Cabilando y rebuscando en mi memoria, acabo por recordar que en una Feria de San Isidro no muy remota también les dio a las figuras por esto de "los gestos". Concretamente, fue allá por el año 2001, fechas en las que ya tenían cierto auge todo eso del "toro artista", la "bravura integral", la "domecqsticación" y demás giliflautadas. Vamos, lo que mi amigo Enrique Martín denomina Tauromaquia 2.0. Pues bien, rebuscando en la red he conseguido dar con la cartelería de aquel San Isidro de 2001 y me encuentro con lo siguiente:
José Miguel Arroyo "Joselito": Partido de Resina y Adolfo Martín.
José Tomás: Adolfo Martín.
Julián López "El Juli": Guardiola Fantoni y un toro de Victorino Martín en la corrida de la Prensa.
Enrique Ponce: Dolores Aguirre.
Joaquín Vidal escribe lo siguiente en cada correspondiente tarde:
Miércoles 23 de mayo, toros de Partido de Resina/Esplá-Joselito-Cid: Los toros de Partido de Resina, que quienes están en la pomada gustan llamar
pablorromeros por la sencilla razón de que la ganadería pertenció a Pablo Romero (de eso hace ya cuatro
años), pese a su hermosa lámina y sus bien conformadas cornamentas eran unos
borregos impresentables. Borregos y tullidos. Borregos, tullidos y fumados. (...)
Los premiosos muleteos del famoso Joselito marginaban la técnica de parar,
templar y mandar, y la sustituían por el unipase, el toreo fuera cacho, los
viajes marcados al desgaire, la destemplanza. El muleteo al segundo toro añadió dos series de naturales
de aleatoria factura y aun quiso prolongar Joselito la faena intercalando derechazos,
trincheras, porfías, que provocaron palmas de tango y algún grito avisándole de
que acabara de una vez pues estaba aburriendo al lucero del alba.
Dijeron en su día que lo de Joselito anunciándose con los toros de Partido de
Resina (antes Pablo Romero) constituía una gesta. Luego, al comprobar cómo
salían los toros de Partido de Resina (antes Pablo Romero) se entendió
perfectamente en qué consistía la gesta.
A alguien se le ha visto el plumero, francamente.
Jueves 31 de mayo, toros de diferentes ganaderías/Armillita-Juli-Castaño:
El lote más chico, para El Juli, no hay derecho. Al anovillado de Alcurrucén
le dio pases extraordinarios salteados en una faena valentona de acusados
altibajos. Con el chico, inválido y aborregado de Victorino (vaya plasta envió
este ganadero), se arrimó como un jabato le buscó las vueltas y lo tumbó de un
estoconazo sensacional.
También banderilleó El Juli, con vulgaridad manifiesta. E hizo quites de variada
factura empleando el aplomo y el virtuosismo que le son habituales.
Así que un respeto a El Juli, su casta torera, su espíritu de superación.
Sólo falta que venga con mejores toros, que no se amanere, que no esté
obsesionado con José Tomás.
Viernes 1 de junio, toros de Adolfo Martín/Joselito-José Tomás-Abellán:
José Tomás provocó un escándalo sin precedentes en
la plaza de Las Ventas. Acabó provocándolo después de haber hecho una
estrepitosa manifestación de incompetencia torera y rematarla con lo que quizá
vaya a ser el fracaso de su vida.
Joselito no se crea que le anduvo a la zaga. Joselito, en sus dos turnos, lo mismo al intervenir de capa que de muleta, dejó patente la
realidad de su valor profesional y artístico; y él mismo, solo y sin ayuda de
nadie, desveló la milonga que se había montado sobre el dominio, la maestría y
la torería.
La tarde estaba desmitificadora a tope, sin dejar a
nadie en el olvido, pues el ganadero Adolfo Martín, que se había creado un
cartel de riguroso y purista, criador de toros serios y encastados, envió para
las dos fingidas figuras una escalera de borregos sin trapío e inválidos, que
tanto uno a uno como por junto constituyeron la vergüenza nacional. El fracaso
del ganadero fue similar al de los mencionados coletudos: de los que hacen
época.
Martes 5 de junio, toros de Guardiola Fantoni/Rivera Ordóñez-Víctor Puerto-Juli: El tercer toro le pegó a El Juli una cornada menos
grave. Se la pegó como suelen hacerlo los toros de casta: recrecido y con saña,
tirando derrotes hasta el infinito.
Suele ocurrir siempre que hay cogidas en la feria.
Los isidros no están acostumbrados a estos sinsabores ni a los avatares de la
lidia y cuando ocurren imprevistos se ponen de los nervios. A un aficionado que
le había reprochado a El Juli, un rato antes, su reiteración en poner las
banderillas sólo por el pitón derecho, le armaron una bronca al producirse la
cogida y algunos de los isidros más iracundos pretendían echarlo de la
plaza.
Como si tuviera algo que ver el culo con las
témporas. El Juli, efectivamente, banderilleó únicamente por el pitón derecho,
además con mediana brillantez, mientras en los prolegómenos de su faena de
muleta estuvo hecho un jabato y precisamente que se arrimara de firme condicionó
la cogida.
