domingo, 9 de junio de 2024

9 DE JUNIO DE 2024, CORRIDA DE LA BENEFICENCIA: "CLASE Y RITMO"

    Garcigrande echó una gran corrida de toros esta tarde. Una corrida de toros de hechuras armónicas e ideales para embestir, cabezas que caben en la muleta, y dotada de "clase y ritmo". Ideal para permitir eso de torear. Garcigrande echó una gran corrida de toros para torear, lástima que muchos no estemos "educados" para verlo. Donde los "educados" en materia ven hechuras armónicas y cabezas que caben en la muleta, los "no educados" vemos torillos impresentables y sin rematar. Donde los "educados" ven "clase y ritmo", esos a quienes "nos falta educación" vemos falta de fuerzas, sosería, descaste y bobaliconería. El anti-toro de lidia, en una palabra. Por eso, la grandiosa corrida de Garcigrande lidiada en la Beneficencia, ha generado tantas protestas y ha habido quien se ha enfadado en el tendido. Porque "nos tienen que educar en que este es el toro que permite el toreo". Y no hay más.

    La corrida de Garcigrande fue grandiosa, porque tuvo "clase y ritmo". Lástima que en Madrid no estemos educados para valorarlo. En otra feria o plaza, hoy se hubieran indultado dos o tres toros. Como mínimo. Pero en Madrid, se ha silbado y protestado a toda la corrida, de principio a fin. También se hubieran cortado muchas más orejas, de haberse lidiado en otra plaza. Y hasta rabos quizás. Pero en Madrid, "solamente" se le han cortado dos a esta corrida. Cosas de la "educación", se conoce. Y como por aquí tampoco se está "educado", allá vamos: la corrida de Garcigrande era para haberla tirado entera para atrás. Primero, por la mañana: solamente se aprobaron cinco, pero era para haber rechazado la corrida entera. Por algo son los garcichicos. Y si no fue por la mañana, sí por la tarde, cuando los cinco inválidos fueron desfilando uno a uno por el ruedo, sin fuerzas, sin poder y teniendo que ser simulada la suerte de varas. Recibieron esos cinco inválidos garcichicos diez picotacitos de nada, que apenas hicieron sangre. Las respectivas lidias se iban realizando entre algodones, con el capotito muy arribita y sin molestar. Y luego, en el tercio de muleta, embistieron con muchísima suavidad y blandura. Lo que se viene llamando "clase y ritmo", pero nos falta educación para entenderlo. 

    Con semejante percal, Sebastián Castella y Fernando Adrián mano a mano. La Corrida de la Beneficencia, antaño corrida más importante del año en Madrid y donde toreaba el triunfador o triunfadores de San Isidro, quedó en un mano a mano ante la baja de Morante de la Puebla y la imposibilidad de encontrar un triunfador a la altura. El único que de veras ha triunfado en este San Isidro, tenía otros compromisos profesionales que atender esta tarde, y como el torero revelación de este año, véase David Galván, es como los futbolistas menos mediáticos, que no "vende camisetas", la cosa queda en mano a mano. Una decisión a la altura de lo que ha sido esta feria, y ganancia para la empresa. Cuando lo llamamos "Corrida de Beneficencia", se entiende que es en beneficio de las arcas de los taurinetes de medio pelo. 

    El mano a mano entre Sebastián Castella y Fernando Adrián se resolvió con una tarde que ni fu ni fa de Sebastián Castella ante tres mojones inválidos, y una puerta grande de Fernando Adrián, su tercera puerta grande en un año, tras una actuación tan arrolladora como ausente de toreo. Fernando Adrián es un torero que da la cara, es valiente y ofrece muchos gestos a la galería. Pero falla (y mucho) en el toreo fundamental. Fernando Adrián nunca cita de frente, ni tampoco carga la suerte, ni torea hacia dentro. Mucho toreo de rodillas, mucho pendulazo, muchos desplantes arrojando los trastos de fea manera, mucho encimismo... Pero lo que es el toreo de verdad, nasti de plasti. Le corta una oreja al 2º, al que recibe con faroles de hinojos, y le realiza una faena de muletazos aliviados a media alturita, muy retorcido y acompañando hacia fuera la blandengue embestida de la babosa. Y cuando ve que lo ha apurado al completo, comienza el toreo de pueblo: pendulazos, circulares, desplantes, encimismo y las pestilentes bernadinas. Toreo de pueblo que enardece a parte de la masa, y una buena estocada para rubricar. Pasa desapercibido todo lo que le hace al tetrapléjico 4º, cuya permanencia en el ruedo desató las iras del personal. Pero ante el 6º, vuelve a captar toda la atención: pendulazo de rodillas en los medios, dejándoselo venir desde las tablas, y toreo de rodillas en redondo por el pitón derecho que hace explotar el éxtasis en gran parte de la plaza. Ya de pie, da dos series con la mano derecha bajando mucho la mano pero toreando hacia fuera y echando siempre la pierna atrás. Con la zurda da otras dos series con el mismo corte, citando siempre de perfil el matador y toreando hacia fuera. El destoreo de Fernando Adrián arma un alboroto en los tendidos, y el ambiente es de que si lo mata le corta dos orejas. No tiene más la faena, salvo unos doblones para cerrarse al toro y prepararlo para la estocada. En el primer intento, el matador tropieza y alcanza el costillar del toro con media estocada. Al segundo intento, la estocada cae baja. Pero resulta fulminante, y la plaza vuelve a llenarse de pañuelos solicitando la segunda oreja para Fernando Adrián y su tercera puerta grande consecutiva. El señor Presidente no se complicó la vida esta vez, y la concedió. ¡¡Cualquiera!! 

    Sebastián Castella, ni fu ni fa en toda la tarde. Ni con los dos mojones de Garcigrande, ni con el mojón de El Pilar que remendó la corrida: otro más que, si sirvió para algo, ese algo sería, filetes y un guiso de rabo de toro con patatas. Eso, o que "falta educación". Y como falta educación, se dice y no pasa nada: la corrida de Garcigrande, más el remiendo de El Pilar, no sirvió para nada. Los torerines de pitiminí que soportamos hoy en día lo agradecen: se pueden expresar ante estos toros, y pueden crear jarte, y torear a gusto... Pero una corrida como tal, tan floja, tan descastada, tan tontorrona y que hace de la suerte de varas un simulacro, hace más daño a la Fiesta que veinte ministros como el mamarracho ese del Urtasun. Y los que defienden esto como el paradigma de la bravura, más aún. Afortunadamente, eso es "estar educado" en esto de los toros. 



