Y entonces llegó la
casta, y a nadie dejó indiferente. Llevábamos tantas tardes de hastío,
desolación, vulgaridad; tantas tardes de siestas de siete a nueve y cuarto con
almohadón de cemento, que lo de hoy llega como agua bendita de mayo y como
postre anticipado a una Feria de San Isidro insostenible e inaguantable. La
flagelación a la bendita afición de Madrid pidió vacaciones -esperemos que no
solo por un día- y hoy las caras de los habituales a la salida de la plaza
brillaban como las sonrisas de los padres primerizos. Y la corrida de hoy no
fue del otro mundo; hemos presenciado una corrida encastada, de menos a más,
con sus miserias y sus riquezas. Una corrida de toros, y ya está. Como Dios
manda, y que mande en su Fiesta el toro...
La tarde empezaba destemplada, Malagueño -un
ejemplar de magnífica presentación- fue un toro que desde los primeros
capotados, con los que Ferrera no consiguió parar al burel, mostró falta de
fuerzas. Fue castigado con un primer puyazo paletillero en su querencia, en el
que derribó, y salió del primer puyazo con todas las papeletas para ser
devuelto. El segundo puyazo fue una caricia, aunque fue ejecutado en el sitio.
El albaserrada mostraba cierta nobleza, pero no fue ni cierto ni pronto, se
quedaba corto por ambos pitones y calamocheaba. Ferrera aguantó las escasas
embestidas del cuatreño y lo mató arriba de suerte natural, aunque cayó algo
desprendida.
El segundo, Sevillanito, un
conejito albaserrada –el único de baja nota en presentación-, acusó también la
falta de fuerzas, mostró cierta nobleza y falta de casta. Fernando Sánchez,
torero, le puso un par toreando con
mucho garbo, de poder a poder. Castaño inició el trasteo a base de trallazos y
el de Adolfo se le quedaba cortito, yendo a tornillazos. Fue pasaportado con
una estocada trasera y un magnífico puntillazo de F. Sánchez.
El tercero fue un calco
del primer toro, mostró nobleza pero también falta de fuerzas. La lidia de la cuadrilla de Aguilar fue
pésima, el toro no fue parado de salida, no recibió puya de consideración
"pa´ que andase" y Alberto solo pudo sacar algunos naturales
templados de la sosería de un toro que no repetía. El quinto, un encastado que
sabía Latín, recibió una lidia pésima -excepto el primer buen puyazo- y desarrolló dificultades frente a las que Alberto Aguilar estuvo muy por
debajo. El matador no quiso entrar en los terrenos de la verdad y se mantuvo en la fina línea del "¿Y qué hago yo delante de esto?". Quizá si se hubiese doblado al inicio de
trasteo, hubiese sido un toro para reafirmarse en Madrid.
El cornipaso cuarto, Baratillo, lució una presentación intachable
y su condición fue de encastado con cierta nobleza. La lidia de Ferrera fue de
mucho lucimiento y torería, parando el toro andando hacia atrás y con soberbios
capotazos a manos bajas. El toro humillaba con certeza por ambos pitones y
había que llevarlo muy arropado. El extremeño dejó algunos pases de pecho de
calidad, aunque pudo sacar de éste un mayor provecho. Lo mejor de la tarde
vendría al final, como postre a una tarde de toros y toreros. Salió Marinero y volvió La
Lidia de la mano del apodado “Dream Team de Javier Castaño”. Marco Galán llevo
a cabo una lidia magnífica, cuidando mucho al animal a base de capotazos muy
templados y colocando al burel en la suerte de los palos con un único capotazo. Qué
diferencia con lo habitual, ¿verdad?.
La guinda la puso Tito
Sandoval, una vez más. Aunque el toro no era pronto, gracias al toreo a caballo
del picador el sexto albaserrada fue al peto en tres ocasiones con tres puyazos
de categoría, sobre todo los dos últimos, citando desde el platillo del albero
y clavando la puya en el muñón del de Adolfo. La gente se volvía loca, algunos
pedimos que se le diese al picador la vuelta al ruedo, como en tiempos añejos,
por su soberbia actuación, pero no fue así.
Adalid volvió a salirse
como rehiletero, aunque sus dos pares cayeron algo defectuosos y Fernando
Sánchez, el tercero, dio una lección de torería en su par andando hacia al toro
desde los medios como “quien se está tomando un café”, con garbo y torería, colocando
los palos en el sitio y saliendo de la suerte andando. Torería de la cara, de la que no tiene precio. Inició
Castaño, matador generoso donde los haya, el trasteo con temple y haciendo las
cosas bien. El adolfo -un toro colaborador respecto al espectáculo de la casta
y la verdad- iba y venía metiendo la carita y con fijeza pero siempre exigiendo
que el matador se cruzase y le diese mucha franela. Dejó Castaño algunos
naturales y obligados de buena nota pero sin redondear, el toro era de dos
orejas -en una faena muletera de intensidad, calidad y brevedad- pero el matador no aprovechó la calidad de sus embestidas por ambos
pitones. La tarde acabó con los aplausos del público al toro -y también del
matador al toro- y a la cuadrilla de Castaño que junto a él dio una vuelta al
ruedo merecida.
Por último, me gustaría destacar la soberbia labor de director de lidia que llevó a cabo Antonio Ferrera durante toda la tarde. Los aficionados salían de la plaza como si les hubiese tocado –por fin- el gordo de la lotería isidril. Fue una tarde de interés y de emoción, con casta y con toreros que supieron dar espectáculo y lucir a los toros sin olvidarse de que la Lidia consta de tres tercios y que hay que llevarlos a cabo. Así da gusto y así se hace afición.
Por último, me gustaría destacar la soberbia labor de director de lidia que llevó a cabo Antonio Ferrera durante toda la tarde. Los aficionados salían de la plaza como si les hubiese tocado –por fin- el gordo de la lotería isidril. Fue una tarde de interés y de emoción, con casta y con toreros que supieron dar espectáculo y lucir a los toros sin olvidarse de que la Lidia consta de tres tercios y que hay que llevarlos a cabo. Así da gusto y así se hace afición.
Perfecta crónica. Destacar la soberbia actuación lidiadora de Ferrera, yo he cambiado mi opinión sobre este torero. De Aguilar, pues que le tocó el quinto que era la alimaña mala, pero como me divertí con ese toro porque había peligro. PD: PARA LOS INCULTOS DE LOS PORTALES TAURINOS: El 6 no era un toro bravo porque aunque fuera 3 veces al caballo no quería pelea. De Castaño : dos naturales al sexto muy bueno, toro de dos orejas. Y lo de su cuadrilla es de matrícula, cada día nos enseñan el verdadero camino de la Tauromaquia.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo, Diego. Yo no vi ni un bravo, todos rehuyeron ligeramente la lucha en el caballo y ninguno fue codicioso de principio a fin.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
P.D: Mi opinión sobre Antonio Ferrera, torero, también ha cambiado considerablemente.