Por Antonio Lorca ( http://cultura.elpais.com )
Fotografía de Claudio Álvarez, aparecida junto al artículo de A. Lorca |
Harán el paseíllo 48 matadores de toros, ocho novilleros y 15 rejoneadores. Tres toreros actuarán tres tardes —Talavante, Fandiño y El Cid—; 18 probarán suerte en dos comparecencias, 27 solo pisarán el ruedo una vez, y se anuncian, además, 28 hierros ganaderos diferentes, 13 de los cuales son de encaste Domecq.
Vuelve Enrique Ponce tras cinco años de ausencia; y El Juli tras dos temporadas por desavenencias empresariales. Se esconde Morante en el rincón de un único festejo y a dos se apunta Manzanares. Dan la cara de frente El Cid y Fandiño y en tal empeño les acompaña Talavante, el triunfador del año pasado. Detrás de ellos, muchos nombres, la mayoría de los cuales muy respetables, pero de escaso interés. Una vez más, la cantidad se sobrepuso a la calidad. Ilusionante, sin embargo, la presencia de tres novilleros de quienes todo se espera: José Garrido, Lama de Góngora y Posada de Maravillas.
En fin, un maratón largo y ojalá que exitoso, preñado de sueños toreros, que espera impaciente el veredicto de la afición, pues de su paso o no por la taquilla dependerá el primer éxito isidril.
Pero, ¿qué motivos ofrece San Isidro para la ilusión? Es verdad que están casi todos los toreros y procedencias ganaderas, pero más allá de la lógica satisfacción del empresario, no son pocos los nubarrones que se ciernen sobre un ciclo que, sobre el papel es un calco de ferias pretéritas que pasaron sin pena ni gloria.
¿Cuál es el atractivo de este San Isidro? ¿Que vuelve Ponce? ¿Qué se anuncia El Juli en dos corridas, y en una, solo una, Morante? ¿Qué los toros de Miura cierran la feria? ¿O, acaso, que Perera protagonice el gesto de anunciarse con los de Adolfo Martín? Pocos alicientes, sin duda, para una feria de tanta trascendencia.
El problema quizá resida en que la fiesta de los toros vive un momento de grave desorientación, y San Isidro es su más fiel reflejo.
Es preocupante la constante disminución, año tras año, del número de festejos taurinos, la crisis económica, la losa del 21% del IVA, la pérdida de protagonismo del toro y su depreciación como producto comercial, pero no lo es menos la ausencia de liderazgo en el escalafón, que nadie —solo o en compañía de otros— se atreva a tirar del carro, que ninguna figura se eche a las espaldas el compromiso de hacer de la fiesta un espectáculo extraordinario y vibrante.
¿Quién es el protagonista de San Isidro 2014? Ese es el problema, que no hay protagonista, que no existe ese torero que le dé vida a la feria e ilusione las taquillas.
En 31 espectáculos no se encuentra una sola gesta, ni un solo cartel diferente, ni una tarde novedosa… Y lo que es peor: las figuras han decidido tirar la toalla y seguir abrazadas al dios de la comodidad. De otro modo no se entiende la racanería de Ponce, El Juli, Morante y Manzanares, que prefieren dejar el peso de la feria a una sucesión de toreros que llegan en busca de una oportunidad.
¿Y la empresa? Dice estar satisfecha con el trabajo, pero se queda desnuda cuando en una nota de prensa oficial desgrana los objetivos de San Isidro: primero, potenciar y afianzar la marca San Isidro; segundo, dar opción a los abonados que elijan los festejos que más le interesen (deben optar, como mínimo, por 18 corridas, tres novilladas y dos festejos de rejoneo) y tercero, premiar con descuentos la fidelidad de los abonados. Pues, qué poca cosa… Se podía esperar que la feria taurina más importante del mundo persiguiera metas más altas.
Pero, claro, si la fiesta importa poco a las figuras —el veto de cinco de ellas a la feria de Sevilla es una irresponsabilidad solo comparable a la altivez de sus empresarios—, se puede entender que los gestores solo pongan su atención en los dineros.
En conclusión, San Isidro es un maratón desorientado; largo, muy largo, y sin una brillante estrella que le ofrezca el fulgor, el sueño y la esperanza que esta fiesta necesita.
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*Artículo de Antonio Lorca, publicado en el espacio web del diario El País ayer, día dieciocho de marzo. La fotografía que aparece es de Claudio Álvarez, del mismo medio.
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