jueves, 1 de junio de 2023

1 DE JUNIO DE 2023, VIGÉSIMA DE FERIA: 6 MULOS, 6

Hoy hubo toreros en el cartel, al menos a priori. Pero lo que no hubo fueron toros. Todo lo contrario al día de ayer, en la que hubo toros pero no hubo toreros. Unos toros que, más que menos, se fueron al desolladero sin torear. Y una vez más se cumple el tan común axioma de "cuando hay toros no hay toreros, y viceversa". Ojalá una corrida como la de Santiago Domecq ante los tres toreros de esta tarde, tres toreros que, independientemente de atravesar mejor o peor momento, saben torear bien de verdad . Claro que a saber, porque en esto de los toros ya se sabe que dos más dos no siempre suman cuatro. Igual se le echan los toros de Santiago Domecq a Urdiales, al Tala y a Luque, y por esas cosas de la vida vuelve a irse al desolladero con las orejitas en su sitio. Pudiera ser que a Urdiales se le manifestara el pésimo momento que atraviesa, que al Tala le vengan los nubarrones que de vez en cuando se le aparecen, y que a Luque no se le entendiera o que no pudiera. 

Pero no fueron los alcurrucenes como los toros de Santiago Domecq, no. La familia Lozano, que de andar cortos de vergüenza llevan ya décadas dando lecciones, se han traído a Madrid otra hermosa colección de mulos que, de toros, tenían lo que pueden tener Simón Casas y Rafael Garrido de buenos gestores y de gente seria. O sea, nada. Seis mulos seis, de infame presencia para colmo, fue lo que embarcaron los Lozano para cumplir con su segundo compromiso en esta feria. Y con un mismo resultado: mansedumbre a raudales y falta de casta. En realidad, un calco a la inmensa mayoría de lo que llevamos visto en estas tres últimas semanas. Y volvieron a desatarse los gritos de "Plaza1 dimisión", "ladrones", "Abellán vete ya" y hasta el "bummmmm petardo" que ameniza tardes así. No ganamos para pirotecnia este año.

Toreros sí que hubo. Tres, para ser exactos. De renombrada reputación y acompañados de sus correspondientes cuadrillas de picadores y banderilleros, que reza la letra pequeña de los carteles taurinos. Y muy bien vestidos, todo hay que decirlo. De cómo anduvieron ante la lozana bueyada, se pueden decir muchas o pocas cosas. Todo depende de sobre quién se pregunte. Por ejemplo, si se pregunta sobre Diego Urdiales, la retahíla es más bien cortita. Diego Urdiales pechó con un lote de mulos de los cuales el primero apenas se sostenía en pie, y el cuarto se movió (moverse, que no embestir), mediante arreones y descompuesto. Ante el primero pasó sin pena ni gloria, y ante el cuarto... Pues también. Mejor no pensar en qué hubiera pasado si el bueno de Diego hubiera tenido que pechar con cualquiera de los seis pupilos de Santiago Domecq, se le lleva viendo muy descentrado desde hace algún tiempo. 

Sobre Alejandro Talavante, se puede decir aún menos en lo referente a sus quehaceres frente al mulo segundo. Simplemente le pasó por ambos pitones comprobando así que lo mejor era mandarlo para filetes lo más rápido posible. Y así fue, si bien podría haberlo hecho con mayor celeridad de haber estado más acertado con la espada. Algo más de miga se le puede sacar a su asunto frente al mulo quinto. Se le aplaudió mucho al Tala, y muy especialmente en el vibrante comienzo de faena: de rodillas y sin inmutarse fue capaz de soltar unos cuantos muletazos por el pitón izquierdo, los cuales agradaron. Ya de pie, la cosa se torció. Le costaba a Talavante un mundo el pisar los terrenos adecuados, ya no digamos llevar a cabo los tres pilares del toreo, véase parar-templar-mandar. Sin ajuste y sin el acople necesario para que los muletazos fueran rotundos, es muy complicado satisfacer en Madrid. Aún más, bien es verdad, si lo que pasa por ahí es un buey de los que antaño tiraban del arado.

Mucho hay que decir sobre Daniel Luque. Sus cosas buenas, y por supuesto las que no lo son tanto. Las buenas fueron el comienzo de faena ante el mulo tercero, con doblones sobre el pitón derecho muy toreros y realmente mandones, así como la serie de derechazos que sucedió a ese comienzo. Unos derechazos en los que el matador, muy bien colocado y gustándose, tiró del otro en redondo, como mandan los cánones. La faena a ese tercero cayó en picado a partir de aquí, pues ya comenzaron los cites en la oreja y los trapazos hacia fuera, amén de que el mulo tampoco ofrecía demasiadas florituras. Cerró Luque con sus típicas luquesinas, esa especie de suerte en la que tira la espada al suelo en un gesto tan arrebatador como chabacano, y sin rectificar terreno pega muletazos cambiándose el trapo de mano y con la figura muy encorvada. Mató de estocada baja y se le pidió la oreja, pero el usía puso las cosas en su sitio y se guardó el pañuelo. Y, además, los pobres mulilleros se quedaron sin su preciado aguinaldo, aunque no sería porque no hicieran méritos para ello. Buena, pero que muy buena fue también la estocada con la que Daniel Luque mandó al mulo sexto para filetes. Y se le pidió la oreja, y de nuevo los mulilleros se quedaron compuestos y sin la propina de rigor (a este paso retrasarán su jubilación a los 65, como todo hijo de vecino). La estocada fue soberbia y merecedora por sí sola de una oreja en el supuesto de haber andado bien de verdad, o al menos aseado. No fue el caso, ya que en este acto se vio la versión más vulgar y pegapasista de un Daniel Luque visiblemente a disgusto y descentrado. A disgusto y descentrado no solo por el mulo con cuernos que le había caído en (des)gracia, sino por la disputa que se vivía en ese momento en los tendidos: al "¡¡vaya corrida, ganadero!!" le siguió un "¡¡cállate, gilip***!!". Al "que salude el mayoral", lo propio con "¡¡a que voy y te doy una host**!!". Lo mismo cuando a alguien le dio por mandarle el recado al ganadero, "¡¡hay que traer las corridas sin afeitar!!", y el chuzo de turno le dio las buenas tardes a su manera. Y entre medias, los vivaespañas, el nuevo grito de guerra "¡¡que te vote Txapote!!", y hasta la voz de la cordura "¡¡silencio, que están toreando!!". Como un partido de tenis. El año que viene, la final de Roland Garros no se la disputarán entre Djokovic y Alcaraz, será más bien entre "Los que caben en un autobús" y "Chuzos en los toros". 

Seis mulos, seis. Del primero al sexto. Una corrida que en otros tiempos hubiera dictado sentencia de matadero a las seis vacas reproductoras y a los correspondientes sementales. Pero estamos en el año 2023, y aquí todo vale. A la familia Lozano le lleva valiendo desde hace años con encierros infumables y de censurable trapío para regresar a Madrid el año siguiente. A la familia Lozano y a tantos otros. De la misma manera que a la infame empresa Plaza1 le vale con saldos ganaderos para cubrir el expediente y, de paso, atracar a mano armada con una política de precios descarada. Menos, por más. Los bramidos de "ladrones" que reciben de parte de los que caben en autobús, se les quedan cortos a toda esta tropa. De la misma forma que a los borrachos e indeseables del "¡¡cállate, gilip***!!", "¡¡a que voy y te doy una host**!!" o "¡¡que te vote Txapote!!", les queda muuuuuy grande tener cabida en una plaza de toros. Ambos merecen ser botados de Las Ventas no tardando. 

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