8 DE JUNIO DE 2024, VIGESIMOSEXTA DE FERIA: "¿QUÉ HOMENAJE ES ESTE?"

    El cartel de la tarde anunciaba un homenaje a la Policía Nacional en el bicentenario de su fundación. Un homenaje que consistió en un bonito photocall en el patio de cuadrillas, un minuto de silencio en memoria de los caídos (reventado por el malnacido de turno con un comentario que no viene al caso), la interpretación del Himno Nacional por parte de la banda de música, y una recepción tras la corrida. El hombre lo compuso, Dios lo dispuso y el Toro, lo descompuso. Bueno, el "Toro", si a esos ocho animalejos que desfilaron por el ruedo se le pueden llamar tal cosa... 

    El homenaje estaba dispuesto a la Policía Nacional, tan presente en el mundo del Toro de la mano de los delegados gubernativos y de los presidentes. ¡¡Gracias a Dios que es así!! Felices doscientos años, y que sean muchos más. Y si los siguen cumpliendo ejerciendo esas funciones en las plazas de toros, mucho mejor. Hace falta quien ate en corto las fechorías y malas artes de los taurinetes, rabiosos en las últimas horas por un fallo presidencial. Cuando el fallo viene por otro lado, no ladran tanto.

    Un homenaje dispuesto a la Policía Nacional, y que terminó siendo un reflejo primoroso de esta calamitosa feria de San Isidro. Un grandioso petardo ganadero, acompañado de otro grandioso petardo por parte de una terna totalmente incapaz de lidiar y estoquear semejante bazofia ganadera con un mínimo de decoro. La corrida de Román Sorando fue malísima en todo, y para lo único que sirvió fue para tocarle más la moral a la sufrida afición de Madrid. Malísima de presencia, malísima de casta, malísima de bravura, malísima en el caballo, malísima de fuerzas y malísima de raza. Y a lo mejor, hasta malísima en el plato. Esto ha sido la tarde de hoy, y la inmensa mayoría de tardes que llevamos acumuladas desde el 10 de mayo. Una ruina. Un desastre. Una hermosa retahíla de mojones, cantados de antemano muchos de ellos. ¿Por qué Román Sorando para lidiar en San Isidro? ¿Porqué estos toros? Ya vimos una corrida de esta vacada el pasado verano, de la cual hubo algunos ejemplares que sirvieron. Y como esa corrida sirvió, ¿qué mejor que echársela a una terna de toreros artistas para la feria de San Isidro? La jugada era maestra, hasta que comenzaron a salir uno a uno de toriles esas seis birrias con cuernos, y esos tres artistas. Resultado: una traca más, de la que fueron partícipes hasta los dos sobreros que fueron lidiados.

    Diego Urdiales y Juan Ortega, dos de los artistas, estoquearon los cuatro toros de Román Sorando lidiados. Diego Urdiales anduvo de enfermero ante el primero, inválido hasta decir basta. Y como lo de pegar pases a una babosa no se toma mucho en cuenta en Madrid, pues nadie le hizo gran caso. Ni tan siquiera cuando acompañó con gusto y temple algunas embestidas por el lado izquierdo. El 4º fue el único toro de toda la corrida que, sin ser un dechado de emoción, embistió con otro aire y más poder. Se le pegaron dos fuertes puyazos, con el agravante de hacerlo en muy mal sitio, pero llegó a la muleta con el fuelle suficiente para ofrecer pelea. Urdiales, con la cara desencajada y sin ganas de fajarse con ese toro, se limitó a espantarle las moscas a base de telonazos. Quién le ha visto y quién le ve a Diego Urdiales. Luego está lo del novio del año, sin toros una vez más y dando un paupérrimo espectáculo con la espada en sus dos toros. Especialmente con el 5º, al que pinchó hasta en 5 ocasiones y, sin más, se lía a descabellar. Una cosa es no tener toros, y otra no andar ni con un mínimo decoro. 

    Merece mención aparte Pablo Aguado, lo suyo ante los dos sobreros y, lo peor, los dos berrinches de criatura que se pilló. Dos berrinches que se cogió cuando le devolvieron al corral los dos inválidos que le correspondieron en suerte a las 12 del mediodía. Sí, sí, tal cual: al señor Pablo Aguado le sentó como un tiro que a dos toros que no se tenían en pie, los cambiaran por dos sobreros. Los gestos de rabia dedicados a la Presidencia cuando esta asomaba el pañuelo verde, no dan a entender otra cosa. ¿No será que Pablo Aguado solo sabe torear primorosamente a las babosas inválidas? Luego viene lo suyo ante los dos sobreros: lo suyo ante el sobrero que sustituyó al 3º, un mulo de José Vázquez, tiene rápida explicación: la nada. Mucho más meollo tiene lo suyo ante el sobrero de Montalvo que sustituyó al 6º: salió con muchos pies este toro y puso en muchos apuros a su matador durante el recibo capotero, siéndole incluso arrebatado el capote de un gañafón. Lo que vino a continuación se barruntaba: masacre en varas. Pero el toro llegó a la muleta con ganas de pelea, y Pablo Aguado no estaba por la labor. Trapazos para espantar las moscas, impotencia, mitin con la espada, y la gran bronca. Lo dicho, a lo mejor es que a Pablo Aguado solamente le da para torear con ese gusto y esa despaciosidad cuando tiene toro para ello. Dicho de otra manera, cuando NO tiene Toro. 

