Se dice de las corridas y novilladas que no embisten, que la terna "no tuvo suerte". Y es que precisamente es "suerte", buena suerte se entiende, lo que se desean entre sí los toreros. Y también, lo que los aficionados les desea. Siempre se desea suerte a los toreros, pero... ¿Y los toros, qué? ¿Acaso los toros, o novillos, no tienen derecho a tener buena suerte? Hay días que son los toreros los que tienen mala suerte, pero otros días son los propios toros los que salen mal parados con la terna que fue contratada para lidiarlos. Y en la tarde de hoy, sexto festejos de la Feria de Otoño, fue este el caso. Para mala suerte, la de los seis novillos de Fuente Ymbro con la terna que les cupo en suerte. Una terna que fue completamente incapaz de entenderla.
Porque la novillada de Fuente Ymbro, excepto bravura, tuvo de todo. Incluso casta en ocasiones. Una casta que, unida a la mansedumbre, complicó aún más las cosas. Mansos todos ellos en el caballo, del primero al último; pero con mucho que lidiar y torear. Y la terna, véase los señores Bruno Aloi, El Mene y Pedro Luis, dedicados a pegar pases. Que es lo único que tienen metido en la cabeza y que saben hacer: pegar pases. Muchos pero que muchísimos pases. Y entre todos esos pases, no consiguieron hilar ni una sola serie aceptable. Una ruina.
El 1° salió con muchos pies y el picador, que de seguro no seguía instrucciones del lidiador para quien prestaba sus servicios, lo mermó completamente de una puñalada asesina en mitad del espinazo. Resultado: ni tenerse en pie podía el animalito, nada más cambiarse el tercio. Imposible cualquier cosa ante él, salvo matarlo bien. Bruno Aloi, tras un breve intento y visiblemente enfadado -como si el novillo hubiera salido así de chiqueros-, lo mató bien.
El resto de la novillada transcurrió entre una extraña mezcla del interés que despertaba el juego de los novillos, y un horroroso tedio con el que vulgar pegapasismo de los aspirantes -aspirantes ¿a qué?- hastiaron al personal. El Mene, por momentos ante el 5°, mandó a hacer gárgaras esa vulgaridad con un puñado de detallines. Un par de trincherillas extraordinarias en el comienzo de faena, y algún que otro pase de pecho, fueron esos detallines. Unos detallines que se esfumaron a la hora de pegar derechazos y naturales. Eso a lo que se llama el toreo fundamental. Y en el toreo fundamental, El Mene no brilló. Pases, medios pases, telonazos y trallazos, todos los del mundo. Derechazos y naturales de verdad, de esos de trazo largo y mandones, ni uno. No se entendió El Mene con ese exigente 5°, como tampoco logró sobreponerse a la mansedumbre del 2°. Un novillo, por cierto, al que mató extraordinariamente bien. Esa estocada y los cuatro detallines antes relatados son lo mejor de la tarde no solamente por parte de El Mene, sino de toda la terna.
Bruno Aloi lleva ya una buena retahíla de novilladas toreadas, de las cuales en Madrid han tenido lugar un buen número. Y el hombre sigue diciendo lo que decía al principio: nada. Inédito quedó con ese al que su picador asesinó -sin tener nada que ver el propio novillero, claro-; pero ahí tuvo al novillo 4° para realizar mucho más de lo que acabó haciendo. La faena fue tan larga como aburrida, totalmente vacía de contenido y sí muy vulgar. El novillo tuvo la dificultad de que su tendencia era huir, pero cuando se acertaba dejarle la muleta puesta y tirar de él, el animalito repetía con buen son. Pues nada de nada... ¿Otra vez será? Ya van varias por parte de este novillero, y qué poquito...
Pedro Luis vino con más ganas de hacer las cosas bien, y con cabeza despejada. Al encastado 3° se le vio galopar y embestir porque el propio novillero le dio sitio siempre. Otro hubiera acortado distancias y se hubiera visto otra cosa. Pero ante ese novillo encastado y exigente, Pedro Luis naufragó en un mar de trallazos acelerados y falta de acople. Se excedió sobremanera en la faena, llegando a escuchar un aviso mientras continuaba soltando su soflama. Finalmente, se llevó dos. Mismas trazas ante el 6°, al que de nuevo dio sitio y permitió que el animal embistiera con largura. Pero fue incapaz de entenderse con el novillo, y torearlo limpiamente. Hay que decir que de entre toda la mala suerte que tuvo la novillada, 3º y 6º fueron los que menos mal salieron parados. Otra vez será para Pedro Luis también.
La novillada tuvo mala suerte. Pésima suerte, más bien. No fue buena ni brava, pero sí tuvo mucho dentro. ¿Por qué no desearle también suerte a los toros, según les es abierta la puerta de chiqueros? Como si no lo merecieran.