Para muchos, un grandioso toro que hubiera sido merecedor, como mínimo, de una vuelta al ruedo. Incluso alguno que otro se hubiera atrevido a "echarlo a las vacas". Allá cada cual. Para otros, un toro para cogerse un empacho toreando, dada su nobilísima condición en el tercio de muleta, pero muy flojo en el primer tercio, de pelea más que discreta bajo el peto, de casta y fiereza prácticamente inexistente, y al cual hubo que cuidar. Lo que se viene traduciendo en que para los primeros esto del toreo es solo el tercio de muleta y que a lo demás le zurzan; y para los segundos la lidia son tres tercios y el toro bravo ha de demostrar sus cualidades en los tres, no solamente en el tercio de muleta. Portugués, número 62 y con el hierro de Núñez del Cuvillo puso la controversia encima de la mesa con su condición, la misma antes descrita. Salió en 5.º lugar esta tarde, en medio de un ambiente de decepción, provocada por el mal juego que hasta ese momento estaban ofreciendo las tres ganaderías anunciadas para este acontecimiento. Cuatro toros, por este orden, de Juan Pedro Domecq, Nuñez del Cuvillo, Victoriano del Río y otra vez Juan Pedro, que no estaban a la altura de tan importante corrida, a consecuencia de la falta de emoción que provocó su nula casta y poder. Le había cortado Paco Ureña una oreja al 2.º de la tarde, un torete de Cuvillo al que su matador le puso todo lo que le faltaba, en una faena que comenzó Ureña por estatutarios, un clásico en su repertorio, a los que siguió un gran pase de trinchera y otro del desdén que hacían presagiar que se iba a cocer algo importante. El torero también parecía pensarlo y sería por eso por lo que, en los terrenos del tercio entre los tendidos 7 y 8 agarró la muleta con la mano izquierda y empezó una serie de naturales que acabaron con el toro pegándose una costalada. Quizás por eso, o quizás porque en verdad no podía dar más de sí, el de Núñez del Cuvillo evidenció una gran falta de poder y mucha sosería. Siguió Ureña sobre la zocata, y los naturales que se sucedían iban rematados en línea en su mayoría. Ureña estaba quedando aseado, sin más, dejando algún que otro muletazos suelto de mayor categoría, pero sin redondear del todo. La estocada, perfecta de ejecución y que cayó en buen sitio, hizo que afloraron los pañuelos y la oreja cayera sin mayor dilación, aunque a algunos se nos quedó el sabor de que de este torero se espera muchísimo más a la hora de torear. Vamos, que se presumió como una orejita barata.
También se vivió, antes de que ese Portugués saltara al ruedo, un apoteósico tercio de banderillas ante el 3.º por parte de la cuadrilla de Perera. José Chacón ofreció una buena colección de capotazos que hicieron rugir al personal, y con los palos quedaron muy bien Javier Ambel y Jesús Arruga. Y nada más, porque Miguel Ángel Perera anduvo frío, vulgar y sin decir absolutamente nada ante el 1.º y el 3.º (dos mojones), y Ureña también hizo lo propio delante del 4.º, que resultó ser... ¡¡Exacto!! Otra bazofia de torillo.