    Más de dos horas y media duró esta tarde de toros sin toros ni toreros. Ni un detalle. Ni un par de banderillas. Ni un quite. Ni un lance. Ni una lidia... Nada. Solamente tedio, hastío y cabreo. Un homenaje a la Policía Nacional en su bicentenario, consistente en una corrida de toros sin toros ni toreros. ¿Qué homenaje es este?

sábado, 8 de junio de 2024

7 DE JUNIO DE 2024, VIGESIMOQUINTA DE FERIA: "LA CORRIDA DE LOS ESCÁNDALOS"

Esta corrida pasará a la historia de la Tauromaquia como la "Corrida de los Escándalos". Será toda una celebridad en los libros de historia, como lo fueron otras tardes del pasado a las que se le apodaron en virtud a sucesos que allí transcurrieron. Ahí están la famosa "Corrida de los dos solos", en 1917. La llamada "Corrida de la Victoria", en 1939. La "Corrida del Salario del Miedo" o de "la Vuelta Ciclista a España", en los años 50. El rabo de Palomo, en el 72. La "Corrida del Siglo", en el 82. O la de "Los Quites", en el 96. Entre otras muchas, han pasado a la historia y se hablará de ella por los restos, de la misma manera que se hablará durante mucho tiempo de la "Corrida de los Escándalos", acontecida en el 2024. 

De escándalos estuvo colmada no ya toda la tarde, sino el día entero. La cosa empezó mal en el apartado, viendo la fachada que lucían algunos toros; por no hablar de algunos pitones. Y una cosa llevó a la otra: un paseíllo, otro más, caldeado y en el que se exhibió una pancarta en el tendido alto del 7 por la que algunos aficionados mostraban su repulsa a eso del afeitado; y también algunos aficionados exhibieron serruchos. Y es que, por mucho que digan los taurinillos de pacotilla, el afeitado está muy presente en esto y es un problema contra el que se debe luchar sin miramientos.

Así pues, la que a todas luces pasará a la historia como "Corrida de los Escándalos" se inició con la lidia de un primer toro de Victoriano del Río de interesante juego  y mucho que torear. Emilio de Justo bien podría haber armado el primer escándalo de la tarde, pero no tuvo el honor ni la suficiente buena mano para ello. El toro cumple en varas y, aunque tiene tendencia a irse a las tablas durante el segundo tercio, embiste en los capotes con buen son y metiendo la cara. Emilio de Justo empieza la faena como correspondía, es decir, mandando por abajo y con tres doblones en redondo por el pitón derecho con mucho gusto y poderío. Pero ese buen comienzo fue solamente un espejismo, y a continuación le viene todo muy grande a un dubitativo y desbordado Emilio de Justo, quien no fue capaz en ningún momento de someter al animal  dejándole la muleta puesta, bajarle la mano y llevarle largo. 

Pero el escándalo verdadero de la tarde llega de la mano de Borja Jiménez y su lidia al 2°, un toro que mansea en el caballo y al que se le castiga poco. A portagayola se fue a recibirlo, como fuerte declaración de intenciones tras las dos tardes tan poco afortunadas que ha tenido en la última semana. Pero lo grande llega en el tercio de muleta: el toro, tras un castigo aliviado en vara, se ha venido arriba en el tercio de muleta, comenzando Borja Jiménez la faena doblándose, y le siguen tres series de derechazos de menos a más. Los primeros muletazos acompañan sin más, y poco a poco va acoplándose el matador hasta dejar algunos derechazos de mano baja y toreando hacia adentro, pero cometiendo el imperdonable pecado de citar escondiendo la pierna; esa última serie la remata con un SOBRENATURAL. Con la zurda le cuesta acoplarse al principio, pero al final deja tres naturales ligados extraordinarios y otro trincherazo de remate que para los relojes. El toreo eterno de verdad, el que conquista todos los corazones. Le sigue otra serie de naturales muy mandones y obligando mucho al toro, que ya anda venido a menos. Y como no había por qué alargarse más, se cierra Borja Jiménez al toro con unos doblones extraordinarios, de esos que inspiran a los mejores pintores, y a matar. La estocada es extraordinariamente ejecutada y cae arriba, y aunque el toro se resiste con casta a doblar, acaba cayendo sin puntilla y llega el delirio. La plaza se llena de pañuelos solicitando las dos orejas, la faena fue de menos a más pero aquellos naturales y esa estocada de remate, bien valían su peso en oro. O dos orejas. Borja Jiménez había escandalizado Las Ventas toreando al natural como de verdad se venía esperando en él, y no sucedió ni ante la corrida de Santiago Domecq, ni mucho menos ante la de Victorino Martín. La plaza, blanca entera solicitando las dos orejas... Y se acabó concediéndose solamente una. Muchos nos preguntamos a estas horas qué se le pasaría por la cabeza al bueno del señor Presidente para no sacar el mosquero blanco por segunda vez, pero así las cosas. El escándalo fue mayúsculo y la bronca, histórica. 

El escándalo de Boja Jiménez, sus naturales y estocada, la no concesión de las dos orejas, la bronca al señor Presidente y la madre que parió a Panete se entremezcló con es escándalo que produjeron los pitones del 3°. "Esas bolitas", decían por ahí. ¿Bolitas? Aquello eran dos pelotas de baloncesto. ¡¡Qué vergüenza!! Se le pega poco en varas al torete, que cumple sin más, y aparece en escena la reencarnación del mítico Platanito. Con la salvedad de que el Platanito era serio, en comparación de su homólogo del siglo XXI. A Roca Rey ya no parecen servirle sus, llamémoslo "recursos", ni frente a su público de aluvión y cubalibre en mano. Su comienzo de faena, de rodillas y pegando pendulazos, no desató la pasión de antaño, ni tampoco su retahíla de trapazos y destoreo burdo. Cómo además mató de estocada trasera y que provocó derrame, la bronca también fue importante.

El escándalo siguió con la salida del 4°, que por hechuras pareció llevar en huelga de hambre por lo menos un año. Las fuerzas que mostró, confirmaba la sospecha: el toro llevaba en huelga de hambre bastante tiempo, y el castigo en varas fue mínimo. No asomó pañuelo verde, y hubo que tragarlo. Emilio de Justo lo pasó por ambos pitones con la elegancia que él acostumbra, a media alturita y haciendo de enfermero. Aquello no llegó a nada, y todo se remató con otro bajonazo. 