Lo de El Juli es un caso y su actitud en la feria
merece una justa ponderación. En el anuncio de los carteles se destacó que, por
primera vez, acudían las figuras con ánimo de protagonizar gestas, para lo cual
torearían corridas con fama de duras. Y así fue, pero según y como. Porque vino
la figura Joselito con los toros de Partido de Resina (antes Pablo Romero), y
eran una calamidad; volvió la mencionada figura, ahora acompañado del figura por
antonomasia, José Tomás, con los toros de Adolfo Martín y aún resultaron más
calamitosos. De manera que las gestas se tornaban en muecas; las corridas duras
en una sarta de inválidos aborregados y fumados.
Habida cuenta del precedente se temía que los
Guardiola de El Juli para la consabida gesta serían otra muestra de engaño y de
torería falaz. Pero no. Los Guardiola sacaron el trapío de su estirpe, la casta
que les es propia, y precisamente el toro de la cornada, primero de El Juli, fue
uno de los más serios y mejor presentados de la corrida.
Viernes 8 de junio, toros de Dolores Aguirre/Juan Mora-Ponce-Eugenio de Mora:
Venía Enrique Ponce a protagonizar una hazaña, lo llamaban gesta, podría
tratarse de un gesto, y acabó haciendo el ridículo. ¿Se ha oído hablar del parto
de los montes? Pues por ahí, incluído el ratón que el monte parió. Eso sí, iba
Enrique Ponce como si se tratara del rey del mambo, la cabeza alta, pisando
fuerte y si sus limitaciones provocaban música de viento, le sobraban ínfulas
para salir a saludar y ahí se las dieran todas.
La gesta consistía en que iba a lidiar los correosos toros de Dolores Aguirre
y resulta que a la hora de la verdad sólo le tocó uno pues el otro pertenecía a
la ganadería de Victoriano del Río, que demandan las figuras para simular
proezas.
Ocurrió que de los ocho toros que presentó la ganadera a reconocimiento, los
veterinarios rechazaron tres por falta de trapío (o eso dicen). Faltaba, pues,
uno, e introdujeron el de Victoriano del Río. Que, curiosamente, de trapío tenía
poco, lucía tipo zapato (eso sí, de charol), y desmerecía llamativamente de los
grandones y destartalados ejemplares del hiero titular. El bombón le
correspondió, ¡ah!, cosas del destino, a Enrique Ponce, ¡oh!; que las
casualidades de la vida gozan, ¡huy!, de gran puntería cuando de los reyes del
mambo se trata.
El toro de Victoriano del Rio sacó fuerza escasa, según convenía a la
industria, y desarrolló una encastada nobleza de la que bien podía sentirse
orgulloso el ganadero. Pronto, fijo y humillado en sus embestidas, le estuvo
brindando un señalado triunfo a quien se pusiera delante. Lo que sucedió, sin
embargo es que Enrique Ponce, delante -lo que se dice delante- duraba poco. Daba
el pase y apenas concluido ya estaba zapatillando frenético hacia parajes
alejados del encornado especimen. Y así no es.
Una voz de las alturas resumió lo que acontecía: 'Se va sin torear' (el
toro). Y otra apostilló: 'A cobrar' (el torero). Vox populi le llaman a
esa figura. Terminó la faena, la gente dividió su sanción por lo acaecido y
Enrique Ponce salió a los medios a recibir montera en mano los aplausos y los
pitos, tan fresco.
El quinto toro resultó ser el más escurrido de la corrida, lo cual frustró a
los sesudos observadores pues confiaban que sería el más grande, aunque sólo
fuese por cuestiones de dignidad torera. En cambio lucía una respetable testa.
Este toro ya no era el pastueño de Victoriano del Río sino que sacó la
mansedumbre y la aspereza común a los pupilos de Dolores Aguirre. De manera que
Ponce multiplicó los zapatilleos entre derechazos desabridos, hasta que tiró por
la calle de en medio, macheteó y le metió al toro un sablazo transversal, que si
llega a ahondarlo, asoma medio acero por la banda contraria del pescuezo.
Con estos precedentes, es para echar a correr. O para cosas peores, pues hoy en día el plantel de figuras está peor que entonces. Qué más quisieran Manzanares, Talavante o Luque llegarle a la suela de la zapatilla a Joselito o a José Tomás. Después de todo eso, 12 años hemos tenido que esperar los aficionados para volver a ver a las figuras llenándose la boca con esto de los gestos. A excepción quizás de El Juli, quién posteriormente se vería las caras con alguna de Victorino Martín (Madrid, año 2006, más pena que gloria) y Miura (Valencia, julio de 2006, de donde salió quejándose del trato recibido). Solo una cosa más: cuando llegue la hora de la verdad, ¿saldremos de la plaza hablando de tostón, fracaso ganadero, toros que se van sin torear, bailes de corrales o incompetencia de los de luces, como entonces lo hacía el maestro Joaquín Vidal?
Ni gestas ni leches. Una figura a torear todo lo que le echen. Por lo menos, para mi, la figura debe torear variados encastes. ¿ Podría Mesi negarse a jugar contra equipos de segunda, de los malos de primera o de otros paises?. Si eres figura, a serlo con todas las consecuencias.
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