid que es muy grande, así como de todas esas monsergas que lleva en su ilustre cráneo. Y de esta manera, pasa otra feria en la que Morante anda anunciado tres tardes, y se va con más pena que gloria. Pero luego llega Sevilla y... Ya se sabe, todo son alabanzas, muzho jarte, faenas cunvre, orejas, rabos, se ha inventao un toro... En fin, Morante, las morantadas, los morantistas y las morantadas de los morantistas. Y hasta la madre que parió a Panete.
No dio para más la mala corrida de El Torero ni lo restantes quehaceres lidiadores. Castella anduvo valiente una vez más ante el sexto, jugándose el tipo y cobrando el tributo de sangre al llevarse dos fuertes cornadas de 15 y 20 centímetros. Pronta recuperación para él. Ni tampoco dan para más los ánimos del sufrido abonado, que ya ven en las nueve de la noche del domingo 4 de junio una especie de liberación.
Todas las tardes igual esto es de vergüenza
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