Un Borja Jiménez enrabietado salió a recibir a portagayola, otra más, al 5°. Buenos lances a la verónica una vez superado el trago, y un galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo. Pero este sí tuvo el honor de hacer trabajar esta tarde a Florito y sus berrendos, saliendo un sobrero de Torrealta al que, de nuevo, Borja Jiménez recibió de hinojos en chiqueros. El de Torrealta, ni fu ni fa. Ni en varas, ni en la muleta. Y la faena de Borja Jiménez, en situación normal, pues también ni fu ni na. Buen comienzo, con otros dos trincherazos enormes, al que sucedieron muletazos por el lado derecho corriendo bien la mano pero descargando la suerte. Con la zurda, no coge vuelo el asunto. Arrebatado (y enrabietado) el matador, apenas deja nada para el recuerdo en esta faena. Ni siquiera en la suerte suprema: pinchazo y estocada caída. Pero estaba cantado que, pasase lo que pasase en este toro, la oreja iba a caer. Y cayó, a pesar de una faena que ni fu ni fa, muy mal rematada con la espada. En desagravio por parte del señor Presidente.

La tarde estaba sobradamente echada cuando Borja Jiménez paseó su segunda oreja, pero aún faltaba el postre: Roca Rey dando muestras de no saber ni qué es lidiar, ante un marrajo. El toro, otro espantajo de Victoriano del Río muy escurrido, salió frenándose y regateando cuando su matador le presentaba el capote. Ni siquiera llegaba a meter la cara en los vuelos, desentendiéndose de todo Roca Rey y dejándolo en manos de sus peones. Fue Antonio Manuel Punta quien fijó al toro con muy buen hacer. Pero de nuevo la inhibición del matador: el toro se fue al caballo que guarda la puerta para recibir un refilonazo. Por fin consigue meterlo el propio matador en el caballo de contraquerencia, y al toro le da por emplearse como anteriormente no lo había hecho ninguno. Enorme la pelea de este toro en esta entrada, si bien salió suelto. Tras el puyazo y la lidia de Antonio Manuel Punta, el manso se ha venido arriba. Otorga un puñado de arrancadas, no muchas, que bien podrían haber sido aprovechadas si enfrente hubiera habido un torero. No lo hubo. Nunca lo ha habido en realidad, y cuando el caballero que tenía delante intentó el pegapasismo con la zurda, el animal cantó la gallina y acabó todo. Lo mejor de Roca Rey en esta tarde es que nos despedimos de él hasta el año que viene. 

La "Corrida de los Escándalos" pasará a la historia. Por sus cosas buenas, y otras no tan buenas. Siempre nos quedarán de aquella tarde los buenos naturales de Borja Jiménez y la estocada con la que culminó. La mediocre corrida de Victoriano del Río, los pitones de algunos toros, el nuevo numerito de Andrés Roca Rey y hasta el "descuido" presidencial, ya si eso le dejamos caer un tupido velo. ¿O no?

jueves, 6 de junio de 2024

6 DE JUNIO DE 2024, VIGESIMOCUARTA DE FERIA: TRADICIONAL TRACA DE ADOLFO MARTÍN

Petardo de Adolfo Martín. Da igual cuando se diga, el comentario es reciclable y sirve para todas las ocasiones. Aquí somos fieles a las tradiciones, y si lo que hoy correspondía era la traca de Adolfo Martín, no se podía fallar a la cita. Como corderos llevados al matadero, o como benditos que caminan hacia la plaza en las tardes de lisardianos. Pues hoy lo mismo: benditos aposentándose en la dura piedra para ser testigos de otra agolfada infame. Otra más. ¿Cuántas llevamos? Cualquiera sabe, hace ya años que perdimos la cuenta. 

Petardazo de Adolfo Martín en Madrid, y de los gordos. Petardo tras petardo. Traca tras traca. Mascletá tras mascletá... Cuando lidia Adolfo Martín en Madrid, más parecen esto las calles de Valencia en plenas Fallas, que otra cosa. No parece llegar el día en que se le dé a esta insufrible vacada el larguísimo descanso que merece. Es lo mismo de todos los años: corridas de hechuras y tipos muy variados, que van desde toros bien hechos y en tipo, hasta animaluchos que parecen no parecen saber qué es el pienso ni el pasto. Y en comportamiento, el denominador común es el que se lleva marcando durante los últimos 15 años: que Adolfo Martín es una vacada totalmente descastada, sin poder ni raza alguna para emplearse en el caballo ni tampoco en los capotes ni la muleta. Una ruina. ¿Hasta cuándo debemos seguir aguantando esta chacota? Basta ya de colar a Adolfo Martín como "ganadería predilecta de Madrid", solo por el mero hecho de descender del tronco Albaserrada. Esa monserga ya no funciona, en Madrid queremos TOROS. Sean del encaste que sean, pero TOROS. TOROS como los de Victorino ayer. TOROS como los de Fuente Ymbro hace días, o como los de La Quinta o El Torero, por citar las poquísimas ganaderías que han cumplido en esta calamitosa feria. TOROS, no conatos. Es ya hora de que a unas cuantas ganaderías se les dé un largo descanso de las ferias, y Adolfo Martín es una de ellas. 

Ni sesenta de minutos de festejo habían transcurrido cuando se arrastró el tercer toro, y ese fue el hecho mas relevante en ese momento. Las tres babosas lidiadas en primer lugar no dieron lugar a lucimiento alguno por parte de los tres matadores. Con habilidad, aseo y brevedad cumplieron el trámite Antonio Ferrera, Manuel Escribano y José Garrido, inéditos en esos tres primeros toros. Tampoco cambiaron la tónica los tres que siguieron, pero algunas cosillas por parte de los matadores y, sobre todo, la lluvia que cayó, pareció entonar a los presentes. Llovió durante la lidia del cuarto, pero viendo la reacción de los que  aguantaron en el tendido, parecía que llovía ginebra, más que agua. Ángel Otero y Víctor Manuel Martínez dejaron sendos pares de banderillas colosales a ese 4°, un inválido que hizo méritos más que sobrados para hacer asomar el pañuelo verde. No ocurrió, por desgracia, y lo que vino a continuación fue la clásica perfomance ferreriana. Larguísima faena, faena bajo la lluvia, de muletazos a media altura para que el pobre animalito no doblara, aderezados de esas contorsiones y ese amaneramiento. Hubo una serie, por el pitón izquierdo, que fue muy despaciosa y donde Ferrera tiro del toro hacia adentro. Buenos naturales aquellos, y si hubiera cortado en ese momento, quizás la faena hubiera sido interesante. Pero no, lo que siguió fue la parafernalia de arrojar el palo al suelo y continuar nuevamente las contorsiones y los trapazos. Así, hasta hacer sonar el aviso antes de entrar a matar. ¿Qué necesidad había? Pinchó, y eso posiblemente impidió que se solocitara el despojo.