Y apareció el famoso Portugués por la puerta de toriles para poner la controversia entre los presentes. ¡¡Qué sería de los toros sin ella, aunque a muchos les moleste que no se piense como ellos!! Portugués dio síntomas de blandura en el primer tercio, y de hecho recibió dos refilonazos de parte del picador de turno. Muchos aficionados empezaron a amoscarse con la situación y se empezó a protestar con energía, pero el toro, aun pareciendo estar muy falto de fuerzas, no cayó al suelo ni una sola vez, y eso que tanto el matador como su peón de brega lo probaron echándole el capote abajo en varias ocasiones, y el animal lejos de irse a pique, humilló y embistió sin inmutarse. El tercio de banderillas pasó rápido y, una vez con la muleta en la mano, Miguel Ángel Perera se colocó a gran distancia y empezó la faena. Varias series de muletazos sobre ambas manos en las que el toro se vino galopando desde lejos y con un tranco más que óptimo, para seguir reponiendo en cada muletazos y perseguir la franela empujando con muchísima nobleza. Ahí había toro con muchísimo que torear, dulce como la miel y para reventar Madrid. ¿Casta? Poca en realidad. Más bien un toro de carril que nunca se cansó de jugar al pilla pilla con la muleta que su matador le ponía delante. Y con estados mimbres, Perera le realizó la faena a su estilo habitual: muletazos descargando la suerte y corriendo la mano hacia fuera, pero exigiendo mucho al toro por bajo a decir verdad. Destoreo 2.0 puro y duro, nada que ver con el toreo eterno de pata alante y semicírculos dibujados en el albero con los vuelos de la muleta. A su manera, Perera encandiló a gran parte de la plaza y, de no haber sido porque al pinchazo le siguió un metisaca en muy mal sitio, a estas horas seguramente estaríamos hablando de otra puerta grande.
Toro formidable en la muleta y nulo en varas dado su escaso poder. "Bravura del siglo XXI" lo llaman algunos, el "medio-toro" lo llaman, mejor dicho lo LLAMAMOS otros. El toro bravo de verdad se tiene que ver en los tres tercios, sin que en el primer tercio se le tenga que aliviar el castigo para que dure. Porque si no ¿para qué queremos seguir sacando al caballo de picar, si al final sería más fácil que saliera el toro, y el matador ya estuviera esperando con la muleta la mano para liarse a torear como si no hubiera un mañana? ¿Acaso queremos exterminar con esta infame selección ganadera una de las más bellas suertes que tiene la lidia? ¿Quienes son los verdaderos antitaurinos, los que quieren llevar a cabo tal herejía o los que denunciamos ese tipo de prácticas? Ahí queda eso.
Y después de Portugués vino uno de los shows más característicos de este lugar, y que lamentablemente tiene más solera entre parte de los espectadores que el propio tercio de varas: el show de Florito y sus berrendos. Y es que hubo que evacuar al 6.º, de Victoriano del Río, por su invalidez manifiesta. Y en su lugar salió un sobrero de José Vazquez. Mira por dónde, hablando de exterminios y de herejías, salta otra a la palestra. ¡¡En qué han convertido el mítico hierro de Aleas!! Aquellos toros jijones criados nada menos que desde el siglo XVIII en tierras colmenareñas, que se herraban y de hecho se siguen cerrando con el 9; y que tomó antigüedad allá por 1791... ¡¡La más antigua de la UCTL!! "Los aleas ni los veas", rezaba el chascarrillo entre los toreros por aquellos días, a causa del pavor que estos provocaban. Primero jijones y posteriormente santacolomas, para pasarse al encaste "de moda" cuando el actual propietario se hizo con la vacada... ¡¡Para acabar convertidos en bueyes de carretas una vez entrado en siglo XXI!! De locos oigan, de locos. Y un aunténtico buey de carreta fue ese sobrero que cerró plaza. Huyó de todo durante su lidia, y Ureña intentó quitarle la querencia de tablas sacándoselo fuera en diversas ocasiones, pero ni por esas. El toro se iba echando leches de cada muletazos. Siguió Ureña profiando ya cerrado en tablas, realizando una labor que tuvo el gran mérito de aguantar estoicamente las feas sacudidas del marrajo. Mucho fue esto para lo que en realidad mereció la bestia de tiro, y tras este quehacer Paco Ureña se lo quitó de enmedio y dio así por terminado el mano a mano. Y también su temporada, una temporada que para él ha sido canela en rama. Y para los que hemos tenido la suerte de disfrutarlo en sus grandes tardes, también lo ha sido.
Digerido el primer ciclo de la feria de Otoño de este 2019, nos quedan ahora cuatro días de reflexión y toma de fuerzas para ir a por el segundo. Hasta el próximo viernes pues.
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