Llovió también durante el 5°, otra babosa que se quedaba a medio viaje y le costaba arrancarse. Escribano anduvo como es Escribano: portagayola, tercio de banderillas espectacular, muy digno y aseado trasteo con el torete y hasta voltereta, afortunadamente sin consecuencias. Llegó a arrancarle algunos muletazos sueltos con mérito, a base de tragar. Pero tuvo un mal colofón: estocada trasera y desprendida. El Presidente, acertado al no conceder la oreja tras una estocada como tal. Se celebra y agradece el rigor que los presidentes están teniendo este año. 

A José Garrido también le aplaudieron y jalearon mucho durante su trasteo al 6°. La lluvia, que era de ginebra... Pero su quehacer ante ese esmirriado torillo, noble y de embestida simplona, no tuvo gran cosa. Lo pasó con aseo y despegado por ambos pitones, arrebatado a veces el torero. Una faena larguita, correcta sin más, y culminada de un feo bajonazo. Otro día más en la oficina para este torero, que no parece  demostrar en esta plaza, tras una década de alternativa, ese presunto "toreo artista" que se lleva pregonando desde su época de novillero. 


5 DE JUNIO DE 2024, CORRIDA DE LA PRENSA: "TOROS SÍ, PERO TOREROS..."

    Vimos toros. ¡¡Gracias a Dios!! Hoy sí, vimos una corrida de toros con toros. Nos parecía imposible después de tanta mojiganga, pero también existen las corridas de toros donde se lidian eso mismo, toros. Ya casi se nos había olvidado lo que era eso, y ha tenido que ser el hierro de la A coronada, con su divisa azul y encarnada, la que nos vuelva a mostrar qué es una corrida de toros de verdad, con todas sus letras. 

       La corrida de Victorino Martín nos devolvió el gusto por ver una corrida de toros con toros de verdad. Toros con sus complicaciones, exigentes, de mejor o peor condición, bravos o mansos, encastados o más reservones... Pero ante todo, toros con interés y con mucho que torear. No será ni la mejor corrida que veremos en nuestras vidas, ni lo mejor que puede dar de sí esta bendita vacada; pero nos hace volver a la realidad de lo que es el Toro de verdad. Victorinos que lucieron imponente fachada,  tuvieron un comportamiento variado, y que se fueron al desolladero muy mal lidiados, peor picados y con las orejas puestas en su sitio. Eran para mucho más esos toros de Victorino Martín que para andar de la manera tan pésima que anduvieron esta tarde los dos señores que vistieron chispeante bordado en oro, así como las cuadrillas de picadores y banderilleros que les acompañaron. Muchos capotazos, telonazos más bien, de más. Puyazos muy fuertes y traseros, si no paletilleros. Muchas pasadas en falso a la hora de banderillear. Falta de entendimiento por parte de los matadores... Fue una tarde de toros, pero no la tarde de los lidiadores, fueran estos de oro, plata/azabache o castoreño. 

    Los seis toros que Victorino Martín se trajo a Madrid salieron cada uno a su padre y a su madre. Comportamiento de lo más variado e interesante, sin dejarse nada o casi nada en el tintero. Para abrir plaza tuvimos nada menos que a una de esas alimañitas que también han dado leyenda a esta ganadería: un animal que manseó en las tres varas que tomó, y que llegó a la muleta orientado, frenándose y mirando mucho a lo que había detrás de la muleta. Le siguió el polo opuesto, un toro que si bien se defendió bajo el peto, tuvo una excelente y encastada condición. El que hizo de tercero anduvo más justito de fuerzas y derrochó más suavidad, pero no por ello fue menos exigente ni muchísimo menos imposible para el lucimiento. Con cuarto y quinto la corrida pareció bajar el listón: un toro de embestida simplona y sosa fue el cuarto, y rajado desde el primer muletazo el 5°. Y de postre, el toro más completo de toda la corrida: el único que de veras se empleó con bravura en varas y regaló extraordinarias embestidas en la muleta, si bien los dos puyazos asesinos que recibió y la pésima lidia le hicieron venirse abajo demasiado pronto. 

    Así jugaron sus cartas los seis albaserradas de Victorino Martín. Jugaron las cartas y, de paso, ganaron la partida a sus respectivos matadores de manera incontestable. La tarde que echaron Paco Ureña & cía, y Borja Jiménez & cía ante semejante sexteto de toros, no da lugar a la amabilidad. Qué mala suerte la de estos seis toros al encontrarse de bruces con estos dos matadores, esos ocho banderilleros y aquellos seis picadores. ¡¡Qué mala suerte la de esos seis toros, tan mal picados, tan mal lidiados y tan desaprovechados!! La tarde de Paco Ureña, mala y decepcionante: ni le dio la lidia adecuada a la alimaña, ni se entendió con el toreable, ni supo sujetar al manso. Pases, muchos. Muchísimos. Firmeza, pues también pero a ratos. Vulgaridad, a raudales. El toreo, ni por asomo. Peor aún fue la tarde que echó Borja Jiménez, con los dos mejores toros de la corrida para más inri. Ni los entendió, ni los pudo, ni muchísimo menos supo aprovechar a esos dos toros, 2º y 6º, de condición tan exigente y con tanto que ofrecer. Lejos de una lidia ordenada y de sometimiento, a lo que buenamente se dedicó Borja Jiménez fue a pegar trapazos. Sin más. Trapazos y más trapazos, series muy largas de trapazos sin someter ni poder a los toros por abajo. Ambos toros humillaban y embestían con recorrido, pero para ello había que bajarles la mano y llevarlos largo, con las zapatillas bien asentadas y sin retirarles el trapo de la cara. En una palabra, someter a la casta; he ahí la exigencia de un toro de verdad. Pero fue la casta la que sometió a Borja Jiménez esta tarde, y volvió a sembrar de dudas los tendidos de Las Ventas. 

    Los toros, sí. Los toreros, ya no. Fueron los primeros los que sometieron a los segundos, y ni tan siquiera el pésimo trato que recibió la corrida fue óbice para que esta dejara en paños menores a todos y cada uno de los lidiadores que actuaron en esta tarde. Pero poco importa ya a estas horas: hubo una importante corrida de toros, y eso es lo que verdaderamente paga el precio de una entrada. 

martes, 4 de junio de 2024

4 DE JUNIO DE 2024, VIGESIMOSEGUNDA DE FERIA: "SI FALLA HASTA ESCOLAR..."

    La corrida de José Escolar ha sido mala. Muy mala, sin paliativos ni excusas ridículas. Y si aquí nos falla hasta la corrida de José Escolar, con esas hechuras que ha lucido tan magníficas y ese historial que tiene esta vacada, ¿qué puede esperarse de todo lo demás? 

    Que Dios nos pille confesados. La corrida de José Escolar ha sido pésima, la tarde aburrida y la decepción, mayúscula. La feria de San Isidro se va acabando y los petardos se acumulan. Van haciendo montón, como las cáscaras de pipas. Una encima de otra, una encima de otra hasta formar una montaña cono el Everest. Y que petardeen esas de cuyo nombre no quiero acordarme, no nos coge de sorpresa y nos hace estar curados de espanto. Pero que aquí petardee hasta lo de José Escolar, una de esas corridas en las que se tiene fe ciega... Apaga y vámonos. Qué desastre, qué horror y qué espanto de feria llevamos.

    Los toros de José Escolar han venido a Madrid como hay que venir en cuanto a presentación, y la corrida ha terminado siendo un espectáculo visual. Pero ahí se quedó la cosa, solo en lo visual. Porque por dentro ninguno de los seis tuvieron qué ofrecer. Toros muy mansos que no quisieron ver el caballo ni en pintura, toreables y simplones sin más. Alguno que otro peligroso, orientado y con muy malas ideas Casta, pero de la mala. Mejor será la casta mala que no tenerla, aunque no sea lo deseable. Si hay casta, aunque sea de la mala (eso que también llaman "genio" y "bronquedad"),  se puede andar ahí delante y dar emociones. Ese ay que tan de menos se echa a veces. Pero con animales de embestida simplona y la bobaliconería por bandera, el aburrimiento está garantizado. 

    Ese ay vino cuando la tarde ya estaba a punto de llegar al fondo del precipicio, tras cuatro lidias anteriores en caída libre que fueron protagonizadas por la simplonería. El 5° toro de Escolar fue ese toro de casta malísima (genio, si lo prefieren), con el que pocas florituras cabían. Medía, se quedaba a medias al arrancarse, y probaba a su matador en todos los muletazos. No pareció importarle a Damián Castaño, que anduvo valentísimo y muy torero en una faena basada principalmente en la mano zurda. Fue de menos a más esa faena, y acabó con algunos naturales de frente, pegados de uno en uno, que tuvieron mucho mérito. Gustó Damián Castaño y bien pudo haberle cortado una oreja si llega a acertar con el acero. Algo menos gustó en el 2°: faena más centrado en gustarse que en torear de verdad, dando medios pases acelerados aunque bajando mucho la mano, que no tuvieron más cosa que ese afán por "gustarse".

    Gómez del Pilar también fue capaz de sacarle algunos muletazos muy mandones al 3°, por el lado derecho y a principio de faena. El toro se acabó pronto y la faena, también. Mejor dicho, el interés en la faena, porque se embarulló Gómez del Pilar en una faena larga, mucho más de lo que el toro mereció, y sacó muy poco en claro. El 6° pareció más un buey de arado que un verdadero toro de lidia, y su matador no se alargó demasiado está vez. Bien que hizo. 

    Fernando Robleño es un torero también esperado en esta plaza, y más después de algunas cosillas acontecidas en los últimos tiempos. Pero hoy afloró el Robleño que a nadie nos gusta, ese que se pone muy a la defensiva salga lo que le salga. Ante el lote más claro y con más opciones de prestarse al toreo, anduvo demasiado desconfiado y a la defensiva, desembocando así en dos trasteos vulgares y muy trapaceros. 

    La tarde de los escolares acabó con el chasco como gran protagonista. Si nos fallan hasta estos toros, ¿qué será de nosotros? Solamente la faena de Damián Castaño ante el peligroso 5º, un gran puyazo de Alberto Sandoval al 2º y los pares de Raúl Ruiz al 4º, nos hicieron por un momento despertar del letargo. La feria de San Isidro empieza a pesar, y a ello han incentivado mayoritariamente el montón de petardos ganaderos que hemos acumulado. Y es que aquí, hasta la de José Escolar nos falla...


domingo, 2 de junio de 2024

2 DE JUNIO DE 2024, VIGESIMOPRIMERA DE FERIA: "RUINAZA DE YELTES"

Lidió Pedraza de Yeltes, lidió una ruina de corrida. Una ruinaza, más bien. Fue la tarde de Ruinaza de Yeltes, qué decepción. Otra más, y además desde por la mañana ya se barruntaba malos aires: no pasó entera, y se remendó con un toro de Torrestrella. Y por la tarde, ese mal presagio se tornó en la ruina total, se mire por donde se mire: mal presentada, mansa, floja, descastada y sin nada positivo que aportarnos. Si no había toros para sacar dos corridas, ¿para qué viene a Madrid dos tardes, ganadero? Gracias, pero de petardos ya andamos bien servidos en los últimos días. 

Fue la tarde de Ruinaza de Yeltes, y también una tarde de sustos y sobresaltos. Francisco José Espadas e Isaac Fonseca fueron aparatosamente cogidos por sus respectivos segundos toros, y Juan Leal acabó matando cuatro toros esta tarde. Pero no todo fue negativo, pues Isaac Fonseca dejó la estocada de la feria ante el 3°, una estocada que, por sí sola, le valió una oreja de indiscutible peso. Se está empezando a ver a un Isaac Fonseca mucho más reposado que en su etapa de novillero, y eso agrada. Ahí queda la tarde que ha dado, andando fácil y aseado con el capote, sin perdonar quites, dándoles sitio a los toros y queriendo torear bien de verdad. Su faena al 3°, el torito que más se prestó al toreo, fue prueba de ello. No fue una faena rotunda y sí plagada de altibajos, pero llegó a dejar muletazos extraordinarios, muy especialmente al natural. Gustó en esos muletazos Isaac Fonseca, aunque no terminara de convencer su faena ni de apurar las dulces embestidas de ese toro, pero la grandiosa estocada con la que culminó, entrando recto y dejándola en el sitio, fue más que sobrada para llevarse esa oreja. ¡¡Así se mata a los toros, señores!! Espoleado salió el torero para vérselas con ese remiendo de Torrestrella en 6° lugar. Muy complicado ese toro, con una embestida brusca y orientado; y planteamiento de faena inadecuado por parte del matador: lo suyo hubiera sido machetear por bajo al inicio, en lugar de dejárselo venir de lejos sin probatura alguna. Al rematar con un pase de pecho, se echó al toro demasiado encima y llegó el grave percance, dejando así su obra inacabada. Se le desea lo mejor.

A Francisco José Espadas también lo evacuaron a la enfermería en el prólogo de su faena al 5°, tras una feísima voltereta que le produjo una fuerte conmoción. En su anterior turno, se las vio ante un sobrero de Chamaco que, de haber azulejo al toro más feo de la feria, seguro que sería candidato indiscutible al premio. Feo por fuera, pero aún más feo por dentro. No tuvo nada ese sobrero, y Francisco José Espadas no tuvo opción alguna de triunfo. Pero cometió uno de los peores pecados que un torero puede cometer en Madrid: pasarse de faena ante un toro que no tiene nada. Una cosa es justificarse, y otra muy distinta es que ante un toro así se llegue a escuchar un aviso, aviso que no llegó lo que se dice por atascarse con la espada. Pronta recuperación para él.

Juan Leal, lo dicho: cuatro toros tuvo que estoquear. Los dos de su lote, simplones como ellos solos y que salían mirando a las musarañas de cada muletazo. Y el matador, tan simplón o más que sus dos oponentes. Tampoco es de recibo que se pase de faena ante dos bueyes de carreta como tales. Intentó faena ante el toro que mandó al hule a Espadas, pero las protestas del personal le hicieron desistir. No era momento de lucirse y lo mató con aseo, el mismo con el que estoqueó al 6°, esta vez sin intentar faena. Juan Leal es un torero valiente, sin duda. Pero nada más. Su técnica, si es que se le puede llamar así, es muy limitada, y ello le hace quedar a merced de los toros en cada muletazo que da. Y en Madrid, eso no gusta nada: eso no es el toreo.

En la tarde de los Ruinaza de Yeltes y de dos fuertes percances, Isaac Fonseca dio la estocada de la feria. Y Raúl Ruiz, una lección de torería y buen hacer lidiando al 3°. Y es que, a pesar de que la tarde no sea lo que se dice brillante, siempre quedan en el recuerdo hechos por los que ha merecido la pena ir a los toros.



sábado, 1 de junio de 2024

31 DE MAYO DE 2024, DECIMONOVENA DE FERIA: "LÍRICA AL MEDIO-TORO MODERNO"

    Hubo tres toros importantes de Santiago Domecq. Tres toros encastados y que fueron a más durante la lidia, con muchísimo que torear los tres. Tres toros importantes de Santiago Domecq (no podía fallar), que fueron los lidiados en tercer, quinto y sexto lugar. Tres toros muy importantes, sin duda. ¿En todos los tercios de la lidia? 

    Había que preguntarlo, claro. Esos tres toros de Santiago Domecq fueron lo que fueron: tres grandes toros en el tercio de muleta. Pero solamente eso, en el tercio de muleta. En varas, recibieron dos picotacitos de nada cada uno, y ya si eso vuelva usted mañana. No rehuyeron a la pelea en varas, pero no se emplearon tampoco con espectacularidad, ni tan siquiera metieron riñones. Se dejaron pegar, sin más, dos picotacitos que no les hicieron sangre "ni para un análisis", que decía un mítico aficionado ya fallecido. Toros de excelente juego en la muleta a los que no se les castigó. Como los del mismo ganadero hace pocas semanas en Sevilla, o como la corrida que lidió hace exactamente 366 días en esta misma plaza, o como aquella lidiada en 2019: toros de exquisito juego en la muleta, pero exonerados de todo castigo en varas. ¿Qué clase de toro es ese? Ni más ni menos que el medio-toro moderno, en su máxima expresión. Pues no nos vale el medio-toro, queremos TOROS. Toros que se empleen en los tres tercios de la lidia, bravos en varas y en la muleta. Imposible ser más claros.

    Esos tres toros de Santiago Domecq fueron el mejor ejemplo del medio-toro estilizado en la tauromaquia postmoderna. Y, de paso, decir que esos tres toros dejaron en paños menores a sus respectivos. Aplausos, graznidos de biiiiiiiennnnnnnjjjjjjjjjj y hasta orejitas aparte, los agraciados en vérselas y deseárselas con los toros tercero, quinto y sexto de Santiago Domecq, no rayaron a la altura. Los agraciados tienen cara de llamarse Alejandro Talavante y Borja Jiménez. Uno, figura ya consagrada. El otro, de los llamados "toreros emergentes". Pues ni el uno, ni el otro. Por estricto orden de antigüedad está Alejandro Talavante, que sucumbió ante la extraordinaria condición del 5º. Pero antes, pongámonos en antecedentes con este torero: una gran figura del toreo en horas bajas últimamente, que cuando anunció que torearía hasta ¡¡cuatro tardes!! esta feria, a muchos se nos hacía excesivo. Primera tarde, con la corrida del Puerto de San Lorenzo, primer aldabonazo: oreja tras una faenita de gusto, pero nada más, ante un bomboncito que va y viene sin molestar. Parecía que sí, pero al mismo tiempo... Pues que igual habría que verle con un toro más exigente. Pues llega la segunda tarde, y tiene la suerte de que le sale otro caramelito, esta vez herrado con el antiguo hierro ducal que pertenece a don Juan Pedro Domecq Morenés; y deja otra faena de destellos y buen gusto con la que corta otra oreja. Una oreja, nada menos que a un toro de dos y que no termina de aprovechar. ¿Qué es eso de que Talavante no le corte las dos orejas a un toro que merece tal ocasión? Parece que no ha terminado de convencer Talavante en su segunda tarde, vamos a ver la tercera... Y esa tercera es la que hoy nos ocupa: corrida de Santiago Domecq, y va y no le sale un toro, el 5º antes mencionado, de condición exigente y encastada. Y ¿qué hace Talavante frente a este toro? Sucumbir. Ni más ni menos. Sucumbir como sucumbió el Titanic en mitad del Atlántico, derribado por una gigantesca masa de hielo. Peor, imposible. A Alejandro Talavante se lo comió, enterito y sin masticar, ese fabuloso toro de Santiago Domecq. Y este hecho, sumado a lo visto en las dos tardes anteriores, confirma lo que se venía temiendo: Alejandro Talavante no está para trotes. Qué lástima, en un torero de esta categoría. 

    Luego viene Borja Jiménez, a quien se recibió con una ovación tras romperse el paseíllo. Seguramente, en recuerdo a su gran actuación del pasado mes de octubre frente a la corrida de Victorino Marín. Las expectativas generadas en esa corrida dieron lugar a ríos de tinta y de comentarios que elevaban al mismísimo Olimpo del toreo a Borja Jiménez, y sus primeras actuaciones esta temporada hacían presagiar sucesos extraordinarios por parte este torero. Pero esos sucesos, si tienen que llegar, no lo harán tras lo acontecido esta tarde. La decepción fue mayúscula. Con un lote ideal para consagrarse de verdad y reafirmar todo lo bueno realizado, le pintaron bastos. Oreja aparte, claro. La que le cortó a ese toro 3º, ejemplar de una condición extraordinaria. El animalito, que en los primeros compases de la lidia flojeaba de remos, se dejó pegar dos picotazos de nada. Pero una vez superado el tercio de banderillas, se vino arriba. Y vaya de qué manera. Borja Jiménez comenzó la faena con unos pocos doblones para mostrar su poderío, y acabar toreando de rodillas y en redondo por el lado derecho. Un comienzo ideal para meterse a parte del kiosko en el bolsillo; comienzo al que siguieron dos series por el pitón derecho de mano muy baja y hondura, si bien pecando de andar demasiado retorcido. Hasta este punto, la faena pintaba bien, pero fue echarse la muleta a la zurda y comenzar el festival de la chabacanería: muletazos muy fuera de cacho y aún más retorcido. Sigue porfiando con la zocata y no consigue dar muletazos asentados ni mandones; todo son telonazos muy despegado y demasiado acelerado. Desbordado el matador, hasta el punto de perder la muleta. Una vez cambia de nuevo al pitón derecho, la faena ya no remonta. El toro ha sido de categoría, y se ha comido a su matador con patatas. Tras un pinchazo y una estocada que resulta trasera y ladeada, pasea una oreja. Una oreja que no impide darle lugar a las dudas. Pero sale el 6º, que no es como el 3º. Ni como el 5º. Es este 6º un toro al que Alberto Sandoval propina dos picotazos en todo lo alto, probablemente los mejores de toda la feria, pero picotazos al fin y al cabo que dejan crudo al toro. Demasiado, quizás. No hace una pelea extraordinaria el toro debajo del peto, pero tampoco mansea ni rehúye de la pelea. En el tercio de banderillas galopa y embiste con temperamento: de nuevo parece haber toro. ¿La redención de Borja Jiménez tras no convencer ante el buen 3º? Sale muy acelerado en el comienzo de faena, demasiado quizás. Las series de muletazos se van sucediendo y, según transcurre la faena, y así hasta la estocada, las sensaciones no cambian: Borja Jiménez, de nuevo,  decepciona. No tiene esta vez un toro que mete la cara con eso que llaman claze, ni embiste con la misma nobleza que embistieron los otros. A este toro, primero, le faltó que le pegaran un puyazo de verdad, y no los dos picotacitos de pitiminí que recibió. Necesitaba también distancia, cosa que su matador no le dio en ningún momento. Y el culmen: un toro de medios, con el que no se rebasó la segunda raya. Resultado: un animal que embistió con excesiva brusquedad y defendiéndose de lo mal que su matador le administró los muletazos. "No lo ha entendido", decían algunos. No, negativo. En total desacuerdo. Entendió perfectamente Borja Jiménez a ese toro, y es que si se lo saca a los medios y le da sitio, el toro le destapa por completo. He ahí la cuestión. El caso es que ante otro toro con mucho que torear y teclas que tocar, la cosa no le pintó nada bien a este torero tan esperado. 

    El cartel lo completó, con el peor lote, Uceda Leal. Ese "peor lote" consistió en un primer toro inválido que fue masacrado en varas; y un cuarto de Luis Algarra, remiendo de la corrida de Domecq, de embestida simplona. Ante el 1º, Uceda Lean anduvo haciendo de enfermero sin llegar a interesar nada de lo que hizo. Ante el 4º, un torerísimo e inspirado inicio de faena, para dar paso a una faena donde Uceda Leal volvió a esparcir pequeños retazos de esa tauromaquia eterna que apenas se ve, pero sin terminar de redondear. La verdad es que el toro no era para mayores florituras, y Uceda Leal estuvo todo lo correcto y torero que cabía estar.

    Tercero, quinto y sexto. Tres grandes toros (muleteros) de Santiago Domecq, muy flojitos en el caballo pero venidos arriba en la muleta. Todo un homenaje al medio-toro moderno, ese que se anhela por los ganaderos y toreros de hoy en día para disfrutar una barbaridad en el último tercio. Pero ¿y el caballo? Que la lidia son tres tercios, señores. Y que la suerte de varas forma parte fundamental de la misma. El día que a esta gente del toro se le meta en la cabeza semejante premisa, no habrá mamarracho alguno disfrazado de ministro que pueda con nosotros.